4. Hazlo

—Eres una mujer interesante, Alessia —dijo él, mirándola con admiración.

—Y tú eres un hombre misterioso, Noah. Quizás por eso hacemos buen equipo —respondió ella, sintiendo que el alcohol empezaba a afectarla un poco.

La música, el ambiente y las risas les hicieron perder la noción del tiempo. Alessia notó que se estaban acercando cada vez más, sus risas resonando en la barra y sus miradas entrelazadas.

—¿Te gustaría bailar? —preguntó Noah de repente, inclinándose hacia ella.

Alessia asintió, dejando su copa vacía en la barra. Noah la tomó de la mano y la guió hacia la pista de baile. La música era vibrante y envolvente, y pronto se encontraron moviéndose al ritmo, sus cuerpos cada vez más cercanos.

Las risas y los movimientos se volvieron más íntimos, sus manos se entrelazaron y sus miradas se volvieron más profundas. En un momento de valentía, Alessia se acercó aún más y sus labios se encontraron en un beso apasionado.

El mundo a su alrededor se desvaneció mientras se perdían el uno en el otro, el deseo y la conexión palpable en el aire. Sin pensarlo demasiado, decidieron dejar el bar y buscar un lugar más privado. Definitivamente, el licor había quitado cualquier velo de inhibición que tuvieran antes.

Alessia guió a Noah hacia un pequeño, pero agradable hotel de carretera, aprovechando que estaba cerca. Sin tiempo de arrepentimientos y sin quitarse las manos de encima, intensificando así el deseo, ella pidió una habitación.

Noah no sabía qué le pasaba, hace mucho tiempo que no estaba con una mujer, pero esa desconocida recién conocida, tenía algo que lo motivaba a seguir a su lado. En especial su motivación y lo desinhibida que se mostraba, lo tenía cautivado.  

Una vez en la habitación asignada, la intimidad se intensificó, volvieron a besarse con la misma intensidad que en el bar. Alessia se estremeció al sentir cómo las manos de Noah recorrieron sus costados; su corazón latía acelerado y su centro se humedeció, pues sí que le hacía falta el sentirse deseada de esa forma por un hombre, en especial, uno que se sintiera atraído solo por ella y no por todo su dinero o posición social.

Con manos ágiles, Ale abrió la camisa de Noah, quien gruñó excitado al sentir el toque de la mujer sobre su piel desnuda. Ella se deleitó con la firmeza del cuerpo del hombre, no era un modelo, pero tenía todo para capturar la atención de las mujeres. Ahora con mejor luz, podía ver el cabello castaño claro, con algunos ligeros mechones blanquecinos y plateados, que le daban un aspecto maduro y sensual, esos ojos verdes eran más intensos que lo que había notado en el bar. La barba de uno o dos días sin rasurar, raspaba de una forma que activaba sus sentidos.

En cuestión de segundos, ambos se encontraron desnudos y tendidos sobre la cama. El centro de Alessia palpitaba ansioso y la erección de Noah estaba expectante por su liberación, así que, con cordura y consciencia de lo que hacía, Alessia estiró su mano a la mesita de noche y tomó la caja que había pedido al llegar. Noah se la quitó de las manos con prisa, mientras sus ojos se conectaron.

Por más que ella deseara un hijo, no iba a dejar de lado el cuidarse, en especial, al acostarse con un desconocido. Esa noche tendría sex0, pero con el objetivo de obtener placer; el tema de su embarazo podía esperar más tiempo, pues para eso sí se aseguraría de que el donante directo fuera un hombre sano y de buenos genes.

El preservativo fue deslizado con cuidado, bajo la atenta mirada de Alessia, que se mordió el labio, pues lo que veía era muy agradable.

—Hazlo —demandó.

—Claro, jefa —bromeó Noah con diversión, al tiempo que se acomodaba entre las piernas de Alessia y con un movimiento lento, se fue introduciendo en su calor.

Ale gimió con fuerza ante la invasión, ambos se quedaron quietos por un momento, mientras se adaptaban y sí que se sentía bien, por lo que, ella no demoró en mover sus caderas, anunciándole a Noah que podía moverse.

Empezaron una danza cadenciosa, que aumentaba la excitación y el deseo en la pareja, Ale clavó sus uñas en la espalda de Noah, mientras sentía cómo su vientre bajo se apretaba y Noah gimió de forma ronca, al sentir la presión sobre su pene. Alessia se dejó llevar y estalló en un delicioso éxtasis, que solo logró excitar más a Noah, quien la tomó por la cintura, presionando para profundizar más sus estocadas, lo que prolongó el placer en Alessia.

Al recuperarse un poco del arrasador orgasmo, ella enderezó su espalda y como si fueran un par de bailarines, perfectamente, sincronizados, cambiaron de posición, Noah quedó sentado sobre la cama, recostado contra el espaldar y Ale a horcajadas. Ahora ella tenía el control y empezó a cabalgarlo con fuerza.

Noah tomó los senos rebotantes y le dio atención a cada pezón, haciendo que Ale se contorneara de placer. Después de unos minutos, él soltó sus senos, llevó sus manos a las nalgas femeninas y las apretó hacia él.

—No aguantaré más —murmuró él, conteniéndose, pues deseaba que ella alcanzara una vez más el clímax.

—Yo tampo… —Ale no logró completar la frase, pues un rayo de placer y éxtasis la recorrió. Noah gruñó y se dejó ir con ella.

Los dos cayeron tumbados en la cama, con la respiración agitada y las piernas temblorosas, completamente silenciosos; sin embargo, sus caras dejaban en evidencia lo satisfechos que habían quedado ante el encuentro.  

—¿Todo bien? —preguntó Noah, después de varios minutos de silencio.

—Perfecto… —contestó Ale y se giró hacia él, regalándole una sonrisa.

—Bien…

La situación era un poco extraña, pero ambos se sentían cómodos. No se acercaron, pues no eran más que dos personas que se habían dejado llevar por el deseo, pero no había razón para abrazarse o decirse palabras bonitas, solo se quedaron sobre la cama, disfrutando del momento, hasta que el sueño se apoderó de ambos.

Noah abrió los ojos, se había dormido y no sabía la hora que era, pero lo único que tenía claro, era que debía volver a la casa de Oscar, junto a su pequeño Charlie, así que, se levantó con cuidado de no ir a despertar a Alessia, que descansaba plácidamente. No demoró en vestirse y estar listo para salir, aunque primero le dejaría una nota a su hermosa acompañante.

Buscó un papel y un bolígrafo. El trozo de hoja que encontró no era muy grande, pero serviría para lo que quería, así que, se dispuso a escribir.

“Gracias por este tiempo juntos.

La noche no pintaba nada bien cuando llegué al bar, pero terminó increíble.

No te quiero abrumar, ni que te sientas presionada, así que, acá te dejo mi número de celular y tú serás quien decide si deseas volverte a poner en contacto conmigo.

Noah”.

Dejó la nota sobre la mesa de noche y tras una última mirada al cuerpo desnudo de Ale, salió de la habitación, pues era hora de volver con su hijo y estar a su lado cuando él despertara en la mañana.

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