—Chao, mi niño —se despidió Alessia del pequeño Scotty, que venía corriendo de vuelta a donde su tía, pues al ver a sus padres todo se le había olvidado por ir con ellos.
—Chao, tía Ale —contestó él y le dio un beso húmedo en la mejilla.
—Hola, preciosa —la saludó Gia y la abrazó con fuerza—. ¿Cómo se portaron mis pequeños?
Annie y Tommy se rieron por la forma en la que su madre los llamaba, definitivamente, nunca dejarían de ser los pequeños de mamá.
—Ellos muy bien, pero espero que ustedes se hayan portado mal —comentó Alessia con picardía, mientras miraba a su hermana y cuñado a los ojos.
Gia se sonrojó y Stephen sonrió.
—Oh, sí, de eso me aseguré —contestó él, haciéndola reír.
—¡Papá! —gritaron al mismo tiempo Annie y Tommy, pues no deseaban saber detalles de lo que sus padres hicieran los fines de semana solos.
—A mí no me dejan portarme mal —renegó Scotty y ahora los que se rieron fueron los hermanos mayores, mientras que sus padres se miraron sin saber qué decir.
—No es verdad que tus papitos se hayan portado mal, mi niño, solo es una broma, pero estoy segura de que disfrutaron su tiempo juntos de forma responsable —dijo Ale, explicándole al pequeño, pero más fue por ayudar a su hermana y cuñado.
—¿Haciendo cosas de esposos? —preguntó el pequeño y los demás asintieron.
—Así es, hermanito —dijo Annie y lo tomó en brazos.
Con esa explicación el pequeño quedó tranquilo, él no sabía lo que significaba qué eran “cosas de esposos”, pero sí sabía que eran cosas que sus papis hacían al estar solos, cuando ellos se quedaban con sus tíos o abuelos. Debían ser cosas divertidas, porque llegaban alegres, así como él también volvía a la casa.
Todos se despidieron, las mellizas se abrazaron y quedaron de verse en el transcurso de la semana, para ver algunas de las cosas del hotel-casino, pues, aunque Gia no trabajara allá, sí era parte de los dueños.
Al volver al interior de su apartamento, Ale no tuvo tiempo de pensar en nada, pues por más que su sobrina le hubiera ayudado a recoger el desorden, la cocina tenía una pequeña montaña de loza y algunos juguetes de su pequeño sobrino.
Al terminar de organizar, ya era hora de ir a la cama, pues al otro día se volvía a las labores en la dirección del Orion.
La alarma sonó temprano, despertando a Alessia de su profundo sueño. Con un suspiro, se levantó y se preparó para el día. Sabía que le esperaban muchas responsabilidades en el hotel-casino Orion. Una vez lista, salió de su apartamento y se dirigió al trabajo, sin imaginar que ese lunes no sería un día cualquiera.
Al bajar a las oficinas del Orion, Alessia fue recibida por el bullicio típico del lugar. Saludó a algunos empleados y se dirigió a su oficina. Apenas había tenido tiempo de sentarse cuando su asistente, Corina, apareció en la puerta.
—Buenos días, señorita Alessia. Aquí tiene los informes de la semana pasada —dijo Corina, dejándolos sobre el escritorio.
—Gracias, Corina. ¿Hay algo más en la agenda de hoy? —preguntó Alessia, hojeando los documentos.
—No, eso es todo por ahora. Le avisaré si surge algo.
Alessia asintió y se sumergió en su trabajo. Sin embargo, su concentración fue interrumpida una hora más tarde por una llamada telefónica.
—Señorita Alessia, soy Brandon. Necesito hablar con usted de inmediato. Es algo urgente —dijo una voz seria al otro lado de la línea.
—Claro, Brandon —le dijo ella a su jefe de vigilancia, extrañada con su llamada a la línea directa.
—Le estoy enviando unas imágenes a su correo, por favor, véalas —le pidió el hombre, manteniendo la conversación por teléfono.
Alessia sintió como su corazón se aceleraba en su pecho, algo grave estaba pasando y no se le ocurría qué. Los segundos que su correo demoró en abrirse, le parecieron eternos, hasta que, vio algunas imágenes adjuntas, que descargó con un solo clic.
—¿Qué ocurre, Brandon? —preguntó ella, preocupada.
—Revise eso, por favor. Lo encontramos en las grabaciones de las cámaras de seguridad —dijo Brandon, con seriedad.
Alessia empezó a revisar las fotos, en ellas, se veía claramente a Corina, su asistente, hablando con alguien de la competencia en la salida del servicio de la parte trasera del Orion. La conversación parecía intensa y, en algunas fotos, se veía a Corina entregando documentos.
—No puede ser… —murmuró Alessia, sintiendo la furia crecer en su interior.
—También tenemos la grabación de video si desea verla —añadió Brandon.
—Sí, deseo verla. Ya mismo voy para allá —dijo Alessia, controlando su enojo.
Ale agradeció que Corina no se encontrara en su puesto de trabajo, porque no estaba segura de haber podido pasar por su lado sin decirle nada. Caminó con prisa hasta el Cuarto de cámaras, que quedaba dentro del casino. Iba tan concentrada en sus pensamientos, que ignoró a todos los que se cruzaron en su camino, aunque nadie se habría atrevido a saludarla, pues en su rostro y actitud, era evidente la molestia que la embargaba.
Bruce la recibió y antes de volver a tocar el tema, le pidió al hombre de vigilancia que lo acompañaba, que saliera y los dejara solos. Era mejor manejar las cosas con precaución.
Bruce buscó los videos en el sistema. En el video se veía claramente a Corina pasándole una carpeta a Antoine, el asistente personal de Rudolph McEntire, el dueño reciente de uno de los casinos cercanos, quien desde el principio había llegado con una actitud poco agradable hacia ella y su dirección del Orion.
—Hay más, porque ese video no nos asegura nada, aunque por la actitud, era obvio que estaba intentando ocultarse, entonces me fui hacia atrás en la grabación, siguiendo los pasos que la señorita Corina había seguido y acá está.
El nuevo video mostraba a Corina llegar al cuarto de archivo, en sus manos no llevaba nada, pero al momento de salir tras varios minutos, en sus manos llevaba la misma carpeta que más adelante le había entregado a Antoine.
Alessia no podía creer lo que estaba viendo. Se levantó de su silla con determinación y recibió el sobre que Brandon le tendía, donde sin necesidad de revisar, sabía que estaba las fotos y un CD con las grabaciones.
—Gracias, Brandon. Yo me encargaré de esto —dijo, apretando los puños.
Salió del cuarto de cámaras, caminó de vuelta a su oficina y fue directamente al escritorio de Corina. Sin mediar palabra, le hizo un gesto para que la siguiera. Corina, sorprendida, la siguió hasta la oficina.
—¿Qué sucede, Alessia? —preguntó, confundida.
—Esto sucede —dijo Alessia, arrojando las fotos sobre el escritorio—. ¿Cómo pudiste traicionarnos de esta manera?
Corina se quedó pálida al ver las fotos. Intentó balbucear una excusa, pero Alessia no la dejó hablar.
—Estás despedida. Quiero que recojas tus cosas y te vayas inmediatamente. No hay lugar para la deslealtad en este equipo —dijo Alessia, con firmeza—, y, agradece que no llamaré a la policía, porque si lo hiciera, saldrías derecho para la cárcel.
Corina lloró, intentó pedirle una nueva oportunidad, pero Alessia no la dejó. Ella era muy buena jefa, pero como bien lo había dicho, no permitía la deslealtad y la traición, por lo que, la mujer no tuvo más, que salir de la oficina y recoger sus pertenencias, siendo escoltada por uno de los hombres de vigilancia.
Ale agarró su celular y llamó a su hermano, quien no demoró en contestarle.
—Hola, Ale. ¿Todo bien? —saludó Paul.
—¡Necesito una asistente nueva! —dijo con rabia y frustración.
—¿Qué sucedió con Corina? —le preguntó su hermano al teléfono, completamente, confundido, pues nunca había escuchado alguna queja de la mujer.Alessia respiró profundo y se dispuso a contarle todo lo sucedido y descubierto por Brandon, sabía que su hermano iba a insistir en denunciarla y no se equivocó, de hecho, él se ofreció a hacer todo el proceso, como abogado que era.—No, en estos momentos no quiero más problemas, ahora solo me interesa concentrarme en todos los eventos que vienen, además sabes bien que, por el cambio en la temporada, muchos de nuestros trabajadores se irán y necesitamos contratar nuevos; y se aproxima el cumpleaños de mamá —le recordó Ale a Paul.—¿Estás segura? Yo me haría cargo de todo —insistió él.—Sí, estoy segura, no le quiero dar más importancia de la que tiene, ahora necesito que me ayudes a contratar a alguien nuevo —le pidió.—Está bien, lo haré, más tarde paso por tu oficina. Te amo, Lessy.—Gracias, Paulie, te espero más tarde.Alessia colgó la llam
El tráfico estaba un poco congestionado, en especial, llegando a la bien concurrida y tradicional zona de casinos y hoteles de Las Vegas. Si no fuera porque Noah le solicitó al conductor que le avisara en la parada indicada por Oscar, él y Charlie habrían seguido derecho, pues las calles eran algo abrumadoras, muy diferentes a las de Aurora, su ciudad en Colorado.Charlie se aferró con fuerza de la mano de su padre y así caminaron hacia el gran edificio que se erguía ante sus ojos, con un gran letrero en el que se leía la palabra “ORION”.—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó Silvia al ver a Noah con su hijo.—Buenas tardes, he venido a las entrevistas —respondió Noah, mirando a los lados, pues estaba un poco perdido.—Oh, el ingreso al casino es por la siguiente puerta, este es el ingreso al hotel —le anunció la joven.—Gracias, lamento la molestia —se excusó y salió con prisa.En menos de un minuto estaban frente a la entrada del casino, donde el vigilante lo observaba como si le hubie
Ale miró la hora en su celular. No supo en qué momento se hizo tan tarde, pero estaba agotada y todavía no había recibido noticias de su hermano. Definitivamente, sin un asistente no podría continuar por mucho tiempo, pues el trabajo se le duplicaba, así como la permanencia en cada documento.No alcanzó a salir de la oficina, cuando una llamada entró a su celular.—Hola, mami. ¿Cómo estás? —saludó Ale y suspiró con fuerza.—Hola, mi niña. ¿Día pesado? —le preguntó Alessandra con tono maternal.—No te lo imaginas.—Tu hermano algo me dijo. Ven a cenar a la casa, todos estaremos y te va a servir para distraer la mente, Paul dijo que quiere vernos a todos, además, es la despedida de Tommy y Annie.—Oh, no sabía que nos veríamos en familia, pero claro que iré, dame tiempo de bañarme y cambiarme. Me apuraré —contestó Ale y colgaron la llamada.El cansancio era grande, pero Alessia disfrutaba mucho el estar con su familia, además no veía a sus padres hace unas semanas y, así hubiera estado
Noah despertó temprano, tenía que llevar a Charlie a su primer día de escuela, solo esperaba que las cosas salieran bien, porque si las cosas no habían sido fáciles para él, para su pequeño, mucho menos; había perdido a su mamá, su casa, la estabilidad, su padre y abuelos peleaban cada vez que se veían y ahora empezaba en una nueva escuela, marcando un futuro incierto.—Charlie, despierta o llegaremos tarde —lo llamó por tercera vez y el pequeño seguía sin hacer caso, solo emitió un quejido y se enrolló más entre la cama.Noah se rio y con pasos suaves caminó hasta la cama, se acostó al lado de su hijo y empezó a hacerle cosquillas, que terminaron en una carcajada estruendosa por todo el apartamento de Oscar. —Silencio, silencio —le pidió Noah a su hijo, mientras dejaba de molestarlo—, vamos a despertar a la bebé. Shhhh. —Puso su dedo índice sobre sus labios y Charlie se tapó la boca, para no hacer más ruido. —Buenos días, papito —susurró el pequeño. —Buenos días, mi niño. ¿Listo p
El corazón de Ale quedó martillando con fuerza dentro de su pecho, nada la preparó para ver a Noah nuevamente, mucho menos, en su casino. Si su hermano lo había llamado, ¿era parte del nuevo personal contratado?—¿Sucede algo? —preguntó Norman, quien había comentado algo, pero no recibió respuesta de Alessia.—¿Qué? —interrogó confundida, mientras sacudió su cabeza y lo miró—. Perdón, me distraje pensando en algo, será mejor que sigamos con el recorrido —comentó determinada y se dio la vuelta con paso seguro, pero no pudo evitar voltear hacia la oficina de su hermano, por si veía a Noah salir, pero apenas hace unos segundos había entrado.Salieron del casino y se dirigieron a la parte del hotel, primero Alessia le presentó al personal de la recepción y a los vigilantes, pues necesitaba que se conocieran y no tuvieran inconvenientes, después fueron hacia las oficinas.—Este será tu puesto de trabajo, mi oficina es esa de ahí, cualquier cosa que necesite, señor Harris, se comunica por el
La respiración se le cortó a Noah, sabía que su suegra era una piedra en el zapato, pero no imaginó que llevara a cabo su amenaza. ¿Qué haría ahora? Lo único que tenía claro, era que negarse ante la solicitud del Juzgado de familia, solo le daría puntos en contra y, por eso, con gran resignación le dio la información que el hombre le pedía.Al colgar la llamada siguió con la duda de cómo había logrado mantener la conversación, porque el nudo en su garganta era cada vez más grande. Miró el espejo retrovisor, desde donde se podía ver al pequeño Charlie durmiendo, ajeno a lo que acababa de suceder.—No voy a permitir que nos separen, hijo, te lo prometo —dijo Noah en tono bajo, más como una promesa para sí mismo.Llegaron al edificio de Oscar y mientras estacionaba, para sacar al pequeño y entrar, vio cuando su amigo llegaba caminando desde la parada del autobús.—¡Noah, amigo! ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo? —saludó Oscar, emocionado al verlo, pues sabía que lo habían llamado del casino, so
—¡¿Me estás diciendo que ese hombre con el que tuviste el mejor sexo de tu vida ahora trabaja acá?! —exclamó Grace y Ale se atoró con el sorbo de vino que estaba tomando, por lo que, empezó a toser con fuerza—. Perdón, perdón… —¡Oye, no es para tanto! ¡Eso no fue lo que dije! —se defendió Ale, mientras terminaba de controlar su respiración y Grace soltó una carcajada. —Perdóname, pero con esa descripción de como estuvieron en el bar y después lo que te hizo… Uuuuf, me dio calor —bromeó Grace y se abanicó con su mano.—No seas exagerada, además ser bueno en la cama, no le quita el haberme dejado botada —comentó Alessia, con un poco de resentimiento en su voz. —Ay, amiga…, imagino que debió ser feo despertar así, pero ¿no crees que tal vez tuvo que irse por algo importante? ¿No le diste tu número? ¿No le pediste su número? —cuestionó Grace y la miró atentamente, esperando una respuesta. —No… Supongo que nos entretuvimos en otros asuntos —respondió Ale y mordió su labio, pensativa.
Para salir de la zona tuvo que dar algunas vueltas por las vías cercanas y logró identificar el hotel en el que había tenido su encuentro con Noah. Las palabras de Grace retumbaron en su mente y sin pensarlo mucho, se detuvo en el lugar, bajó del auto y fue directo a la recepción del modesto lugar. —¿En qué puedo servirle? —preguntó la recepcionista, notablemente confundida, pues era raro que una mujer tan elegante y con el porte de Alessia decidiera quedarse en un hotel como ese. —Ehm…, hace unos días estuve en una de sus habitaciones y mi acompañante se fue antes de tiempo… —se quedó callada unos segundos, pues no sabía cómo decir las cosas, sin que sonara como una mujer desesperada—, entonces no sé si tal vez me dejó alguna razón y olvidaron dármela. La recepcionista se quedó mirándola y se notaba confundida. Razón tenía de estarlo, pues la petición de Ale era extraña. —¿En qué habitación?Ale le dijo lo que recordaba y la joven, a pesar de su confusión, puso todo de su parte p