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2- Felicidad interrumpida.

-¿Qué hora es?-.Preguntó Augusto.

-Dos minutos más desde la última vez.-Bromeó don Augusto Martínez,el padre del novio.

La ceremonia de la boda estuvo llena de elegancia y solemnidad. Los invitados aguardaban la llegada de la novia con expectación era considerada la boda de la década y sellaría la unión de los Sánchez y los Martínez dos prominentes familias de Miami.

Augusto esperaba al pie del altar con su impecable frac azul celeste y una flor blanca en la solapa.

El señor Martínez notó los nervios de su hijo que movía mucho el pie derecho—. Paciencia, hijo todas las novias tardan,tu madre me hizo esperar dos horas.

—Ya debería haber llegado.

—¡Esa mujer es tuya!,elegiste la más hermosa y lo mejor de todo es que vamos a ser socios de las empresas Sánchez.

Augusto movió la cabeza y no dijo nada,su padre sólo pensaba en dinero.Él en cambio estaba tan enamorado de ella que todo su cuerpo temblaba al tenerla cerca,de las novias que había tenido ella era la única mujer a la que había respetado.

A las afueras de la iglesia llegaba un auto clásico.

-Hija,llegó el gran día,deseo para tí toda la felicidad del mundo.-Añadió don Rodrigo Sánchez con melancólica Valentina era hija única.

—Gracias,padre.Para mí es un sueño hecho realidad,amo a Augusto desde que tengo uso de razón.

El chófer detuvo el auto y abrió la puerta,el señor Sánchez le ofreció su brazo a la novia quién se veía emocionada.

—¿Estás lista?

—Sí, papá.No haré esperar más a Augusto.

La novia, radiante en su vestido blanco, caminaba con gracia hacia el altar. La emoción en el rostro de los novios era evidente, así como la alegría que contagia a todos los presentes.

Tras intercambiar votos llenos de amor y promesas para toda la vida.El cura los declaró marido y mujer, sellando así su compromiso con un beso apasionado que fue recibido con aplausos y felicitaciones.

La recepción posterior a la ceremonia fue un derroche de lujo y elegancia, con exquisitos platillos y finas copas de vino brindando por el amor de la joven pareja. 

—Mi amor me muero de ganas por hacerte mía.

—Te amo,cielo.Eres maravilloso,la espera valió la pena.Al fin vamos a estar juntos.

Augusto le susurraba palabras de amor al oído y ella le sonreía.

La celebración se extendió hasta altas horas de la noche cuando Augusto y Valentina decidieron que era hora de retirarse.

-¿Estás lista, mi amor?-preguntó Augusto, tomando la mano de Valentina con ternura mientras salían de la fiesta en dirección al estacionamiento donde los esperaba su elegante automóvil.

—Sí, estoy lista, esposo mío— Respondió Valentina, con una sonrisa radiante en su rostro, mientras caminaban tomados de la mano hacia el coche.

—¡Te amo Valentina!,¿ya te lo había dicho?

—Creo que sí—.Bromeó ella—Me gusta que me lo repitas a cada rato,nunca se sabe cuándo será la última vez.

Él se aproximó a ella y la besó con pasión rodeando la parte baja de su caderas acariciando sus pompas mientras le rozaba su cuerpo,un par de rosas se prendieron en su mejillas y un extraño calor recorrió su espalda.

-¿Qué es esto?-Se apartó de él al sentir su dureza rozar su cuerpo.

-Ya quiero llegar al hotel,¡vamos que te voy a llevar al paraíso! -.Su voz ronca denotaba excitación.

Sin embargo, el destino tenía otros planes para la joven pareja esa noche. En medio de la oscura carretera, un auto a alta velocidad los impactó de frente, causando un estruendo ensordecedor y dejando el silencio sepulcral en su lugar.

Augusto y Valentina fueron encontrados inconscientes,ella llevó la peor parte.Tenía golpes severos en la cabeza 

Ambos fueron llevados de urgencia al hospital más cercano,Augusto despertó aturdido por los golpes y Valentina permanecía inconsciente. los médicos luchaban por salvar su vida.

—Valentina,mi amor.¡Abre los ojos cielo!,no me hagas esto,si te mueres yo me voy contigo….. 

No paraba de llorar y uno de los paramédicos los hizo recostar y le colocó un sedante,era tal su grado de desesperación que se arrancó la aguja y volvió al lado de su esposa,quién lucía pálida e inmóvil.

—Señor,dígame un teléfono para llamar a su familia,dijo uno de los doctores.

Augusto aportó los números de telefónicos de ambas familias.

En la sala de emergencias, mientras los cirujanos trabajaban arduamente para estabilizar su condición.

 Augusto era un manojo de nervios y desesperación,sus ojos llenos de angustia no se apartaban de la puerta de terapia intensiva,esperando ese fatal momento en que le avisaran eso que tanto temía.

—¡Por favor!, Valentina, despierta. No puedo perderte—susurró con voz quebrada, sintiendo el peso de la incertidumbre y el miedo en su corazón.

 Valentina yacía en silencio, su rostro pálido y sereno, ajena al caos que los rodeaba.

Los primeros en llegar fueron los padres de Valentina, la señora Carolina y el señor Rodrigo. La señora Carolina estaba llorando incesantemente, temblando, aferrándose a su esposo. Cuando vio a su hija, que estaba conectada a una máquina de soporte vital, cayó al suelo desmayándose.

El señor Rodrigo trató de mantener la calma para apoyar a su esposa 

-Tenemos que ser fuertes por ella- le dijo a la señora Carolina intentando levantarla del piso.

La situación era de angustia total. Los médicos salieron una y otra vez del quirófano para informar sobre la situación crítica de Valentina.

Más tarde esa noche, don Augusto, el patriarca de la familia Martínez, llegó a la clínica con su esposa Isabel.

 Augusto estaba solo y se balanceaba como si fuera un niño autista, sin decir una sola palabra. Fue un golpe duro para la familia.

Las horas pasaron y las noticias no mejoraban. Los familiares permanecieron en la clínica, desesperados y preocupados. Murmullos y sollozos se escuchaban en cada esquina de la sala de espera 

-Augusto,vamos a casa.- Propuso su padre con rostro preocupado.

-De aquí no me mueve nadie,es la mujer que amo que está agonizando. 

Lo dejaron tranquilo, estaba más que claro que no pensaba abandonar la sala de espera hasta tener noticias.

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