-¿Qué hora es?-.Preguntó Augusto.
-Dos minutos más desde la última vez.-Bromeó don Augusto Martínez,el padre del novio.
La ceremonia de la boda estuvo llena de elegancia y solemnidad. Los invitados aguardaban la llegada de la novia con expectación era considerada la boda de la década y sellaría la unión de los Sánchez y los Martínez dos prominentes familias de Miami.
Augusto esperaba al pie del altar con su impecable frac azul celeste y una flor blanca en la solapa.
El señor Martínez notó los nervios de su hijo que movía mucho el pie derecho—. Paciencia, hijo todas las novias tardan,tu madre me hizo esperar dos horas.
—Ya debería haber llegado.
—¡Esa mujer es tuya!,elegiste la más hermosa y lo mejor de todo es que vamos a ser socios de las empresas Sánchez.
Augusto movió la cabeza y no dijo nada,su padre sólo pensaba en dinero.Él en cambio estaba tan enamorado de ella que todo su cuerpo temblaba al tenerla cerca,de las novias que había tenido ella era la única mujer a la que había respetado.
A las afueras de la iglesia llegaba un auto clásico.
-Hija,llegó el gran día,deseo para tí toda la felicidad del mundo.-Añadió don Rodrigo Sánchez con melancólica Valentina era hija única.
—Gracias,padre.Para mí es un sueño hecho realidad,amo a Augusto desde que tengo uso de razón.
El chófer detuvo el auto y abrió la puerta,el señor Sánchez le ofreció su brazo a la novia quién se veía emocionada.
—¿Estás lista?
—Sí, papá.No haré esperar más a Augusto.
La novia, radiante en su vestido blanco, caminaba con gracia hacia el altar. La emoción en el rostro de los novios era evidente, así como la alegría que contagia a todos los presentes.
Tras intercambiar votos llenos de amor y promesas para toda la vida.El cura los declaró marido y mujer, sellando así su compromiso con un beso apasionado que fue recibido con aplausos y felicitaciones.
La recepción posterior a la ceremonia fue un derroche de lujo y elegancia, con exquisitos platillos y finas copas de vino brindando por el amor de la joven pareja.
—Mi amor me muero de ganas por hacerte mía.
—Te amo,cielo.Eres maravilloso,la espera valió la pena.Al fin vamos a estar juntos.
Augusto le susurraba palabras de amor al oído y ella le sonreía.
La celebración se extendió hasta altas horas de la noche cuando Augusto y Valentina decidieron que era hora de retirarse.
-¿Estás lista, mi amor?-preguntó Augusto, tomando la mano de Valentina con ternura mientras salían de la fiesta en dirección al estacionamiento donde los esperaba su elegante automóvil.
—Sí, estoy lista, esposo mío— Respondió Valentina, con una sonrisa radiante en su rostro, mientras caminaban tomados de la mano hacia el coche.
—¡Te amo Valentina!,¿ya te lo había dicho?
—Creo que sí—.Bromeó ella—Me gusta que me lo repitas a cada rato,nunca se sabe cuándo será la última vez.
Él se aproximó a ella y la besó con pasión rodeando la parte baja de su caderas acariciando sus pompas mientras le rozaba su cuerpo,un par de rosas se prendieron en su mejillas y un extraño calor recorrió su espalda.
-¿Qué es esto?-Se apartó de él al sentir su dureza rozar su cuerpo.
-Ya quiero llegar al hotel,¡vamos que te voy a llevar al paraíso! -.Su voz ronca denotaba excitación.
Sin embargo, el destino tenía otros planes para la joven pareja esa noche. En medio de la oscura carretera, un auto a alta velocidad los impactó de frente, causando un estruendo ensordecedor y dejando el silencio sepulcral en su lugar.
Augusto y Valentina fueron encontrados inconscientes,ella llevó la peor parte.Tenía golpes severos en la cabeza
Ambos fueron llevados de urgencia al hospital más cercano,Augusto despertó aturdido por los golpes y Valentina permanecía inconsciente. los médicos luchaban por salvar su vida.
—Valentina,mi amor.¡Abre los ojos cielo!,no me hagas esto,si te mueres yo me voy contigo…..
No paraba de llorar y uno de los paramédicos los hizo recostar y le colocó un sedante,era tal su grado de desesperación que se arrancó la aguja y volvió al lado de su esposa,quién lucía pálida e inmóvil.
—Señor,dígame un teléfono para llamar a su familia,dijo uno de los doctores.
Augusto aportó los números de telefónicos de ambas familias.
En la sala de emergencias, mientras los cirujanos trabajaban arduamente para estabilizar su condición.
Augusto era un manojo de nervios y desesperación,sus ojos llenos de angustia no se apartaban de la puerta de terapia intensiva,esperando ese fatal momento en que le avisaran eso que tanto temía.
—¡Por favor!, Valentina, despierta. No puedo perderte—susurró con voz quebrada, sintiendo el peso de la incertidumbre y el miedo en su corazón.
Valentina yacía en silencio, su rostro pálido y sereno, ajena al caos que los rodeaba.
Los primeros en llegar fueron los padres de Valentina, la señora Carolina y el señor Rodrigo. La señora Carolina estaba llorando incesantemente, temblando, aferrándose a su esposo. Cuando vio a su hija, que estaba conectada a una máquina de soporte vital, cayó al suelo desmayándose.
El señor Rodrigo trató de mantener la calma para apoyar a su esposa
-Tenemos que ser fuertes por ella- le dijo a la señora Carolina intentando levantarla del piso.
La situación era de angustia total. Los médicos salieron una y otra vez del quirófano para informar sobre la situación crítica de Valentina.
Más tarde esa noche, don Augusto, el patriarca de la familia Martínez, llegó a la clínica con su esposa Isabel.
Augusto estaba solo y se balanceaba como si fuera un niño autista, sin decir una sola palabra. Fue un golpe duro para la familia.
Las horas pasaron y las noticias no mejoraban. Los familiares permanecieron en la clínica, desesperados y preocupados. Murmullos y sollozos se escuchaban en cada esquina de la sala de espera
-Augusto,vamos a casa.- Propuso su padre con rostro preocupado.
-De aquí no me mueve nadie,es la mujer que amo que está agonizando.
Lo dejaron tranquilo, estaba más que claro que no pensaba abandonar la sala de espera hasta tener noticias.
—Es triste,pero no puedo dejar que tu vida se consuma al lado de una mujer en estado vegetativo,ya oíste a los médicos,las esperanzas son remotas.-Masculló el padre de Augusto.-No la pienso abandonar, hice mis votos matrimoniales de corazón,hasta que la muerte nos separe.-El rostro del joven denotaba dolor profundo.Don Augusto Martínez miraba a su hijo, Augusto Junior, con una expresión de preocupación y templanza en su rostro. El joven, por su parte, parecía sumido en un profundo dolor tras las duras palabras de su padre. Ambos observaban desde la distancia a los padres de Valentina, cuyas miradas angustiadas y rostros marcados por la tristeza reflejaban el abismo de su desolación.-¡Eres joven!,podemos anular ese matrimonio y te busco una esposa millonaria,¡piénsalo!,ahora no lo ves así, luego ella será un peso muerto sobre tus espaldas.La ambición del millonario se dejaba ver en sus palabras, era obvio que había comprometido a su hijo con Valentina por interés.—Padre, no pue
La vida de Augusto se encontraba en medio de una tormenta emocional. Su esposa yacía en estado de coma sin esperanzas de parte de los médicos.El joven luchaba por mantener la esperanza y la fe en la recuperación de su amada, la situación se volvía aún más complicada debido a la falta de apoyo.Por un lado, los padres de Valentina habían decidido dejar el país en busca de una nueva vida, dejando atrás a su hija en un hospital en coma. Por otro lado, los padres de Augusto, en lugar de ofrecerle consuelo y aliento en estos momentos tan difíciles, parecían sembrar dudas en la mente de su hijo. Insistían en que Valentina nunca despertaría y que lo mejor sería desconectarla.A pesar de todo, Augusto se aferraba a la convicción de que Valentina se levantaría de esa cama. Cada día, permanecía a su lado, sosteniendo su mano con firmeza, transmitiendo palabras de amor y esperanza. -Mi bella durmiente, aquí estoy un día más a tu lado,tienes que volver,tengo tantas ganas de tenerte en mis b
-¡Despierta mi amor!,te necesito.En días cómo hoy siento un gran vacío.- Masculló el hombre ahogando sus lágrimas para evitar a toda costa que salieran a la superficie.Valentina lucía pálida y hermosa al mismo tiempo,con un lindo vestido que le había colocado Adelaida,ese día era el cumpleaños número veintiuno de la joven y Augusto acordó con la enfermera festejar a Valentina.Adelaida había bajado a la cocina a buscar la tarta de cumpleaños,ella era la única persona que no miraba a Augusto como los demás que creían que el joven estaba loco o le faltaba un tornillo.Augusto había permanecido algo pensativo durante días,de no ser por su trabajo y el apoyo de Adelaida hubiese enloquecido,cuando le ordenó a ella preparar una fiesta para Valentina pensó que lo iba a considerar algo tonto e innecesario,no obstante la señora lo secundó.La habitación estaba decorada con globos de colores y un número veintiuno en material de plástico dorado,con un gran letrero que decía:”Feliz cumpleaños
-Te veo en la tarde mi amor.-Masculló con ternura mientras se inclinaba para besar los labios de Valentina buscando consuelo en un beso que ella no podía devolverle.Entre susurros rotos, Augusto le encargaba a la enfermera el cuidado de su esposa.-Me la cuidas,no la dejes sola.-No se preocupe señor,yo no me apartaré de su lado-Respondió Adelaida con voz serena.Augusto le dio un último vistazo a la enferma, Valentina en su estado inmóvil, se veía tan preciosa como siempre, aunque su rostro pálido revelaba la dura realidad de su situación.-¡La extraño tanto!,no sabes el dolor que siento de dejarla para ir a la empresa-.La desolación se hacía presente en sus palabras.La enfermera, con gestos de compasión y tranquilidad, asintió al oír el comentario de Augusto, tratando de transmitirle algo de calma en medio de la tormenta emocional le dijo-.Vaya tranquilo,yo la cuido.Augusto, con el peso del dolor cargando sobre sus hombros, giró su cuerpo con pies pesados y encaminó sus pasos
Los párpados de Augusto se cerraban de sueño,bostezó y levantó los brazos para estirarse un poco, se vio en la obligación de levantarse antes de que Adelaida llegara a la mansión.Una sonrisa de satisfacción se reflejó en su rostro aún somnoliento,el agua tibia de la ducha le espantó el sueño,salió en bata de baño silbando una tonada.-¡Es un día hermoso!, ¿no crees,Adelaida?La discreta empleada que iba subiendo la escalera se apartó para darle paso al patrón y lo miró con gesto de rareza.-Buen día,señor Martínez.Me alegra verlo de excelente humor.-¿Qué más queda?, tengo que estar en pie de lucha,Valentina sólo me tiene a mí,por cierto colócale un lindo vestido y la maquillas un poco.-Cómo ordene señor-.La mujer siguió a la habitación de Valentina y murmuró entre dientes-¿a este que mosca le picó?,ayer nada más andaban sus ánimos por el subsuelo y hoy de los más contento,¡Ay Dios!,no se le vaya a correr la teja a mi patrón.La enfermera sigue en sus labores de atender a la pac
Los cambios en el cuerpo de la joven no pasaron desapercibidos por Adelaida, ya habían transcurrido ocho semanas de lo sucedido.Augusto entró muy risueño a despedirse de Valentina,depositó un beso en sus labios y acarició su cabello.La enfermera se armó de valor para hablar con Augusto,sabía que él detestaba la intromisión,más era necesario hacerlo.-Señor Augusto.Algo no anda bien con la señora Valentina-.Trató de hablar con calma.-No me asustes, mujer.¿Qué pasa con mi esposa?-Su período menstrual no bajó este mes.Mire sus senos,están más abultados y su cadera más ancha,todos las señales de una mujer embarazada-.Lo miró a los ojos esperando que la regañara.-¡Voy a ser padre!-Expresó con alegría sin dar importancia al comentario de Adelaida.-¡Por Dios!,¿qué ha hecho?-Esbozó la mujer con indignación.-No es de tu incumbencia,ella es mi mujer y además te recuerdo que firmaste un acuerdo de confidencialidad,nadie más que el doctor debe saber de su estado.La mujer hizo silencio y s
-¿Qué rayos hacen aquí?-.Una vena abultada por el enojo cruzaba su frente.Eran sus padres, se habían dignado a visitar a Valentina. -Eres mi hijo y aunque no aprobemos tu conducta, estamos aquí para ayudarte a ver las cosas con claridad, a mí no me vas a golpear cómo a tu padre.-Criticó doña Isabel mientras que el señor Martínez permanecía callado.-No debí golpear a mi padre y él no tenía que insultar a mi esposa de la forma que lo hizo.La expresión de los señores Martinez era frívola.Don Augusto con una sonrisa cruel le dijo a su hijo:-Si no me haces caso a mí,al menos escucha a tu madre.-¡Hablen rápido!,no tengo todo el día para perderlo con ustedes,mi mujer y mis hijos me necesitan,ahora en vez de una tengo tres razones para ser fuerte,van a ser abuelos,Valentina espera gemelos.La señora Isabella era más cruel que don Augusto,sus palabras abofetearon a su hijo.-Sí,ya me enteré.¿Qué locura es esa?,preñaste a un cadáver viviente,¡eres un pervertido!La atmósfera se tornó te
No estaba molesto,no obstante se sentía frustrado por la actitud de sus padres,le dieron la espalda cuando más les necesitaba.-Me cuesta mucho entender esa frivolidad de la que hacen gala,¿es que no hay una pizca de humanidad en ellos.-Masculló en la soledad de su habitación.Augusto hasta llegó a pensar que era adoptado y que por sus venas no corría sangre de esas dos personas,no se parecía en nada a sus padres en cuanto a la forma de ser.Ellos sólo estaban pendientes del dinero y las apariencias,la frivolidad de sus vidas le daba repugnancia.Era obvio que el cariño que ellos habían profesado por Valentina en el pasado era mera hipocresía,sólo buscaban emparentar con los Sánchez por la inmensa fortuna de esa familia,cosa que a Augusto nunca le importó desde que conoció a Valentina la amo cómo a nadie.Fue amor a primera vista y los señores Martinez lo auparon en su momento.Ahora ignoraban los sentimientos de Augusto y trataban de controlar su vida.Esas actitudes habían creado