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5- Amor no es locura.

-¡Despierta mi amor!,te necesito.En días cómo hoy siento un gran vacío.- Masculló   el hombre ahogando sus lágrimas para evitar a toda costa que salieran a la superficie.

Valentina lucía pálida y hermosa al mismo tiempo,con un lindo vestido que le había colocado Adelaida,ese día era el cumpleaños número veintiuno de la joven y Augusto acordó con la enfermera festejar a Valentina.

Adelaida había bajado a la cocina a buscar la tarta de cumpleaños,ella era la única persona que no miraba a Augusto como los demás que creían que el joven estaba loco o le faltaba un tornillo.

Augusto había permanecido algo pensativo durante días,de no ser por su trabajo y el apoyo de Adelaida hubiese enloquecido,cuando le ordenó a ella preparar una fiesta para Valentina pensó que lo iba a considerar algo tonto e innecesario,no obstante la señora lo secundó.

La habitación estaba decorada con globos de colores y un número veintiuno en material de plástico dorado,con un gran letrero que decía:”Feliz cumpleaños Valentina.”

Los padres de Augusto habían venido a visitar y el señor martínez se exaspera un poco

-¿Qué payasada es esta?,acaso te has vuelto loco,esa mujer ya no está en este mundo.-Gruñó sin compasión.

-Se dice buenos días papá y deja los gritos,no quiero malas energías alrededor de mi esposa.-Argumentó besando a su madre.

La elegante y siempre serena Isabel tocó el hombro de su hijo y trató de disfrazar las palabras crueles de su esposo.

-Cariño,tu papá tiene razón,Valentina ya no se va a recuperar mírate,¡eres un príncipe y cualquiera mujer se puede interesar en tí,no pierdas los mejores años de tu vida cuidando a una muerta viviente.

Augusto apretó los puños y con el ceño fruncido gritó-¡Ya basta!,si no me van a apoyar no molesten.

-Respeta,somos tus padres,esa energía que gastas en ella la tienes que usar para dirigir la empresa que te dejaron los Sánchez.

-¡Quiero que se larguen de mi casa! -. Gritó el joven a todo pulmón. 

Doña Isabel le besó la mejilla a su hijo y salió,el señor Martínez lo miró por breves instantes con un gesto de desaprobación y Expresó-¡Es tu vida!,algún entenderás lo que ahora tu mente obcecada no puede ver.

Augusto se quedó parado con el rostro crispado del enojo y los dientes bien apretados.

-¿Por qué nadie me entiende?-El lamento desesperado brotó de su pecho. 

Adelaida que había escuchado la conversación,colocó la tarta en la mesa y se acercó de prisa ella  dijo-Sí en algo lo puedo ayudar dígame,¿quiere platicar?

-Si puedes,dame un abrazo,lo necesito  mucho.

Ella asintió con la cabeza y lo  estrechó contra su pecho.

-Voy a dejarlos un momento a solas,esta celebración es de ustedes dos.

-Usted ha sido una madre tanto para Valentina cómo para mí,vamos a cantarle su cumpleaños feliz.

Adelaida asintió y fue de regreso a la cocina había olvidado las velas y el encendedor.

Sentado al lado de la cama de Valentina, su amada esposa le hablaba palabras de amor con el corazón abierto y la esperanza puesta en su regreso.

Eran un día de profunda incertidumbre y angustia, en donde el amor que los unía era lo único que mantenía vivo a Augusto. Un halo de tristeza cubría la habitación, mientras Valentina yacía con rostro sereno.

Augusto, con los ojos brillosos de lágrimas contenidas, tomó la mano de Valentina con delicadeza y ternura.

-Mi amor, feliz cumpleaños. Hoy te amo más que nunca-. susurró con un nudo en la garganta. 

A pesar de los malos momentos él encontraba consuelo en expresar sus sentimientos a la mujer que seguía siendo su razón de ser.

En un momento de confusión y desesperación, Augusto se dejó llevar por un impulso irracional. 

Colocando  la mano en la rodilla de Valentina y, lentamente, la fue deslizando hacia su intimidad.  Un fuego indeseado ardía en su interior, una mezcla de amor, deseo y desesperación que amenazaba con consumirlo por completo.

-¡Te deseo tanto!-.Susurró con voz suave.

Fue entonces cuando los pasos de Adelaida resonaron en la habitación, rompiendo el hechizo momentáneo que había envuelto a Augusto. Como si una ola de realidad lo golpeara con fuerza, sacó la mano de forma apresurada del vestido de Valentina.   La vergüenza y la culpa se apoderaron de él, su corazón latía con fuerza mientras intentaba ocultar su arrepentimiento ante la enfermera.

-Aquí estoy de regreso,¿me ayuda a colocar las velas,señor?

-Por supuesto,ya que Valentina no puede soplar las velas,yo lo haré por ella y pediré tres deseos.

Adelaida lo miró con ojos compasivos, leyendo en su rostro el tormento que lo consumía.

Adelaida miró a Valentina tendida en la cama, su rostro todavía reflejaba la paz.

-Es hermosa su esposa-. Comentó Adelaida con empatía, reconociendo la belleza que aún resonaba en Valentina a pesar de su estado.

Augusto asintió con tristeza y amor en sus ojos.-.Lo es desde el primer momento en que la vi, supe que era especial. Cada día que la conocía  más, me enamoraba . Valentina es una mujer maravillosa, fuerte y constante en todo lo que se propone—. Confesó con orgullo y nostalgia en su voz.

Mientras compartían el pastel charlaron un poco.Augusto se sumergió en sus pensamientos recordando momentos felices junto a la mujer que era el centro de su vida. Hablar se volvía casi un acto de consuelo, una forma de mantener viva la esperanza en medio de la oscuridad.

—Señor Augusto, deseo de todo corazón que Valentina se recupere pronto y que ustedes puedan ser felices juntos—.Expresó con sinceridad. Augusto le agradeció con una sonrisa débil, su corazón latiendo con la misma esperanza que lo había mantenido en pie durante todo ese tiempo. 

-No lo dudo, porque usted la ama. La señora Valentina es afortunada de tenerle  a su lado-. afirmó Adelaida con admiración y comprensión.

Augusto agradeció nuevamente a Adelaida por su apoyo incondicional. 

-Gracias, Adelaida. Te doy el resto del día libre, yo me quedaré con Valentina-.Tocó su rostro acalorado y trató de disimular ante Adelaida viendo a otro lado.

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