8- Bella durmiente embarazada.

Los cambios en  el cuerpo de la joven no pasaron desapercibidos por Adelaida, ya habían transcurrido ocho semanas de lo sucedido.

Augusto entró muy risueño a despedirse de Valentina,depositó un beso en sus labios y acarició su cabello.

La enfermera se armó de valor para hablar con Augusto,sabía que él detestaba la intromisión,más era necesario hacerlo.

-Señor Augusto.Algo no anda bien con la señora Valentina-.Trató de hablar con calma.

-No me asustes, mujer.¿Qué pasa con mi esposa?

-Su período menstrual no bajó este mes.Mire sus senos,están más abultados y su cadera más ancha,todos las señales de una mujer embarazada-.Lo miró a los ojos esperando que la regañara.

-¡Voy a ser padre!-Expresó con alegría sin dar importancia al comentario de Adelaida.

-¡Por Dios!,¿qué ha hecho?-Esbozó la mujer con indignación.

-No es de tu incumbencia,ella es mi mujer y además te recuerdo que firmaste un acuerdo de confidencialidad,nadie más que el doctor debe saber de su estado.

La mujer hizo silencio y se limitó a obedecer órdenes,Augusto contrató  a otro médico y éste le hizo la prueba de embarazo que dio  positiva.

El nuevo doctor no hizo preguntas y se limitó a cuidar del embarazo con la ayuda de la fiel Adelaida.

La barriga de la joven comenzó a crecer con rapidez,su embarazo destacó más su belleza y la cara tenía más vitalidad,era como si la vida que albergaba dentro de sí la regeneraba.

Cierto día el doctor  acudió a la mansión y luego del chequeo de rutina con semblante preocupado.

-Señor Augusto dado el estado de su esposa ese embarazo,puede llegar a complicarse,yo le voy a realizar una ecografía para monitorear el estado del bebé.Sin en dado caso veo algo mal estamos a tiempo de realizar un legrado.Usted decide si el bebé o su esposa.

El hombre apretó  los puños y giró su cabeza en dirección a la cama,su mirada acariciaba  a la hermosa Valentina que yacía  en esa cama ajena a todo lo que la rodeaba. 

-¡Rayos!,no quiero tener que decidir doctor,haga lo imposible,quiero a Valentina y al bebé con vida.

El médico lo miró con  un dejó de compasión.

-Vamos a ver que muestra la ecografía.

Augusto se acercó mientras el galeno le coloca un gel en el vientre abultado de la paciente.

-¡Santo cielo!-Exclamó el doctor con sorpresa.

-¿Qué pasa doctor?-.Se inquietó de gran manera.

El facultativo miró la pantalla y deslizó el aparato en la barriga de la joven.

-¡Son dos!-.Su expresión era de preocupación.

-¿Ahora qué voy a hacer?,si con uno el embarazo era delicado,supongo que ahora  se complica más la situación de mi esposa.

-Yo sugiero que ella sea hospitalizada en la clínica,para que esté  monitoreada día y noche.

Los ojos de Augusto se abrieron con asombro y el miedo de perder a su esposa lo invadió.

¿Por cuánto tiempo,doctor? 

-Al menos hasta que los pulmones de los niños estén maduros y se pueda hacer una cesárea.Si la paciente no presenta complicaciones podemos esperar a la semana treinta y nueve.

La expresión del doctor causó alarma en augusto. 

-¿Qué pasa si se presenta una emergencia antes?

-La salud de los niños se puede ver comprometida por una displasia broncopulmonar,retraso en el crecimiento, ceguera o discapacidad mental,espero que  no sea el caso,sólo le digo el riesgo que conlleva.Es primordial que su señora sea  internada en la clínica,si se presenta una emergencia se puede sobrellevar la situación.

Augusto se llevó las manos a la cabeza,por un momento sintió desfallecer.

-Haga el traslado de inmediato,dinero es lo que  sobra.

Horas más tarde:

En un lujoso hospital de la ciudad de Miami, la vida de Valentina pendía de un hilo frágil. En coma y embarazada de gemelos, su esposo Augusto había vivido una montaña rusa de emociones desde que descubrió la noticia de la doble bendición que esperaban. Al principio, la alegría se reflejó en sus ojos, pero ahora el temor y la incertidumbre lo consumían.

Augusto se encontraba sentado junto a la cama de Valentina, sosteniendo  su  mano con un gesto de amor y desesperación. 

-Mi amor, por favor despierta. Los bebés y yo te necesitamos. No puedo imaginarme un futuro sin ti. ¡Por favor, lucha por nosotros!-.susurraba con un nudo en la garganta.

En ese momento, la puerta se abrió y entró Adelaida, la enfermera de confianza que había cuidado de Valentina durante su estado de coma. Su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y determinación.

-Señor Augusto, necesito hablar con usted-.dijo Adelaida con voz firme pero llena de angustia.

Augusto se giró hacia ella, notando la seriedad de su expresión. -¿Qué sucede Adelaida?

La enfermera respiró profundamente antes de responder. -Señor Augusto, lamento decirle que no puedo seguir trabajando para usted. No apruebo lo que  hizo, pero guardaré silencio. No me siento con fuerzas para presenciar la posible tragedia que se avecina. Necesito irme, no me pagué mi  liquidación, solo quiero alejarme de esta situación-.expresó con un nudo en la garganta.

Augusto quedó atónito al escuchar las palabras de Adelaida. -¿Qué hice, Adelaida?- preguntó con nerviosismo en su voz.

Con un semblante serio, Adelaida expresó-.¿Le parece poco?,mirela como  está por su inconsciencia-.Dijo señalando a Valentina.

Augusto se sintió abrumado por la culpa y el miedo.

-¡Lo lamento!, Adelaida. No era mi intención colocar en riesgo a Valentina,yo la amo.Haré lo que sea necesario para remediar la situación.

La habitación quedó sumida en un silencio pesado.Las lágrimas brotaban de los ojos de Augusto mientras se arrodillaba frente a Adelaida, suplicándole con desesperación:

-Por favor, no me dejes solo. Todos me han abandonado, pero tú has sido como una madre para Valentina y para mí. Serás la abuela de esas criaturas que lleva en su vientre. Te lo ruego, no me niegues eso-.Expresó con voz quebrada.

Adelaida sintió un nudo en la garganta al ver el dolor en el rostro de Augusto. Se mantuvo firme por un momento, pero finalmente cedió ante la súplica sincera del esposo preocupado.

-¡Levántese de allí!, señor. Está bien, me quedaré y le ayudaré en todo lo que pueda.- respondió más calmada.

Augusto se levantó lleno de gratitud y alivio.Luego de unos minutos rompió el silencio.

-Ve por tus maletas, Adelaida,en adelante irás  a vivir a la mansión.

-Por supuesto,señor ahora más que nunca usted necesita ayuda.

Augusto asintió  y una expresión de  alivio invadió su mirada.

MARISOL DUARTE

¿Qué les parece mi nueva historia? Espero sus comentarios y por favor dar un corazón y seguir.

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