—Es triste,pero no puedo dejar que tu vida se consuma al lado de una mujer en estado vegetativo,ya oíste a los médicos,las esperanzas son remotas.-Masculló el padre de Augusto.
-No la pienso abandonar, hice mis votos matrimoniales de corazón,hasta que la muerte nos separe.-El rostro del joven denotaba dolor profundo.
Don Augusto Martínez miraba a su hijo, Augusto Junior, con una expresión de preocupación y templanza en su rostro.
El joven, por su parte, parecía sumido en un profundo dolor tras las duras palabras de su padre. Ambos observaban desde la distancia a los padres de Valentina, cuyas miradas angustiadas y rostros marcados por la tristeza reflejaban el abismo de su desolación.
-¡Eres joven!,podemos anular ese matrimonio y te busco una esposa millonaria,¡piénsalo!,
ahora no lo ves así, luego ella será un peso muerto sobre tus espaldas.
La ambición del millonario se dejaba ver en sus palabras, era obvio que había comprometido a su hijo con Valentina por interés.
—Padre, no puedo simplemente dejar atrás a Valentina y reemplazarla tan fácilmente–murmuró Augusto Junior con la voz entrecortada por el sufrimiento . Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, recordando a su amada esposa y la felicidad que soñaron.
Don Augusto, con su mirada fija en su hijo, mostraba una mezcla de comprensión y determinación en su semblante.
—Hijo, entiendo tu dolor, pero debes aceptar la realidad. Valentina está más muerta que viva,en caso de que sobreviva no hay garantía de que quede bien,yo quiero que perpetues mi apellido,eres mi único hijo,dime si no eres capaz y te saco de mi testamento de una
vez–. expresó con firmeza.
¡Por Dios!,no me tortures más con tus palabras,ten un mínimo de compasión por mí,no estoy en mi mejor momento para pensar en reproducirme.
Las lágrimas brotaban de los ojos de Augusto Junior al observar a los padres de Valentina, cuya agonía era palpable en cada gesto, en cada palabra no pronunciada.
La escena era conmovedora, un recordatorio doloroso de la fragilidad de la vida y el sufrimiento que esta puede acarrear,la vida de Valentina pendía de un hilo,sólo el respirador artificial la mantenía en este mundo.
—Es por tu bien,debes seguir adelante con tu vida apenas tienes veinte años.
–¿Cómo puedo olvidarla, padre? Valentina era mi mundo, mi razón de ser–susurró Augusto, con la voz cargada de tristeza y melancolía.
El hombre se acercó a su hijo, posando una mano con cariño en su hombro —. Hijo, la vida continúa, a pesar del dolor que llevamos en el corazón.A mi edad,¿crees que alguna vez me detuve a sufrir?,no tuviéramos el imperio comercial del que somos dueños.No puedes pedir a la vida que se detenga porque vas a sufrir—. Le aconsejó con suavidad, tratando de infundir ánimo en medio de la desolación.
Ambos hombres permanecieron en silencio por un instante,luego Augusto esbozó —. Padre, me siento perdido sin ella.
¿Cómo puedo continuar sin Valentina a mi lado? preguntó Augusto Junior, buscando desesperadamente respuestas en medio del caos emocional que lo abrumaba.
Don Augusto chasqueó los dientes, su mirada reflejaba hastío.
—Hijo, el tiempo curará nuestras heridas, pero debemos permitirnos sanar. Valentina siempre estará en nuestro corazón, pero no puedes permitir que su ausencia te consuma–expresó con fastidio.
Había una tensión palpable en la habitación del hospital, donde Valentina yacía inmóvil, conectada a una serie de máquinas que luchaban por mantenerla con vida. Los meses habían pasado sin tregua, sumiendo a los familiares en un desgaste emocional insoportable.
Los doctores, con rostros sombríos y voces cargadas de pesar, se acercaron a los padres de Valentina. Les plantearon la difícil decisión que debían tomar: la posibilidad de desconectar a la joven, de poner fin a su sufrimiento.
-Quiero que mi hija descanse en paz,me duele,más debemos dejarla ir.-Expresó Don Rodrigo con la mirada perdida.
Ambos padres de Valentina, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón desgarrado, se miraron con determinación. Doña Carolina, madre de la joven, se aferraba a la esperanza de que su hija pudiera despertar y recuperarse. Rodrigo, el padre, con voz entrecortada por la tristeza, articuló las palabras que nadie quería escuchar—Mi hija era mi única heredera y ya no está,tú eres el esposo y te voy a heredar las empresas que tengo en este país,la mansión y un yate que le compré a mi Valentina,mi esposa y yo nos iremos a vivir a Bangladesh.--Dijo mirando al yerno con un dejó de compasión.
Para mi lo material no importa,daría mi alma de ser necesario por ver a Valentina levantarse de esa cama.
Los médicos estaban reunidos valorando el caso.Augusto, el esposo de Valentina, permanecía junto a ella en silencio, con la mirada perdida en el rostro pálido de su amada. Cuando los doctores entraron a la habitación y mencionaron la posibilidad de desconectarla, su reacción fue inmediata y firme. Se negó en rotunda a permitir que le quitaran la oportunidad a su esposa de vivir.
Los padres de Valentina se miraron con gesto de desconcierto. Doña Carolina sollozaba en silencio, sintiendo el dolor de una madre que veía a su hija moribunda. Rodrigo, con la voz temblorosa, intentaba expresar su preocupación y su desesperación.
Las horas pasaban lentas, el tic tac del reloj en la habitación del hospital marcaba el pulso de una decisión imposible. Las miradas se cruzaban entre los presentes, cargadas de emotividad y de angustia.
Finalmente, en un momento de silencio abrumador, Augusto rompió el ambiente con palabras llenas de amor y determinación:
—Ella es mi esposa, y no me pesa atenderla. Si mil años va a dormir mi esposa, mil años velaré su sueño.
Las lágrimas brotaron en los ojos de doña Carolina, quien comprendió la profundidad del amor que unía a su hija con su yerno. Rodrigo se acercó a Augusto y en un gesto de reconocimiento y gratitud, le tendió la mano.
La decisión estaba tomada. Valentina seguiría conectada a las máquinas,el señor Sánchez no dio marcha a la palabra que había dado a su yerno.
—Mi hija queda en tus manos,aunque no se cuanto tiempo su organismo se mantenga con vida,admiro tu aplomo muchacho y me gustaría tener tu fé,desde mañana colocó mis bienes a tu nombre.-Le dedicó una mirada de agradecimiento a su yerno.
–No voy a escatimar en gastos para el bienestar de mi esposa.
La vida de Augusto se encontraba en medio de una tormenta emocional. Su esposa yacía en estado de coma sin esperanzas de parte de los médicos.El joven luchaba por mantener la esperanza y la fe en la recuperación de su amada, la situación se volvía aún más complicada debido a la falta de apoyo.Por un lado, los padres de Valentina habían decidido dejar el país en busca de una nueva vida, dejando atrás a su hija en un hospital en coma. Por otro lado, los padres de Augusto, en lugar de ofrecerle consuelo y aliento en estos momentos tan difíciles, parecían sembrar dudas en la mente de su hijo. Insistían en que Valentina nunca despertaría y que lo mejor sería desconectarla.A pesar de todo, Augusto se aferraba a la convicción de que Valentina se levantaría de esa cama. Cada día, permanecía a su lado, sosteniendo su mano con firmeza, transmitiendo palabras de amor y esperanza. -Mi bella durmiente, aquí estoy un día más a tu lado,tienes que volver,tengo tantas ganas de tenerte en mis b
-¡Despierta mi amor!,te necesito.En días cómo hoy siento un gran vacío.- Masculló el hombre ahogando sus lágrimas para evitar a toda costa que salieran a la superficie.Valentina lucía pálida y hermosa al mismo tiempo,con un lindo vestido que le había colocado Adelaida,ese día era el cumpleaños número veintiuno de la joven y Augusto acordó con la enfermera festejar a Valentina.Adelaida había bajado a la cocina a buscar la tarta de cumpleaños,ella era la única persona que no miraba a Augusto como los demás que creían que el joven estaba loco o le faltaba un tornillo.Augusto había permanecido algo pensativo durante días,de no ser por su trabajo y el apoyo de Adelaida hubiese enloquecido,cuando le ordenó a ella preparar una fiesta para Valentina pensó que lo iba a considerar algo tonto e innecesario,no obstante la señora lo secundó.La habitación estaba decorada con globos de colores y un número veintiuno en material de plástico dorado,con un gran letrero que decía:”Feliz cumpleaños
-Te veo en la tarde mi amor.-Masculló con ternura mientras se inclinaba para besar los labios de Valentina buscando consuelo en un beso que ella no podía devolverle.Entre susurros rotos, Augusto le encargaba a la enfermera el cuidado de su esposa.-Me la cuidas,no la dejes sola.-No se preocupe señor,yo no me apartaré de su lado-Respondió Adelaida con voz serena.Augusto le dio un último vistazo a la enferma, Valentina en su estado inmóvil, se veía tan preciosa como siempre, aunque su rostro pálido revelaba la dura realidad de su situación.-¡La extraño tanto!,no sabes el dolor que siento de dejarla para ir a la empresa-.La desolación se hacía presente en sus palabras.La enfermera, con gestos de compasión y tranquilidad, asintió al oír el comentario de Augusto, tratando de transmitirle algo de calma en medio de la tormenta emocional le dijo-.Vaya tranquilo,yo la cuido.Augusto, con el peso del dolor cargando sobre sus hombros, giró su cuerpo con pies pesados y encaminó sus pasos
Los párpados de Augusto se cerraban de sueño,bostezó y levantó los brazos para estirarse un poco, se vio en la obligación de levantarse antes de que Adelaida llegara a la mansión.Una sonrisa de satisfacción se reflejó en su rostro aún somnoliento,el agua tibia de la ducha le espantó el sueño,salió en bata de baño silbando una tonada.-¡Es un día hermoso!, ¿no crees,Adelaida?La discreta empleada que iba subiendo la escalera se apartó para darle paso al patrón y lo miró con gesto de rareza.-Buen día,señor Martínez.Me alegra verlo de excelente humor.-¿Qué más queda?, tengo que estar en pie de lucha,Valentina sólo me tiene a mí,por cierto colócale un lindo vestido y la maquillas un poco.-Cómo ordene señor-.La mujer siguió a la habitación de Valentina y murmuró entre dientes-¿a este que mosca le picó?,ayer nada más andaban sus ánimos por el subsuelo y hoy de los más contento,¡Ay Dios!,no se le vaya a correr la teja a mi patrón.La enfermera sigue en sus labores de atender a la pac
Los cambios en el cuerpo de la joven no pasaron desapercibidos por Adelaida, ya habían transcurrido ocho semanas de lo sucedido.Augusto entró muy risueño a despedirse de Valentina,depositó un beso en sus labios y acarició su cabello.La enfermera se armó de valor para hablar con Augusto,sabía que él detestaba la intromisión,más era necesario hacerlo.-Señor Augusto.Algo no anda bien con la señora Valentina-.Trató de hablar con calma.-No me asustes, mujer.¿Qué pasa con mi esposa?-Su período menstrual no bajó este mes.Mire sus senos,están más abultados y su cadera más ancha,todos las señales de una mujer embarazada-.Lo miró a los ojos esperando que la regañara.-¡Voy a ser padre!-Expresó con alegría sin dar importancia al comentario de Adelaida.-¡Por Dios!,¿qué ha hecho?-Esbozó la mujer con indignación.-No es de tu incumbencia,ella es mi mujer y además te recuerdo que firmaste un acuerdo de confidencialidad,nadie más que el doctor debe saber de su estado.La mujer hizo silencio y s
-¿Qué rayos hacen aquí?-.Una vena abultada por el enojo cruzaba su frente.Eran sus padres, se habían dignado a visitar a Valentina. -Eres mi hijo y aunque no aprobemos tu conducta, estamos aquí para ayudarte a ver las cosas con claridad, a mí no me vas a golpear cómo a tu padre.-Criticó doña Isabel mientras que el señor Martínez permanecía callado.-No debí golpear a mi padre y él no tenía que insultar a mi esposa de la forma que lo hizo.La expresión de los señores Martinez era frívola.Don Augusto con una sonrisa cruel le dijo a su hijo:-Si no me haces caso a mí,al menos escucha a tu madre.-¡Hablen rápido!,no tengo todo el día para perderlo con ustedes,mi mujer y mis hijos me necesitan,ahora en vez de una tengo tres razones para ser fuerte,van a ser abuelos,Valentina espera gemelos.La señora Isabella era más cruel que don Augusto,sus palabras abofetearon a su hijo.-Sí,ya me enteré.¿Qué locura es esa?,preñaste a un cadáver viviente,¡eres un pervertido!La atmósfera se tornó te
No estaba molesto,no obstante se sentía frustrado por la actitud de sus padres,le dieron la espalda cuando más les necesitaba.-Me cuesta mucho entender esa frivolidad de la que hacen gala,¿es que no hay una pizca de humanidad en ellos.-Masculló en la soledad de su habitación.Augusto hasta llegó a pensar que era adoptado y que por sus venas no corría sangre de esas dos personas,no se parecía en nada a sus padres en cuanto a la forma de ser.Ellos sólo estaban pendientes del dinero y las apariencias,la frivolidad de sus vidas le daba repugnancia.Era obvio que el cariño que ellos habían profesado por Valentina en el pasado era mera hipocresía,sólo buscaban emparentar con los Sánchez por la inmensa fortuna de esa familia,cosa que a Augusto nunca le importó desde que conoció a Valentina la amo cómo a nadie.Fue amor a primera vista y los señores Martinez lo auparon en su momento.Ahora ignoraban los sentimientos de Augusto y trataban de controlar su vida.Esas actitudes habían creado
-Necesito que cuides a mi esposa mientras voy a casa de mis padres,hay un asunto que tengo que resolver y no admite compás de espera-.Estaba terminando su desayuno,en su ojos se notaba la rabia que sentía.La mujer asintió sin pedir explicaciones o preguntar a dónde iba.Era una empleada de confianza muy discreta.Augusto subió a su auto deportivo y se fue directo a la mansión de sus padres.Al estacionar su auto pudo ver que el vehículo de la familia se estacionaba cerca del suyo.El chófer abrió la puerta,era Shelly la que se bajaba con mucha elegancia ella se acercó para saludar.Augusto dudó de porqué estaba allí,lo más seguro es que Shelly se haría ilusiones y eso le traería más problemas.Sin embargo quería tomar al toro por los cuernos y dejar las cosas claras.Shelly le sonrió y hasta le guiñó un ojo de forma sensual.—¡Hola Augusto!Al oírla susurrar su nombre sintió escalofríos en su cuerpo.Ella se acercó a darle un beso en los labios y el hombre esquivó la cara y aún así se