Hermanos, ¿enfrentados?
Ashal se estremeció al escuchar la voz de Hina, quien al otro lado de la línea sonaba bastante irritada.

—¡Responde, Ashal! ¿Estás ahí?

Aturdido, el emperador respondió un tanto ofendido.

—¿Quién te dio permiso de entrar en la línea privada?

—¡Es la primera vez en tanto tiempo que hablamos y así me tratas! —gritó indignada.

—¡Ains! Hina, ahora mismo no estoy de humor para soportar tus tonterías, deja que hable con Marion…

—Manda a soldados más competentes, uno no bastó para protegernos de los bandidos —demandó ella con autoridad.

Este reclamo irritó más a Ashal, pero en ese punto no podía negar que su hermana tenía razón con el hecho de que había cargado a un solo hombre la responsabilidad de proteger a su familia.

—Bien, intentaré contactar a la gente en…

—¡No! Manda a gente capaz que sea de la Capital —interrumpió Hina—, como Gérard. Los soldados de Flines son unos inútiles.

Cuando la tercera princesa mencionó su nombre, Bunger se sonrojó y tosió para calmar sus nervios, a
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