Cena, ¿explosiva?
Cuando Ashal mencionó sobre sus apuntes, Adeline recordó que había perdido una hoja en particular, así que inmediatamente reclamó.

—Entonces, ¿fuiste tú quien se llevó esa hoja?

—Lo siento —comenzó a justificarse—, esa noche la brisa que se coló por la ventana tiró tus hojas al piso. Cuando las levanté, el contenido de una de ellas atrajo mi atención y la guardé para analizarla detenidamente. Sin embargo, no pude concentrarme en ello, porque los delegados de los nómadas vinieron a anunciarme sobre la presunta muerte de la hija de su líder y tuve que enfocarme en investigar qué había pasado.

La respuesta de Ashal calmó los ánimos de su esposa, que señaló con seriedad.

—Ya veo, ahora entiendo por qué pensabas que era una espía.

—¿Eh? ¡No! Bueno, jamás dudé de ti. Solo me intrigaba el hecho de que tú supieras demasiadas cosas que ni yo mismo recordaba —aseguró Ashal avergonzado.

—¿Ah si?

—¡Sí! Aunque me sentía intranquilo que descubrieras cosas que te pusieran en peligro y yo no p
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