50. Tienes miedo.

Alexander suspiró, sabiendo que no podía ocultarle nada a su esposa.

—Nada relevante, solo me encontré a Lamash saliendo de la habitación de mi madre, y me dio una excusa. Pero no me fío de él. Hay algo que no está bien.

Franchesca se sorprendió mucho por lo dicho por su esposo.

—¿Pero qué te dijo? —preguntó Franchesca, intentando imaginar qué era lo que había llevado a Lamash a buscar a la madre de Alexander.

—Como dije, se inventó una excusa, pero eso no es lo que me molesta. Lo que me molestó fue el olor de mi madre sobre él. Toda mi vida escuché que mi madre era una zorra por haber engañado a mi padre; es más, se puso en duda que mi padre fuera mi padre, pero…

Franchesca llevó su mano hasta la de su esposo.

—No pienses mal de tu madre, por favor. Se ha comprobado que tú eres el legítimo heredero. Todo lo que se dijo antes solo eran habladurías —dijo Franchesca, llevando la mano de Alexander hasta su rostro, acunándolo—. No desconfíes de tu madre.

Mientras tanto, Markus regresaba a
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