Capítulo 60

Otra noche fuimos a comer. -No puedes pedir nada o de lo contrario el mozo me tomará de loca-, le advertí a Rudolph, pero él ya tenía un buen plan. Fuimos a un restaurante exclusivo, muy elegante y distinguido en el centro de la ciudad. -Pide una gran porción de calamares-, me exigió él, cuando nos ubicamos en una pequeña mesa en un rincón tranquilo, rodeado de jarrones artísticos y plantas ornamentales.

-No podré comerme tanto-, me molesté, pero él no me hizo caso. -Yo sí tengo mucha hambre-, estalló él en risotadas.

Entonces pedí una gran porción de calamares, un vino, tostadas, y postre. -¿Está segura, señorita?-, se extrañó el mozo.

-Por supuesto-, arrugué coqueta mi naricita.

Mis risotadas llamaron la atención de los otros comensales. Pese a que estábamos en un rinconcito muy discreto, mis constantes risas por las bromas de Rudolph les llamó la atención a los otros clientes, también a los mozos. De repente, todos me miraban con atención, viendo mis ademanes, mis car
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