Capítulo 53

El encarte que hicimos nos dio mucho reconocimiento en el ambiente de los diseños y nuestro buen trabajo anterior, nos abrió bastantes puertas de diferentes casas de modas interesadas en que les hagamos publicidad. Una de ellas era la renombrada Míster Brown, especializada en ropa de caballeros. El dueño era Gaston Brown, un tipo alto, guapo, de cabellos rubios, los ojos celestes, las manos enormes, como manubrios de una grúa. Alondra y yo quedamos impactadas y boquiabiertas ante semejante espécimen de hombre, muy varonil, arrollador, encantador y mágico. Parecía uno de esos generales romanos que iban y venían en sus vistosos carruajes. Él quería también un encarte en papel couché de cien páginas.

Su secretaria nos invitó café y galletas, pero nosotras estábamos perplejas mirando y admirando lo perfecto que era ese hombre, con sus músculos bien tatuados en sus pechos, los grandes bíceps y los vellos, también rubios, que emergían de su camisa desabrochada.

-Va a ser una campañ
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