Capítulo 52

A la mañana siguiente fui al ginecólogo. Lo que me había dicho Alondra, me tenía preocupada. Yo me sentía rara además, ardiendo en llamas. Jamás tuve una sensación parecida ni cuando me casé con Rudolph. Me había vuelto igual a un petardo de dinamita a punto de estallar. Me sentía muy sensual, sexy, súper femenina, tanto que me puse una minifalda jean cortita y estrecha. No solo habían sido las fotos y las deliciosas sensaciones que me dejaron los vestidos o las pantimedias o los leggins, cuando estaba con Sebastián y los otros modelos se encendían, de repente mis fuegos se habían prendido en mis entrañas e intimidades, calcinándolo todo, y me sentía muy hermosa, flotando en una nube, ansiosa de besos y caricias.

El doctor Fausto Migleck siempre ha sido mi ginecólogo, desde adolescente, es decir me conoce más que nadie. Apenas me vio sonrió siempre distendido y campechano. -Ya quieres ser mamá, mi bella Patricia-, me disparó de frente, en medio del corazón.

-Es solo un d
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