Subieron al auto, fue difícil desprenderse de todos los abrazos de felicitación, pero pronto fueron en camino a la recepción donde sería la fiesta de bodas, se haría en la mansión Leeman, en el gran jardín que ellos tenían.
Amy sonreía y tomó la mano de Kenneth entre la suya, el hombre se sintió incómodo, su toque de piel fue casi quemante
—¿Por qué tardaste tanto, Kenneth? Casi pensé que te arrepentirías —dijo ella
—¿Y por qué lo haría? ¿Acaso tengo una razón para rechazarte? —espetó con recelo, y ella sintió que algo andaba mal, tal vez su tono de voz, más grave que lo habitual, pero luego decidió que solo estaba nerviosa, era su boda, todas las novias eran un manojo de angustia en esos momentos.
—¡Claro que no! Tú sabes que yo te amo, siempre te he amado, siempre te amaré.
Amy no esperó más, acunó su rostro y sin más besó sus labios, Kenneth atinó a empujar su cuerpo atrás, alejándose, y ese simple gesto asustó a Amy, quien le miró con los ojos llenos de tristeza y conmoción
—¿Qué pasa? Yo… pensé que ahora que somos esposos, podríamos hacer cosas de pareja… —dijo con titubeo, ella creyó que por fin sería libre para besar, abrazar y tocar al hombre que amaba, y ahora sentía que había una roca en su pecho, que le impedía respirar, era el dolor de sentir su rechazo.
—Sí, solo…
—Es raro, porque antes éramos amigos, y hemos dado un gran salto, lo entiendo, lo entiendo, está bien, Kenneth, perdona mi arrebato, seré paciente —dijo Amy, ella tomó su mano entre la suya y miró al frente, un silencio los envolvió
Él la miraba de reojo, con ojos desconfiados
«¿Así que de verdad amabas a mi hermano o solo eres una farsante? Tal vez sí lo amas, pero él no te amaba, Amy Lang, no tenías derecho a destruir su relación con Julia solo por resentida, acabaste con sus esperanzas e ilusiones», pensó con rabia
Amy Lang lanzó un quejido
—¡Kenneth estás apretando mucho mi mano!
Él la soltó al instante, y ella vio como enrojeció su piel, le miró sorprendida, Kenneth siempre era un caballero dulce y amable, no entendía que le pasaba.
—Lo siento, no me di cuenta, solo estoy nervioso.
Ella sonrió, y se abrazó a su pecho, sentirla cerca y oler su perfume, evocó un sentimiento casi confuso, ella olía a las rosas que crecían en los jardines de Islas del Sur.
—Hemos llegado —dijo el chofer, y los novios se apuraron en bajar del auto, para ir a la fiesta en su honor.
Amy notó como Kenneth caminaba rápido, alejándose de ella, atinó a caminar tan rápido como pudo y sujetar su mano.
—Espera, querido, debemos entrar juntos —dijo ella.
Kenneth la miró fijamente, fue la primera vez que Amy se reflejó en esos ojos tan azules, fue como si viera una mirada diferente, había algo en él, algo que le pareció extraño, pero Amy pensó que era la boda, no era un matrimonio obligado, pero él no la amaba, ella lo sabía, no era tonta, pero ella se aferró, lucharía por su amor, contra viento y marea, porque estaba segura de que Kenneth y ella eran almas gemelas, y Julia solo fue una piedra que se atravesó entre ellos, una pierda que ya no era un estorbo más en su camino.
Cuando entraron al jardín, toda la gente aplaudió, había una pista de baile, y los dirigieron hasta ahí, ellos debían bailar su primer vals de novios.
Fueron hasta ahí, y una luz los iluminó, se miraron directamente a los ojos, aunque ella era una desconocida, él tuvo que admitir que le gustaba su rostro, sus ojos, no parecía la arpía que él creyó encontrar, pero ahora sabía que un rostro bello con gesto de inocente no hacía la diferencia, para él, ella era mala, era cruel, era la causante de la muerte de su amado hermano.
Puso su mano en su cintura, ella puso su mano en su hombro, y la música suave resonó, comenzaron a bailar al compás de la música.
—¿Dónde aprendiste a bailar tan bien, Kenneth? Antes, en cualquier baile yo debía guiarte, pero ahora tú eres quien tiene el control —dijo ella, sonriente
—Y así será de ahora en adelante, Amy, soy yo quien tiene el control, soy yo quien dirige y ordena, ¿Lo has entendido?
Su voz sonó severa, casi como el bramido de una fiera, ella se quedó perpleja, bajó la mirada, quería reír, ¿Quizas era una broma? No lo sabía, pero eran amigos, ella no se cohibiría con él.
—¿Es una broma? ¿Cuándo conseguiste el sentido del humor?
Él sujetó su cintura con más fuerza, acercándola a él
—Ni una broma, aquí no hay risas, ni burlas, todo se hará como yo diga, ¿Entendiste? —exclamó
Ella se quedó perpleja, sintió que en su voz había algo frío, algo cruel, sus miradas se encontraron, él observó sus ojos, pero su mirada devoró sus labios, eran tan seductores, y bellos, que se preguntó si serían tan suaves, cuando quiso comprender lo que hacía, era demasiado tarde, él rozó sus labios en un ligero roce, casi como si fuera el toque de una caricia, era la primera vez que Kenneth la besaba, al menos por su propia voluntad, el beso era tan dulce, suave, Amy sintió que podía volver sin alas, todo su cuerpo temblaba, y su corazón latía con fuerza.
John escuchó los aplausos, se alejó en un paso, y la miró severo, ¿Qué había hecho? ¿Besó a la asesina de su hermano, a su peor enemiga?
Sintió que la aborrecía aún más, ella pudo ver ese enojo en sus ojos, él dio la vuelta y la dejó ahí. Amy abrió ojos tan grandes e impactados, sintió que su rostro se cubría de rubor, el novio la abandonó en plena pista de baile, y corrió alejándose de ella, eso debía ser una alarma en su interior, Kenneth Leeman nunca era maleducado, él sabía respetar las reglas de la sociedad, pero Amy Lang decidió ignorar esa alarma que le decía que algo estaba mal.
Él se sostuvo del lavamanos, miró su rostro en el espejo y lavó su cara, luego se secó con una toalla «¡No soy Kenneth Leeman! Soy John Miller, sí, soy tu hermano gemelo, ¡Oh, Kenneth! Mira en dónde estoy ahora, intentando vengarme de quien ocasionó tu muerte» «Flashback: Tres días antes John iba a encontrarse con Kenneth, su hermano gemelo, no se habían visto, salvo una vez, cinco años atrás, mantenían comunicación por email, mensajes y llamadas de forma constante, ellos fueron separados cuando tenían siete años. Vivían en Islas del Sur, pero sus padres murieron de forma trágica en un terremoto, entonces, los hermanos fueron a un orfanato en el pueblo de Lorf, fue así que un día Los Leeman fueron al orfanato, y adoptaron a Kenneth, porque John estaba enfermo en el hospital, John se sintió muy triste, creyendo ser abandonado, por años un rencor lo invadió, pero todo cambió con el reencuentro entre hermanos. Ahora estaba feliz, solo quería ir y verlo, quedaron en verse en la cas
Subieron a un jet privado y volaron a Inverness, cenaron en el avión, y luego de casi dos horas, por fin llegaron, bajaron en el aeropuerto y fueron en auto, hasta llegar a aquel lugar, era un bosque de pinos, un lugar maravilloso. Había una gran cabaña, era propiedad de los Leeman, ese lugar era sagrado para Amy, pues fue ahí donde pasaban los veranos de la infancia, acampando. Al abrir la puerta de la cabaña, ella estaba nerviosa, fue la primera en llevar las maletas a la habitación, entró al cuarto de baño, se miró en el espejo, estaba ansiosa, tenía algo de temor, y también una sonrisa en sus labios, era su noche de bodas, se entregaría por primera vez a un hombre, por amor. Se puso su vestido de dormir, se arregló el cabello, se puso perfume y luego, cuando al fin dominó su miedo, salió a la habitación. Observó a Kenneth, pero él estaba recostado en la cama, ella se preguntó si de verdad se había dormido, se acercó despacio. Él se recostó en aquel lecho, haciéndose el dormid
Les tomó tres horas volver a Edimburgo, volvieron a la mansión de los Leeman, al llegar, Fedora los observó asustada —Pero, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué han vuelto? —¡Qué te lo cuente ella! ¡Lo ha arruinado todo! —exclamó enfurecido, él subió tan rápido la escalera Amy bajó la mirada triste, conteniendo el llanto. Fedora la miró preocupada y corrió a abrazarla —Hija, ¿Qué ha pasado? Dime, todo. —Pasa que su hijo me odia, Kenneth me aborrece, y no sé por qué, prometió que me daría una oportunidad para ganar su amor, pero solo me humilló, ni siquiera quiso tocarme, ¡Me dijo que sigue amando a Julia! ¡Sigue amando a la mujer que le destruyó la vida y lo traicionó! Lo mejor será que acabamos con el matrimonio, será mejor que nos divorciemos —dijo con la voz rota por el llanto —¡No! Por Dios, sería un gran escándalo, ¡Además no puedes dejar que Julia gane la jugada! Ella no es buena para Kenneth, él te quiere, sé que te amará con locura, solo está confundido, estos últimos meses han sido
—¡¿Cómo te atreves a poner tus asquerosas manos en mi mujer?! —exclamó como un bramido, Amy miró a Kenneth, estaba estupefacta, él nunca fue un hombre de violencia, ahora parecía vuelto una fiera, dispuesta a comerse vivo a aquel hombre El marqués se arrodilló suplicando perdón en una escena bastante patética —¡Perdóname, Kenneth! Debí malinterpretar la conducta libertina de tu mujer, ella me ha seducido, y cuando me dejé llevar por el calor del momento, se ha puesto en una actuación de digna. Amy Lang abrió ojos estupefactos —¡Cómo se atreve a mentir! ¡Eso es falso! Estaba aquí, usted ha venido por mí, me ha tratado de una forma repugnante. Amy sintió la mirada recriminadora de su marido, y sintió miedo, ¿Acaso él de verdad creía eso? —¡Lárguese de aquí! O le juro que lo mataré. El marqués de Girard se levantó tan rápido como pudo, y corrió alejándose de ellos. —¿Qué hiciste, Amy Lang? Ella le miró incrédula —¡¿Qué?! ¿Tú me crees capaz de hacer algo así? ¿Crees que seduje a
John bajó las escaleras a toda prisa, Amy iba tras él, cubierta por una manta —¡Kenneth! ¡Kenneth, espera! —exclamó desesperada, pidiendo que se detuviera, él lo hizo, la miró con severidad —¡He dicho que no soy más Kenneth! ¿Acaso no fui claro con que soy John? ¡Llámame John! —aseveró Amy tenía los ojos cubiertos de lágrimas y asintió suavemente —¿Por qué te comportas así? —¡Ya mujer, no seas dramática! Él tomó las llaves de la casa, ella lo miró incrédula —¡¿A dónde vas?! ¡No puedes dejarme aquí! ¡Me iré, John! Me iré ya mismo. Pero, John no le hizo ni caso, cerró la puerta en sus narices, y ella escuchó como le echó llave, Amy golpeó la puerta con furia, al notar que no podría salir. Luego fue al jardín, la puerta corrediza estaba abierta, pero notó que había un portón, que seguro tendría llave. Sus fuerzas se desvanecieron y se sentó sobre el suelo de madera, enrollada en aquellas mantas, llorando, desolada —¡¿Por qué John o Kenneth? ¡Quién maldito seas! ¿Por qué me hace
Amy lo miraba tratando de comprender quién era ese hombre, ¿Por qué actuaba como un lunático? —¿Por qué te fuiste así? ¿Por qué me dijiste todo eso en la alcoba? —Porque es verdad, ¿O quieres que mienta? ¿Quieres que diga que te amo? ¿Quieres que diga que he olvidado a Julia Lang? Cuando no es verdad, ¡Solo para satisfacer tu maldito ego! Amy sintió tanto dolor de sus palabras, le encestó tal bofetada que el hombre se quedó perplejo, no lo esperaba. —¡Estoy harta! Si tanto la amas, ve y búscala, te doy tu libertad. Amy subió a la alcoba, y tomó su maleta, debía irse, pero, John entró y la tomó, lanzando la maleta al suelo, haciendo que la ropa saliera disparada —¿Qué te pasa? ¿Enloqueciste? ¿Qué quieres de mí? No seré tu saco de boxeo, ¡Esto se acabó! John se puso nervioso, de pronto, caminó de un lado a otro, sosteniendo su cabeza con desesperación, bufando con rabia. Amy lo miró bien, sentía que no podía reconocer al hombre ante ella, llevaban años de conocerse, ¿Cómo podría
Amy estaba cocinando, pensaba en él, se quedó dormido, y ella no quiso despertarlo, sabía que ninguno había comido. Ella preparó todo, escuchó pasos, y cuando giró a ver, él estaba en la cocina, observando la mesa puesta. El olor delicioso invadió su nariz, sintió que su estómago gruñía de hambre —Toma asiento. John la miró extrañado —¿No te quejarás de este lugar? —¿Quejarme? ¡Es hermoso, John! ¿Por qué lo haría? —Estás acostumbrada a cosas mejores. —¿Y qué importa? Mi padre siempre me enseñó a acostumbrarme a todo, así que, no creas que me rendiré por esto. John la miró bien, sus cabellos largos y oscuros, su silueta grácil, era una mujer hermosa, de pronto pensó que no entendía por qué Kenneth no la amó a ella, antes que a Julia Lang «El corazón quiere lo que quiere» se obligó a pensar Ella sonrió, sentándose frente a él —Come un poco. —Tengo un trabajo aquí —dijo degustando un poco de la sopa —¿Trabajo? —Sí, quiero hacerlo por mi propia cuenta, por eso te traje aquí.
John abrió ojos aterrorizados, al ver a la mujer tendida en el suelo, y chillando de dolor, se levantó y corrió a ver como estaba —¡Amy! —gritó y se acercó a ella, mirándola con temor, era su culpa que estuviera herida, observó que se quejaba de su tobillo—. Dime, ¿Estás bien? —Sí… —dijo ella enderezando su postura, él acarició su rostro, afligido y esa caricia fue para Amy como un soplo de vida, ella pudo sentir menos dolor El hombre que conducía el auto, bajó deprisa, asustado por tal situación, de pronto escuchó —¡¿Qué demonios sucede contigo?! —exclamó un anciano que empujó al hombre que conducía el auto—. ¡Casi los matas! —sentenció con rabia —¡Yo… lo siento tanto! Nunca fue mi intención, no fue mi culpa, iba manejando… ¡ÉL se atravesó! —exclamó titubeante, tan angustiado John revisaba a Amy, tocó su tobillo y notó que se quejó del dolor, tanto que temblaba, él lamentó ver que dolía —Está bien, está bien, cariño, sé valiente, mejorarás —dijo con voz tan suave, en un susurro