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John abrió ojos aterrorizados, al ver a la mujer tendida en el suelo, y chillando de dolor, se levantó y corrió a ver como estaba —¡Amy! —gritó y se acercó a ella, mirándola con temor, era su culpa que estuviera herida, observó que se quejaba de su tobillo—. Dime, ¿Estás bien? —Sí… —dijo ella enderezando su postura, él acarició su rostro, afligido y esa caricia fue para Amy como un soplo de vida, ella pudo sentir menos dolor El hombre que conducía el auto, bajó deprisa, asustado por tal situación, de pronto escuchó —¡¿Qué demonios sucede contigo?! —exclamó un anciano que empujó al hombre que conducía el auto—. ¡Casi los matas! —sentenció con rabia —¡Yo… lo siento tanto! Nunca fue mi intención, no fue mi culpa, iba manejando… ¡ÉL se atravesó! —exclamó titubeante, tan angustiado John revisaba a Amy, tocó su tobillo y notó que se quejó del dolor, tanto que temblaba, él lamentó ver que dolía —Está bien, está bien, cariño, sé valiente, mejorarás —dijo con voz tan suave, en un susurro
Cuando John abrió los ojos, la luz del día entraba por la ventana, él miró su reloj, eran casi las seis de la mañana. Observó al otro lado de la cama, y ella no estaba ahí, se asustó, de pronto, tuvo la sensación de que ella no estaba a su lado, de que la perdería, eso le dio un miedo atroz. Se levantó enseguida y la buscó por todos lados, pensó en que estaba adolorida, ¿Cómo podría haberse levantado? Bajó la escalera, y la encontró en la cocina, olía delicioso. —¿Qué haces, Amy? No debes estar aquí, debes descansar —dijo preocupado por ella. Amy le dedicó una suave sonrisa. —No te angusties, te he cocinado el desayuno, espero que te guste. Además, me siento mejor. John dio un vistazo, la comida se veía deliciosa, aún faltaba por terminar, de pronto, él la cargó en sus brazos, sorprendiéndola. —Sí, me gusta, pero, usted, señora, no puede estar de pie, y lastimando su pie, debe reposar, fue la orden del médico. —Ya me siento bien, además, quiero consentirte, John, quiero aliment
—¿Quién es usted? ¡Cómo se atreve a entrar a mi casa sin invitación! —exclamó furiosa, intentó levantarse, pero se quejó de dolor en su tobillo. —¡Lo siento tanto! ¿Está bien? No quise asustarla, menos lastimarla. Él tomó su brazo. —¡Aléjese! —exclamó severa —Déjeme llevarla a sentar, no se ve bien. Ella levantó la mirada. —¿Quién es usted? —Lo siento tanto, vine a ofrecer una disculpa y he creado otro embrollo. Ella lo miró con duda. —¿Una disculpa? —No me recuerda, es mi culpa que su pie está dañado, de verdad, estoy avergonzado. —¿Usted es el hombre que casi nos arrolla? Él asintió, había un rubor que cubría sus mejillas, Amy sonrió. —¿Cómo entró? —Bueno, lo siento, la puerta estaba abierta y… llamé… —No se angustie, entiendo. Tampoco se sienta culpable, he sido yo, la loca que se lanzó a su coche. —Por salvar a su… —A mi marido. Khan alzó las cejas con estupor. —¿Marido? Creí que diría hermano, perdone, es que creí que eres muy joven para tener un esposo. —No, e
Besó sus labios posesivo y desesperado, ella sintió como su lengua acariciaba la suya, se estremecía, cuando quería rechazarlo era imposible, él le hacía sentir lo que nunca creyó sentir, era tan suya que podía decirlo sin palabras. Ella detuvo el beso, necesitaba explicarle todo. —¡Basta, Kenneth! ¿Qué sucede contigo? —¡He dicho que no me llames Kenneth! —Ese hombre solo vino a disculparse. —¿Disculparse? ¿Por qué? Casi te mata. —No fue su culpa. —¿Ahora lo defiendes? —¿Cuándo te volviste tan celoso? —¿Celoso? —exclamó John, como si por fin se diera cuenta, tragó saliva y dio un paso atrás, debía reconocerlo, sí, estaba celoso, pero no lo aceptaría, jamás ante ella—. Solo no me gusta ser el tonto de nadie, ya lo fui muchas veces, ¿No lo crees, querida? Ella le miró dudosa. —Deja de actuar de esa forma insoportable. John subió la escalera, alejándose. —¿No vas a cenar? —No tengo hambre —sentenció Amy miró la mesa puesta, sintió tristeza. «¿Qué está pasando? ¡Dios mío! D
John estaba acostado en la incomodidad de un sofá, miraba el techo blanco y no pudo dormir, cuando enderezó su postura lo recordó todo, era como algo terrible grabado en su mente.«Podía recordar cuando abrió esa puerta, su hermano estaba ahí, tendido en esa misma sala, muerto, el revólver en el suelo, aquella carta entre sus manos»Él se levantó, caminó de un lado a otro, se sentía desesperado, sentía que se ahogaba.«¿Puede alguien ser tan cruel? ¿Puede hacer todo por amor, hasta destruir a dos amantes? ¡Nunca creí que el amor era una guerra, hasta que apareciste, Amy Lang! Pobre Kenneth, no merecía ser amado de una forma enfermiza, no merecía tanto dolor, sé que debo hacerte pagar como lo dañaste a él, a veces no puedo, es como si mi cerebro dijera que lo hiciera, que fuera valiente y luego…»John subió a la alcoba, entró muy despacio, no quería que ella lo notara, miró su cuerpo sobre la cama, escuchó su respiración tranquila, ahora Amy dormía, miró una foto entre sus manos, estaba
—Yo… terminé mi relación con Friedrich, madre, ¡Eso pasó! No quiero casarme con él. Fedora la miró con tristeza y corrió a abrazarla. —¡Ay, mi amor! ¡Cuánto lamento que estés tan triste, cariño! Pero, mira —dijo acunando su rostro con ternura—; El amor es así, no siempre es feliz, pero tarde o temprano conocerás a un mejor hombre, que te hará feliz. —Sí, madre, en el mundo hay muy malos hombres —dijo Lorraine mirando a su padre con rencor—. Pero, sé que, como mi hermano Kenneth, hay también buenos hombres. —No es el fin del mundo, Lorraine, madura, sigue adelante, la vida es así —dijo Bruce con frialdad. Fedora miró a Bruce con rabia, luego la dejaron sola. Fedora alcanzó a Bruce en el camino. —¡Bruce! ¿Cómo puedes ser tan duro con tu hija? Debiste consolarla. El hombre se detuvo y le miró con ojos fastidiados. —¿Y qué debo decirle? ¡Es toda tu culpa, Fedora! Tú malcriaste a esa niña, ahora mira las consecuencias, no es del agrado de ningún hombre. Fedora le miró rabiosa, con
—¡¿Qué has dicho? —exclamó mirándola incrédula!Natalie sonrió maléfica—Pensé que serías más bonita, pero no eres tan interesante como creí —dijo mirándola con ojos envidiosos, de arriba abajo.Amy la miró rabiosa, y le encestó tal bofetada que Natalie cayó de lado, tocándose la mejilla que enrojeció de dolor—¡Lárgate de mi casa!—¡Maldita! —exclamó, levantándose, enfrentándolaRosaleen se apuró a separarlas—¡Basta por favor, no peleen!—¡John es mío! ¡Así que devuélvele su libertad! —gritó Natalie con furiaAmy la miró con coraje, sentía que su corazón latía como un condenado—¡Lárgate de mi casa, mujer! No vuelvas nunca, si ese hombre es tuyo, no deberías pelear por él, pero si mi esposo es tu amante, no tengas duda de que lo dejaré, y puedes quedarte con él, yo no quiero a un traidor a mi lado.—¡John no es su amante! Es su hermano gemelo, ¡Ella está confundida!Amy miró a Rosaleen con estupor, no podía creer en sus palabras—¿Hermano gemelo? —exclamó confundidaNatalie las miró,
—¡¿Qué es esto, John?! —exclamó furiosa—¿Ah, ella también te llama John? Pensé que serías Kenneth.John miró a la mujer con rabia.Amy la tomó del brazo.—¡Lárgate de aquí! Y de nuestras vidas, mi marido ya te lo dijo, deja de rogar por migajas de amor.Natalie estaba por responder, pero John la tomó del brazo sacándola.—Que está mujer no vuelva —sentenció dejándola en la recepción.John entró en la oficina y cerró la puerta con llave, miró a Amy, ella tenía los ojos severos, se notaba que estaba mal, John temió lo peor.Bruce tocó aquella puerta, cuando la mujer abrió y lo vio, quiso cerrar la puerta en su cara, pero el hombre empujó con fuerza, entrando.La chica retrocedió unos pasos, sintió que tenía temor, se hacía la fuerte ante él.—Olivia, ¿Por qué huyes de mí?—¿Qué es lo que quiere, señor Leeman? ¿Acaso no lo entiende? No quiero tener nada que ver con usted, ayer su hija casi…—¡Esa no es mi hija! Solo es la hija adoptiva de mi esposa, yo no tengo hijos, no tengo a nadie, y