John bajó las escaleras a toda prisa, Amy iba tras él, cubierta por una manta —¡Kenneth! ¡Kenneth, espera! —exclamó desesperada, pidiendo que se detuviera, él lo hizo, la miró con severidad —¡He dicho que no soy más Kenneth! ¿Acaso no fui claro con que soy John? ¡Llámame John! —aseveró Amy tenía los ojos cubiertos de lágrimas y asintió suavemente —¿Por qué te comportas así? —¡Ya mujer, no seas dramática! Él tomó las llaves de la casa, ella lo miró incrédula —¡¿A dónde vas?! ¡No puedes dejarme aquí! ¡Me iré, John! Me iré ya mismo. Pero, John no le hizo ni caso, cerró la puerta en sus narices, y ella escuchó como le echó llave, Amy golpeó la puerta con furia, al notar que no podría salir. Luego fue al jardín, la puerta corrediza estaba abierta, pero notó que había un portón, que seguro tendría llave. Sus fuerzas se desvanecieron y se sentó sobre el suelo de madera, enrollada en aquellas mantas, llorando, desolada —¡¿Por qué John o Kenneth? ¡Quién maldito seas! ¿Por qué me hace
Amy lo miraba tratando de comprender quién era ese hombre, ¿Por qué actuaba como un lunático? —¿Por qué te fuiste así? ¿Por qué me dijiste todo eso en la alcoba? —Porque es verdad, ¿O quieres que mienta? ¿Quieres que diga que te amo? ¿Quieres que diga que he olvidado a Julia Lang? Cuando no es verdad, ¡Solo para satisfacer tu maldito ego! Amy sintió tanto dolor de sus palabras, le encestó tal bofetada que el hombre se quedó perplejo, no lo esperaba. —¡Estoy harta! Si tanto la amas, ve y búscala, te doy tu libertad. Amy subió a la alcoba, y tomó su maleta, debía irse, pero, John entró y la tomó, lanzando la maleta al suelo, haciendo que la ropa saliera disparada —¿Qué te pasa? ¿Enloqueciste? ¿Qué quieres de mí? No seré tu saco de boxeo, ¡Esto se acabó! John se puso nervioso, de pronto, caminó de un lado a otro, sosteniendo su cabeza con desesperación, bufando con rabia. Amy lo miró bien, sentía que no podía reconocer al hombre ante ella, llevaban años de conocerse, ¿Cómo podría
Amy estaba cocinando, pensaba en él, se quedó dormido, y ella no quiso despertarlo, sabía que ninguno había comido. Ella preparó todo, escuchó pasos, y cuando giró a ver, él estaba en la cocina, observando la mesa puesta. El olor delicioso invadió su nariz, sintió que su estómago gruñía de hambre —Toma asiento. John la miró extrañado —¿No te quejarás de este lugar? —¿Quejarme? ¡Es hermoso, John! ¿Por qué lo haría? —Estás acostumbrada a cosas mejores. —¿Y qué importa? Mi padre siempre me enseñó a acostumbrarme a todo, así que, no creas que me rendiré por esto. John la miró bien, sus cabellos largos y oscuros, su silueta grácil, era una mujer hermosa, de pronto pensó que no entendía por qué Kenneth no la amó a ella, antes que a Julia Lang «El corazón quiere lo que quiere» se obligó a pensar Ella sonrió, sentándose frente a él —Come un poco. —Tengo un trabajo aquí —dijo degustando un poco de la sopa —¿Trabajo? —Sí, quiero hacerlo por mi propia cuenta, por eso te traje aquí.
John abrió ojos aterrorizados, al ver a la mujer tendida en el suelo, y chillando de dolor, se levantó y corrió a ver como estaba —¡Amy! —gritó y se acercó a ella, mirándola con temor, era su culpa que estuviera herida, observó que se quejaba de su tobillo—. Dime, ¿Estás bien? —Sí… —dijo ella enderezando su postura, él acarició su rostro, afligido y esa caricia fue para Amy como un soplo de vida, ella pudo sentir menos dolor El hombre que conducía el auto, bajó deprisa, asustado por tal situación, de pronto escuchó —¡¿Qué demonios sucede contigo?! —exclamó un anciano que empujó al hombre que conducía el auto—. ¡Casi los matas! —sentenció con rabia —¡Yo… lo siento tanto! Nunca fue mi intención, no fue mi culpa, iba manejando… ¡ÉL se atravesó! —exclamó titubeante, tan angustiado John revisaba a Amy, tocó su tobillo y notó que se quejó del dolor, tanto que temblaba, él lamentó ver que dolía —Está bien, está bien, cariño, sé valiente, mejorarás —dijo con voz tan suave, en un susurro
Cuando John abrió los ojos, la luz del día entraba por la ventana, él miró su reloj, eran casi las seis de la mañana. Observó al otro lado de la cama, y ella no estaba ahí, se asustó, de pronto, tuvo la sensación de que ella no estaba a su lado, de que la perdería, eso le dio un miedo atroz. Se levantó enseguida y la buscó por todos lados, pensó en que estaba adolorida, ¿Cómo podría haberse levantado? Bajó la escalera, y la encontró en la cocina, olía delicioso. —¿Qué haces, Amy? No debes estar aquí, debes descansar —dijo preocupado por ella. Amy le dedicó una suave sonrisa. —No te angusties, te he cocinado el desayuno, espero que te guste. Además, me siento mejor. John dio un vistazo, la comida se veía deliciosa, aún faltaba por terminar, de pronto, él la cargó en sus brazos, sorprendiéndola. —Sí, me gusta, pero, usted, señora, no puede estar de pie, y lastimando su pie, debe reposar, fue la orden del médico. —Ya me siento bien, además, quiero consentirte, John, quiero aliment
—¿Quién es usted? ¡Cómo se atreve a entrar a mi casa sin invitación! —exclamó furiosa, intentó levantarse, pero se quejó de dolor en su tobillo. —¡Lo siento tanto! ¿Está bien? No quise asustarla, menos lastimarla. Él tomó su brazo. —¡Aléjese! —exclamó severa —Déjeme llevarla a sentar, no se ve bien. Ella levantó la mirada. —¿Quién es usted? —Lo siento tanto, vine a ofrecer una disculpa y he creado otro embrollo. Ella lo miró con duda. —¿Una disculpa? —No me recuerda, es mi culpa que su pie está dañado, de verdad, estoy avergonzado. —¿Usted es el hombre que casi nos arrolla? Él asintió, había un rubor que cubría sus mejillas, Amy sonrió. —¿Cómo entró? —Bueno, lo siento, la puerta estaba abierta y… llamé… —No se angustie, entiendo. Tampoco se sienta culpable, he sido yo, la loca que se lanzó a su coche. —Por salvar a su… —A mi marido. Khan alzó las cejas con estupor. —¿Marido? Creí que diría hermano, perdone, es que creí que eres muy joven para tener un esposo. —No, e
Besó sus labios posesivo y desesperado, ella sintió como su lengua acariciaba la suya, se estremecía, cuando quería rechazarlo era imposible, él le hacía sentir lo que nunca creyó sentir, era tan suya que podía decirlo sin palabras. Ella detuvo el beso, necesitaba explicarle todo. —¡Basta, Kenneth! ¿Qué sucede contigo? —¡He dicho que no me llames Kenneth! —Ese hombre solo vino a disculparse. —¿Disculparse? ¿Por qué? Casi te mata. —No fue su culpa. —¿Ahora lo defiendes? —¿Cuándo te volviste tan celoso? —¿Celoso? —exclamó John, como si por fin se diera cuenta, tragó saliva y dio un paso atrás, debía reconocerlo, sí, estaba celoso, pero no lo aceptaría, jamás ante ella—. Solo no me gusta ser el tonto de nadie, ya lo fui muchas veces, ¿No lo crees, querida? Ella le miró dudosa. —Deja de actuar de esa forma insoportable. John subió la escalera, alejándose. —¿No vas a cenar? —No tengo hambre —sentenció Amy miró la mesa puesta, sintió tristeza. «¿Qué está pasando? ¡Dios mío! D
John estaba acostado en la incomodidad de un sofá, miraba el techo blanco y no pudo dormir, cuando enderezó su postura lo recordó todo, era como algo terrible grabado en su mente.«Podía recordar cuando abrió esa puerta, su hermano estaba ahí, tendido en esa misma sala, muerto, el revólver en el suelo, aquella carta entre sus manos»Él se levantó, caminó de un lado a otro, se sentía desesperado, sentía que se ahogaba.«¿Puede alguien ser tan cruel? ¿Puede hacer todo por amor, hasta destruir a dos amantes? ¡Nunca creí que el amor era una guerra, hasta que apareciste, Amy Lang! Pobre Kenneth, no merecía ser amado de una forma enfermiza, no merecía tanto dolor, sé que debo hacerte pagar como lo dañaste a él, a veces no puedo, es como si mi cerebro dijera que lo hiciera, que fuera valiente y luego…»John subió a la alcoba, entró muy despacio, no quería que ella lo notara, miró su cuerpo sobre la cama, escuchó su respiración tranquila, ahora Amy dormía, miró una foto entre sus manos, estaba