Capítulo 3— Abrumada

Capítulo 3— Abrumada

Narrador

Continuando con la fiesta, en un par de ocasiones a Seth, y a Nebra les tocó mantenerse en el papel de esposos, en donde no solo tuvieron que tomarse de las manos para un par de fotografías, sino que también tendrían su primer baile juntos, lo cual los tenía muy nerviosos.

—No olvides sonreír, los ojos de todos están puestos en nosotros.

Llevando una mano a la cintura de Nebra, este sintió cómo una descarga eléctrica recorría su espina dorsal, y tirando de ella con delicadeza, la atrajo a su cuerpo mientras tomaba su otra mano para empezar a moverse al ritmo del vals que empezaba a sonar.

—Pareces una novia real, Nebra.

Centrando su mirada en ella, Seth murmuró sin dejar de moverse al ritmo de la melodía, y abriendo su boca en busca de aire, ella se mantuvo en silencio unos segundos sin saber qué decir. Por más que él le había salvado la vida aquel día, y le había dado asilo en su casa, tras Federico dejarla en la calle, no era que ellos eran grandes amigos.

Todo lo opuesto, Nebra apenas veía a Seth al llegar a la casa agotado. Lo poco que ella hacía por él, era mantener todo en orden, ya que no quería ser una carga. Hablaban lo básico, por supuesto, ella siempre agradecida por su ayuda.

Sin despegar la mirada de él, Nebra seguía sin decir nada más perdida en sus ojos azules, y aclarando la garganta una vez que el silencio se hizo incómodo, Seth preguntó.

—¿Puedo saber por qué estabas llorando hace un rato en los sanitarios? Parecías alterada

Palideciendo ante la pregunta, Nebra sintió cómo sus piernas empezaban a temblar. ¿Acaso él había visto a Federico? De haberlo hecho, estaba perdida. Seth la había ayudado mucho hasta ahora, pero ella en ningún momento había contado a detalle todo lo que le había sucedido, ni quién era realmente el responsable.

—¿Nebra? ¿Sucede algo?

Al ver que seguía de la misma forma, Seth mencionó su nombre en un intento por hacerla reaccionar, y apretando su cintura mientras bailaban, Spencer regresó a la realidad.

—Me siento un poco abrumada, Seth… Todo esto va muy rápido. Hace dos semanas me pediste que me casara contigo, ahora, estoy aquí rodeada de personas desconocidas, solo Dalia es importante para mí.

Asintiendo, sabiendo que tenía razón, Seth liberó el aire retenido en sus pulmones. Sabía que esto era difícil para ella. Generalmente, las mujeres, cuando caminaban al altar, ven este día como algo especial al casarse por amor, pero ella, lo estaba haciendo solo por él, para ayudarlo en su plan.

Bajando su rostro un poco, Seth acercó sus labios a la mejilla de Nebra, y sintiendo cómo su aliento caliente chocaba con su piel, murmuró

—Eso lo sé, Nebra, y de verdad te lo agradezco.

Separándose de ella, Seth le regaló una sonrisa que hizo que el corazón de Nebra se agitara, y negando tratando de salir del aturdimiento que ocasionó su cercanía, respondió

—No tienes nada que agradecer, todo lo opuesto. Soy yo quien está en deuda contigo.

Siguiendo la pieza de baile, que parecía ser eterna, Nebra recostó su rostro en el pecho de Seth, y apoyando la mejilla en su cabeza, el líbero un poco de aire. Esto se trataba de un matrimonio arreglado, de un pacto entre los dos para obtener lo que querían, por lo que los sentimientos no debían de existir.

Terminando la canción, los demás invitados ingresaron a la pista de baile, y llegando a su lado Federico, y Liliana, este dijo una vez frente a ambos.

—¿Nos conceden la siguiente pieza? Liliana quiere bailar con su hijo, y yo… Conocer mejor a mi nuera.

Apretando su mandíbula al ver el descaro de su padre, Seth se sintió tentado de echarlo de la fiesta, pero sabiendo que el lugar estaba repleto de personas, se contuvo, y procedió a liberar la mano de Nebra, quien rogaba mentalmente para que su esposo se negara.

—Solo será una canción, una vez termine trataremos de irnos de aquí.

Murmuró Seth cerca de su oído antes de ser interrumpido por su madre, quien lo halaba, y tomándola de la cintura Federico, la segunda canción inició.

— ¿Qué has pensado de lo que te propuse hace un momento?

Empezando a moverse al ritmo de la música, Nebra sintió repulsión por su pregunta ¿Cómo podía ser tan descarado este hombre? Se encontraba en esa fiesta con su esposa, y pretendía que ella enviara todo a la m****a, así nada más. Después de lo que él le hizo, estaba verdaderamente demente

— Tu silencio me dice que lo pensarás. Nebra, te conozco tan bien, que sé que aún me amas

Cerrando los ojos, Nebra siguió moviéndose al ritmo de la música, mientras sentía que el toque de Federico la quemaba, y remojando sus labios al ver que ella se mantenía en silencio, agregó

— ¿Te dije lo bien que te queda ese vestido?

Dándole una mirada cargada de desprecio, Federico sonrió ante la inexistente respuesta de su antigua amante, y acercando sus labios a su mejilla, volvió a decir.

—No finjas que ya no te gusto ¿Acaso olvidas lo mucho que nos divertíamos juntos?

Sintiendo cómo su respiración empezaba a agitarse, y las ganas de golpearlo la invadieron. Nebra con ambas manos, empujó a Federico para alejarlo de ella, y girándose en sus talones, solo abandonó la pista de baile, para dirigirse al jardín del lugar para tomar algo de aire.

— ¡Maldito desgraciado!

Con un par de lágrimas descendiendo por sus mejillas, Nebra tomó la falda de su vestido para caminar un poco más rápido, y llegando al final del sendero rodeado de flores, una vez frente a la fuente, se detuvo para pensar con claridad

¿Qué podía hacer? ¿Salir corriendo? Ya estaba hundida hasta el cuello con esta farsa, por lo que tenía que seguir a toda costa

— ¿Has venido por un poco de aire?

Escuchó a su lado una voz desconocida que la hizo dar un respingo de la impresión, y girándose para ver de quién se trataba, observó a un hombre al cual jamás había visto en su vida

— Nebra ¿no? Por lo que veo Seth va en serio con el asunto de asumir la dirección, el muy desgraciado se casó.

Llevando el cigarrillo que tenía en su mano a sus labios, este desconocido con aires despreocupados, y traje desarreglado, caminó hasta colocarse de pie a su lado, para ver el agua de la fuente fluir, y liberando una bocanada del humo, agregó.

— Por cierto, me llamo Simón. Soy el hermano menor de Seth. Bienvenida a mi peculiar familia.

Bajando su rostro, Nebra sonrió al parecerle Simón, un joven agradable, y llevando de nuevo el cigarro a sus labios, exhaló otra calada de humo.

— Por cierto, somos algo complicados, no te tomes nada personal.

Limpiando las lágrimas que ya se habían secado de sus mejillas, Spencer le sonrió débilmente, y escuchando cómo un par de pasos se acercaban a ellos, ambos se giraron para ver quién era.

— Estas aqui…

Acercándose a Nebra algo agitado por la caminata, Seth con sus enigmáticos ojos la recorrió para ver si estaba a salvo, y tomando su mano, le preguntó

—¿Sucedió algo?

Negando, Nebra apretó sus labios para no decir algo de lo que se pudiera arrepentir, y centrando su mirada en Simón, dijo.

—Por lo visto, ya has conocido a mi esposa.

Tirando el cigarrillo una vez terminado, Simón lo pisó con su zapato, y dando un par de pasos hasta quedar junto a Seth, respondió.

—Por supuesto. Muy agradable por cierto. Por desgracia, todos sabemos que esto es una farsa, solo para hacerte con la dirección de la empresa.

Sonriendo de lado, Seth negó al ver que su hermano seguía siendo el mismo de hace 5 años atrás, directo, y sin condescendencias, y palmeando su hombro, agregó.

—¿Tú lo crees, Simón? Yo digo que no. Yo amo a esta mujer.

Girándose hacia su hermano, que lo observaba con el ceño fruncido y los labios apretados, claramente incrédulo. Seth extendió su brazo para tomár la cintura de Nebra, y atrayéndola con firmeza hacia él. Sintió su suave respiración detenerse, pero no retrocedió.

—Me casé con ella porque la amo profundamente, no por la absurda imposición del abuelo.

Dijo con voz firme, manteniendo su mirada fija en la de su hermano. Pero cuando notó que aún había dudas en sus ojos, Seth decidió que las palabras no serían suficientes. Sin vacilar, inclinó la cabeza y buscó los labios de Nebra. El primer contacto fue suave, casi como una caricia, pero en un instante el beso se volvió más profundo, más urgente. Su lengua rozó la de ella, encontrando una respuesta que lo sorprendió. Nebra, que al principio solo recibía el beso, pronto deslizó sus manos por sus brazos hasta llegar a su pecho, agarrando su camisa con fuerza, como si aferrarse a él fuera inevitable.

Seth no pudo evitar un suave gemido contra sus labios, hundiendo los dedos un poco más en su cintura, atrayéndola aún más cerca. Nebra respondió con igual intensidad, olvidándose por completo del motivo de aquel beso. Por un momento, todo lo demás dejó de existir; su hermano, las dudas, el acuerdo que ambos sabían que había detrás de aquel matrimonio.

El sonido de la voz de Simón los devolvió a la realidad.

—Si tú lo dices, Seth… Fingiré que te creo, ahora regresaré a la fiesta antes de que nuestra madre se vuelva loca. Por cierto, Felicidades.

Ambos se separaron, jadeando ligeramente, pero sin dejar de mirarse. Los ojos de Seth estaban cargados de un fuego que apenas podía contener, mientras Nebra intentaba recomponerse, sin éxito.

—¿Ya se ha ido?

Preguntó Seth, rompiendo el hechizo con voz grave, y asintiendo, Nebra, confirmó que estaban solos. Luego, como si su toque hubiera sido un arma de doble filo, la liberó, dio un paso atrás y se aflojó la corbata para poder respirar.

Nebra lo observó, confusa y con el corazón latiendo desbocado, mientras Seth volvía a su postura habitual, como si nada hubiera ocurrido.

— Ya el auto nos espera. Vamos a despedirnos de los invitados, y larguémonos de aquí.

Tomando su mano, Seth pretendía regresar con su esposa al salón, para la escena final, y deteniendo su andar, ella preguntó muerta de pena.

— ¿A dónde se supone que vamos?

Reteniendo un poco el aire, Seth se mantuvo en silencio unos segundos, y decidiéndose a hablar al fin, dijo algo que dejó a Nebra, rígida.

—A nuestra luna de miel.

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