Capítulo 4— Error
Narrador Manteniéndose en silencio mientras se dirigían al destino previsto para la luna de miel, Nebra se encontraba sumergida en sus pensamientos, lo sucedido durante la fiesta la tenía trastocada, no solo el hecho de descubrir que Federico era el padre de Seth, sino también el beso compartido, ese beso en donde sintió algo más que un simple contacto físico. Con su mirada fija en la ventana del avión, como si hubiese algo muy interesante afuera, las imágenes no dejaban de llegar a su cabeza sin dejar de repetirse, y exhalando algo de aire, supo que tenía que detenerse o enloquecería. Por otra parte, Seth por más sereno que parecía, en su interior una guerra tenía lugar. Los pensamientos no dejaban de perturbarlo. La decisión tomada de casarse, justo en este instante, empezaba a pesar, haciéndolo cuestionarse si había hecho lo correcto. Remojando sus labios, este pasó las manos por su rostro en un intento por mantener la calma, y mirando de reojo a su ahora esposa, el corazón se le aceleró de tal manera que sintió algo de temor. Cuando la besó frente a Simón, lo hizo en un intento desesperado para demostrar lo real que era su matrimonio, no para crear una imagen difícil de olvidar. Llegando a su destino al fin, Roma, y tras un par de horas más de vuelo, fueron recibidos por el personal dispuesto por su abuelo, y siendo llevados al hotel, una vez en la privacidad de la habitación, Nebra se atrevió a romper el incómodo silencio. —¿Dormiremos en la misma habitación? Centrando su mirada en ella una vez más, Seth empezó a desabrochar los botones de su saco, sintiendo la habitación cada vez más pequeña, y dejándolo a un lado sobre el sofá, respondió. —Me temo que sí. Como ya vistes antes de salir de la fiesta, este fue un regalo del abuelo, por lo que no tengo mucho por hacer, solo seguir la corriente. Si te hace sentir mejor, no te haré nada. Observando la cama, con las dimensiones de esta tranquilamente, los dos podrían dormir sin molestar al otro, por lo que solo caminó hasta el equipaje para tomar su ropa antes de dormir, tranquila, sabiendo que nada sucedería —Me daré un baño, ya regreso. Empezando a desprender los botones de su camisa, Seth se aproximó al baño antes que Nebra, dejando ver su espalda desnuda, y cerrando la puerta sin esperar respuesta alguna. La dejó en la habitación a solas, sintiendo que un calor inexplicable la invadía ¿Qué había sido eso? ¿Por qué se alteró si solo vio su espalda? Tomando asiento en la cama, Nebra agitó sus manos en un intento por refrescarse, y escuchando cómo el agua empezaba a caer, agitó su cabeza para no imaginar cosas con su ahora esposo — Mejor respira, Nebra... Es el hijo de Federico. El mismo hombre que te salvó, deberías estar agradecida, no imaginando cosas que jamás pasarán. Regresando a su valija con manos sudorosas, Nebra alcanzó a buscar una pijama lo suficientemente cubierta como para no incomodar a Seth, y escuchando como la puerta se abría de pronto, elevó su mirada para verlo solo en toalla, con el cabello mojado, las gotas de agua corriendo por su pecho, lo cual ocasionó que abriera su boca levemente. En el tiempo en que habían convivido juntos en su casa, en donde le dio asilo, ella jamás lo había visto sin camisa, por lo que ahora podía notar que tenía un par de tatuajes, en su pecho, y parte de su brazo derecho, los cuales no detalló bien debido a la distancia —¿Qué es lo que ves? Sintiendo la mirada de Nebra, Seth elevó su vista descubriendo que lo observaba en silencio, y secando su cabello, preguntó sin rodeos con una pequeña sonrisa en sus labios. —Tienes tatuajes, no lo sabía Bajando su rostro algo avergonzada al ser descubierta, Nebra sintió cómo sus mejillas ardían. ¿Acaso ahora era una pervertida que no podía parar de mirarlo? Tomando su ropa una vez más, se regañó mentalmente, y pasando por su lado, se encerró en el baño, recargando la cabeza en la puerta mientras la imagen de Seth casi desnudo no se borraba de su mente. —Tengo que bañarme... Mañana será otro día. Caminando al lavado, dejó su ropa a un lado, y deshaciéndose del vestido de novia, el cual cayó al suelo por su propio peso, se mantuvo en silencio mientras pensaba. Por más que quería, no podía dejar de recordar a su esposo, lo cual la hacía sentir como una mala mujer. —Esto es una boda por conveniencia, Nebra... Solo eso. Se dijo a sí misma mirándose en el espejo. Caminando a la ducha, se sumergió bajo el agua que caía con la esperanza de que esta borrara la culpa que sentía por desear a Seth, y saliendo un par de minutos después, cuando sintió que era suficiente, se preparó para regresar a la habitación —¡Vamos, Nebra! Solo serán un par de días. Exhalando algo de aire, extendió su mano para tomar el pomo de la puerta, y girando este, salió a la habitación en donde la esperaba Seth acostado plácidamente sobre la cama. Tragando grueso al ver que solo vestía un pantalón de chandal con las manos bajo su nuca, y su torso descubierto, Nebra empezó a caminar a la cama, sintiendo cómo el calor la invadía de nuevo, y tomando asiento en el borde de esta, bajó su rostro antes de colocarse cómoda —Nos quedaremos aquí solo un día... Para mañana en la noche, regresaremos. Martín creará una situación por la que tenga que regresar inmediatamente. Una vez Nebra estuvo a su lado, Seth le contó lo que tenía planeado al notarla incómoda, y observando solo el techo sin saber qué decir, ella asintió. —No creo que quieras quedarte mucho tiempo, por más hermosa que sea Roma, es desconocida para ti. Aunque mi abuelo pagó todo un tour por la ciudad. Remojando sus labios, Spencer se sintió tentada a decir que sí, que se quería quedar allí para conocer el lugar, pero sabiendo que Seth era un hombre ocupado, no quiso estropear sus planes. — Está bien si nos vamos mañana. Observando a un lado, Nebra vio cómo Seth se giraba para verla mejor, y dándole la espalda, apagó la lámpara sobre la mesita de noche, intentando fingir que dormiría. ¿Quién podría hacerlo teniendo un hombre como él en su cama? Solo una loca lo haría, y ella ni era una cosa, ni tampoco ciega, por lo que sentía que moriría esa misma noche, teniendo esa tentación tan cerca. Cuando Seth se movió ligeramente, acercándose apenas unos centímetros, Nebra lo sintió tan cerca que un suspiro escapó de sus labios. —¿Qué te sucede? Preguntó él en un tono bajo, haciendo que su voz ronca la estremeciera. Ella giró el rostro hacia él, tratando de ocultar su nerviosismo, pero cuando sus ojos se encontraron, fue como si el tiempo se detuviera. Antes de poder evitarlo, Seth se inclinó y la besó. Fue un beso breve, casi tímido, pero suficiente para encender algo entre ellos. —No deberíamos... Comenzó a decir Nebra, pero en un movimiento rápido, Seth se giró hacia ella, quedando parcialmente sobre su cuerpo, apoyando un brazo en la cama para no aplastarla. Sus ojos la buscaron por un instante antes de inclinarse nuevamente y tomar sus labios con una fuerza que la dejó sin aliento. El beso fue intenso desde el principio, profundo y cargado de un deseo que ya no podía contener. Nebra sintió cómo la lengua de Seth se deslizaba contra la suya, explorándola con un hambre que la hizo temblar. Su cuerpo quedó atrapado bajo el de él, y la calidez de su pecho desnudo la encendió aún más. Sus manos encontraron refugio en los hombros de Seth, mientras él recorría con los dedos la curva de su cintura, aferrándola como si temiera que ella pudiera desaparecer. Sus labios se movían en un compás apasionado, alternando entre el roce suave y mordidas sutiles que hacían que Nebra soltara pequeños suspiros. El peso de Seth sobre ella era firme, pero no opresivo, y la cercanía de sus cuerpos hacía imposible ignorar la intensidad del momento. Sus respiraciones se mezclaban, cada vez más rápidas, mientras el beso continuaba, quebrando cualquier barrera que quedara entre ellos. Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, con sus frentes apenas rozándose, pero aun sin atreverse a romper el contacto completamente. Nebra cerró los ojos, tratando de calmar el caos que el beso había dejado en su interior, mientras Seth permanecía inmóvil, como si aún procesara lo que acababa de suceder. —Esto fue un error. La voz de Nebra temblaba, aunque trataba de sonar firme, cuando en realidad todo su ser había sido trastocado por ese contacto. —Sí, tienes razón. Un gran error Repitió él, aunque su tono no parecía convencido. Se apartó un poco, pasando una mano por su cabello desordenado, evitando mirarla directamente. —Voy a dormir en el sofá. Para que no haya más... errores. Nebra asintió, sin encontrar palabras para responder. Lo observó levantarse, tomar una manta del armario y dirigirse hacia el sofá, sin mirar atrás. —Buenas noches Dijo Seth, antes de acomodarse en el sofá, a escasos metros de ella —Buenas noches Murmuró Nebra, apenas audible, sintiendo cómo su corazón palpitaba sin control. La habitación quedó en silencio, pero la tensión entre ellos permaneció en el aire, imposible de ignorar.Capítulo 5— La guerra se avecina NarradorDescendiendo del vehículo justo al pie del enorme edificio Green, Seth observó este en completo silencio; apenas regresaba de su luna de miel justo como lo planeó, por lo que venía dispuesto a tomar lo que por derecho le pertenecía—Tu abuelo te está esperando, la junta ha iniciado.Colocándose de pie a su lado, Martín agregó, sabiendo que esto era difícil para su amigo, quien solo cerró la puerta a sus espaldas sin decir nada; y empezó a caminar al interior de la empresa familiar.—Al finalizar la reunión con los accionistas, tu madre te espera en casa para una cena de bienvenida. ¿Asistirás? Por supuesto, no olvides que Nebra debe acompañarteIniciando con el itinerario del día, su asistente lo seguía muy de cerca mientras le indicaba los pendientes, y deteniendo sus pasos. Al llegar a la puerta del elevador en el enorme lobby del edificio, él le pidió guardar silencio antes de seguir.—¡Martín, por favor! No sigas. Sabes muy bien que al sa
Capítulo 6— Un simple beso Narrador:Seth cerró la puerta tras de sí, dejando caer las llaves sobre la mesa del recibidor. Mientras se quitaba el saco y lo colgaba en el respaldo de una silla, vio a Nebra en el sofá, con su laptop sobre las piernas. La luz de la pantalla iluminaba suavemente su rostro, pero al notar su presencia, ella la cerró y lo miró con curiosidad.—¿Todo bien? —preguntó Nebra, notando su expresión pensativa.Seth se frotó la nuca y soltó un leve suspiro antes de acercarse.—Acabo de enterarme de que esta noche tenemos una cena en casa de mis padres —dijo, directo al punto.—¿De tus padres? —preguntó Nebra, sorprendida. —¿Por qué no me dijiste nada?—Porque yo mismo me acabo de enterar —admitió. —Martín me lo comentó al final de la reunión. Parece que mi madre decidió organizar algo y, según él, es importante que vayamos.Nebra asintió, mientras sintió cómo el estómago se le encogía. Una cena en casa de sus suegros no solo significaba conocerlos un poco más, sino
Capítulo 7— Cena "Familiar"Narrador:El salón estaba iluminado de forma tenue, con una elegancia sobria que contrastaba con la tensión que Nebra sentía en el pecho. Federico estaba sentado en uno de los sillones de cuero oscuro, con una copa de vino en la mano. Al escuchar los pasos, levantó la vista, y una sonrisa fría se formó en su rostro.—Seth, Nebra. Qué bueno que están aquí —dijo con esa voz suave que lograba incomodar a cualquiera que lo conociera bien.Seth lo saludó con un asentimiento breve, sin molestarse en devolver la sonrisa.—Padre.Federico no insistió en prolongar el intercambio con su hijo y se levantó para acercarse a Nebra. La forma en que sus ojos se fijaron en ella hizo que su piel se erizara, pero mantuvo la compostura.—Nebra, qué gusto tenerte en casa. —Su tono era cortés, pero el matiz subyacente era inconfundible para ella. Se inclinó para besarle la mejilla, dejando su mano en la parte baja de su espalda un segundo más de lo necesario.El contacto la hizo
Capítulo 8— Eres míaNarrador:Federico cerró la puerta tras de sí, apoyando la espalda contra ella con una calma que contrastaba con la incomodidad que se respiraba en el aire. Sus ojos oscuros se fijaron en Nebra, analizándola como si fuera un rompecabezas que quería desarmar.—La verdadera pregunta aquí es... ¿qué haces tú en mi estudio? —dijo con un tono que estaba cargado de una amenaza velada. Dio un paso hacia adelante, acortando la distancia entre ellos con movimientos lentos y calculados. —Después de todo, esta es mi casa. —Nebra se mantuvo inmóvil, sus dedos aferrándose con más fuerza al respaldo de la silla que tenía detrás. Su cuerpo le pedía que saliera corriendo, pero su mente estaba atrapada en el torbellino de emociones que la presencia de Federico desataba en ella.Lo odiaba. Odiaba esa sonrisa autosuficiente, el tono arrogante de su voz, la manera en que siempre parecía tener el control. Era un bastardo sin escrúpulos, un hombre que había destruido su vida sin dudarl
Capítulo 9— Lo agradecerás. NarradorTras lo sucedido en la casa de los padres de Seth, los dos, durante el camino, se mantuvieron en silencio. Nebra pensativa por lo que hizo Federico. ¿Acaso había enloquecido? ¿Qué hubiese sucedido si Seth los encontraba? Desviando su mirada a él mientras conducía, lo notó muy concentrado, por lo que prefirió callar. Seth por su parte, no podía dejar de imaginar que era lo que su padre hablaba con su esposa. ¿La estaría intentando sobornar para alejarla de él? O acaso, estaba siendo el mismo desgraciado que solía ser con ellos como para humillarla.Llegando un par de minutos después a casa, ingresaron del mismo modo a esta, sin decir ni una palabra, y dirigiéndose a su habitación sin siquiera despedirse de él, Nebra pretendía dejarlo solo— Que tengas buenas noches, Nebra… Y de nuevo, disculpa por presenciar esa bochornosa cena… Y por lo que sea que te haya dicho mi padre.Asintiendo levemente, Nebra forzó una sonrisa, sabiendo que nada de lo que s
Capítulo 10— Noche peligrosaNarradorDalia no podía dejar de dar vueltas en su cama. La llamada con Nebra seguía repitiéndose en su cabeza, palabra por palabra, como un disco rayado. Cada vez que cerraba los ojos, el enojo y la sensación de abandono se intensificaban. Finalmente, se levantó, incapaz de soportarlo más.Tomó su chaqueta y salió de su habitación en silencio, caminando de puntillas para no despertar a su tía Elena. Al salir de la casa, el aire fresco de la noche la golpeó, pero no la hizo dudar. Solo tenía una idea en mente: buscar a Richie, su novio.Richie no era lo que se podía llamar un buen chico. Su afición por el alcohol y las drogas era conocida en el barrio, pero para Dalia, él representaba una salida, alguien que no la juzgaba y que la hacía olvidar por un rato su realidad. Caminó con rapidez hacia la casa de Richie, situada en una zona más deteriorada del vecindario.Cuando llegó, tocó la puerta con insistencia, esperando ver su rostro despreocupado. Sin embar
Capítulo 11— ProblemasNarradorSimón seguía sentado en la barra, su mirada fija en la mesa de billar. Había intentado apartar los ojos de la escena, pero la molestia persistía, enroscándose en su pecho como un nudo imposible de ignorar. Dio otro trago a su cerveza, tratando de calmarse, aunque sabía que no era el alcohol lo que realmente necesitaba en ese momento.—No es de tu incumbencia, Simón. No te metas —murmuró para sí mismo, bajando la mirada hacia la botella que sostenía con fuerza entre las manos. Sin embargo, sus ojos volvían una y otra vez hacia Dalia, observando cómo Richie la tomaba de la cintura y la mantenía cerca de una manera que lo incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. —Ella no es tu problema. No tienes nada que ver con esto —se dijo de nuevo, esta vez apretando los dientes como si el mantra pudiera borrar la sensación que lo carcomía. El ruido del bar y las risas a su alrededor parecían más fuertes de lo normal, como si su entorno estuviera conspira
Capítulo 12— Provocadora NarradorYa era tarde en la noche, Nebra se había acostado, buscando refugio en la comodidad de la cama mientras intentaba procesar todo lo que había ocurrido en los últimos días. Seth, por su parte, salió del baño con una toalla alrededor de la cintura, el cabello aún húmedo cayendo sobre su frente. Se dirigió al armario, listo para buscar algo con lo que dormir, cuando el sonido de su móvil lo detuvo. El número en la pantalla era desconocido. Frunció el ceño, dudando si responder o no. Era tarde, y las probabilidades de que fuera algo importante eran escasas. Sin embargo, cuando el móvil volvió a vibrar con insistencia, terminó por deslizar el dedo para contestar.—¿Quién habla? —preguntó con tono directo, sin molestarse en ocultar su irritación.La voz al otro lado de la línea lo tomó por sorpresa.—Seth, qué bueno que te encontré. —Era Simón.Seth dejó escapar un largo suspiro, uno cargado de irritación y cansancio. La voz de Simón ya era suficiente para