Capitulo 78— QuedarteNarradorEl ascensor subía en silencio, con esa lentitud que solo se siente cuando uno quiere llegar rápido a cualquier parte. Dalia se quitaba los guantes de cuero, distraída, mientras Simón sostenía las llaves con fuerza en el bolsillo, como si aferrarse a algo sólido pudiera sostenerle el alma.Entraron al apartamento sin encender todas las luces. Había algo cómodo en esa penumbra, como si les permitiera postergar ciertas palabras, o quizás evitar otras. Todo lo que flotaba desde la cena seguía allí, denso, intacto.Simón dejó las llaves sobre la mesada de la cocina, se desabotonó el primer botón de la camisa y caminó hacia el sofá. Dalia lo siguió sin decir nada, sentándose a su lado, más cerca de lo habitual. Apoyó los codos sobre las rodillas y se quedó mirando un punto cualquiera del suelo, como si buscara dónde colocar tanto.—¿Estás bien? —preguntó ella, después de un momento, sin mirarlo directamente.Él tardó en responder, pero cuando lo hizo, su voz s
Capítulo 79— Hazme tuyaNarradorSimón sonrió, pero no fue una sonrisa cualquiera. Fue lenta, ladeada… como si las palabras de ella hubieran encendido algo que ya venía latiendo en su interior.Y Dalia lo notó. Lo vio en el leve destello que cruzó sus ojos, esa sombra oscura que aparecía cada vez que el deseo lo atravesaba sin permiso. No era solo una reacción, era hambre.—No deberías decir cosas así —murmuró él, sin moverse, sin rozarla, pero con esa voz más baja y rasposa que le acariciaba la piel sin tocarla —Porque sabes que si lo hiciera... no te dejaría ir nunca.Ella sostuvo su mirada, inmóvil, sintiendo cómo el aire se volvía más espeso entre los dos. Simón sonrió, una sonrisa que tenía filo. Una que encendía alarmas y fantasías al mismo tiempo. Dalia sintió cómo se le tensaban los músculos del abdomen cuando vio el brillo en su mirada, esa sombra oscura que aparecía solo cuando el deseo lo consumía por completo.Él no dijo nada, fue hasta un cajón del aparador y regresó con
Capítulo 80— Un niño desvalidoNarradorEl reloj marcaba las diez pasadas cuando Seth apagó el monitor frente a él. La oficina permanecía en penumbras, apenas iluminada por el resplandor tenue de las luces exteriores que se colaban por el ventanal. Llevaba allí horas, demasiadas, pero era mejor eso que pensar.Hundirse en el trabajo era su única vía de escape. Cada contrato, cada proyección financiera, cada informe detallado se había convertido en su trinchera. Un escudo para no enfrentar el caos que lo devoraba por dentro. Lo había hecho antes, cuando creyó que el silencio podía protegerlo. Ahora lo hacía de nuevo, pero esta vez… estaba fallando.El descubrimiento de que Federico no era su padre lo había golpeado con una violencia insólita. Y tras eso, la certeza que se insinuaba de que Magnus Drakos, sí lo fuera, hacía que estuviera al borde del colapso.Y mientras tanto Nebra, se había convertido en un reflejo silencioso de lo que alguna vez fueron. En casa, apenas lo veía. Él ya n
Capítulo 81– Decisiones trascendentalesNarradorTras una larga noche en vela debatiéndose entre saber la verdad sobre su verdadero origen, o seguir ignorando lo que su conciencia le gritaba, Seth al amanecer tomó una decisión. Una decisión que tal vez con el paso de los años pesaría, pero que no podría seguir postergando. Si algo tenía claro era que Federico tenía razón, él no llevaba ni una gota de su sangre, lo cual, en cierta parte, lo hacía sentirse aliviado.Caminando hasta su escritorio tras otra noche en su oficina, tratando de huir de Nebra, y los sentimientos que lo embargaban últimamente, Seth pasó las manos por su rostro en un intento de aclarar sus pensamientos, y tomando su teléfono al fin, recorrió el borde de este con sus dedos.¿Sería correcto seguir con esta locura? ¿O lo mejor era vivir en la ignorancia como en un inicio tenía planeado hacerlo?Reteniendo un poco de aire antes de seguir, Seth buscó entre sus contactos el número de Magnus Drakos y, presionando finalm
Capítulo 82—Hermanos que se eligenNarradorEran más de las once de la noche, Seth se sentó en el borde del sillón. La penumbra de su oficina no ayudaba a calmar la inquietud que le hervía bajo la piel. Llevaba horas ahí, intentando dormir, fracasando una y otra vez.El cuero crujía cada vez que cambiaba de posición, como si el mismo sofá se quejara del peso de sus pensamientos. Finalmente, se puso de pie y caminó hacia la puerta. Si no podía dormir, al menos podría tomar un café.El pasillo estaba silencioso, interrumpido solo por el lejano zumbido de los equipos de refrigeración y el murmullo casi imperceptible del aire acondicionado. Las luces tenues creaban sombras alargadas en las paredes, pero Seth ni se inmutó. Cuando empujó la puerta del comedor, el sonido leve de la bisagra lo recibió. Pero no fue eso lo que lo detuvo. Fue la figura sentada en una de las mesas, con una taza entre las manos, la mirada perdida y los hombros levemente encorvados por el cansancio.Seth cruzó el
Capítulo 83— Romperá todo con ustedNarrador Intentando mantener su mente ocupada para no pensar en Seth, y en el caótico matrimonio que sostenían, Nebra trataba de realizar los diseños para la nueva campaña publicitaria. Quería alejar toda la culpa que cargaba encima, todo eso que la atormentaba que no le permitía pensar con claridad, y colocando las manos sobre el teclado, empezó a escribir una frase pero sus dedos se detuvieron de pronto. ¿Era estrés lo que la tenía de esa manera, angustiada, preocupada? ¿Lo que no le permitía conciliar el sueño por las noches? Sonriendo sin una pizca de gracia, Nebra negó ante las ironías de la vida, y recargando su espalda en la silla, se preguntó ¿O mas bien era por Seth, por su hermetismo? Viendo esto como el principal problema, Nebra asintió. De ninguna forma podría trabajar así, sin hablar con el al fin, sin enfrentarlo, sin decirle lo que sentía, lo vacía que se encontraba la casa desde que no estaba, pero sobre todo... Lo que mas temía y
Capítulo 1— El acuerdo de sus vidasNarradorSeth estaba de pie frente al altar, sus manos entrelazadas detrás de la espalda para contener el leve temblor que traía la ansiedad. No había amor en este matrimonio, solo un acuerdo frío y estratégico. Para Seth, esto era un trámite, un paso más en el tablero de ajedrez de su vida. O eso había pensado hasta ese momento.El murmullo entre los presentes se apagó cuando un rayo de luz bañó la silueta de su futura esposa.Seth se obligó a respirar, pero el aire le quedó atrapado en el pecho al verla caminar hacia él. El vestido blanco parecía flotar a su alrededor. Su cabello caía en suaves ondas, y un velo delicado enmarcaba un rostro que parecía diseñado para tentar a los hombres. No era solo su belleza lo que lo descolocaba, era algo más profundo, algo que no había anticipado.Su garganta se secó, y un calor extraño subió desde su pecho hasta su cuello y un hormigueo lo recorrió por completo.La lógica y la frialdad que lo habían llevado ha
Capítulo 2— ¿Dejar a Seth?NarradorSintiendo el vestido cada vez más asfixiante, Nebra empezó a sentir la necesidad de salir de allí, huir del lugar. Federico, durante toda la fiesta, no le había quitado la mirada de encima, lo cual la incomodaba en sobremanera. Pidiendo disculpas a los presentes, se colocó de pie de la mesa familiar para colarse al baño de damas por algo de aire, y caminando hasta este, dio un respingo, cuando su hermana, Dalia, la siguió en silencio, tomándola por sorpresa— Casi me matas del susto, DaliaSoltando un sollozo llevando las manos a su pecho al verla entrar en el sanitario, Nebra recargó ambas manos en el lavado intentando procesar todo lo que estaba pasando, y llegando a su lado la jovencita de solo diecisiete años, preguntó conociéndola muy bien— ¿Acaso esperabas a alguien más, Nebra?Enarcando una ceja, Dalia cruzó los brazos a la altura de su pecho mientras esperaba una respuesta, y liberando el aire retenido, Nebra negó— Por supuesto que no... E