Capítulo 1— El acuerdo de sus vidas
Narrador Seth estaba de pie frente al altar, sus manos entrelazadas detrás de la espalda para contener el leve temblor que traía la ansiedad. No había amor en este matrimonio, solo un acuerdo frío y estratégico. Para Seth, esto era un trámite, un paso más en el tablero de ajedrez de su vida. O eso había pensado hasta ese momento. El murmullo entre los presentes se apagó cuando un rayo de luz bañó la silueta de su futura esposa. Seth se obligó a respirar, pero el aire le quedó atrapado en el pecho al verla caminar hacia él. El vestido blanco parecía flotar a su alrededor. Su cabello caía en suaves ondas, y un velo delicado enmarcaba un rostro que parecía diseñado para tentar a los hombres. No era solo su belleza lo que lo descolocaba, era algo más profundo, algo que no había anticipado. Su garganta se secó, y un calor extraño subió desde su pecho hasta su cuello y un hormigueo lo recorrió por completo. La lógica y la frialdad que lo habían llevado hasta aquí se desmoronaron en un instante. Seth tragó saliva, forzándose a recordar que esto no era real, que ella era simplemente una pieza más de su estrategia. Pero su cuerpo no parecía entenderlo. Su corazón latía con fuerza, su respiración era irregular y una presión desconocida se asentó en su estómago. Cuando ella llegó al altar y levantó la mirada para encontrarse con la suya, el tiempo pareció detenerse. Por un segundo, Seth olvidó que este matrimonio no era por amor, y su cuerpo, por completo fuera de su control, se inclinó instintivamente hacia ella. — Respira, Nebra… Te ves muy tensa… Pero estás muy hermosa. Apretando sus labios, Spencer trató de parecer serena cuando, en el fondo, solo quería desistir de tal locura, y huir, pero subiendo el par de escalones tomados de la mano, una vez ante el juez del distrito, este se colocó de pie para iniciar — Estando todos presentes, iniciemos Tomando la palabra, el hombre de traje ante ella, empezó su discurso sobre los deberes, y derechos de los futuros esposos, y haciendo la pregunta más importante de sus vidas, el corazón de Nebra casi se detiene. ¿Que si estaba lista para casarse con Seth? Por supuesto que no lo estaba, era solo que no podía desistir justo en ese momento en el que él más la necesitaba. — Señorita, Nebra Spencer, ¿acepta usted como esposo al señor Seth Arias? Para amarlo, y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe. Desviando la vista al hombre junto a ella, Nebra frunció el entrecejo de su frente al escuchar su apellido. ¿Arias? Ella podría asegurar que cuando lo conoció aquel día tormentoso él se presentó como Seth Green, no como Arias. Conectando sus miradas en ese instante, él aclaró su garganta, pensando que ella se arrepentiría de casarse con él, y regresando a la realidad de que todos los presentes se mantenían a la expectativa de la respuesta, asintió antes de decir — Acepto... Acepto a Seth Arias como mi esposo. Pensando que algo no andaba bien del todo, Nebra tragó el nudo en su garganta mientras el juez del distrito se centraba en su futuro esposo, quien se mantenía imperturbable a su lado luciendo un traje negro que lo hacía ver más apuesto de lo usual, y llegando su turno de hablar, volvió a preguntar — Señor Seth Arias, ¿acepta como esposo a la Señorita Nebra Spencer? Para amarla, y respetarla, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe. Sin titubear siquiera unos segundos, Seth asintió, dibujando una pequeña sonrisa en sus labios al ver que estaba cada vez más cerca de obtener lo que le pertenecía, y reteniendo el aire, respondió — Por supuesto que sí. Acepto a Nebra. Diciendo eso último, observándola a ella, los presentes a sus espaldas murmuraron un poco antes de seguir, y juntando sus manos, el juez, frente a ellos, concluyó. — Siendo así... Por el poder que me confiere el estado, teniendo a estas personas como testigos. Yo los declaro marido, y mujer. Señor Arias, puede besar a su esposa Girándose un poco, los dos quedaron uno frente al otro. Nebra sintiendo cómo sus piernas empezaban a temblar, por más que Seth la había ayudado cuando casi se quita la vida, jamás lo había mirado con otros ojos que no fueran como su salvador. Ahora no solo tendría que fingir ser su esposa, sino que también tenía que besarlo ante todos. Elevando su mano despacio, un poco temeroso por su rechazo, Seth Arias acarició la mejilla de Nebra como venerándola antes de besarla, y empezando a acortar la distancia entre los dos, murmuró antes de juntar sus labios — Lo siento, Nebra... Pero debo hacer esto. Uniendo sus labios, estos se encontraron en un ardiente roce que hizo sus corazones agitarse, y tomando a Nebra por la cintura, Seth la atrajo a su cuerpo para evitar que escapara de él. Se supone que él se casaba con ella por amor, no por un acuerdo que los beneficiaría a ambos, por lo que tenía que mantenerse en el papel de hombre enamorado. Sintiendo cómo el tiempo se detenía, y los presentes desaparecieron. Sin apartarse de él, Nebra rodeó el cuello de Seth con sus manos, mientras escuchaba cómo los aplausos inundaban el salón, y siendo golpeada por la realidad, reaccionó cuando el beso se tornó intenso. — Ante ustedes, los señores Arias. Girándose hacia los presentes, quienes aplaudían, por primera vez desde que llegó, Nebra observó a los invitados, y encontrando entre ellos a una persona muy conocida para ella, palideció enseguida. ¿Qué se suponía hacia él allí? ¿Cómo fue qué…? Sin despegar la mirada de Federico, quien la observaba de la misma manera, pero molesto, Nebra apretó la mano de Seth que se encontraba a su lado, e inclinándose solo un poco hacia ella, al ver que algo le inquietaba, preguntó — ¿Estás bien, Nebra? Estás pálida. Apretando sus labios mientras sus piernas no dejaban de temblar, Nebra forzó una sonrisa antes de asentir, y empezando a acercarse a ellos los presentes, la primera en felicitarlos fue la madre de Seth. — ¿Nebra? Es un placer conocer a la esposa de mi hijo, aunque me hubiese gustado que fuera en otra ocasión, y no el día de su boda. Mi nombre es Liliana. Abrazándola sin previo aviso, tomándola por sorpresa, a la mente de Nebra llegaron los recuerdos de aquel oscuro día, en donde descubrió el engaño del hombre que amaba, quien se encontraba casado con la mujer ante ella, y liberando un sollozo, entendió que este tipo era el padre de Seth. — Él es mi esposo, el padre de Seth... Federico Arias. Sintiendo un enorme nudo formarse en su garganta, Nebra desvió la vista a su esposo, quien se hallaba rodeado de invitados, y obligándose a sonreír para no exponer al hombre frente a todos, dijo — Un placer, señor Arias. Respondiendo de la misma forma, manteniéndose en el papel de padre amoroso, Federico le extendió la mano a Nebra quien la tomó sin otra salida, y sonriendo abiertamente, él respondió. — El placer es mío, Nebra. Es evidente que mi hijo tiene buen gusto, su esposa es hermosa. Sintiendo sus ojos cristalizados, Nebra apretó sus labios conteniéndose para no abofetearlo allí mismo, por lo que le hizo, e interviniendo la madre de Seth, la invitó. — Pero mejor tomemos asiento, tenemos tanto de que hablar. Necesito conocer a la mujer que estará junto a Seth por el resto de su vida. Sin poder dejar de mirar a Federico, los recuerdos amargos la invadieron, e iniciando la fiesta, Nebra tuvo que seguir en el papel de esposa cuando en verdad quería que la tierra se abriera, y se la tragara viva.Capítulo 2— ¿Dejar a Seth?NarradorSintiendo el vestido cada vez más asfixiante, Nebra empezó a sentir la necesidad de salir de allí, huir del lugar. Federico, durante toda la fiesta, no le había quitado la mirada de encima, lo cual la incomodaba en sobremanera. Pidiendo disculpas a los presentes, se colocó de pie de la mesa familiar para colarse al baño de damas por algo de aire, y caminando hasta este, dio un respingo, cuando su hermana, Dalia, la siguió en silencio, tomándola por sorpresa— Casi me matas del susto, DaliaSoltando un sollozo llevando las manos a su pecho al verla entrar en el sanitario, Nebra recargó ambas manos en el lavado intentando procesar todo lo que estaba pasando, y llegando a su lado la jovencita de solo diecisiete años, preguntó conociéndola muy bien— ¿Acaso esperabas a alguien más, Nebra?Enarcando una ceja, Dalia cruzó los brazos a la altura de su pecho mientras esperaba una respuesta, y liberando el aire retenido, Nebra negó— Por supuesto que no... E
Capítulo 3— AbrumadaNarradorContinuando con la fiesta, en un par de ocasiones a Seth, y a Nebra les tocó mantenerse en el papel de esposos, en donde no solo tuvieron que tomarse de las manos para un par de fotografías, sino que también tendrían su primer baile juntos, lo cual los tenía muy nerviosos.—No olvides sonreír, los ojos de todos están puestos en nosotros.Llevando una mano a la cintura de Nebra, este sintió cómo una descarga eléctrica recorría su espina dorsal, y tirando de ella con delicadeza, la atrajo a su cuerpo mientras tomaba su otra mano para empezar a moverse al ritmo del vals que empezaba a sonar.—Pareces una novia real, Nebra.Centrando su mirada en ella, Seth murmuró sin dejar de moverse al ritmo de la melodía, y abriendo su boca en busca de aire, ella se mantuvo en silencio unos segundos sin saber qué decir. Por más que él le había salvado la vida aquel día, y le había dado asilo en su casa, tras Federico dejarla en la calle, no era que ellos eran grandes amig
Capítulo 4— Error NarradorManteniéndose en silencio mientras se dirigían al destino previsto para la luna de miel, Nebra se encontraba sumergida en sus pensamientos, lo sucedido durante la fiesta la tenía trastocada, no solo el hecho de descubrir que Federico era el padre de Seth, sino también el beso compartido, ese beso en donde sintió algo más que un simple contacto físico. Con su mirada fija en la ventana del avión, como si hubiese algo muy interesante afuera, las imágenes no dejaban de llegar a su cabeza sin dejar de repetirse, y exhalando algo de aire, supo que tenía que detenerse o enloquecería.Por otra parte, Seth por más sereno que parecía, en su interior una guerra tenía lugar. Los pensamientos no dejaban de perturbarlo. La decisión tomada de casarse, justo en este instante, empezaba a pesar, haciéndolo cuestionarse si había hecho lo correcto. Remojando sus labios, este pasó las manos por su rostro en un intento por mantener la calma, y mirando de reojo a su ahora esposa,
Capítulo 5— La guerra se avecina NarradorDescendiendo del vehículo justo al pie del enorme edificio Green, Seth observó este en completo silencio; apenas regresaba de su luna de miel justo como lo planeó, por lo que venía dispuesto a tomar lo que por derecho le pertenecía—Tu abuelo te está esperando, la junta ha iniciado.Colocándose de pie a su lado, Martín agregó, sabiendo que esto era difícil para su amigo, quien solo cerró la puerta a sus espaldas sin decir nada; y empezó a caminar al interior de la empresa familiar.—Al finalizar la reunión con los accionistas, tu madre te espera en casa para una cena de bienvenida. ¿Asistirás? Por supuesto, no olvides que Nebra debe acompañarteIniciando con el itinerario del día, su asistente lo seguía muy de cerca mientras le indicaba los pendientes, y deteniendo sus pasos. Al llegar a la puerta del elevador en el enorme lobby del edificio, él le pidió guardar silencio antes de seguir.—¡Martín, por favor! No sigas. Sabes muy bien que al sa
Capítulo 6— Un simple beso Narrador:Seth cerró la puerta tras de sí, dejando caer las llaves sobre la mesa del recibidor. Mientras se quitaba el saco y lo colgaba en el respaldo de una silla, vio a Nebra en el sofá, con su laptop sobre las piernas. La luz de la pantalla iluminaba suavemente su rostro, pero al notar su presencia, ella la cerró y lo miró con curiosidad.—¿Todo bien? —preguntó Nebra, notando su expresión pensativa.Seth se frotó la nuca y soltó un leve suspiro antes de acercarse.—Acabo de enterarme de que esta noche tenemos una cena en casa de mis padres —dijo, directo al punto.—¿De tus padres? —preguntó Nebra, sorprendida. —¿Por qué no me dijiste nada?—Porque yo mismo me acabo de enterar —admitió. —Martín me lo comentó al final de la reunión. Parece que mi madre decidió organizar algo y, según él, es importante que vayamos.Nebra asintió, mientras sintió cómo el estómago se le encogía. Una cena en casa de sus suegros no solo significaba conocerlos un poco más, sino
Capítulo 7— Cena "Familiar"Narrador:El salón estaba iluminado de forma tenue, con una elegancia sobria que contrastaba con la tensión que Nebra sentía en el pecho. Federico estaba sentado en uno de los sillones de cuero oscuro, con una copa de vino en la mano. Al escuchar los pasos, levantó la vista, y una sonrisa fría se formó en su rostro.—Seth, Nebra. Qué bueno que están aquí —dijo con esa voz suave que lograba incomodar a cualquiera que lo conociera bien.Seth lo saludó con un asentimiento breve, sin molestarse en devolver la sonrisa.—Padre.Federico no insistió en prolongar el intercambio con su hijo y se levantó para acercarse a Nebra. La forma en que sus ojos se fijaron en ella hizo que su piel se erizara, pero mantuvo la compostura.—Nebra, qué gusto tenerte en casa. —Su tono era cortés, pero el matiz subyacente era inconfundible para ella. Se inclinó para besarle la mejilla, dejando su mano en la parte baja de su espalda un segundo más de lo necesario.El contacto la hizo
Capítulo 8— Eres míaNarrador:Federico cerró la puerta tras de sí, apoyando la espalda contra ella con una calma que contrastaba con la incomodidad que se respiraba en el aire. Sus ojos oscuros se fijaron en Nebra, analizándola como si fuera un rompecabezas que quería desarmar.—La verdadera pregunta aquí es... ¿qué haces tú en mi estudio? —dijo con un tono que estaba cargado de una amenaza velada. Dio un paso hacia adelante, acortando la distancia entre ellos con movimientos lentos y calculados. —Después de todo, esta es mi casa. —Nebra se mantuvo inmóvil, sus dedos aferrándose con más fuerza al respaldo de la silla que tenía detrás. Su cuerpo le pedía que saliera corriendo, pero su mente estaba atrapada en el torbellino de emociones que la presencia de Federico desataba en ella.Lo odiaba. Odiaba esa sonrisa autosuficiente, el tono arrogante de su voz, la manera en que siempre parecía tener el control. Era un bastardo sin escrúpulos, un hombre que había destruido su vida sin dudarl