Las caras sorprendidas de Danilo y Mary eran de película. Para Mary, aquel hombre desconocido era de aspecto extraño y la vibra que emanaba de él no le gustaba para nada; algo turbio tenía su presencia.
Para Danilo, el hecho de que el mismo hombre del sueño se le presentara en la realidad era más que extraño y a la vez emocionante; su mente no daba cabida a tal hecho extraordinario y posiblemente maravilloso.
—Por favor, joven Danilo. No se quede callado, necesitamos arreglar un asunto que puede interesarle —dijo el hombre con insistencia ante la nula reacción del joven.
—Sí, sí, por supuesto... cómo no. —Danilo despabiló y asintió con las secuelas de la sorpresa que se había llevado.
—¿Podría ser en privado, si no es mucha molestia? —inquirió el hombre trajeado viendo a Mary de forma directa.
—Mary... —susurró Danilo con suavidad—. Hablaré un momento a solas con este señor. Creo que es algo importante. Luego te cuento todo, lo prometo.
Ella hizo una mueca de desaprobación e intervino un momento, dirigiéndose al señor:
—¿Nos permite un segundo, por favor? Gracias —pidió Mary con respeto. El hombre asintió, dio media vuelta para dar la espalda a los muchachos y ella entrecerró la puerta para ver a la cara a Danilo.
—Perdona que me entrometa, Dani pero, ¿quién es este señor? No me da buena espina. —Mary frunció el ceño.
—Es un hombre que conozco... de vista. Algo me dice que me trae buenas noticias. Sabes que creo en el destino y la buena racha, como cuando sueñas con ganar la lotería o con llevarte el premio gordo en algún juego de azar; algo me dice que esta es mi oportunidad para salir de mis problemas. Claro, si resulta cierto lo que yo intuyo.
—Bueno, Dani, no intervengo más, pensé que no lo conocías. Ahora que lo sé me he aliviado un poco y los dejo hablar a solas ¡No tengo más tiempo, que llego tarde al trabajo, caray! Nos vemos a la tarde-noche —finalizó Mary, dejándole las llaves del apartamento para salir disparada hacia su motocicleta y desaparecer como rayo.
Él rió ante las acciones apresuradas de su amiga y se dispuso a hablar con el hombre misterioso. Pero antes, se sacudió la playera para desarrugarla, se acomodó el cabello con los dedos y por último pero no menos importante, sacó una mentita tic tac de su bolsillo y comenzó a degustarla.
Danilo estaba decidido a causar la mejor impresión posible. Sin más preámbulo abrió la puerta y el hombre ya se encontraba de frente, viéndolo con una sonrisa de oreja a oreja. Danilo no pudo evitar sentir un escalofrío, pero se negó a creer que fuera de miedo; era obvio que la emoción lo tenía eufórico hasta la médula de los huesos.
El joven carraspeó y comenzó a hablar con un tono más grave para parecer más intelectual:
—Y bien... Estoy dispuesto a escucharlo y a hablar de negocios —dijo él y se cruzó de brazos.
—Por supuesto —el hombre hizo una reverencia rápida —. Déjeme presentarme con más formalismo. Mi nombre es Avery y soy el abogado de confianza de su tío Alberto Buena Fe, además de ser agente de bienes raíces. —Danilo levantó una ceja, pero no interrumpió—. Déjeme darle mis más sinceras condolencias de antemano. Le informo que su querido tío ha fallecido el día de ayer por la tarde y en vista de que el señor, que en paz descanse —Avery se persingó—, no tuvo descendencia sanguínea en vida. Así que dejó esta serie de documentos que constan, le ha dejado a usted todo lo que en vida poseía.
Danilo abrió sus ojos como platos ante esas palabras. Por más que le buscara algo de lógica, su mente no se hacía a la idea de tener un tío. Su padre era hijo único y su madre era la más pequeña de siete hermanas, y jamás le había hablado de medios hermanos ni nada parecido. Si ella había sido sincera con él y su padre, aquello no podía ser verdad.
—Señor... Avery, ¿no es verdad? Creo que aquí debe haber una equivocación. Yo no tengo ningún tío, ni nada que se le parezca —rió con nerviosismo.
—Oh, no, joven Danilo. Créame que todo lo que le digo es verídico. Todo está comprobado y patentado con documentos legales. —Avery abrió su maletín y sacó una serie de hojas.
Primero le pasó a Danilo el testamento del tío Alberto. Él no cabía en su asombro con lo que estaba leyendo. Aquel escrito a puño y letra de ese hombre, que hablaba de los bienes transferidos a su persona, que incluían una mansión y de una suma de quinientos billones de dólares. Su nombre y apellidos estaban escritos allí. Todo estaba arreglado para que quedara a su nombre de inmediato. El corazón le comenzó a latir desbocado cuando terminó de leer el documento.
—Aún no me lo puedo creer —dijo Danilo en un hilo de voz —Es que... ni siquiera recuerdo haber tenido un tío.
—Pero lo tuvo y le ha dejado todo a su nombre, bueno, si usted así lo desea —Avery volvió a guardar los papeles—. Si no es así, los bienes quedarán perdidos en cuestión de nueve días. Así que su decisión debe ser lo más pronta a ese lapso de tiempo. Todo se perderá para siempre a partir de allí.
La sangre de Danilo hervía de indecisión. Una tormenta de pensamientos invadieron su mente y ocasionaban un leve temblor en su cuerpo. Era más que evidente que aquella herencia vendría a resolver todos sus problemas de una. Sus días como perdedor terminarían y nuevas puertas se abrirían ante sus ojos, además... Lara.
—¿Qué es lo que debo hacer? —preguntó Danilo con firmeza.
—¿Acepta la herencia? ¿Hacemos trato entonces? —inquirió Avery como respuesta y Danilo asintió sin más rodeos.
La sonrisa maliciosa de oreja a oreja de Avery volvió a aparecer y le extendió la mano a Danilo. Este sin titubear extendió su mano y la estrechó con euforia. Al parecer la vida le había dado una oportunidad única que no estaba dispuesto a rechazar. Los días de abstinencia y sufrimiento habían acabado. Ya no había que pensarlo más, el trato estaba más que hecho.
«¡Nueva y deslumbrante vida, aquí vamos!».
Danilo se sorprendió que el agente no lo dejara firmar de inmediato y lo citara al siguiente día por motivos de revisión del papeleo para sellar con seguridad el trato el día de mañana. Lo pensó bien y no le dio mucha importancia; podía esperar unas horas más. De todas formas, Mary no lo estaba echando del apartamento y además tenía que contarle todo, así que Danilo aceptó el trato y quedaron de juntarse en las oficinas de Avery a las once de la mañana en punto.
En cuanto el agente le dejó la dirección y se fue, Danilo respiró profundo y estiró su cuerpo para quitarse todas las preocupaciones. Desde ya comenzaba a sentirse un hombre malditamente rico. Podía saborear el éxito y la buena vida que planeaba darse con toda esa suma de dinero ¿Qué importaba quién era su tío lejano? No había ningún impedimento para no aceptar.
Estaba por encerrarse en el apartamento de su amiga, cuando de repente la misma había regresado. Dejó la moto estacionada enfrente y comenzó a caminar hacia él; tenía una expresión demandante que Danilo no podía describir con exactitud ¿Por qué había regresado a tan poco tiempo? A veces Mary lo asustaba.
—Danilo Antonio Hernández Carrillo. Ahora me contarás con pelos y señales todo lo que hablaste con ese señor —espetó con pasos fuertes.
Cuando Mary pronunciaba todo su nombre sabía que la conversación iría en serio. Esa sería una larga mañana de tertulia y Danilo no podía sentirse más eufórico como lo estaba ese día. Ella y sus padres se iban a morir cuando se enteraran.
Pues, al final del día las expectativas para Danilo habían resultado de cabeza con respecto a la “gran” noticia que había acabado de recibir por parte del señor Avery Pendragon, como estaba escrito e aquel papel que le dejó el hombre con su nombre y dirección. Y pensar que él casi brincaba en un pie para ir con el pito y el tambor con lo que consideraba, era su felicidad pura.Aquella plática con Mary, en cuanto el señor Avery se hubiese marchado, le dejó un sinsabor extraño. Ella se había reportado enferma en el trabajo y regresó expresamente para que él le contara todo lo que había hablado con ese sujeto desconocido para ella.Allí, sentados en la salita del apartamento se pusieron a charlar largo y tendido sobre el asunto.—No, Danilo… —refunfuñó negando con la cabeza—. Creo que estás a punto de ser estafado de la manera más tonta del planeta.Danilo miraba hacia el techo para no hacerle una mirada mortífera a su pesimista amiga.—Piénsalo, Dani. Nadie, absolutamente nadie viene aq
Quedaba aproximadamente una hora para estar en las oficinas del señor Pendragon y la vida no podía haberse puesto más infernal ese día precisamente; pero no era el momento para cavilar en los “hubieras”, lo hecho estaba hecho, solo había que seguir adelante y tratar por todos los medios posibles llegar a las once de la mañana, como lo habían acordado el día anterior.Como sus pies le iban respondiendo, Danilo corrió por su alma y comenzó a tocar el timbre de Mary. En un principio había considerado pedirle una copia de sus llaves, pero luego de la noticia de la herencia, y si la suerte jugaba de su lado y lograba llegar a tiempo, no tendría que necesitar de entrar a ese apartamento nunca más; bueno, quizá a visitar.Tocó una, dos y tres veces hasta que le dolieron los nudillos. A la quincuagésima vez él cayó en la cuenta de que Mary ya desde hace hace unas dos horas estaba en su trabajo. Se dio una golpiza mental para añadir una más a sus dolores generales y se dispuso a llamar a su am
El par de amigos, caminaron por unos pasillos y subieron un elevador que los llevó cinco pisos arriba. En cuanto llegaron, Mary hizo pasar a su amigo a su oficina personal y le indicó donde estaba el baño.Mientras Danilo se cambiaba, Mary tocó la puerta para pasarle una colonia de hombre, y también un peine, y gel para el cabello. Danilo no pudo estar más que complacido con el gesto de ella.Mary se sentó a esperar, mientras tecleaba su informe de ventas, pero al cabo de unos minutos, Danilo irrumpió en la oficina, ajustándose la corbata y alisándose el traje con las manos.—¡Mary! ¡Mary! ¡Necesito tu ayuda urgente! —exclamó él, con la euforia brotando de sus poros.Mary levantó la mirada de su computadora con una ceja alzada.—Y tú qué… ¿Acaso estás en medio de una crisis existencial?—¡No, no! Es algo mucho más importante que eso. Mira, necesito saber de dónde sacaste este gel de cabello y esta colonia para hombre ¡Huelo y me veo fantástico, ¿verdad? —dijo Danilo, jadeando un poco
«Siento la fortuna… ¡Ya huelo la fortuna! Estoy a punto de saborearla», pensaba Danilo, mientras peinaba su rebelde flequillo y caminaba a paso ligero junto al señor Avery mientras avanzaban por una sola cuadra.Al doblar la esquina, sus ojos color miel se encontraron con el edificio que supuestamente albergaba el bufete del señor Avery. La emoción latía en su pecho como un tambor, una mezcla de ansiedad y anticipación que hacía que su corazón repiqueteara a un ritmo vertiginoso. Había llegado a tiempo, algo que rara vez lograba en su vida, y esta vez no podía permitirse ningún error de su parte.El edificio que se erguía frente a ellos tenía un aspecto desolado y lúgubre. La fachada estaba cubierta de graffiti descolorido y la pintura se descascaraba en varios lugares. Las ventanas parecían sucias y opacas, como si no hubieran sido limpiadas en años. La entrada principal tenía una puerta de madera vieja y desgastada que crujía ominosamente cuando el señor Avery la abrió.El interior
Danilo se había abstenido de tocar el timbre y se encontraba de pie en el umbral de la casa de Lara, uno de sus pies zapateaba con la incertidumbre de cómo acercarse a ella ahora que, prácticamente era un millonario en potencia. Se rascaba la sien y su mente estaba llena de preguntas sobre cómo iniciar la conversación y sobre qué hablarían. «Bueno, Danilo, es hora de enfrentar la situación. Debes hablarle, pero ¿de qué? ¿Cómo lo haces? Tienes que parecer interesante, seguro de ti mismo», pensó nervioso mientras sobaba las palmas de sus manos entre sí. El joven imaginó diferentes escenarios en los que podía entablar una conversación con Lara, pero sus pensamientos rápidamente se desviaron hacia lo que haría si ella le respondiera bien. Fantaseó sobre llevarla a una cena elegante en un restaurante de lujo o a una playa paradisíaca en algún rincón exótico del mundo. «Claro, un millonario debe impresionar a su cita... es obvio. Veamos... ¿Un hotel cinco estrellas, tal vez? Y si todo va
Danilo se encontraba sentado en el suelo, quejándose del dolor en la pierna por la mordida del perro Bravo; se hallaba en un estado de completa confusión y nerviosismo. La vergüenza y los celos lo consumían al mismo tiempo, y no sabía cómo actuar ante Lara, quien había salido al patio trasero y se sorprendió al reconocerlo.—Vamos, Bravo, ¡suelta a Danilo ahora!—exclamó Lara, agarrándose la cara de horror.Bravo, obediente a la llamada de su dueña, se retiró lentamente, aunque seguía mirando con desconfianza a Danilo. Gruñó con suavidad y se dirigó hacia la rubia, que lo guió hasta la entrada trasera de la casa.Mientras Danilo se sacudía la tierra, Lara entró a su casa, dando instrucciones a su acompañante para que se quedara adentro de la casa.—Quédate dentro, Javier y Asegúrate de que Bravo se calme—ordenó Lara al muchacho—¿Puedes darle algunas croquetas, por favor?El hombre, alto, de cabello negro y con una apariencia atlética tanto por su físico como por su vestimenta, parecía
La tarde llegó a su fin y Mary regresó a su casa, cansada y con los nervios a flor de piel, con la esperanza de ver a Danilo, pero cuando entró y lo llamó mientra encendía la luz, no había ni rastro de él.«Pero… ¿dónde estará metido este tonto, otra vez? Como ilusa anhelaba que estuviera aquí, esperándome para charlar conmigo, con la misma intensidad que yo esperaba hablar con él, pero veo que solo yo albergaba eso en mi alma», pensó, cabizbaja.La joven trigueña inspeccionó su hogar y en su pecho se anidó una extraña sensación de inquietud en el ambiente. Decidió abrir las ventanas para ventilar la casa y encendió un incienso para tratar de disipar la pesadez que sentía en el aire. Algo le decía que las cosas no estaban yendo bien para Danilo, y esa preocupación comenzó a anidar en su mente.Mientras se acercaba a la ventana, observó cómo las primeras estrellas comenzaban a asomarse en el firmamento, formando una capa de luz en el cielo nocturno. La belleza de la escena contrastaba
Ese lugar que era una cantina de mala muerte, a los ojos de Danilo se dejaba ver como una suite lujosa en algún país lejano, lejos de las calles de su barrio. Y en lugar de estar con Jenny, la camarera, o cualquier persona conocida o desconocida, era la hermosa Lara, la que se encontraba a su lado.En la mente de Danilo, la velada perfecta era una visión idílica, rodeados de lujos que solo él podía imaginar. En esa fanstasía vívida, se veía a sí mismo compartiendo una noche de ensueño con la rubia que tanto añoraba.Se había visto con Lara, con un hermoso vestido rojo que le tallaba a la perfección, ambos sentados en una mesa para dos, en un lujoso balcón con mirador hacia la costa. Un par de sirvientes los atendían con sumo esmero, trayendo exquisitos platillos y el mejor vino. Lara, con su rostro angelical, sonreía de oreja a oreja y sus ojos brillaban con complicidad hacia los de él.—Danilo… me encanta pasar el tiempo contigo. No puedo pensar en otro lugar donde preferiría estar e