Danilo despertó de manera abrupta de su ensoñación embriagada, pero lo hizo sobresaltado por un fuerte puñetazo en el brazo. Su mirada aturdida y confusa se encontró pronto con la furia del dueño de la cantina, un hombre de mediana edad que lo miraba con desprecio.—¡Despierta, inútil! —gritó el dueño de la cantina, que tenía la cara al rojo vivo.Jenny, con lágrimas teñidas de negro en las mejillas, se acercó al dueño y siguió quejándose con voz temblorosa.—Ese tipo… —sorbió por la nariz—. Me engañó, no tiene dinero ni para pagar una sola botella de licor. Además… ¡me trató de una manera abusiva!Danilo se llevó la mano a la cabeza, aun sintiéndose aturdido y fruncía el ceño, sin poder creer todo lo que salía de la boca de Jenny, quien seguía con su retahíla de quejas.—En pocas palabras, me quiso violar… Me forzó de manera violenta y me trató como una cualquiera ¡Tiene que hacer algo, don Lepe! —La joven se recargó en el brazo del señor y este respiraba fuerte de tan solo escucharl
Lo profundo del estado de embriaguez esta vez provocó que no hubiera ningún sueño idílico, eso sin duda era algo nuevo para Danilo. En primera instancia su primera sensación fue la de una tremenda y conocida pesadez… sí, la de haber bebido más de la cuenta una vez más.Había perdido la noción del tiempo y del lugar. Cuando abrió los ojos, los tenues rayos del sol que se lograban colar por una rendija de la cortina, parecieron azotar sus ojos, que tuvo que cerrar de golpe, trayendo el sueño a sus pesados párpados.—¿Dani? —dijo una melodiosa voz, pero no lograba reconocerla del todo… ¿Se trataba de Lara? ¡Que va! Era mejor no ilusionarse.Se volteó para seguir durmiendo.—¡Dani, despierta! ¡Ya casi me tengo que ir al trabajo y a ti no te importa! —exclamó Mary, con el ceño fruncido.—¿Qué… eres Mary? Déjame dormir —Danilo gruño, entreabrió los ojos y se tapó con el edredón.Pero la joven lo volteó para que se despertara, sin éxito alguno.—Y dime, holgazán… ¿No piensas despertarte?—So
Al final resultó que Mary -como siempre-, había puesto el trabajo antes que la diversión y los buenos momentos que la vida le estaba ofreciendo. La excusa que había puesto, según Danilo, era que el jefe la iba a sancionar si se retiraba y una sarta de cosas que eran un intento para hacerlo sentir culpable de la situación.—Además, Danilo Antonio… ahora tendré que estar pendiente de que el Sr. Duncan jamás se entere de que yo tomé uno de sus mejores trajes y que encima de eso está lleno de lodo, sangre y vómito de borracho ¿Cómo quieres que yo explique eso, eh? —espetó su amiga al otro lado de la línea.—¡Pero, Mary! —exclamó a falta de argumentos.— No… tendrás que ir solo, Dani —musitó Mary, que denotaba sigilo y molestia en sus palabras—. Solo espero volver a saber de ti, porque quizá con tu vida de rico, ¡quién sabe si termines perdiendo la memoria!—¡Oye…! —alcanzó a balbucear, Danilo.Mary colgó y el joven arrugó la nariz; tuvo que darle la razón a Mary, ya que gracias a ella él
Danilo no esperó un segundo más y con premura comenzó a recorrer aquellos majestuosos pasillos de su nueva mansión, más que decidido a encontrar a la chica camarera de la que no recordaba el nombre, pero vaya que se le habían quedado casi de memoria los encantos que tenía. Aquella búsqueda se volvió una especie de juego a las escondidillas en aquel enorme lugar del que Danilo no conocía el mínimo resquicio, bien podría perderse en aquel laberinto de pasillos y salones elegantes. Y pensar que aún no se acostumbraba a llamarlo su “nuevo hogar”, pero tendría que. Sobre todo porque pronto saldría a relucir su nombre en la alta sociedad. —Camarera… ¿dónde te has escondido? —murmuró, pero sin poder evitar que su voz chocara entre las paredes y los altos techos blanco marfil. El joven continuó su recorrido por esos elegantes pasillos decorados con amueblado antiguo, cuadros en lienzo, algunos con unos paisajes inigualables, a otros no les hallaba ni pies ni cabeza, era algo extraño para é
—¡Danilo! —Mary se despertó sobresaltada, el sudor perlaba su frente y un grito desesperado por el nombre que se había escapado de sus labios. «¿Hasta cuándo, Mary? ¡Ya deja de pensar en él! Ni siquiera piensa en ti…». Cuando volteó a su alrededor, la oscuridad de su habitación contrastaba con la pesadez de esa visión que la atormentaba. Con lentitud se incorporó en la cama, respirando agitada para intentar recuperar la calma mientras sus pensamientos se enredaban entre lo que eran sus sueños y la seca realidad. —Dani…—susurró, como si el eco de su sueño la persiguiera. Comenzó a recordar y esa imagen de un edificio colapsando se mantenía viva en su mente. Un lugar imponente, quizá un castillo… tal vez una empresa, no recordaba con claridad, lo cierto era que la construcción caía en ruinas, mientras su amigo, imperturbable avanzaba en dirección hacia aquel caos. Mary, desde la penumbra de su inconsciente, había intentado advertirle, pero sus palabras se perdían en el vacío, porqu
El día no podía transcurrir de peor manera. El peso de la frustración y el desánimo rondaban a Mary, que estaba sentada en una de las bancas del parque más cercano a la empresa donde trabajaba, ni siquiera había querido almorzar con las colegas de trabajo.Ese en definitiva era uno de esos días en los que todo parecía conspirar en su contra, y esta vez la consecuencia parecía ser justa y merecida. El fatídico encuentro con su jefe esa mañana había sido la guinda que decoraba su torta de desgracias. Sus palabras resonaban en su mente, como si estuvieran ocurriendo en ese mismo instante.—¡Falta uno de mis trajes, Mary! —espetó el señor Duncan, casi fulminándola con la mirada que decía más que mil palabras insultantes.En ese momento, Mary se sentía acorralada, sin argumentos ni excusas de peso que la pudieran ayudar con esa ola de consecuencias. Ella sabía muy bien que no podía mentirle a su jefe, en realidad era muy mala con siquiera intentarlo, así que solo se limitó a morder su labi
Mary entreabría sus labios, mientras balbuceaba un par de sílabas ininteligibles, todo para intentar buscar una respuesta elocuente a la sorpresiva llamada de su amigo. La joven frunció el ceño y con un soplido apartó uno de sus rulos que le molestaba la vista, para al fin contestar.—No sé por qué te pones en ese plan exigente, Dani ¿Qué no ves que estoy ocupada trabajando? —dijo Mary, con un dejo de irritación para hacerle saber a Danilo su posición.La joven ejecutiva abrió sus ojos con sorpresa al escuchar una carcajada de parte de Danilo.—Mary, Mary… Ya deja ese lugar por un día y ven conmigo —rezongó Danilo, con su característico tono juguetón—. Estoy completamente seguro de que en este momento lo que necesitas es un buen y merecido descanso.Mary no pudo evitar soltar una risita entre dientes, incapaz de resistir la pueril y hasta inocente alegría que su amigo Danilo emanaba de su alma. Era demasiada insistencia de parte de su amigo como para que fuera una simple coincidencia.
Mary se recostó en el lujoso asiento de la limusina, apretó su bolso beige de cuero entre sus brazos e intentó olvidar sus problemas. Le tomó más de lo que hubiese querido, pero de un momento a otro se relajó, desocupó sus brazos y terminó sintiéndose como si estuviera flotando en una nube esponjosa.Un suspiro salió de sus labios, por un lado disfrutaba de aquel paseo relajante que ese elegante vehículo le ofrecía, pero por otro, una sensación de opresión en su pecho la hacía cuestionarse muchas cosas, por ejemplo una que hallaba bastante grave: ¿Por qué Danilo tenía ese poder de convencimiento sobre ella?Comenzó a pensar si acaso era necesario meterse en tantos líos por él. Se regañaba a sí misma mientras la transición de una ciudad a otra pasaba rápidamente frente a sus ojos.«Como quisiera pensar que esta idílica experiencia va a ser la solución a todo lo que me aqueja —pensó—. Ojalá que lo del señor Duncan se calme hasta mañana y espero estar de vuelta en casa a tiempo para repa