—Ustedes… Todo este tiempo fingieron demencia y estuvieron con ellos —musitó el tembloroso Danilo—. Pensé que esto era importante para ustedes… ¿Acaso se olvidaron de todo lo que pasamos juntos? De las comidas, de las charlas y las bromas… del cariño que les tenía.Las palabras de Danilo salieron como un disparo, pero ninguno se inmutó. La única que se veía titubeante era Lourdes, que miró hacia otro lado, evitando la fulminante mirada de él.—Ay, no te pongas sentimental, Camilo o… como te llames —prosiguió Duncan—. El negocio es el negocio y tú solo eras una fachada para nuestro cometido.—Pero como descubriste todo, ahora ya no nos sirves para nada… —secundó Avery—, es lo que ha pasado con todos los jefes de esta empresa que ha cambiado de nombre como tú ahora te cambias tus lujosos trajes.Luego de aquel conmovedor discurso y con una señal sutil, los secuaces de los mafiosos avanzaron hacia Danilo para amordazarlo con fuerza y sentarlo junto a Mary, ambos solo se miraron, con el d
La vida parecía tener el mismo color grisáceo día tras día, y en la noche no había diferencia, salvo los sueños en los que ella se hacía realidad por una fracción de momento. Lara, su vecina, abarcaba todo el espacio de su mente y ella ni por enterada se daba; parecía no notar los intensos sentimientos que albergaba su corazón.Este mundo apestaba cada momento para Danilo, quien ya ni siquiera tenía las fuerzas de dirigirse juicioso hacia su lugar laboral. Se quedaba bajo las sábanas a deshoras del mediodía o quizá un poco más. Prefería roncar que enfrentarse a la lucha diaria; hasta bañarse era un calvario para él.Aunque su madre le dijera en repetidas ocasiones, que era un vago sin remedio, que no tendría un futuro prometedor, que Dios veía sus omisiones para con la vida correcta, y que eso lo llevaría derechito al infierno; aquello no era lo suficientemente convincente para levantar el trasero del sofá hacia sus responsabilidades.Ya ni siquiera el celular tenía chiste para él. La
Las caras sorprendidas de Danilo y Mary eran de película. Para Mary, aquel hombre desconocido era de aspecto extraño y la vibra que emanaba de él no le gustaba para nada; algo turbio tenía su presencia.Para Danilo, el hecho de que el mismo hombre del sueño se le presentara en la realidad era más que extraño y a la vez emocionante; su mente no daba cabida a tal hecho extraordinario y posiblemente maravilloso.—Por favor, joven Danilo. No se quede callado, necesitamos arreglar un asunto que puede interesarle —dijo el hombre con insistencia ante la nula reacción del joven.—Sí, sí, por supuesto... cómo no. —Danilo despabiló y asintió con las secuelas de la sorpresa que se había llevado.—¿Podría ser en privado, si no es mucha molestia? —inquirió el hombre trajeado viendo a Mary de forma directa.—Mary... —susurró Danilo con suavidad—. Hablaré un momento a solas con este señor. Creo que es algo importante. Luego te cuento todo, lo prometo.Ella hizo una mueca de desaprobación e intervino
Pues, al final del día las expectativas para Danilo habían resultado de cabeza con respecto a la “gran” noticia que había acabado de recibir por parte del señor Avery Pendragon, como estaba escrito e aquel papel que le dejó el hombre con su nombre y dirección. Y pensar que él casi brincaba en un pie para ir con el pito y el tambor con lo que consideraba, era su felicidad pura.Aquella plática con Mary, en cuanto el señor Avery se hubiese marchado, le dejó un sinsabor extraño. Ella se había reportado enferma en el trabajo y regresó expresamente para que él le contara todo lo que había hablado con ese sujeto desconocido para ella.Allí, sentados en la salita del apartamento se pusieron a charlar largo y tendido sobre el asunto.—No, Danilo… —refunfuñó negando con la cabeza—. Creo que estás a punto de ser estafado de la manera más tonta del planeta.Danilo miraba hacia el techo para no hacerle una mirada mortífera a su pesimista amiga.—Piénsalo, Dani. Nadie, absolutamente nadie viene aq
Quedaba aproximadamente una hora para estar en las oficinas del señor Pendragon y la vida no podía haberse puesto más infernal ese día precisamente; pero no era el momento para cavilar en los “hubieras”, lo hecho estaba hecho, solo había que seguir adelante y tratar por todos los medios posibles llegar a las once de la mañana, como lo habían acordado el día anterior.Como sus pies le iban respondiendo, Danilo corrió por su alma y comenzó a tocar el timbre de Mary. En un principio había considerado pedirle una copia de sus llaves, pero luego de la noticia de la herencia, y si la suerte jugaba de su lado y lograba llegar a tiempo, no tendría que necesitar de entrar a ese apartamento nunca más; bueno, quizá a visitar.Tocó una, dos y tres veces hasta que le dolieron los nudillos. A la quincuagésima vez él cayó en la cuenta de que Mary ya desde hace hace unas dos horas estaba en su trabajo. Se dio una golpiza mental para añadir una más a sus dolores generales y se dispuso a llamar a su am
El par de amigos, caminaron por unos pasillos y subieron un elevador que los llevó cinco pisos arriba. En cuanto llegaron, Mary hizo pasar a su amigo a su oficina personal y le indicó donde estaba el baño.Mientras Danilo se cambiaba, Mary tocó la puerta para pasarle una colonia de hombre, y también un peine, y gel para el cabello. Danilo no pudo estar más que complacido con el gesto de ella.Mary se sentó a esperar, mientras tecleaba su informe de ventas, pero al cabo de unos minutos, Danilo irrumpió en la oficina, ajustándose la corbata y alisándose el traje con las manos.—¡Mary! ¡Mary! ¡Necesito tu ayuda urgente! —exclamó él, con la euforia brotando de sus poros.Mary levantó la mirada de su computadora con una ceja alzada.—Y tú qué… ¿Acaso estás en medio de una crisis existencial?—¡No, no! Es algo mucho más importante que eso. Mira, necesito saber de dónde sacaste este gel de cabello y esta colonia para hombre ¡Huelo y me veo fantástico, ¿verdad? —dijo Danilo, jadeando un poco
«Siento la fortuna… ¡Ya huelo la fortuna! Estoy a punto de saborearla», pensaba Danilo, mientras peinaba su rebelde flequillo y caminaba a paso ligero junto al señor Avery mientras avanzaban por una sola cuadra.Al doblar la esquina, sus ojos color miel se encontraron con el edificio que supuestamente albergaba el bufete del señor Avery. La emoción latía en su pecho como un tambor, una mezcla de ansiedad y anticipación que hacía que su corazón repiqueteara a un ritmo vertiginoso. Había llegado a tiempo, algo que rara vez lograba en su vida, y esta vez no podía permitirse ningún error de su parte.El edificio que se erguía frente a ellos tenía un aspecto desolado y lúgubre. La fachada estaba cubierta de graffiti descolorido y la pintura se descascaraba en varios lugares. Las ventanas parecían sucias y opacas, como si no hubieran sido limpiadas en años. La entrada principal tenía una puerta de madera vieja y desgastada que crujía ominosamente cuando el señor Avery la abrió.El interior
Danilo se había abstenido de tocar el timbre y se encontraba de pie en el umbral de la casa de Lara, uno de sus pies zapateaba con la incertidumbre de cómo acercarse a ella ahora que, prácticamente era un millonario en potencia. Se rascaba la sien y su mente estaba llena de preguntas sobre cómo iniciar la conversación y sobre qué hablarían. «Bueno, Danilo, es hora de enfrentar la situación. Debes hablarle, pero ¿de qué? ¿Cómo lo haces? Tienes que parecer interesante, seguro de ti mismo», pensó nervioso mientras sobaba las palmas de sus manos entre sí. El joven imaginó diferentes escenarios en los que podía entablar una conversación con Lara, pero sus pensamientos rápidamente se desviaron hacia lo que haría si ella le respondiera bien. Fantaseó sobre llevarla a una cena elegante en un restaurante de lujo o a una playa paradisíaca en algún rincón exótico del mundo. «Claro, un millonario debe impresionar a su cita... es obvio. Veamos... ¿Un hotel cinco estrellas, tal vez? Y si todo va