3: Un extraño hombre lobo.

Dania.

Mientras Leander conduce el auto de aquellos matones, con una mirada mía desde la distancia hacia las cámaras estas entran en fuego.

Qué hombre lobo tan tonto.

¿Cómo puede andar por allí transformándose sin evaluar su alrededor o tomar precauciones?

De no ser por mí seguro los humanos lo descubrirían.

Suspiro cuando estaciono mi motocicleta cerca a su casa. Tengo una vista perfecta así que espero que todos estén dentro de la casa para, desde la distancia, encender el auto y llevarlo de vuelta a aquel callejón.

Estoy a punto de seguir al auto en mi moto cuando puedo ver en la ventana de la cocina cómo un chico parecido a Leander busca agua del grifo. No sé qué relación tienen, y no tengo demasiado tiempo así que tampoco me preocupo en escuchar qué sucede. Simplemente me voy, salvándole el trasero al extraño hombre lobo.

Una vez que dejo el auto en su lugar me dirijo a mi departamento, hago la oración en mi altar dedicado a mi diosa, y cuando caigo en la cama, no puedo dejar de repetir aquellas imágenes en mi mente con el corazón acelerado. El cómo Leander no dudó en defender a ese humano, cómo mostró valentía, su fuerza, y quedando en el aire, reveló su hermoso lobo.

Quedé impresionada al verlo. Leander pretendiendo ser un simple humano es algo hermoso de ver, pero en su forma lobo, entre dorado oscuro con blanco, y luego verlo completamente desnudo en su forma humana, fue algo… Mucho más impactante y espectacular de admirar.

La primera vez que vi a Leander fue un día que busqué a mi amiga Mary del trabajo, su auto estaba dañado así que no tuve problemas en sacar la moto. Yo estaba en la entrada esperando por ella, era de noche, cuando sentí que algo cosquilleó y al mismo tiempo comenzó a tirar de mí. Miré a todos lados, buscando algo que me diera respuesta, y entonces lo vi.

Un guapo hombre de cabello dorado oscuro, alto, corpulento, pero con un aura tan triste. Él estaba sentado en una banqueta hablando consigo mismo, y cuando su taxi llegó, sus ojos mieles observaron todo el lugar, buscando, entonces de inmediato murmuré un hechizo que me hiciera invisible para él.

Pude ver sus ojos mieles cruzar con los míos aunque no podía verme; sus ojos destellaron, vi una sombra pasar por ellos, y entonces lo supe. Él no era humano. Era un hombre lobo. Y yo… Una bruja que comenzaría a interesarse mucho más en él.

Leander es el primer hombre lobo que veo en años. Fui criada en una pequeña ciudad de México, y luego, cuando tenía unos quince años, mis padres y yo nos mudamos a Egipto, y allí conocí a otros “humanos” tan diferentes como yo. Conocí a una pequeña familia de lobos, y también a unos practicantes de la hechicería. 

Estando en Egipto por dos años enteros, aprendí mucho más sobre la hechicería, y dominé casi todos sus hechizos. Compartimos con aquella familia de lobos, y pude presenciar la transformación de toda la familia. Recuerdo quedar maravillada por su especie, pero no pude cuestionar mucho sobre su pasado porque mis padres me mantenían en constante vigilancia.

Al recordar el pasado la nostalgia me invade, así que caigo en mi cama, suspirando.

Desde que tengo uso de razón sé que soy diferente a cualquier otro humano con un don especial. Jamás he conocido a una bruja que no sea practicante de la hechicería. He estado buscando todos estos años alrededor del mundo a otra como yo, intentando encontrar respuestas, pero no las consigo.

¿Por qué puedo manipular objetos, emociones y mentes desde siempre? ¿Por qué es que en todos los libros estos hechizos solo aparecen como hechizos practicantes y no por naturaleza? ¿Por qué mis padres me hicieron jurar que jamás debía acercarme de nuevo a otros hombres lobo? Tengo tantas preguntas que al parecer jamás podrán ser respondidas.

Pero aquí me encuentro, repitiendo en mi mente la silueta masculina de Leander, su imponencia, su sonrisa, mientras me acomodo en la cama acariciando el camino entre mis senos. Jamás había deseado ser tocada de esta forma por nadie hasta la semana pasada, cuando nuestras manos se unieron por primera vez.

¿Sabrá que soy una bruja?

Imposible. Me he lanzado un hechizo para que nadie pueda reconocerme, y deshacerlo para Leander sería ponerme en riesgo ante otras especies que desconozco.

¿Por qué me siento tan atraída hacia él? ¿Es porque mis padres me lo prohibieron o porque Leander es especial?

Joder, si tan solo me hubiera dado la oportunidad de llevarlo conmigo a la fiesta. Estuve planeando hasta el último detalle para ese día; desde manipular el jodido intercambio y hacerle saber qué regalo querría yo, hasta conseguir su reloj de bolsillo. Todo debía salir perfecto, como una primera cita “casual”, pero nada salió como quería.

“No tengo compañera”, recuerdo sus palabras.

¿Entonces espera a la mujer que le ha destinado la diosa de la luna para aceptar una cita?

¿Pero cómo puede saber él quién es su compañera destinada si vive entre humanos? Mi corazón da un vuelco cada que pienso en esto. Y es porque sé que los hombres lobos solo son destinados a mujeres lobos; por más que he buscado en libros no he leído un caso que me diga lo contrario. Solo pueden cruzarse con su propia especie por el bien de sus cachorros.

He estado observando a Leander desde hace un mes entero y lo que más llama mi atención es el hecho de que no parece tener otra rutina más allá de ir a su casa y el trabajo. Nunca me he permitido seguirlo hasta el bosque porque ese lugar me causa terror, pero sé que lo hace para liberar a su lobo en las noches de luna llena.

Quisiera tocar a su lobo, quisiera saber por qué no vive con otros de su especie, ¿por qué está tan triste siempre? ¿Qué es lo que esconde? Me encuentro incapaz de manipularlo a mi antojo porque deseo con ansias obtener todo de él sin que yo se lo pida, además de que no sé si su lobo podría darse cuenta de que algo sucede. Quiero conocerlo, es una necesidad que hace latir mi corazón cada vez más fuerte.

Mi mano se detiene una vez que consigo alcanzar mi clímax pensando en aquel hombre desnudo, imaginando cómo sería tenerlo sobre mí, y caigo rendida por tan agotador día.

Al despertar, tomo una ducha, cocino y me preparo para salir. Decido colocarme un vestido amarillo sencillo que me llega a las rodillas, botas marrones y una chaqueta de cuero del mismo color, junto a aretes de mariposa, el cabello sin planchar, y un maquillaje sencillo. Mi instinto me dice que es mala idea salir en moto, así que tomo el auto. Veo el cupcake de naranja en el tablero y sonrío.

Él debe estar pensando que la persona que hizo la jugarreta en el intercambio es la misma que ha estado dejando regalos en su escritorio, y sí, soy yo, manipulando al portero que llega más temprano que los demás a la empresa para que deje el obsequio en su sitio. No he querido subir a su piso de trabajo, aunque el día de San Valentín no resistí a entrar a la primera planta en cuanto él lo hizo. Nadie pudo verme pero sé que él pudo olerme así que fue por ello que oculté mi olor de él en la noche.

—¿Podrías dejar esto en el escritorio de Leander por mí, por favor?

El portero asiente ante mi petición sin preguntas, sumiso por completo, y entonces vuelvo a mi auto; pero mi corazón da un vuelco cuando un taxi se para frente al mío, y de él, veo bajar al hombre lobo que me tiene cautivada.

Hoy ha decidido usar su traje color marrón, y suspiro por la coincidencia.

Suplico en baja voz para que el portero regrese rápidamente, pero Leander solo avanza hacia dentro después de mirar un rato la puerta. Me escondo porque sé que siente que lo observo, y mis manos aprietan el volante con nerviosismo porque vaya a ser descubierta de alguna forma.

Lo curioso de mí e incluso lo más insólito, es que puedo manipular las emociones de otros, pero jamás las mías. Así que pronto mis manos se encuentran sudando por mis tontos nervios.

—¿Qué hago? —me pregunto viéndome al espejo.

Joder, ¿me veo bien? ¿Es buena idea intentar socializar con él justo hoy?

Vamos que le he salvado el precioso trasero anoche, al menos debe invitarme el almuerzo, o una cena… ¡pero él no sabe que lo salvé ni que soy una bruja! ¿Cómo puedo explicarle todo?

Solo sé una simple humana, Dania, me repito.

Salgo del auto y mis pies se dirigen hasta la empresa, paso la recepción y luego tengo una sala llena de pequeños cubículos. Me detengo en medio de la sala, y entonces fijo mí vista en el ascensor con el corazón más que agitado, esperando.

Las puertas del ascensor se abren dejando salir a hombre lobo junto al portero; y cuando el viento sacude un poco mi cabello, el rostro de Leander se fija en el mío. Puedo ver su mirada oscurecerse, el reflejo de su lobo queriendo venir hacia mí, y entonces maldigo, incapaz de moverme, porque es demasiado tarde para bloquear mi olor.

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