Gabriel Cox.Después de tomar un vaso de agua y asegurarme de que mi hijo mayor esté bien, continúo contando la historia, con la esperanza de que Dania entienda lo importante que es que ella acepte que es la bruja elegida.—Alexander formó un hogar con Darlene, quien una noche tuvo una revelación en el templo. Se dice que la Diosa Isis se hizo presente y la ayudó a escribir ese libro de hechicería en donde también se hablaba de una profecía que todos conocemos —digo, mirando de reojo a una Dania incomoda.»Darlene y Alexander tuvieron dos hijos, ambos lobos. Uno dorado, como tú, Leander, y el otro con un pelaje castaño. Alexander sabía que, si la profecía era cierta, entonces solo el primogénito de cada lobo dorado podría cumplir la profecía. Idealizó demasiado a su hijo mayor, mucho más después de descubrir que su don era diferente al suyo; abandonó por completo a su hijo menor. Y este último se sumió en un desprecio en contra de su padre, madre y hermano por sentirse desplazado.»El
Leander.Decido quedarme en la habitación con mi padre al ver su rostro preocupado. Ahora siento mucha más carga sobre mis hombros al saber toda la historia familiar. Ahora esto no solo se trata de salvar a la humanidad ni a los licántropos sino que se hacer justicia; y la única forma de hacerlo es que nuestro impacto sea tan grande que actos como esos no puedan repetirse nunca más.He sentido a Near demasiado callado, como si él mismo se mantuviera al fondo de mi mente. Ni siquiera lo he escuchado opinar sobre lo que nos contó papá, solo reaccionó con un aullido de dolor por saber cómo ocurrió la muerte de nuestra madre.Ahora entiendo que la imagen sobre mamá enferma en cama solo quizás era un viejo recuerdo de alguna gripa o fiebre, y mi pequeño cerebro realmente se aferró a ello junto a lo que mi padre nos había hecho creer “estaba muy enferma”.No culpo a papá de ocultarme la verdad, pues, sé que tal vez de contármela desde el inicio hubiera tenido demasiado remordimiento no solo
Leander.Tomo un libro de la sección fantasía, hago la compra y lo guardo en mi maletín. Hoy hay un intercambio de regalo por el día de San Valentín, y mi amigo secreto me ha pedido esto como regalo. Luego pido un uber que me lleve directo al trabajo, y ya en el auto, desvío mi vista en las calles, viendo a todas estas personas, y vuelvo a preguntarme como cada día, ¿alguno de ellos será como yo?No hay forma de que pueda identificar a otro de mi especie si aparenta bien ser un simple humano, como lo aparento yo, mi padre, e incluso mí hermano. Pero desde que tengo uso de razón, mi lobo Near y yo hemos querido saber qué se siente tener una vida plena siendo nosotros mismos.Lo único que sé, es que mi familia, los Cox, hemos sido desterrados de la comunidad en donde otros hombres lobos habitan con sus cachorros y sus compañeras. Como no tenemos el privilegio de compartir con ellos, siempre que hay luna llena, voy con mi hermano al bosque más lejano, con la esperanza de encontrar a otro
Leander.—Bien vamos, ¿quién está jugando conmigo? —cuestiono a todos.Cinco días. Han pasado cinco días desde San Valentín, y cada mañana encuentro pequeños obsequios en mi escritorio. El primer día fue una caja de galletas con un ligero sabor a naranja que Near y yo dudamos en comer, pero terminamos amando. El segundo regalo fue una pulsera negra con un dige extraño que Near piensa que proviene de Egipto; luego fue un cupcake, un collar con el mismo dige, y hoy, de nuevo galletas.—Eres el favorito de Dios, galán —me dice Kristin, coqueta—. No recibiste un regalo la semana pasada y ahora recibes uno diario. ¿Quién es la mujer que se ha arriesgado a conquistar a este bombón, eh?Las demás chicas ríen pero solo juegan conmigo. Ninguna de ellas ha sido la causante de esto. Todas saben que no tienen oportunidad conmigo porque trabajamos juntos desde hace tres años y me he negado a todos sus intentos de coqueteo. Quizás piensan que soy gay, y eso es lo mejor.—Come una, quiero saber si
Dania.Mientras Leander conduce el auto de aquellos matones, con una mirada mía desde la distancia hacia las cámaras estas entran en fuego.Qué hombre lobo tan tonto.¿Cómo puede andar por allí transformándose sin evaluar su alrededor o tomar precauciones?De no ser por mí seguro los humanos lo descubrirían.Suspiro cuando estaciono mi motocicleta cerca a su casa. Tengo una vista perfecta así que espero que todos estén dentro de la casa para, desde la distancia, encender el auto y llevarlo de vuelta a aquel callejón.Estoy a punto de seguir al auto en mi moto cuando puedo ver en la ventana de la cocina cómo un chico parecido a Leander busca agua del grifo. No sé qué relación tienen, y no tengo demasiado tiempo así que tampoco me preocupo en escuchar qué sucede. Simplemente me voy, salvándole el trasero al extraño hombre lobo.Una vez que dejo el auto en su lugar me dirijo a mi departamento, hago la oración en mi altar dedicado a mi diosa, y cuando caigo en la cama, no puedo dejar de r
Leander.Miel y naranja, una perfecta combinación de ácido con azúcar.Aprieto mis puños gritándole a Near que se mantenga calmado cuando este comienza a aullar como un jodido lobo en celo.Su olor es el que nos ha estado volviendo locos, y verla vestida así, tan natural pero al mismo tiempo tan sensual, nos incita a caer en el instinto primitivo de todo animal, y no, no es comer. Mi boca se hace agua y puedo ver en mi mente cómo Near babea por su presencia. Nos gustaría tanto probar cualquier cosa de ella.Sin poder controlarme me encuentro frente a ella. Después de hacerle ver a Near que la chica está asustada, él se controla porque lo que menos quiere es alejarla de nosotros.—Dania —pronuncio su nombre, casi sintiendo su sabor en mi paladar.Si es ella quien huele así, ¿cómo es que en nuestro primer encuentro no pudimos olerla? Todo esto es extraño, ¿qué demonios nos sucede? No puedo apartar mi mirada de ella, me hipnotiza pese a las miles de preguntas en mi cabeza.—Hola, Leander
Leander.—¿Podrías calmarte, por favor? —le suplico a Near—. ¿Entiendes que si nos transformas vas a alejarla para siempre? Los humanos no tienen ni idea de nosotros, solo existimos en la fantasía de sus libros. Nos tendrá miedo.—A Dania le gustan los libros de fantasía —gruñe—. ¿Qué te hace pensar que no nos aceptará?—¡Diosa! Near... No puedo dejar que te transformes delante de ella. No ahora. Prometo que te lo permitiré cuando descubramos si podemos confiar en ella, ¿de acuerdo? Por ahora, no hables. No quiero que arruines nuestra cita.Near vuelve a empujarme. Está ansioso, como si estuviera muerto de hambre, jamás lo había sentido así. Pero en parte lo comprendo porque tenemos veinticinco años, y jamás hemos estado con una mujer. Al principio, ambos sentimos mucho miedo de salirnos de control en nuestra primera vez y terminar lastimando a una humana, ya que no conocemos a mujeres de nuestra especie; pero luego, prometimos que esa intimidad solo ocurriría con nuestra compañera. As
Leander.Una vez que nos abrimos paso al templo, Near no deja de dar vueltas en mi mente, nervioso. Ambos lo estamos. Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de venir a un lugar como este. Lo único que sabemos de los dioses es por lo escrito en libros antiguos por humanos que lamentablemente no son de confiar, así como las teorías en los libros de fantasía. Culpa de mi padre sí, al querer criarnos a Adriel y a mí como simples humanos con una especie de “don” que solo puede ser liberado en luna llena.Cada paso que doy por el templo se siente como una sacudida, intenso, profundo, como si supiera que lo que estaré a punto de descubrir me cambiará la vida para siempre.Afuera hay un sol increíble, pero aquí dentro, solo se filtra por algunas partes del techo. Estructuras gigantescas, huele a arena, pero diferente. Se siente como si estuviera en una época en donde la humanidad ni siquiera existía. Y mi padre no nos guía por el sitio en donde se van otros turistas.En el camino, me dete