Leander.
—Bien vamos, ¿quién está jugando conmigo? —cuestiono a todos.
Cinco días. Han pasado cinco días desde San Valentín, y cada mañana encuentro pequeños obsequios en mi escritorio. El primer día fue una caja de galletas con un ligero sabor a naranja que Near y yo dudamos en comer, pero terminamos amando. El segundo regalo fue una pulsera negra con un dige extraño que Near piensa que proviene de Egipto; luego fue un cupcake, un collar con el mismo dige, y hoy, de nuevo galletas.
—Eres el favorito de Dios, galán —me dice Kristin, coqueta—. No recibiste un regalo la semana pasada y ahora recibes uno diario. ¿Quién es la mujer que se ha arriesgado a conquistar a este bombón, eh?
Las demás chicas ríen pero solo juegan conmigo. Ninguna de ellas ha sido la causante de esto. Todas saben que no tienen oportunidad conmigo porque trabajamos juntos desde hace tres años y me he negado a todos sus intentos de coqueteo. Quizás piensan que soy gay, y eso es lo mejor.
—Come una, quiero saber si son de naranja —suplica Near.
Ruedo los ojos pero no le hago caso porque ya está comenzando a irritarme la situación. No me gusta tener más intriga de la que ya llevo. El día siguiente de mi encuentro con la humana Dania, fui a la empresa en donde vi salir aquel auto blanco; pregunté a la recepcionista por ella, pero mencionó que nadie con ese nombre trabaja allí. Así que he estado llegando al trabajo más temprano de lo usual solo para sentarme en la maldita banqueta de la calle y esperar verla entrar a cualquier otro sitio cercano, pero justo hoy Near dijo que debemos parar.
Aunque solo lo ha dicho porque está emocionado con los regalos en mi escritorio.
Tras otro día común en el trabajo, llega la noche y me despido de todas las chicas. Me encuentro esperando el uber, en la jodida butaca, y lo único que hago es revivir nuestro encuentro.
Near no lo quiere admitir pero sé que piensa constantemente en ella. No sabemos por qué. Nunca nos había pasado con otra humana.
—¿Y si no es una humana? —le pregunto a Near.
Él se sacude en el interior de mi mente.
—No es una mujer lobo.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque lo sé.
—Near… —Mi vista va hacia la esquina de donde la vi partir—. ¿Crees que nuestra compañera sea como nosotros?
—No lo sé, Leander. No sabemos mucho sobre nosotros.
Suspiro. Es verdad. Nuestro padre no responde muchas de nuestras preguntas, y no es como si pudiéramos encontrarlas en otra parte porque somos renegados, y no podemos arriesgarnos a ser descubiertos por los humanos.
Lo único que sabemos es que cuando veamos a nuestra compañera, lo sabremos.
¿Pero cómo?
Joder, si tan solo mamá estuviera viva, todo sería más fácil.
—¿Podemos tener de compañera a una humana?
—Leander... —Near gruñe, al parecer cansado.
—¿Cómo sabemos que no es ella? Digo, no la puedo sacar de mi cabeza, tú tampoco…
—¡Leander hay una pelea!
Su gruñido me alerta y mi olfato detecta sangre. Joder. Escucho los golpes contra la piel fácilmente, y no puedo quedarme tranquilo hasta saber qué sucede. Hay gritos cuando me aproximo a un callejón, y entonces puedo ver a la distancia, casi a oscuras, cómo tres hombres mantienen acorralado a un chico joven, el cual tiene toda la cara llena de sangre y suplica por su vida.
Near da vueltas, furioso, porque podemos darnos cuenta que el chico es bueno y ellos son unos matones. Entonces aprieto mis puños.
—¡Dejen al chico en paz!
Los hombres giran hasta verme. Dos de ellos ríen mientras uno se acerca a mí.
—¿Y tú quién eres eh? —dice un humano fuerte y calvo—. Regresa a tu trabajo, hombre. No es tu asunto.
Respiro hondo cuando los otros dos se llevan a rastras por el suelo al chico que no puede ni gritar por ayuda.
—No voy a regresar a ninguna parte. He dicho que lo suelten. ¡Ahora!
Mi última palabra sale casi en un gruñido de Near, y sé que mis ojos han cambiado de color, a un miel más intenso, porque no me estoy esforzando demasiado en ocultar a mi lobo.
—¡Llévenlo al auto! Yo me encargo de este tipejo… —vocifera el calvo, y luego me mira con una risita maliciosa.
Antes de que pueda ponerme una mano encima detengo un golpe con mi maletín. Él se sorprende por mi rapidez pero viene a mí con más furia, así que esquivo su golpe; y luego, quedando atrás de él, aprovecho a golpear su costilla. Solo me basta darle dos golpes profundos, darle la vuelta y partir su nariz con mis puños, cuando el humano cae al suelo.
Mientras corro hasta el otro extremo del callejón, puedo olfatear un ligero olor a naranja y miel que me desconcentran un momento. Near también se da cuenta, pero bufa queriendo transformarnos por su molestia con los hombres, así que lo controlo diciéndole que puedo manejarlo.
Vemos al joven luchando con todas sus fuerzas para no ser llevado al maletero del auto. Me acerco mientras estiro mi cuerpo un poco. Hace años que no golpeaba a nadie y se siente bien.
—He dicho que lo suelten. Ahora.
Los dos hombres se vienen contra mí al verme con las manos llenas de sangre. Ambos piensan dar lo mejor de sí pero soy más rápido y fuerte, así que a uno le golpeo justo el centro del estómago cortándole el aire, mientras que al otro le rompo la pierna y el brazo.
El chico joven parece tener miedo de mí porque grita por ayuda, y en ese momento, otro hombre sale del auto, con un arma, tomando al chico para entonces apuntarlo.
—¿Quién rayos eres? —escupe el hombre armado.
—Suelta al chico y no tendrás problemas.
Como no he matado a ninguno de los demás, no me sorprende que pronto todos estén rodeándome, aunque heridos. Near está fuera de control, empujándome hasta el fondo cada vez más fuerte.
—¿Acaso te crees súper héroe eh? ¡Idiota hijo de perra! —grita el que le rompí la nariz.
—No pienso volverlo a repetir —gruño, agitado, sintiéndome cada vez más caliente.
—¡Solo mátalo y ya! —dice otro.
El hombre que tiene el arma intenta apretar el gatillo hacia mí pero entonces Near me desplaza, haciendo romper en el aire nuestra ropa, golpeando el suelo con fuerza con sus cuatro patas, gruñendo fuerte, viendo a todos los humanos malos con odio.
Hay jadeos asombrados.
—¡¿Qué m****a?! —grita uno.
—Near, acábalos —le ordeno.
—Será un placer —gruñe gustoso.
…
Regresamos a casa después de dejar al humano en un hospital. El chico pronunció llamarse Carlos, y nos contó que esos hombres son unos matones de un prestamista, él les debe dinero porque su madre está enferma, y no ha podido pagarles. Carlos nos hizo la promesa de no decirle a nadie lo ocurrido, y yo me encargué de deshacerme de los cuerpos de los matones.
Entro a casa medio desnudo, con la chaqueta de uno de los matones cubriéndome las pelotas ya que mi ropa quedó destruida.
—¿Huele a sangre humana? —gruñe mi padre, Gabriel, llegando a mí—. ¿Qué es esto? ¿¡Otra pelea, Leander!?
Bajo la cabeza, por respeto, y luego lo miro.
—Defendimos a un humano.
—Oh, como si eso lo hiciera mejor —masculla, molesto.
—¿De quién es ese auto, Leander?
Ante la pregunta de mi hermano Adriel, papá sale de la casa y maldigo. Todo se viene abajo cuando papá revisa el maletero y ve toda la sangre. En menos de un minuto me tiene en el sótano, atado a una silla, con esposas de plata pura en mis muñecas, eso me debilita, hace imposible que Near salga.
—¿Los mataste? ¡Mataste a humanos!
—Lo hice —declaro, furioso.
Odio que me trate como un niño pequeño. Cada que hago algo que no le gusta, Gabriel me trae aquí, y me tortura con estas jodidas esposas, a veces incluso por días, “solo para que aprenda la lección”. Siempre menciona que debemos mantenernos alejados de los problemas con los humanos, que jamás dejemos salir nuestro lobo.
—¡Y lo dejaste salir! ¿Sabes cuantas malditas cámaras hay en esta jodida ciudad? ¿Y si alguna te vio, Leander? ¿Y alguien descubre lo que somos? ¡Cómo vamos a hacer! ¡Nuestros rostros estarían en sus redes y televisión! ¡Y no podemos regresar con los nuestros!
—¡Pues esto es por tu culpa! —estallo, cansado—. ¡Somos renegados por tu culpa!
—No…
—¡Si tan solo pudiéramos tener una vida normal como otros lobos nada de esto estaría pasando! ¡Near quiere salir todos los días a correr! ¡Nos sentimos cada día más deprimidos! ¡Mi vida entre los humanos es una tortura! ¿No lo es para ti?
—Yo no tengo vida desde que tu madre murió, ¡y por tu culpa!
Tras el grito de mi padre, la tensión en el sótano se disipa, pero rompe mi corazón. Mi hermano nos ve y se lleva las manos a la cabeza mientras mi padre se desploma en el suelo y comienza a llorar. Puedo sentir a su lobo también demasiado triste.
—¿Por…? ¿Por qué es… mi culpa?
No lo entiendo. Mamá murió después de dar a la luz a mi hermano Adriel, una extraña enfermedad la atacó, ¿por qué me echa la culpa?
—Papá… —lo llama Adriel—. Papá ya es suficiente… Dile la verdad.
Mis ojos van hacia Adriel, luego a papá. La desesperación me consume, cuando los ojos de mi padre se clavan en los míos.
—No puedo decirle, es un riesgo…
—Papá, ¿qué demonios sucede?
Intento moverme pero las esposas me mantienen inmóvil.
—Si no se lo dices tú, se lo diré yo —señala Adriel.
Mi corazón bombea fuerte, puedo sentir a Near angustiado.
Entonces mi padre se acerca a mis rodillas, viéndole con dolor.
—Lo siento, Leander… Hijo mío… Haz de pensar que te odio, pero no lo hago, yo solo…
Mi padre comienza a llorar, entonces mi hermano menor continúa.
—Mamá murió protegiéndote, Leander… Vivimos con los humanos porque estás destinado a encontrar a la bruja de una profecía que vive entre los humanos. Ella es una bruja que todos los Alfas de nuestra especie quieren conseguir para tomar el control de la humanidad.
Miro a mi hermano y luego a mi padre, pasmado.
Esto sí tiene que ser una jodida broma.
Dania.Mientras Leander conduce el auto de aquellos matones, con una mirada mía desde la distancia hacia las cámaras estas entran en fuego.Qué hombre lobo tan tonto.¿Cómo puede andar por allí transformándose sin evaluar su alrededor o tomar precauciones?De no ser por mí seguro los humanos lo descubrirían.Suspiro cuando estaciono mi motocicleta cerca a su casa. Tengo una vista perfecta así que espero que todos estén dentro de la casa para, desde la distancia, encender el auto y llevarlo de vuelta a aquel callejón.Estoy a punto de seguir al auto en mi moto cuando puedo ver en la ventana de la cocina cómo un chico parecido a Leander busca agua del grifo. No sé qué relación tienen, y no tengo demasiado tiempo así que tampoco me preocupo en escuchar qué sucede. Simplemente me voy, salvándole el trasero al extraño hombre lobo.Una vez que dejo el auto en su lugar me dirijo a mi departamento, hago la oración en mi altar dedicado a mi diosa, y cuando caigo en la cama, no puedo dejar de r
Leander.Miel y naranja, una perfecta combinación de ácido con azúcar.Aprieto mis puños gritándole a Near que se mantenga calmado cuando este comienza a aullar como un jodido lobo en celo.Su olor es el que nos ha estado volviendo locos, y verla vestida así, tan natural pero al mismo tiempo tan sensual, nos incita a caer en el instinto primitivo de todo animal, y no, no es comer. Mi boca se hace agua y puedo ver en mi mente cómo Near babea por su presencia. Nos gustaría tanto probar cualquier cosa de ella.Sin poder controlarme me encuentro frente a ella. Después de hacerle ver a Near que la chica está asustada, él se controla porque lo que menos quiere es alejarla de nosotros.—Dania —pronuncio su nombre, casi sintiendo su sabor en mi paladar.Si es ella quien huele así, ¿cómo es que en nuestro primer encuentro no pudimos olerla? Todo esto es extraño, ¿qué demonios nos sucede? No puedo apartar mi mirada de ella, me hipnotiza pese a las miles de preguntas en mi cabeza.—Hola, Leander
Leander.—¿Podrías calmarte, por favor? —le suplico a Near—. ¿Entiendes que si nos transformas vas a alejarla para siempre? Los humanos no tienen ni idea de nosotros, solo existimos en la fantasía de sus libros. Nos tendrá miedo.—A Dania le gustan los libros de fantasía —gruñe—. ¿Qué te hace pensar que no nos aceptará?—¡Diosa! Near... No puedo dejar que te transformes delante de ella. No ahora. Prometo que te lo permitiré cuando descubramos si podemos confiar en ella, ¿de acuerdo? Por ahora, no hables. No quiero que arruines nuestra cita.Near vuelve a empujarme. Está ansioso, como si estuviera muerto de hambre, jamás lo había sentido así. Pero en parte lo comprendo porque tenemos veinticinco años, y jamás hemos estado con una mujer. Al principio, ambos sentimos mucho miedo de salirnos de control en nuestra primera vez y terminar lastimando a una humana, ya que no conocemos a mujeres de nuestra especie; pero luego, prometimos que esa intimidad solo ocurriría con nuestra compañera. As
Leander.Una vez que nos abrimos paso al templo, Near no deja de dar vueltas en mi mente, nervioso. Ambos lo estamos. Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de venir a un lugar como este. Lo único que sabemos de los dioses es por lo escrito en libros antiguos por humanos que lamentablemente no son de confiar, así como las teorías en los libros de fantasía. Culpa de mi padre sí, al querer criarnos a Adriel y a mí como simples humanos con una especie de “don” que solo puede ser liberado en luna llena.Cada paso que doy por el templo se siente como una sacudida, intenso, profundo, como si supiera que lo que estaré a punto de descubrir me cambiará la vida para siempre.Afuera hay un sol increíble, pero aquí dentro, solo se filtra por algunas partes del techo. Estructuras gigantescas, huele a arena, pero diferente. Se siente como si estuviera en una época en donde la humanidad ni siquiera existía. Y mi padre no nos guía por el sitio en donde se van otros turistas.En el camino, me dete
Dania.Ver a esa mujer acercándose a Leander de esa forma hizo que me entraran los más terribles instintos. No me hacía falta escuchar qué le estaba diciendo, me he dado cuenta de cómo todas sus compañeras lo observan, lo desean. Y aunque me da algo de paz saber que él tiene una reacción diferente frente a mí, una reacción que ellas no consiguen, no pude evitar querer causarle dolor a la mujer en ese momento.Me arrepentí de haber usado mis poderes para el mal cuando a la distancia escuché el grito dolorido de la mujer. No esperaba que su padre pasara a recogerlo, ni que mis celos pudieran llegar a tanto. Y no podía culparlo por dejarme plantada, pues era yo quien lo iba a dejar plantada a él.Si hay algo en lo que confío, es en mis instintos, esos impulsos de tomar un camino diferente. Esa noche al verlo salir de la empresa, en lugar de caminar hasta él, me oculté, incapaz de entender por qué no tenía la fuerza de enfrentarlo, hasta que lo seguí en mi propio auto. Lo seguí al aeropue
Leander.Cuando leí aquél libro de fantasía en donde el protagonista narraba la forma en que se sintió al descubrir quién era su compañera destinada, pensé que estaba exagerando, pero no lo hacía.En la realidad de mi mundo, ver los ojos de la mujer que la Diosa ha destinado para mí, se ha sentido cómo una sacudida divina; una revelación del fondo de mi alma, expandiéndose hasta explotar en miles de colores, para volver a cerrarse, quitarme la respiración por un tiempo, y aun así seguir sintiendo que estoy vivo; que estoy pisando tierra pero que, al mismo tiempo, estoy en el cielo.Las lágrimas salen de mis ojos por la conmoción del descubrimiento, es ella. La mujer que ha movido nuestro mundo desde que la conocimos.—Compañera —declaro, viendo su rostro pálido.Y de inmediato un gruñido furioso mío se mezcla con el de Near viendo a nuestro padre, quien de inmediato deja caer en el suelo el objeto que tanto le causa dolor a mi compañera.Dania jadea echando su cuerpo hacia adelante tra
Dania.—Lo siento señor Cox, pero no soy la mujer que están buscando.—Señorita, usted no tiene edad para ser una bruja practicante tan fuerte como para verse afectada por esto —responde señalándome el objeto, al que tengo que desviar la vista porque solo verlo me hiere.Se trata de un objeto fabricado por los seguidores de Seth, el cual les dio la sabiduría y herramientas para desenmascarar a todas las brujas o sacerdotisas seguidoras de Isis. Fue construido hace demasiado tiempo, cuando se creía que los Dioses volverían a gobernar la tierra; pero lo que muchos no saben es que, en lugar de volver ellos, fueron los encargados de regalar dones especiales para algunos, como yo, los hombres lobo, alacranes, videntes.Ahora es cuando me pregunto de dónde el señor Cox ha conseguido esto. Pero eso no es lo importante ahora. Lo importante es que Leander me ha reconocido como su compañera. Y no me siento capaz de afrontarlo.No quiero hacerle daño a él, ni a nadie más.—Soy una seguidora de Is
Leander.Al principio, sentí que estaba a punto de caer en el más doloroso de los abismos. Sentí mi corazón romperse, Near también, pero de repente, ese dolor insoportable se transformó en tristeza; una especie de desolación en mi interior. Me sentí tan solo, incluso con Near intentando hacerme reaccionar, no pude más que quedarme estático, viendo sus ojos hermosos.¿Por qué?, no dejaba de repetirme esa pregunta, cada que la veía era lo único en que podía pensar.Mandé a Near al fondo de mi mente, bloqueándolo por completo. Él estaba herido, pero insistía en que lo que había pasado tenía una explicación, una que ni él mismo sabía. Pero que él sentía que Dania nos quería, incluso habiéndonos rechazado.Ella era quien se había acercado a nosotros. Era quien había estado enviándole obsequios, conquistándome de una forma tan abrumadora con su exquisito olor y su hermosa sonrisa. Y de repente… Ya no me quería.¿Acaso era porque era un hombre lobo? No tenía sentido. Ella sabía quién era yo