Capítulo 47

El cuerpo de Svetlana despertó antes que su mente. Lo primero que sintió fue un leve dolor en sus músculos, una tensión placentera que la hizo sonreír contra la almohada. Era un dolor delicioso, el mismo que sentía tras un entrenamiento extenuante, pero diferente a la vez… más profundo, más íntimo. Como si su piel, su carne y hasta sus huesos supieran que habían sido poseídos con furia y devoción.

Abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la suave luz que se filtraba por la ventana. No estaba en su habitación. Su mirada recorrió el espacio a su alrededor: paredes de un gris oscuro, muebles de madera maciza, el aroma a cuero y tabaco impregnando el aire… Dante.

Dios, Dante.

Giró el rostro y lo encontró a su lado, dormido, con una expresión serena que contrastaba con la intensidad feroz con la que la había tomado horas atrás. Sus pestañas largas proyectaban sombras sobre sus pómulos marcados, su mandíbula cuadrada estaba relajada, y sus labios, aquellos mismos labios que la habían bes
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