Daniela sintió su respiración entrecortarse cuando se bajaron del auto y ella notó otra casa enorme ante sus ojos.Podía sentir el temblor de su cuerpo, y se preguntaba: ¿Cómo había llegado hasta aquí? Definitivamente, su vida se había convertido en una locura de la noche a la mañana.Su mano, tomada por esos dedos que se enredaron en los suyos, y que, sin decir una palabra, la guio hacia el interior.—Bienvenida —Daniela se abrazó a su propio cuerpo. Tenía el rostro caliente por los tragos, y luego escuchó la música, además notó que las luces de la sala se bajaron al instante—. Continuaremos la fiesta aquí —él tomó su cintura por detrás y comenzó a besar sus hombros.—¿Te acuestas con cualquiera? —Ella se giró—. No quiero tener una especie de enfermedad después de esto.Ella pensó que él se iba a reír, pero no lo hizo. Su mirada era muy seria, ni siquiera contestó su pregunta y se retiró de su lado para ir a servirle una copa para ofrecérsela.Daniela ni siquiera preguntó qué era, de
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma
Daniela seguía mirando al alto y enorme techo de una habitación, que ahora dijeron era suya. Sin embargo, ella sabía que nada de aquí le pertenecía.Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y gimió un poco tomando la sábana para ponérsela en sus brazos. Ni siquiera conocía a la mujer que tenía por madre, ni sabía lo que estaba pensando para meterse en una familia tan extraña.Ya estaba claro que ese hombre tenía varias mujeres, como un harén al estilo americano. Era polígamo, algo que ni siquiera sabía era legal en este país o no. Ni que iba a ocurrir mañana o pasado, entonces, cuando quiso sollozar, recordó las palabras del hombre.“Piscina, internet, todo lo que quieras… está a alcance a partir de ahora”Daniela se quitó la sábana de encima y buscó su celular, para conectar el internet revisando sus mensajes rápidamente.Javier: Dani, ¿qué ha pasado?Las lágrimas corrieron aún más, cuando siguieron llegando los mensajes.Javier: ¿Cómo que se irán? ¿Dónde estás? ¿Daniela?El
—¿Estás tan desesperada por salir de aquí que pides ayuda al primero que encuentras? —preguntó el hombre con una dureza que la hizo estremecer.—No es desesperación… —respondió ella, con un tono tembloroso pero decidido—. Prefiero irme con el hombre que me defendió, que quedarme aquí.Él la observó en silencio, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto.—Bien, pequeña turista —dijo con sarcasmo.Sin darle tiempo a procesar lo que acababa de decir, el hombre se giró y comenzó a caminar hacia un auto que parecía preparado para él, abriéndole la puerta trasera, dejando una estela de su aroma amaderado y fuerte.Después de cerrarle la puerta, rodeó el auto para sentarse al volante.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó ella mientras él arrancaba el motor.—Eso no importa —todo su cuerpo se estremeció. Sus piernas y muslos estaban expuestos con el vestido corto, mientras el brazo del hombre la rozaba algunas veces—. ¿Sabes siquiera a dónde puedo llevarte?Daniela negó lentamente.—No —
Había un pitido en sus oídos, un tintineo en su cabeza por algunas copas que tomó, y un ceño fruncido cuando intentó abrir los ojos.Daniela se removió en la cama, una cama que estaba frente a un enorme balcón, con una impresionante vista, y luego hizo un gesto lastimero, llevando la mano a su centro.Por un momento todo vino a su cabeza de golpe, y se sentó rápidamente, tomando las sábanas en sus manos y mirando a todas partes.Toda su ropa estaba en el suelo y sus sandalias, pero no había rastros de aquel hombre, ni ninguna de sus prendas.—Oh Dios… —Daniela se levantó, girándose a todos lados y comenzó a colocarse la ropa. Se hizo una coleta en el cabello y caminó por toda aquella planta hasta detenerse bruscamente frente a aquel piano.Miró con horror la sangre seca en las teclas, y allí mismo una nota.“Extranjera, sé que no tienes dinero, así que te dejé un poco”Daniela arrugó la nota en su mano pasando un trago y vio sobre el piano un fajo de dinero. Uno muy grueso con billete
El aire en la mansión Vanderbilt estaba cargado de tensión. Daniela sintió cómo sus piernas temblaban, y sus pies se congelaron al instante en el suelo, incapaces de moverse hacia su madre o siquiera mirar al hombre que, en un giro inesperado del destino, ahora era su hermanastro.El hombre oscuro se quedó allí de pie mirándola, imponente y perfectamente a la altura de las expectativas de cualquier ojo. Su mirada ahora era tan fría como el hielo, pero con un sutil destello de diversión que le heló la sangre.—Daniela, saluda —Marcela tuvo que entrar en escena ante su congelamiento, y cuando ella abrió sus labios, Víctor sonrió diciendo:—Mi nueva hermana… —Titus le sonrió a su hijo y trató de alcanzar su hombro.—Mi hijo es maravilloso, Daniela, seremos una gran familia, y créeme que él podrá enseñarte todo lo que necesitas saber para entender este mundo.Daniela no entendió si era una advertencia en este punto. Lo único que podía pensar y sentir, era un nudo que se le había formado e
Daniela sentía que la respiración le pesaba en el pecho, con cada fibra de su cuerpo, aun estremeciéndose ante el baile con Víctor. No importaba cuántas veces intentara convencerse de que no debía reaccionar así, su cuerpo tenía otros planes.Víctor no se alejó de inmediato. Sus dedos, que segundos antes habían rozado su espalda desnuda, ahora recorrían su brazo, toqueteaba su piel, y eso solo le pasaba imágenes en su cabeza de ellos dos teniendo sexo la noche pasada.Daniela tragó saliva, obligándose a respirar con calma mientras lo miraba y luego negó.—La verdad es que, no quiero saber nada.Víctor le sonrió en el momento, y la apretó más a su cuerpo.—¿Segura?—Sí… No quiero saber nada de ti.Hubo una sacudida, y ella literalmente sintió su erección dura en su estómago.—Pero no es lo que yo quiero. Además, tu nota…—Tú comenzaste. Me trataste como una puta.Víctor frunció el ceño.—Uhggg… no, no, definitivamente no. Pero perdiste tu virginidad con un hombre desconocido.—Y eso es
—Estás loco… —ella se soltó de su agarré y comenzó a caminar rápidamente. Sin embargo, sintió los pasos de Víctor detrás de ella.Podía imaginar como la miraba mientras por sus piernas, resbalaba la evidencia de que había caído en sus manos de nuevo, y eso hizo que sus mejillas se calentaran y volviera a tener la respiración agitada.Su cuerpo aún ardía, y aunque intentaba calmarse, la huella de cada palabra, cada toque, estaba grabada en su piel.Cuando ella salió al jardín, sintió la mirada de sus nuevas “hermanas” de Antonella, y la de la madre de Víctor, como si en su frente tuviese un letrero con las huellas de su oscuro hermanastro sobre ella. Sin embargo, cuando giró hacia su madre, ella parecía embelesada por una cantidad de palabras que Titus le susurraba.Ella pasó un trago, pero por alguna razón, la atmósfera en la mansión se volvió opresiva, como si la casa misma estuviera viva, porque un murmullo, movimientos agitados, y algo extraño comenzó a envolver todo el panorama. L