“El silencio otorga, la sonrisa confirma y la mirada habla”
Neyra estaba siendo abrazada por sus padres, con una sensación de plenitud, de tranquilidad, de paz; sin duda ese momento era invaluable y lo iba a atesorar y a recordar por siempre. El estar al lado de ellos era lo único importante en ese momento. Iba a dejar que pasaran unos días para abordar el tema del trabajo y de la casa. Con suerte y con la ayuda de sus hermanos, quizás juntos lograran convencerlos para que comenzaran a disfrutar un poco más de vida; de sus hijos y de los nietos. Después se preocuparía de eso, ahora su única prioridad era enfocarse en disfrutar al máximo, estar ahí con ellos.
A pesar de que Manuel estaba feliz de volver a ver y de tener en casa a su hija menor, él tenía que cumplir con sus obligaciones y labores; quizás otro día hubiera podido pasar más tiempo con ella o enviar a su mano derecha a supervisar por él. Pero por desgracia, ese día ya tenía un compromiso de trabajo y no lo podía cancelar o posponer. Lo único que pudo hacer fue extender la hora de su almuerzo para pasar un poco más tiempo con su adorada hija.
Neyra era consciente de que su papá tenía que regresar al trabajo, por ello aprovecho el tiempo a su lado para abrazarlo y besarlo a su antojo. En la primera oportunidad que tuvo Linda, les informó a sus hermanos, quienes no dudaron en ir a saludar. El primero en llegar fue Arturo, su hermano mayor; quien ya no vivía en la casa cuando ella se fue porque estaba casado. El segundo en llegar fue Luis, su hermano con el que tenía una relación más estrecha. No sabía si lo quería más, pero sabía que tenían más cosas en común, o porque sólo se llevaban dos años y fue con él con quien jugo más; o simplemente por todas las travesuras que hicieron juntos, o fechorías, como solía llamarle su mamá. La última en llegar fue su hermana Silvia, quien llego con sus tres niños.
A pesar de que todos estaban felices por volver a estar reunidos en casa como en los viejos tiempos; había una ligera tensión entre los hermanos. Neyra lo percibió, pero no entendía por qué si ya se había reunido con ellos antes y cuando iban de vacaciones o para pasar juntos algún día festivo. Los únicos que parecían no darse cuenta de las miradas entre los hermanos eran Linda y Manuel. Era de entender, pues ambos estaban más que felices de tener a su hija menor ahí. Justamente eso era lo que preocupaba a los hermanos de Neyra, al ver a su padre tan feliz, como hacía años que no lo veían, tenían miedo de que fuera a tener una recaída cuando ella volviera a irse.
En el fondo de su corazón y muy a su pesar sabían que Neyra por ser la menor fue la consentida de su papá. Ya lo habían visto sufrir en silencio cuando ella fue sin despedirse de nadie, a pesar de que fue él mismo quien la llevo a la casa de sus compadres, nunca supero el haber perdido a su niña hermosa, de la noche a la mañana.
La hora de la comida termino y tanto su papá como sus hermanos debían de regresar a sus obligaciones. Linda le informo a Neyra que había quedado de ir a la casa de su tía para ayudarle con algunos arreglos para la boda de su prima. Neyra no quiso estropear sus planes y mejor se fue con ella para ayudar en algo y saludar a la familia. Tenía pensado manejar la camioneta que rento, pero su mamá la convenció de que dejaran que uno de sus hermanos las llevara antes de regresar al trabajo. El primero en irse fue Manuel, después Arturo y fue Luis quien las llevo a la casa de su tía. Ahí se encontró con dos de sus primas y después de terminar con los arreglos que estaban haciendo una de ellas la invito a su casa.
Neyra cordialmente declinó la invitación porque no quería dejar a su mamá sola. Sin embargo, ante la insistencia de Linda porque sabía que le haría bien pasar un rato con sus primas, terminó yéndose con ellas al saber que su tía regresaría a su mama a casa.
A pesar de que se la estaban pasando bien, los hijos de las primas se lucieron en portarse mal al tener visita, por eso, después de bañarlos y acostarlos, las primas la invitaron al restaurante que solían ir cuando estaban solteras. Estaba a punto de decirle que no, pero sus primas comenzaron a hacer comentarios tontos dejando entre dicho que ahora que era una famosa modelo le daba pena salir con ellas. Lo que ellas no sabían, era que Neyra quería que sólo su familia se enterara de su presencia en el pueblo. Lo que menos deseaba era encontrarse con Alexander y pasar un mal rato. Sabía que al estar viviendo en la misma propiedad que los padres de él, era más probable encontrárselo en el rancho que un lugar público. Al darse cuenta de que las probabilidades de toparse con él en el restaurante eran casi nulas, acepto ir; siempre y cuando alguna de sus primas la regresara a casa de sus padres.
Veinte minutos después, las tres llegaron al restaurante. En el momento en que Neyra y sus primas entraron al lugar, casi de inmediato conocidos y desconocidos se acercaban a ellas para saludarla o para tomarse fotos con ella. Al poco rato conocidos y excompañeros de escuela de Neyra se incorporaban a su mesa. Entre la plática comentaron sobre una compañera de la escuela, ahora era la barmaid del lugar; Neyra no lo dudo y se levantó para ir a saludarla. Después de la emoción de volver a verse, se quedó un rato en la barra para ponerse al corriente de lo que había pasado en sus vidas y para hacer planes para volver a verse.
De pronto Neyra sintió ser observada por alguien, pero se imaginó que sería algún otro conocido y prefirió no voltear para continuar la plática con su amiga, aprovechando que no tenía bebidas que preparar en ese momento. Neyra no se equivocó y un par de conocidos se acercaron a saludarla y a tomarse fotos con ella. Cuando se dio la vuelta para la foto fue hasta ese momento que pudo ver quien no le quitaba la mirada de encima. Su sonrisa se borró al ver que era Alexander quien la miraba detenidamente, ella se quedó sin saber qué hacer y sin poder evitar ponerse nerviosa al verlo justamente en el primer día que estaba en el pueblo. "Lo bueno fue que las probabilidades de encontrarlo ahí eran casi nulas" pensó en silencio molesta. Ambos se quedaron mirándose fijamente, los dos tenían sentimientos encontrados; era más que obvio que a ambos les cambio el semblante y no les dio gusto volver a verse.
~El corazón nunca olvida el lugar donde dejo sus mejores latidos~Después de que Neyra se despidió de aquellos conocidos, volvió a hablar con su amiga mientras no podía dejar de pensar en que Alexander estaba más apuesto de lo que ella lo recordaba. Ahora tenía quince kilos de más, pero al parecer eran de puro músculo, las venas de su antebrazo sobresalían entre cada músculo, fue difícil no notarlo en el momento en que tomo el jarro de cerveza que tenía enfrente de él. Sus brazos, sus hombros y pectorales estaban perfectamente detallados.Por lo general Alexander esperaba hasta estar en su casa para beber algo, pero esa tarde en el trayecto a su casa por alguna razón decidió ir a comer algo y aprovechó que estaba ahí para tomarse unas cervezas. Sin saber por qué volteo hacia la puerta y vio a Neyra entrar. No le dio importancia,
“Hay caricias del pasado que interrumpen el presente”Minutos después, Neyra regresó a su lugar en la mesa y vio a Alexander en la barra. Sabía que algún día tendría que volver a verlo y hasta ese día había creído que ya no le importaba, más no fue así. No podía dejar de pensar en la última vez que lo vio, la dureza con la que la trato y las palabras tan hirientes que le dijo.Veinte minutos después, Alexander y un amigo de Neyra se incorporaron a la mesa. Ella evitaba verlo, pero le era imposible; parecía que fueran dos imanes y entre más cerca estaban el uno del otro era mayor la atracción que había entre ellos. Sin darse cuenta volteaba a observándolo mientras alguien cerca de él hablaba. Cuando Neyra lo llegaba a ver observándola y sus miradas se encontraban, veía coraje sus ojos. Se preguntab
~Soy adicto al sabor de tus besos~Sin comprender que era lo que le pasaba, o por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera al toque de él. Molesta volteo para encararlo, pero al hacerlo vio la intensa mirada de él y como humedeció sus labios mientras miraba los de ella. Ninguno de los dos dijo nada, ya que en eso salieron sus primas.−Creímos que ya te habías ido, Alex. –comentó una de las primas al verlo ahí.−Como Neyra y yo vamos al mismo lugar, pensé en esperarme para que ustedes no se desvíen.−Gracias, Alex, tú siempre tan amable. −respondió una de las primas muy sonriente.−Es una buena idea, ¿no crees Neyra? –preguntó una de las primas.−Es una broma ¿verdad? –respondió Neyra dudosa y casi riéndose.−Claro que no, ustedes van para el mismo lug
♥ La Desilusión ♥"Hay heridas que, en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos"~Pablo Neruda~Siete años atrás...Para Neyra, una boda era una celebración muy especial y en particular esa porque era la boda de Scott Kohl, el hermano mayor de Alexander. Únicamente porque la ocasión lo ameritaba, y porque iba a estar sentada al lado de Alexander, Neyra aceptó que su hermana mayor la peinara y maquillara. Nadie mejor que ella, era muy buena, ya que por lo menos pasaba una hora por la mañana arreglándose frente al espejo. Contrario a Neyra, Silvia no toleraba traer el mismo peinado dos días consecutivos, siempre estaba buscando nuevas formas de arreglar su pelo. Tampoco salía de casa sin antes ponerse un kilo de maquillaje y al menos una docena de productos. No importaba que tuviera que levant
~El error no fue conocerte, fue pensar que eras diferente~Dos horas después de la misa y decidida a exigirle una explicación a Alexander, Neyra llego con su prima a la recepción; la cual se llevó a cabo en los jardines de la parte trasera de la casa, a un costado de la alberca. Neyra traía puesto un vestido negro con un hombro descubierto y un escote moderado en la espalda, el torso era ajustado y la falda con un poco de vuelo le llegaba, a media pantorrilla. A pesar de que el vestido de Neyra no era de un diseñador famoso y que probablemente pagó por el vestido solo una fracción de lo que el resto de las invitadas pagaron por sus vestidos, aun así, ella era una de las mujeres más hermosas de la fiesta.Alexander observaba como discreta o indiscretamente varios invitados volteaban a ver a Neyra cuando ella se encontraba de pie, o cuando caminaba buscando a alguien. Él la vio varias v
~Mas vale una verdad que duele, que una mentira que ilusione~Dos horas después de la misa y decidida a exigirle una explicación a Alexander, Neyra llego con su prima a la recepción; la cual se llevó a cabo en los jardines de la parte trasera de la casa, a un costado de la alberca. Neyra traía puesto un vestido negro con un hombro descubierto y un escote moderado en la espalda, el torso era ajustado y la falda con un poco de vuelo le llegaba, a media pantorrilla. A pesar de que el vestido de Neyra no era de un diseñador famoso y que probablemente pagó por el vestido solo una fracción de lo que el resto de las invitadas pagaron por sus vestidos, aun así, ella era una de las mujeres más hermosas de la fiesta.Alexander observaba como discreta o indiscretamente varios invitados volteaban a ver a Neyra cuando ella se encontraba de pie, o cuando caminaba buscando a alguien. Él la vio varia
♥ El Adiós ♥~Amarte fue fácil, olvidarte será imposible~Ese día también era la primera vez que alguien le daba una cachetada a Alexander y le dolió tanto como la única vez que dieron una trompada. En otras circunstancias la hubiera felicitado, sin embargo, ese día al sentir la fuerza de su mano, agradeció en silencio que no le haya dado con el puño. Quizás se lo merecía, aun así, ese momento le hervía la sangre del coraje porque terminó llevando su mano a la mejilla que le ardía como los mil diablos.La joven rubia de vestido azul se acercó a ellos, interrumpiendo el momento en que ambos se fulminaban con la mirada.−Te estaba buscando ¿Está todo bien cariño? −preguntó desconcertada al ver la cara que tenían ellos y al ver a Alexander sobar su mejilla de
~Tener el corazón herido, es como tener las costillas rotas. Nadie puede ver, pero duele cuando respiras~−Si no puedo estar con Alex, entonces no tiene caso que yo siga aquí.−¿Qué tonterías estás diciendo? −preguntó Manuel, temeroso de haberla obligado a tomar una decisión que lamentaría el resto de su vida.−Ya no quiero vivir aquí, me quiero ir a vivir a otra parte a estudiar en una escuela que sea mejor.−Eso no va a pasar, sácate esa idea de la cabeza. Tú eres mi niña, eres mi consentida, tú de aquí no te vas hasta que yo te entregue en el altar, en la mano de un hombre que te merezca y que te quiera como lo mereces. −dijo Manuel y le dio varios besos.Había pasado un mes y Neyra continuaba con la misma actitud, con eso Manuel se dio cuenta de que no se trataba sólo de un berrinche