La consecuencia fue que su abuelo, después que Erick le contara el asunto, hizo que renunciará a su trabajo, su abuelo era un firme partidario de que las mujeres "estaban mejor en casa"
Y aunque ella lloró mucho, y su abuela Amy había tratado de interceder por ella, la decisión del abuelo fué inapelable por lo que al otro día fue a renunciar a su trabajo.
Pero ahora se había sentado con sus abuelos y su hermano en la mesa del comedor, ya habían pasado unos cuatro años del incidente en su trabajo. Les dijo claramente que si no la dejaban trabajar se iba a ir de la casa y jamás volverían a saber de ella, que ella era ahora mayor de edad y podía decidir por ella misma.
La abuela la miró con preocupación pero orgullosa en el fondo, Erick se quedó con la boca abierta sin decir nada y su abuelo la había mirado con la frente arrugada, pero la quería muchísimo y no iba a dejar que se desapareciera de su vida por eso, su nieta había sacado el carácter férreo de su papá y ahora lo demostraba.
El abuelo Rufus bajó la vista para disimular el rastro de genuino orgullo que se veía en su cara y que sentía ahora por su nieta, y luego había dicho que sí, que ya era hora de que se independizara de una vez.
Erick miró a su abuelo, luego a su abuela y finalmente se quedó mirando a Rachel que le dirigió una mirada asesina que le hizo permanecer callado, se dió cuenta de que la determinación de su hermana era irreversible, como la de su abuelo, así que se encogió de hombros y murmuró un ininteligible "está bien" para luego levantarse e irse a su habitación.
Ahora Rachel acaban de colgar, la habían llamado de una empresa, la primera que probaba para conseguir trabajo, ¡y la habían aceptado!
Ella pensó, después de la entrevista, que no la iban a llamar, el hombre que la había entrevistado le dijo que no calificaba por su juventud y apariencia. Ella se quedó mirando a su misma para ver qué estaba mal y el joven (porque era un joven asistente quién la había entrevistado y le había recibido el currículo) le había dicho que el jefe no quería mujeres jóvenes ni bonitas.
Rachel nunca se había considerado a sí misma atractiva, ni mucho menos bonita, como le había dicho el hombre. Siempre pensó que era una joven normal, aunque sus amigas en la universidad bromeaban con ella porque tenía los pechos más grandes que la mayoría de ellas y su cintura era fina y sus caderas eran amplias y hermosas.
Sus largas piernas eran muy llamativas, por eso casi nunca usaba shorts, porque siempre había algún baboso que le decía cosas horribles. Y ni hablar de su pompi, tenía, al decir de sus amigas de la fraternidad, un trasero perfecto. Por eso ella usaba vestidos holgados y pocas veces usaba trajes de baño o pantaloncitos cortos, y para nada usaba ropa flexible o ajustada.
Pero ahora la había llamado el mismo hombre que la había entrevistado diciéndole que se presentará esa misma tarde. Rachel miró su reloj de pulsera y vio que eran apenas las tres de la tarde, tomaría el bus de las tres y media y estaría en pleno Manhattan a las cuatro en punto, aunque él joven le había dicho que la esperarían aún hasta las seis de la tarde si tenía problemas para llegar.
«Eso es demasiada deferencia hacia mí» —pensó con algo de preocupación, ¿Por qué razón le concedían esa oportunidad? En especial, ¿Por qué? Después de hacerle dicho que no reunía los requisitos de aspecto físico. Eso tendría que preguntarlo, y lo haría en la misma entrevista de la tarde.
Con un suspiro y muy contenta por dentro se fue a cambiar de ropa para ponerse una de las que usaba en J.P. Morgan, era un traje de taller muy sobrio, en azul marino con una hermosa blusa blanca de seda.
Luego cogió su bolso y salió del cuarto para decirle a su abuela que iría a Manhattan para una entrevista de trabajo, ella era la única que estaba en la casa a esa hora. La abrazó muy emocionada y le deseó mucha suerte.
Rachel salió con determinación de su casa en las afueras de la ciudad y se dirigió a la parada del bus que la dejaría cerca de las oficinas de Hamilton's Corp. Una de las financieras más grandes de la ciudad.
Cuando llegó a la parada que le correspondía se bajó rápidamente y después de esquivar a un hombre, que se le encimó como si fuera a besarla, se dirigió derecho al edificio del conglomerado.
Ella no sentía miedo de andar sola en la calle, a pesar de su poco roce social, era muy determinada y también sabía defenderse. Cuando salió de la preparatoria el abuelo la había inscrito en un gimnasio donde enseñaban defensa personal y artes marciales, dónde resultó que ella tenía mucha habilidad natural por lo que ascendió rápidamente de cinta, para cuando salió a la universidad ya ostentaba su cinturón negro en Kung fu y el marrón en Aikido.
Rachel no era muy parlanchina, más bien era callada y muy reservada, aunque tenía amigas en la universidad no le gustaba mucho andar en grupos, ni tampoco le gustaban mucho las fiestas o las salidas nocturnas. Pero había algo que a ella sí le encantaba: el mar. Para ella eso era lo máximo, su abuelo los había llevado, cuando ella era una joven de unos trece años ¡Y le había encantado la experiencia!
Años después de esa vez, aún recordaba el aire con aroma de salitre, el sabor salado en la boca después de haber nadado un poco y en especial lo suave de la arena tibia bajo sus pies al caminar por la orilla del mar.
Así que estaba decidida a hacer que la aceptaran y luego se encargaría de que la tomaran en cuenta para que le dieran el trabajo. Rachel se paró delante del enorme edificio, respiró hondo y cuadrando sus hombros entró decidida al lobby principal de la empresa.
Cuando llegó al enorme mesón de atención al público dió su nombre y preguntó por el departamento de Recursos Humanos de la empresa. La muchacha poco agraciada que la atendió se le quedó mirando apreciativamente de arriba a abajo, le dió un carnet para que se lo pusiera en la blusa, este decía "Visitante" y luego le indicó los ascensores por dónde debería subir hasta el décimo piso.Cuando salió del ascensor vió el pasillo que la recepcionista le había dicho y se encaminó hacia allí, iba caminando cuando se cruzó con ella un hombre muy apuesto, alto, de facciones finas y a todas luces alguien muy importante, traía unos papeles en la manos cuando levantó la vista la miró por solo unos segundos, pero Rachel pudo notar una mirada de desprecio en su cara y su boca se torció en un claro gesto de rechazo.Se imaginó que el sujeto había tenido un muy mal día, porque tenía una cara de contrariedad y amargura como pocas veces había visto, no entendió porqué la había mirado de esa manera, no le
—Veo que es usted una persona muy perceptiva, señorita Anderson —el señor Roberts tenía una expresión de admiración en su cara— Y también es muy franca y sincera, eso habla muy bien de usted, pero…—Ya no tengo chance de que me contrate, ¿No? —cortó al señor Roberts, no quería darle largas a la entrevista si la iban a rechazar de plano por su franqueza.—Al contrario, mi querida jovencita —el señor Roberts sonreía con sinceridad, admiraba a esa niña, y por lo que veía, en su amplia experiencia trabajando con personal, era muy capaz de resistir el mal carácter y amargura del señor Hamilton y aún de darle alguna lección, era muy inteligente y aunque a primera vista se veía muy tímida se notaba que tenía un carácter firme que la hacía capaz de superar su timidez para volverse frontal y abierta con cualquiera, ahora entendía las altas calificaciones y la recomendación impresionante que le habían dado en J. P. Morgan—, Creo sinceramente que usted es la persona idónea para este puesto.Ahor
Rachel salió de las oficinas de recursos humanos con el pecho lleno de felicidad y contento, aunque no dejaba de sentirse un poco aprensiva con respecto a su jefe, por el trabajo no se preocupaba, sabía que era una mujer muy inteligente y capaz, también conocía sus habilidades y lo firme que era en sus resoluciones y lo fácil que se le hacía organizar el trabajo sin importar el tipo de presión que tuviera sobre ella. La secretaria la despidió con una sonrisa en la cara, y el asistente, que entraba en esos momentos también le dispensó una sonrisa junto con el saludo. Al menos era una buena señal para ella, aunque las otras impresiones no se le habían olvidado, algunas de las caras que había puesto le indicaban claramente que el trabajo que había ganado no iba a ser nada fácil. Se preguntó cómo sería realmente su jefe, Patrick Hamilton, esperaba que no fuera ni la mitad de amargado de lo que se veía el ejecutivo con el que se tropezó entrando en la empresa, ¡ese sí que tenía cara de in
Rachel se levantó temprano como acostumbraba, a las seis en punto de la mañana. Le gustaba hacer sus ejercicios y luego darse una ducha antes de salir o de ponerse a leer en caso de que se tuviera que quedar en casa. Después de asearse y vestirse salió a trotar por las cercanías de su casa, había un pequeño parque donde daba algunas vueltas hasta que completaba la media hora de recorrido. Cuando regresó a casa su abuela ya le tenía el desayuno preparado, así que se dió una rápida duchja y se vistió para comer antes de irse para el trabajo. Quería estar a tiempo y no iba a darse el lujo de permitir siquiera que un imprevisto le impidiera llegar antes del comienzo de la jornada laboral, la hora de entrada en Hamilton's Corp era las ocho en punto, así que salió a las siete en punto para llegar a las siete y media. El clima estaba bastante frío a principìos de Octubre por lo que ella iba convenientemente abrigada, aunque a ella no le molestaba mucho el frío, en ocasiones salía a correr
Rachel se dirigió a la puerta que decía “Vicepresidencia y Secretaría”, empujó la puerta y ésta cedió sin ningún problema, las luces se encendieron automáticamente y ella pudo ver el amplio espacio donde había varios cubículos, distribuidos en el centro de un espacio casi circular, había unas cinco estaciones de trabajo, cada una con un ordenador sobre el escritorio.A la izquierda estaba se veía una puerta que tenía una polaca que decía “Vicepresidencia” y al lado de ésta puerta había otra que decía “Asistente Presidencia” , así que allí era su oficina, se dirigió hacia ella, pero no sin antes notar que al otro lado estaba una puerta que decía “Presidencia”. Eso quería decir que el señor Hamilton podía entrar directamente a esta oficina sin salir al pasillo exterior de recepción.Al empujar la puerta, ésta no cedió, intentó mover la manilla, pero esta no cedió ni un milímetro. Trató de ver si había una placa como la del ascensor, pero no se veía ninguna, entonces recordó las llaves q
Al escuchar el nombre del señor Roberts la mujer suavizó el rostro pero no abandonó del todo su postura nerviosa, pero se relajó un poco.—En verdad tiene que disculparme, señorita Anderson —le dijo con acento tímido— pero es que las personas que han pasado por aquí en los últimos tiempos no eran muy amables —esto último lo dijo bajando un poco la voz mientras miraba con algo de nerviosismo hacia la puerta que daba hacia la oficina de presidencia.—Está bien y te entiendo, pero quiero que sepas, tú y todas las chicas, que yo no soy así, ¿de acuerdo? —le dijo tratando de infundirle confianza.—Está bien, señorita, pero el último asistente era un señor que no se veía tan severo, pero creo que terminó muy mal de los nervios por… —titubeó unos segundos y tragó grueso, luego bajó la voz tanto que casi no se le oyó lo que decía— el trato del señor Hamilton —cuando dijo esto sus ojos se llenaron de miedo y miró de nuevo a la puerta de presidencia — Al principio se veía normal, pero luego se
—¿Me nombró alguien? —la voz masculina y de tonos graves se escuchó justamente a su espalda, a Rachel se le erizaron todos los vellos de su cuello y brazos. ¡Patrick Hamilton estaba detrás de ella! Ella sí notó que cuando estaba diciendo las últimas palabras dos de las chicas habían mirado sobre su hombro y abrieron los ojos un poco más, pero no les había hecho mucho caso. Menos mal que no había dicho nada inapropiado, pero la sorpresa no era agradable. Ella no volteó al instante sino que se fue volteando poco a poco mientras tomaba aire y se preparaba para cualquier cosa, el rubor sí que no podía evitarlo, miró al hombre de rostro adusto y severo, pero en esos momentos tenía algo parecido a una sonrisa irónica en los labios. —Yo lo nombré, señor Hamilton. —Ya lo noté —dijo un poco cortante— Así que usted es la maravillosa Rachel Anderson —mientras lo decía la miró de arriba a abajo, una mueca se marcó en su rostro, quizás al notar que ella era muy hermosa y de buena figura, justo
Ahora al que le tocó ponerse pálido fue a Patrick Hamilton. La chica se había dado el tupé de devolverle el golpe con una maestría increíble y éste no lo encajó muy bien que digamos, porque le recordó al par de mujeres que le habían destruído por dentro hacía varios años y que lo habían dejado como vacío por dentro, en especial con respecto al amor y las relaciones amorosas.La ira se le reflejaba claramente en el rostro, pero para sus adentros tenía que reconocer que la chica había estado en su derecho, él la había ofendido primero y tal vez por lo magistral de la respuesta fue que se dió cuenta de cuán ofensivo había sido su comentario. También tuvo que reconocer que delante de él estaba una mujer muy inteligente y eso le gustó, pero al mismo tiempo detestó a Rachel Anderson porque lo hizo sentir algo de admiración por ella, cosa que no se había permitido en los últimos once años.Ahora Patrcik Hamilton respiró hondo para no seguir en modo beligerante, y lo hizo varias veces hasta q