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Capítulo 2. ¿La realeza licántropa se sentiría ofendida al ver mi ombligo?

Dalila.

Hoy nos hemos levantado más temprano que de costumbre. Mi madre dice que hay que estar "extra guapas" para que sea más fácil de entrar en esta manada.

Yo no quiero estar guapa, yo quiero dormir. No es que me cueste mucho estar presentable pues mi cabello rubio solamente necesita una pasada del cepillo, mi boca un chicle, mis piernas otro pantalón y! Boom! Sex symbol en camino.

Lamentablemente, la ex reina de belleza conocida como Susie alias mi madre piensa de otra forma.

Y manifestándose de las entrañas del infierno, digo, nuestra pequeña sala de estar entra a mi cuarto como un vendaval de Chanel no. 5.

- ¿Aún no estás lista? Debemos de darnos prisa para alcanzar nuestro autobús... ¿Qué demonios traes puesto? - Dice desconcertada.

Yo bajo la mirada para asegurarme de que todo está bien... y sí, sigue todo bien.

- Pues ropa, obvio.

La mirada que me da mi madre es a partes iguales de horror, incredulidad y resignación.

- Dalila, hoy es un día importante. No solo para mí sino para ti también. ¿Por qué te tienes que vestir como si fueras a trabajar en un basurero? ¿Quién dice que en esta manada no puedas encontrar a tu mate? Recuerdo cuando era joven y fui de manada en manada buscando a tu padre...

¡Y aquí está señoras y señores! La "pequeña" charla del mate.

A pesar de que ya casi cumplo 18 años, la edad en la que se supone que podemos transformarnos y encontrar a nuestra pareja destinada, en realidad no tengo prisa por encontrarlo.

Mi madre desde muy pequeña me ha dicho la importancia del mate y de la continuidad de nuestra especie.

Quedan solo 10 manadas en todo el mundo y alrededor de 1000 hombres lobo la última vez que hicimos un conteo.

Nada como tomar pésimas decisiones para llegar al borde de la extinción.

Hace cerca de 1250 años un lobo se encontraba vagando por el bosque cuando escuchó el llanto de un bebé humano.

Extrañado corrió hacia la fuente del sonido y se encontró en un claro. Se aproximó con cautela al bebé y ahí lo sintió.  No estaban solos.

Del otro lado del claro emergió una figura humanoide vestida con ropajes negros. No podía distinguir sus rasgos, pero conforme se acercaba al bebé pudo sentir su intención de dañarlo.

El lobo no dudó en interponer su cuerpo entre el pequeño y el desconocido lanzando un gruñido de advertencia.

La figura no detuvo su trayectoria y sacó de entre las mangas de ropa un cuchillo de aspecto filoso.

El lobo volvió a gruñir con más fuerza; sin embargo, el extraño no se detuvo. Al contrario, comenzó a acercarse más rápidamente.

El lobo atacó, pero no fue rival para el cuchillo. El extraño lo golpeó en el hocico con una mano y con la otra enterró profundamente el objeto en su abdomen.

Herido de muerte, el lobo soltó un pequeño lamento y no sintió en qué momento el extraño sacó de su cuerpo el cuchillo.

Empezó a perder la conciencia no sin antes ver cómo ese mismo cuchillo se abalanzaba sobre el bebé.

Con las últimas fuerzas de su cuerpo, el lobo se levantó y saltó aterrizando sobre el extraño y haciendo que éste perdiera el agarre del cuchillo.

Abrió sus poderosas fauces y mordió al extraño hasta que éste finalmente dejó de moverse.

Exhausto el lobo comenzó a cerrar los ojos.

Esta parte de la historia se ha perdido en el tiempo, sólo sabemos que de alguna forma el bebé y el lobo unieron sus almas, salvando así al lobo.

Cuando el bebé se convirtió en hombre, pudo cambiar por primera vez y el instinto del lobo lo llevó a recorrer la tierra buscando algo que sentía que le faltaba. Llegaron a una aldea en algún rincón del mundo y ahí fue cuando la ansiedad de su lobo se tranquilizó; era ahí donde tenía que estar. El hombre no estaba muy seguro de por qué una chica lo atraía como ninguna otra. Solo sabía que su lobo y él mismo tenían que estar a su lado. La chica por su parte se enamoró de aquel extranjero y el resto es historia.

Así comenzaron los primeros lobos, todos los descendientes de los "primeros" eran capaces de transformarse en sus formas animales; una vez que el instinto de sus lobos se revelaba, podían sentir si su pareja estaba cerca o no. Sin embargo, conforme fuimos evolucionando dejamos de prestar atención a nuestros instintos y nos encaprichamos con parejas que no eran nuestras mates.

Al ir en contra de nuestros lobos estos a su vez nos maldijeron: Si te apareabas con tu mate, entonces tendrías descendencia de lobo. Si te apareabas con otra persona entonces no había posibilidad de reproducción.

Esto muchos de nuestra especie lo vieron como un regalo, pues significaba que podían divertirse sin límite y que no tenían que preocuparse por los inconvenientes de la paternidad y maternidad.

Las almas de los lobos comenzaron a morir.

Al principio pensamos que nuestros lobos hacían algún tipo de pataleta para que dejáramos de jugar y buscáramos a nuestras parejas. Sin embargo, aún después de encontrar a nuestros mates los lobos siguieron callados hasta que finalmente sentimos su ausencia por completo.

Aquellos que perdían el alma de su lobo de una forma u otra todavía eran capaces de transformarse; sin embargo dejamos de tener descendencia.

Así que muy preocupados al ir disminuyendo nuestro número, se formó un consejo con los Alfas más respetados del mundo: Los 10 mayores. Cada uno de ellos le puso un nombre a su manada con la única condición de que el nombre llevara “Sangre” en él, pues la sangre era lo que nos unía. Llegaron al acuerdo de que se dividirían a los hombres lobo que quedaran y que animarían a sus manadas a la búsqueda del mate para evitar la extinción.

Mi madre y yo éramos parte de la manada Sangre de Plata. Aquí fue donde mamá encontró a papá después de recorrer medio mundo, o eso dice ella. También aquí fue donde murió mi padre al defender a la manada de un ataque sorpresa de Río de sangre, la manada más cercana.

Río de sangre era controlado por el Alfa Diego, calculador, cruel y sin escrúpulos. Se dice que ese día Diego venía para llevarse a todas las hembras a su manada y que así su hijo Nicolás pudiera "escoger" a su mate. Una tontería ya que no se escoge el mate, pero ni Diego ni su hijo quisieron escuchar. Después del ataque, Diego y su manada volvieron a su territorio con la mayor parte de las hembras que pudieron capturar. Las que quedamos atrás entramos en pánico porque los mejores guerreros que tenía nuestra manada murieron en el ataque.

Mi madre esa misma noche, después de llorar a mi padre tuvo que ser fuerte por mí ya que solo tenía 8 años, hizo las maletas y escapamos de nuestro hogar. Por años estuvimos escondidas en el mundo humano. Mi madre fue afortunada al ser "descubierta" por una agencia de modelaje y así fue como pudimos mantenernos.  Pero ahora con mi inminente mayoría de edad, mi madre quiso que formáramos parte de una manada otra vez.

Llamó a un amigo de su infancia, le explicó nuestra situación y así es como terminamos con dos boletos de autobús a Villa Lobito esperando que de alguna forma "pasemos" el examen de admisión a la manada.

Lo que nos lleva a lo que actualmente estoy usando para impresionar al Alfa Gabe: Blusa estilo militar, pantalones negros y holgados y mis botas de combate negras favoritas.

- ¡¿Me estás escuchando?! ¡Deja de perder el tiempo y vámonos! Ni siquiera tengo energía para darte otro sermón sobre lo inapropiado de tu vestuario. Ya me disculparé con Gabe...- dijo mi madre mientras salía apresurada de mi cuarto.

Solté un suspiro y me encogí de hombros mientras tomaba mi maleta y seguía a mi madre por las escaleras.

¿La realeza licántropa se sentiría ofendida al ver mi ombligo? Yo pienso que es un ombligo muy bonito, pero ¿Qué sé yo de protocolos?

Tal vez mi pequeño y coqueto piercing sea el distractor suficiente para que nadie note mi falta de entusiasmo por este circo.

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