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2. La Chica Detrás de la Barra

[MATT]

No puedo creer lo que estoy haciendo. Me estoy escapando de un grupo de paparazzis que me han estado siguiendo desde hace treinta minutos después de haberme tomado fotos con algunos fans, y también de haberles respondido a algunas pocas preguntas. A una de ellas periodistas, la conozco muy bien, no importa lo que haga me seguirá, y honestamente no quiero que me sigan preguntando acerca de lo que pasó con Marina, ya estoy harto de dar la cara por ese asunto y mucho más de quedar como el idiota de la historia. Camino lo más rápido que puedo hasta que veo un bar repleto de gente y decido meterme allí. Miro hacia atrás y el grupo de paparazzis, también entran. Camino entre la gente a toda prisa y me percato que la puerta retráctil de la barra está abierta. Rápidamente paso al otro lado y me quedo sentado en el suelo esperando que ellos no me vean y así poder irme de aquí. Estoy quieto en mi lugar cuando alguien me lleva por delante. 

—¿Tú?— me pregunta una voz femenina. 

Levanto la vista para ver quién es y, lentamente, me voy encontrando con unas piernas perfectamente ejercitadas que visten unas botas y una falda del mismo color. Al ir levantando mi mirada me doy cuenta del corsé que lleva puesto el cual delinea su cintura de una manera extremadamente sensual. Finalmente me encuentro con su rostro cabello color castaño pasando sus pechos, tez color caramelo, labios gruesos que invitan a todo, y unos ojos color mar que te hacen sentir perdido en su profundidad.

—¿Qué haces tú detrás de mi barra?— Pregunta sorprendida y solo puedo llevar mi dedo índice a mis labios para pedirle que guarde silencio.

Me observa un poco confundida pero, después, sigue con su tarea y busca una de las botellas que está justo detrás del estante donde estoy agachado. La observo desenvolverse en la preparación del trago mientras que no dejo de pensar en lo idiota que debo verme aquí escondiéndome. Cuando ella termina de preparar el trago, se agacha enfrente de mí y me mira entrecerrando sus ojos.

—¿Qué hiciste qué te escondes aquí? Por favor dime que no has matado a nadie.— Dice con una media sonrisa. 

«Bueno, al menos tiene sentido del humor; supongo que eso es bueno», pienso para mis adentros. 

—No, claro que no. Es una larga historia, pero para resumirla tengo un grupo de paparazzis que no dejan de seguirme.— Explico. 

—¿Paparazzis acosadores? Eso es peligroso— me dice, para luego reír levemente.  

«Se que se está burlando de mí, pero honestamente no me molesta mucho».

—Sé que parezco un idiota aquí escondido, pero tengo mis motivos. Ayúdame a salir de aquí sin que me vean por favor.— Le pido.

—¿Cómo son ellos?— Averigua. 

—Son cinco, con cámaras, chalecos y una insistente actitud de fotografiar cada movimiento que hago— comento.  

Ella no me dice absolutamente nada, y se pone de pie con una botella en su mano y vuelve a mirarme. De un momento a otro, deja caer la tapa de una de las botellas y vuelve a agacharse a mi lado —Te tengo malas noticias... están del otro lado de la barra esperando por un trago.— Anuncia.  

—¡¿Y ahora que hago!?— Exclamo en un susurro.

—¿Ves aquella puerta?— Me pregunta señalando una que está al otro final de la barra.

—Si...— Contesto. 

—Es el depósito. Ve allí, y yo voy a abrirte en un instante. Cuando vayas, verás a un chico moreno, se llama Leo. Dile que venga—Me explica.

—¡Gracias, eres increíble! — expreso en verdad aliviado.

—De nada, pero esto no te saldrá gratis— me condiciona para luego sonreír. 

—¿Cómo que no?

—No, me tendrás que dar un autógrafo.— Responde entre risas y se pone de pie nuevamente.

La miro nuevamente y debo dejar de hacerlo, ya que su falda es muy corta. «¡Matt concéntrate!» Me grita mi subconsciente y lentamente pegado a la barra voy caminando de rodillas hasta la puerta y entro al depósito. Varias veces he estado en situaciones extrañas desde que salté a la fama, pero el nivel de ridiculez al que he llegado hoy, es de otro mundo. 

Busco entre los pasillos de las estanterías al hombre que ella mencionó, hasta que lo veo sacando unas botellas de una de las cajas. Al verme él se sorprende también —¡¿Qué haces tú aquí?! 

—Tuve un percance y la chica de la barra me ha dicho que me resguarde aquí y me dijo que fueras.—Le explico.

—¿Gianna te ha dicho eso?— Pregunta.

«Con que nombre es Gianna...»

—Si, la de pelo castaño y ojos azules... supongo que es ella.— Hablo. 

—Si, es ella; iré a ver qué pasa—dice y sin despedirse toma las botellas y sale.

«Supongo que este hombre debe de estar pensando que estoy loco...»  Pienso mientras me siento en una de las sillas que hay aquí y espero pacientemente hasta que finalmente ella entra al depósito.

—Bueno, antes de que te deje en libertad, mi autógrafo— me lo pide entre risas y me da la portada de mi disco y un bolígrafo. 

—¿Tienes mi disco en tu lugar de trabajo?—  Pregunto algo sorprendido.

Ella solo se ríe de mis palabras. —Créeme que paso más horas aquí que en mi casa — Se defiende. 

—Vale, ese es un buen punto... Gianna, ¿no?— Pregunto antes de firmar.

—Si, ¿Cómo sabes?

—Tu compañero de trabajo me dijo—Le explico.

—Bueno, gracias— me dice cuando le doy el disco firmado. —¿Es mucha molestia una foto? Prometo que no diré que te estabas escondiendo. — Comenta entre risas.

—No puedo negarme, me has ayudado mucho hoy.— Digo y nos acomodamos para la foto.

—¡Gracias Matt!—expresa. 

—Un placer...Gracias a ti nuevamente.

—El placer es mío, cuando necesites esconderte ya sabes, este es tu lugar—bromea, o no, para después guiñar un ojo haciéndome reír.

Ella camina hacia la puerta de salida y la abre —Gracias nuevamente, y prometo venir por un trago otra noche.— Le digo y me despido de ella con dos besos.

—Es tu bar cuando quieras venir.—

—Te tomaré la palabra—le prometo y salgo del lugar para finalmente poder ir a mi casa.



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