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5. Motivos Para Estar Aqui

[MATT]

La observo haciendo tragos e interactuando con los clientes que están de este lado de la barra y me doy cuenta que muchos de ellos están aquí por la misma razón que yo, ella. Es hermosa y además de eso, su sonrisa ilumina todo con esa alegría que transmite.

—Estabas aquí.— Me interrumpe una voz que tan bien conozco.

—Hasta que al fin llegas.— Le digo a Manuel saludándolo.

Él me mira regañandome y sé que tiene razón, le dije de venir aquí hace menos de una hora. –Si me avisaras con más tiempo...— Se queja. 

—Siento mucho haber cambiado de planes, pero tengo mis motivos para estar aquí.— Respondo sonriente y bebo otro sorbo del exquisito trago que me ha hecho Gianna.

—¿Y cuáles son esos motivos?— Pregunta con mucha curiosidad.

—Es uno solo y se acerca aquí.— Contestó sonriente.

—Hola, ¿Te sirvo algo?— Le pregunta la mujer de ojos color mar que me está gustando más de la cuenta.

—Gianna, te presento a mi amigo y músico Manuel—los presento.

—Sé quien es, lo vi en uno de tus conciertos.— Informa sonriente y me sorprende saber que ha ido a uno de mis conciertos.

—Ese dato es nuevo—comento.

—Todo lo que te diga será nuevo, apenas nos conocimos ayer.— Responde haciendo que tanto Manuel como yo nos riamos.

—Llevas razón...—comento. 

—Un gusto Gianna.— La saluda Manuel. —En cuanto al trago, bueno sírveme algo que creas que deba probar.— Le dice con una media sonrisa y sé muy bien que le ha gustado. Lo conozco bien.

—Vale, te sorprenderé entonces— habla para después alejarse y preparar el trago.

—Macho, ni se te vaya a ocurrir eh...— Le advierto.

—¿Qué cosa?— Me pregunta bastante confundido.

—Intentar algo con ella.— Le digo de manera muy clara y fijo mi mirada en ella.

<De verdad que me encanta.>

—¿Ella es el motivo por el cual estás aquí?— Me pregunta mirándola.

—Sí.—

—¿Y lo de Marina?— Me pregunta esta vez mirándome a mí.

—¿Después de lo que me hizo?, no puedo seguir pensando en ella, me arruinó la vida y lo sabes muy bien, mira mi alrededor, es un caos— Relato. 

—Pero, ¿Tan rápido te has olvidado de eso?— Pregunta y sé que no entiende nada.

—Honestamente ayer tuve un incidente y me tuve que esconder del otro lado de esta barra donde estaba Gianna— explico y vuelvo mi mirada a la mujer que tanto ha llamado mi atención.—La vi y me encantó, como podrás imaginarte después de verla y sentirme así, las cosas de Marina se me han olvidado. —

—¿Es decir que la chica del bar ha hecho que te olvidaras de todo? Creí que estarías tratando de esconderte de todo lo que ha salido en la prensa.— Me dice serio.

Sé que debe de estar molesto después del drama que hubo alrededor, pero es que lo que me sucedió al ver a Gianna es inexplicable; es como si nunca me hubiesen dejado plantado en el altar, o tal vez es que simplemente estoy tratando de hacer de cuenta que eso no pasó. 

—Lo sé y lo siento, ¿vale?, pero no sé cómo explicar lo que me sucedió al ver a esta hermosa mujer— expreso, mientras la vuelvo a ver.

—Te ha pasado que está guapísima, si lo sabré, pero, no te preocupes que no voy a intentar nada.— Habla sonriente y al parecer ha comprendido que ella también puede ser mi salvación. 

—Aquí tienes Manuel.— Le dice Gianna con una enorme sonrisa y le da el trago.

—Gracias, se ve exquisito.— Comenta él mirando la copa. 

—Ya verás— le responde y espera a que lo pruebe.

—¡Está buenísimo!— expresa Manuel, disfrutando de verdad la bebida. 

—¡Te lo dije!—

—Es una excelente bar tender.— La felicita. 

Entonces, el hombre que me ayudó ayer en el depósito se acerca a nosotros y nos saluda. —Hola, me presento soy Leo—me dice—Gianna, voy por otras botellas, ¿sí?

—Vale ve tranquilo que yo me encargo.— Le deja saber y vuelve a atender al resto de los clientes.

La noche pasa entre varias copas y  conversaciones interrumpidas hasta que el bar finalmente cierra casi al amanecer. Manuel, se fue hace varias horas, en cambio yo, la espero aquí sentado mientras ella termina de ordenar todo.

—Ya he terminado.— Me dice Gianna acercándose a mí.

—Vale, no sé si invitarte a un café o que...— Comento algo confundido a causa del horario.

—Mejor te invito un café yo a ti en mi casa.— Ofrece mientras toma su bolso.

—¿En tu casa? ¿Estás segura?— Inquiero tratando de no sonreír. 

—Sí, es que vivo aquí enfrente— habla sonriente y es como si en esa frase explicara todo.

—Perfecto entonces, vamos a tu casa.— Digo siguiéndola y tengo la sensación de que no será la primera vez que siga esos andares.



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