La oscuridad de esta sala de cine y su presencia; son una combinación perfecta. No sé muy bien de qué va la película porque solo puedo quedarme viéndola, es como si me hubiese hipnotizado y realmente me gusta mucho lo que me hace sentir. Quiero tomar su mano entre la mía, pero no me atrevo... «¿Y si se asusta?, ¿y si se retracta de nuestro trato?, ¿y si por mi afán de sentir sus labios... sus caricias, ¿se aleja de mí?», pienso. Esta mujer es completamente diferente a todas las que he conocido antes. Sé que guarda un secreto, pero sé también que no sé cuándo vaya a contármelo.—Pero qué bonita ha sido la película... — Comenta de pronto.Vuelvo a esta realidad para darme cuenta de que los créditos de la película ya están en la pantalla y yo ni me había dado cuenta —Si, muy buena— Respondo, aunque no tengo ni idea de lo que ha sucedido.Nos levantamos de nuestros asientos y salimos de la sala de cine. Realmente estoy feliz de que casi no haya gente; eso hace las cosas mucho más fáciles
Se ha quedado absolutamente mudo ante mi verdad, pero eso era lo que esperaba ¿no? Es claro que no va perder su tiempo conmigo y eso es lo lógico; después de todo, solo busca que lo ayude con aquella boda, y en el fondo yo busco su ayuda también. —¿Crees que lo que me acabas de decir va a hacer que me aleje de ti?— Dice rompiendo el silencio.—Si hablas de nuestro trato, no lo creo— Responde segura.—¿Y si hablo de algo más también?— Inquiero. —¿Qué? Pregunto confundida. Este hombre se ha vuelto loco.—Gianna, no soy un experto cociendo corazones, pero estoy dispuesto a intentarlo.— Me dice con una tímida sonrisa mientras clava esos ojos cafés en mí.—¿Tanto lío por llevarme a tu cama y porque me case contigo? Ya te dije que a mi también me conviene— Expreso de la manera más directa posible.Una maliciosa sonrisa se dibuja en su rostro y de a poco va inclinando su cuerpo un poco sobre la mesa. Está a punto de decirme algo cuando el camarero se acerca a dejar nuestros platos sobre l
El aire se hace ausente en este beso, pero no quiero dejar de besarle. Quisiera poder respirar de ella, pero al parecer tiene otros planes. Lentamente, separo mis labios de los suyos, pero no suelto su rostro; si no todo lo contrario, lo sujeto con más fuerza para que no se separe de mí.—No te alejes de mí— le pido en un susurro que parece la súplica de alguien que está agonizando.—Matt... no puedo—me dice seria.—¿Qué es lo que no puedes?, ¿amar?— Pregunto mirándola fijamente.Ella asiente –Si, yo no puedo amar.Escucho su respuesta y tengo las palabras justas para lo que ha dicho. Lentamente me acerco a su cuerpo, la abrazo de tal manera que no pueda soltarse de mí, y le digo.—Soy lo hay un remedio para aprender a amar, y ese remedio, es amando— comento. —Esa frase, no me parece tan justa—me reclama aún fundidos en este abrazo.—¿Por qué?— Le pregunto con una media sonrisa.—Porque parece fácil pero en realidad no es así— me dice en un susurro. —¿No es así?— Pregunto confundido
-Días después- Observo a mi hermano Mauro caminando hacia la barra, con un ramo de flores otra vez. Ya es el quinto esta semana. No sé si es sentido de culpa por parte de Matt por haber tenido que salir fuera de la ciudad después de la boda, o es que es su método de conquista.—Otro más.—Me dice Mauro de manera borde, colocándolo en el mismo lugar que siempre. —Dile a ese tío que no envié más flores; esto es un bar, no una florería– se queja. —¡Basta!— le replico, mientras lo tomo y veo la tarjeta."No sabes lo que ha sido esta semana sin verte, pero hoy regreso a Miami y lo primero que haré es ir a verte al bar para recordarte que si es fácil amar.Matt."Leo su nota una, dos, tres veces y una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro al igual que ha sucedido con los otros cuatro ramos de flores. Debo admitir que a pesar que no hablamos desde la boda y de su insistencia, también lo he extrañado estos días y eso me da pánico. A veces no lo entiendo, él pidió esta boda por contrato y a
[MATT]He caminado por todas partes buscándola, pero no la he encontrado. Decido entrar al bar, e ignorar al imbécil de Oscar; voy a tener que hablar con él seriamente acerca de esto. Me acerco a la barra y le hago una seña a Leo para que se acerque.—¿Sabes dónde puede estar Gianna?— Le pregunto preocupado.—Vi que se fue corriendo, ¿fue por ese imbécil?— Me pregunta señalando a Oscar con su mirada.—Sí, yo no sabía...— Intento explicarme.—No es tu culpa, es la de él por venir aquí. En cuanto a Gianna, búscala en la playa de Lummus Park , seguramente se fue allí. Siempre que está triste se va a caminar a la playa. Ha dejado su celular aquí, así que ni intentes llamarla—me dice.—Vale Leo, gracias— le digo y estrecho su mano en forma de agradecimiento.Sin darle ninguna explicación a nadie, vuelvo a salir del bar y voy a la playa Lummus Park tal como me ha dicho Leo.[...]Camino descalzo por la playa buscándola, no hay nadie aquí a esta hora. Sigo caminando, hasta que finalmente la
[MATT]Ella sentada entre mis piernas en esta playa solitaria con la luna como testigo, su perfume intoxicando mis sentidos y provocando estas ganas de besarla, y mi mente pensando en todo lo que nos espera juntos; es así como estoy ahora y quisiera detener el tiempo.—Cuéntame de ti.— Hablo sonriente intentando romper este silencio.—¿Qué quieres saber?— Pregunta y, aunque no veo su rostro, sé que está sonriendo.Llevo una de mis manos a su cabello y comienzo a acariciarlo –Quiero saber todo de ti, pero me conformo con que me cuentes lo que tú quieras ahora.— Le respondo a su oído.—Gianna Alessandra Magliani, ese es mi nombre c
Su beso de despedida en mi portal me ha dejado la sensación más dulce que jamás he sentido antes en mis labios. Parece ser un hombre de palabra porque no ha intentado entrar, ni convencerme de nada; solo me dijo "que tengas buenas noches princesa" y se marcho. Lo observaba alejándose por el pasillo y no podía dejar de pensar que ese hombre se haya enamorado de mí. Quizás es mi baja autoestima en que alguien me quiera de verdad que me hace sentir así, o tal vez, es porque justamente el hombre que se ha enamorado de mi es un cantante famoso y demasiado guapo.Cierro la puerta y camino hacia mi habitación, es demasiado tarde y a pesar de que mi corazón late a mil por hora y tengo un nudo en mi estomago que hace que dormir se haga más difícil; me pongo el pijama, lavo mis dientes y me meto en la cama. Miro al techo como esperando que en ese sitio pueda encontrar la manera de conciliar el sueño, pero honestamente dudo que pueda hacerlo. No puedo dejar de pensar en lo sucedido. El hecho de
Camino hacia la esquina de la calle donde está ubicado el bar sin decirle absolutamente nada y me siento en el borde de la acera. Él se sienta a mi lado manteniendo una distancia prudencial y el silencio reina en el lugar.—Dijiste que querías hablar, te escucho.— Menciono de manera fría y sin mirarlo a pesar de que siento su mirada en mí.—Gianna, tengo tantas cosas que decirte.— Habla y noto en su voz que está ¿afligido?—No sé qué puedas decirme, pero no vas a cambiar nada de lo que sucedió.— Advierto. —Lo sé, pero debes saberlo.— Insiste.—Habla de una vez.— Sentencio ya que no soporto esta situación.—No fue porque yo quise que te deje en el altar—habla serio y yo no puedo más que reírme de su desfachatez. —¡Vale!, espera que te crea—contesto esta vez mirándolo y sé que si pudiera lo mataría con mis ojos. —Escúchame por favor.— Me pide y realmente comienzo a molestarme. —Habla de una vez si no quieres que te pegue, de verdad que tengo muchas ganas de hacerlo.— Le advierto.—G