6. Un Café y Algo Más

[MATT] 

Estoy sentado en el sofá de su sala esperando mientras ella prepara el café; y no puedo dejar de observar a mí alrededor. Sofá blanco, que me recuerda a uno que tenía en mi habitación en mis inicios, mesa de vidrio, paredes y piso en color gris, pero con texturas diferentes y varios detalles que hacen que este lugar se vea increíble. Definitivamente tiene un gusto exquisito.

—Me gusta tu piso.— Le digo lo suficientemente alto como para que me escuche desde la cocina que solo está dividida por una isla.

—¡Gracias!— Me responde con una enorme sonrisa y luego se me queda mirando por un instante. —Sabes, me es difícil actuar normal contigo aquí en mi casa.— Me explica mientras coloca las tazas en una bandeja junto a unas tostadas y mermelada.

Me pongo de pie para intentar ayudarle, pero ella niega con su cabeza y luego mira el sofá para hacerme saber que me siente. —¿Por qué dices que te es difícil actuar normal conmigo aquí?— Le pregunto con muchísima curiosidad.

Coloca la bandeja sobre la mesa de vidrio que hay en el centro, luego lleva sus manos a cada lado de su cintura y me mira entrecerrando sus ojos. —Vamos, que no todos los días se tiene a Matt Ferrer en tu casa.— Me dice y luego se echa a reír haciendo que me ría con ella a causa de su naturalidad.

—Olvídate del Ferrer,piensa en que soy solo Matt— le pido. 

Ella se sienta a mi lado y luego acerca la mesa para que podamos desayunar de manera más cómoda. —Vale solo Matt.— Dice sin apartar su mirada de la mía. —¿Se puede saber porque has regresado a mi bar?— Me pregunta y toma una de las tazas entre sus manos, para luego acomodarse de una manera que me distrae mucho en el sofá.

—Debía agradecerte la ayuda que me has dado el viernes—miento.

—Ya lo habías hecho con tu mensaje por Twitter.— Me dice con una media sonrisa que me dice que no me ha creído nada de lo que he dicho.

—El mensaje por Twitter no me ha parecido muy personal que digamos.

—De acuerdo... ¿Y por eso me has esperado toda la noche a que termine de trabajar?— Averigua siguiendo su interrogatorio.

—Creo que además de bar tender, eres policía o algo—comento entre risas haciendo que ella se contagie.

—¡Lo siento! A veces no lo puedo evitar.— Se excusa y sigue riéndose.

—No te preocupes, es casi como ir a una entrevista en televisión.— Bromeo. 

—¡Prometo no volver a hacerlo Matt!— Dice e intenta no volver a reírse, aunque claramente no lo consigue.

«Me encanta su sonrisa, es tan genuina...»

—Me gusta cuando te ríes.— Le confieso sin poder contener mis palabras.

Aparentemente ella no se esperaba mis palabras, porque sus ojos me miran abiertos de par en par tal como si le hubiese confesado un gran secreto.

—Eh... no sé qué decir de eso... tú también tienes una bonita sonrisa.— Logra decir con nerviosismo.

—¿Te ha incomodado?— Le pregunto e intento terminar mi café.

—No... es decir... no esperaba que tú me dijeras algo así.— Dice intentando que sus palabras tengan sentido.

—Ya te lo dije, soy un hombre normal— Insisto.

—¡No mientas!— Dice burlándose de mí.

—Entonces, si te pido que te cases conmigo ahora mismo, ¿lo harías?— pregunto de la nada. 

—¿Qué? ¿Cómo me case contigo?— Cuestiona sorprendida y no la culpo.

—Es que mira, soy normal, mi anatomía es igual que la de cualquier ser humano.— Le explico, pero al parecer sigue sin entender lo anterior.

—¿Y que tiene que ver eso con lo de casarme contigo?— Susurra.

—Todo, ¿sabes por qué me escondí detrás de la barra de tu bar?— Le pregunto.

—¿Porque te seguían unos paparazzis?— Inquiere confundida.

—Si, pero ¿sabes por qué me seguían?— Presiono.

Ella niega con la cabeza —No—

—Porque mi ex me dejo plantado en el altar y ellos se enteraron. Se supone que sería una boda íntima, pero ya ves, no fue así y terminé siendo el centro de todas las burlas— Explico.

Gianna aún tiene ese rostro de confusión—Insisto, ¿y eso que tiene que ver con casarnos?— repite la pregunta. 

—Que me gustas muchísimo— Admito con el corazón latiendo a mil por hora.

Ella sonríe tímidamente —No te voy a mentir, ya quisiera que todos los días aparecieran hombres normales como tú en el bar. — Dice y luego que termina su frase se tapa la boca con una de sus manos.—Lo siento, he abierto mi boca más de lo debido, pero es que me has tomado por sorpresa.—  

—Y eso está bien— Digo sonriente.

—Pero, de ahí a casarnos…— Murmura.

—Tómalo como un negocio por ahora, si quieres, claro— Aclaro.

—¿Negocio?—habla, tratando de que le explique. 

—No nos podemos mentir, hay atraccion, claro está, pero de ahi a decir que estamos locamente enamorados, no lo sé… es muy pronto, pero mientras tanto, lo podemos convertir en una negociación, y si el amor surge, genial, y sino, será algo que nos sirva a los dos— Propongo y ella solo me mira confundida.

—¿Y qué gano yo con esto? No entiendo— Pregunta sin dejar de mirarme.

—¿Qué quieres?, ¿qué necesitas? Haré lo que gustes— Ofrezco y es que realmente necesito salir de esta situación extremadamente incomoda en la que me metió Marina, y no encuentro una mujer mejor que Gianna para hacerlo.

—¿Lo que guste?— Inquiere sorprendida y al parecer considerándolo.

—Excepto un hijo, eso espero tenerlo cuando esté enamorado— Aclaro y río.

—No, no quiero un hijo por ahora— Responde entre risas.

—¿Entonces?— Presiono.

Ella piensa por un momento —Esto va a sonar fatal, pero es que el bar es lo único que tengo y esta en una muy mala situación económica. No te pido dinero gratis, pero al menos sé el socio de nosotros y ayudarnos, ¿si?— Dice y la miro fijamente.

—¿Eso quiere decir que aceptas casarte conmigo?— Pregunto y lentamente dejo mi taza al lado de la suya y fijo mi mirada en esos ojos  color mar los cuales están llenos de invitaciones a que me pierda en ellos, y cuales yo estoy dispuesto a aceptar sin ningún tipo de problema. Hace mucho que no me sentía así con tan solo ver a alguien. Esta mujer tiene algo que me cautiva, y tengo la certeza de que si caigo víctima de sus encantos en medio de nuestro trato, no buscaré la llave para escapar, ¿Quién quisiera hacerlo, si me mira de esta manera?

Ella se muerde los labios y los suelta para sonreír —Es difícil decirte que no, además, es algo que nos beneficia a los dos— Repite. 

Sin poder evitarlo, acortó la distancia entre su cuerpo y el mío, y llevó mi mano a su rostro para acariciarla lentamente. Ella no me dice absolutamente nada, solo permanece callada cruzando mi mirada con la suya. No sé cómo sucede esto, pero de repente su cuerpo comienza a inclinarse de una manera que hace que de apoco se vaya recostando sobre el sofá, haciendo que yo deba colocarse sobre ella de tal manera que me quita el aliento y despierta todos los sentidos de mi cuerpo. Mis labios se acercan más a los suyos con la única intención de encontrar ese contacto que tanto desean; me está quemando esta necesidad de besarla, pero justo cuando estoy por llegar al oasis de sus labios, ella coloca su mano sobre mi boca.

—Lo siento, pero tú serás Matt Ferrer y todo, pero yo no caigo tan fácil, nuestro trato será algo separado de lo que pase entre los dos. Así que déjame primero aceptar la propuesta que me hiciste, y luego vemos que pasa entre nosotros ¿te parece?— Me advierte con su respiración agitada y casi en un susurro como si no estuviera muy segura de sus palabras.

«Ahora sí que me tiene a sus pies. Gianna, es tan diferente a todas las mujeres que he conocido…»

—Bien, si eso es lo que deseas, te lo daré—explico y le doy mi mejor sonrisa al quitar su mano de mi boca.

—Esas palabras me gustan— responde y se escabulle, alejándose de mi cuerpo, para ponerse de pie y mirarme mientras niega con su cabeza. — Sé que tal vez pueda arrepentirme de esto, más adelante— comenta y luego ríe en medio de sus nervios y yo respondo de la misma manera, porque se me hace graciosa su reacción. 

—Espero no te arrepientas de nada— Comento y luego de manera muy natural, busco una de las tostadas para comerlas como si no hubiese pasado nada, haciendo que ella me mire absolutamente confundida.  

—¿No te has enfadado de que haya aceptado, pero no no la haga con esto? —Me pregunta sin entender.

—Gianna... créeme que por probar esos labios estaría dispuesto a esperar lo que fuera necesario y que entiendo porque quieres separar las cosas.— Es lo único que le digo y ahora si que ella me mira como si fuera un extraterrestre.

—Veo que tienes unos cuantos tornillos sueltos, pero bueno... ya veremos cuanto dura este trato—responde, sentándose a mi lado para comer una tostada.

—Veremos...— Es lo único que le respondo.



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