Hay personas que dicen que estoy un poco loca porque mi pasión no es la de una chica normal, pero honestamente no creo que nunca haya sido muy normal que digamos. Cada vez que abro esta puerta soy feliz. Mi hermano y yo comenzamos esta aventura hace tres años, y que ahora sea uno de los bares más reconocidos de Miami nos llena de orgullo a pesar de los problemas económicos que tenemos a causa de algunas malas decisiones financieras que hemos tomado por no tener mucha experiencia en el mundo de los negocios. Mauro es el de los números y yo, bueno yo soy la que disfruta detrás de la barra mientras juego con los sabores de los diferentes licores, frutas, jarabes, y demás cosas, además soy quien conoce cómo innovar este lugar siempre, digamos que somos el dúo perfecto en ese aspecto.
Al entrar al bar, saludo a todos los empleados, que para mí son compañeros de trabajo y camino hacia mi área de trabajo detrás de la barra donde me siento como en casa cada noche. Miro el reloj una vez más y sé que en unos pocos minutos este lugar se comenzará a llenar como todo típico viernes.
—Gianna, ¿lista para otra noche más?— Pregunta Leo, el mejor barman del establecimiento.
—¡Claro!— Respondo animada.
—Tú podrías estar tan solo mirando cómo trabajamos— Me comenta.
—Leo, sabes que me aburriría mucho—digo entre risas—al menos que comience a recorrer el mundo nuevamente, pero por ahora no estoy en condiciones para hacerlo. — Aclaro.
—Deberías volver a eso— Sugiere, para luego sonreír.
Hemos tratado de no decirles a los empleados acerca de los problemas que estamos enfrentando, y es que no queremos preocuparlos. Mauro y yo estamos buscando la manera de solucionarlo sin tener que hacer recortes en el personal, eso nos dolería muchísimo. —Sí, puede ser, pero sabes que detrás de esta barra también se puede viajar. Se conoce gente de tantos sitios y con tantas historias diferentes que siento que viajo todo el tiempo.— Comento.
—Gianna, los hombres te hablan tanto porque intentan ligar contigo— Habla burlándose de mí como lo hace siempre.
—Ya Leo,no volveremos a discutir acerca de eso— Finalizó.
—Como desees— Dice, para luego ir en busca de las botellas que nos hacen falta al depósito.
Sigo acomodando todo cuando veo a mi hermano entrar al bar y me mira de manera extraña. Conociéndolo desaprueba mi vestimenta. Mauro, camina hacia mí lentamente y sé que me espera todo un sermón al respecto.
—Gianna, ¿cuántas veces te he dicho que no eres una empleada más?, ¿es necesario que te vistas así?— Inquiere.
—¿Qué tiene de malo?— Le pregunto mirando la manera que voy vestida.
—No sé si es el corsé, la falda extremadamente corta que llevas puesta, o las botas— habla serio, como si estuviera haciendo un inventario de mis ropas.
—Eres mi hermano, no mi padre... Además, trabajo en un bar, no en un monasterio, ¿de acuerdo? Tú encárgate de los números que ya hay bastante problemas con eso, yo me encargo de que todo el resto funcione bien.— Le propongo.
—Si solamente nuestros padres estuvieran aquí— me advierte, moviendo su cabeza de un lado al otro, desaprobando.
—Estarían felices.— Difiero.
—Vale, dejemos esta conversación hasta aquí porque no llegaremos a ningún sitio.— Se rinde.
—Mejor— digo con una sonrisa triunfante mientras que él se da media vuelta para ir a su cueva, la cual él llama oficina.
A veces no entiendo a mi hermano. Me cuida como si fuera su hija y no su hermana, entiendo que haya querido tomar el lugar de nuestros padres después de que ellos murieran en aquel accidente, pero a veces creo que se sobrepasa. Muchas veces pienso que no entiende que ya no soy aquella niña de 17 años que debía cuidar, ya han pasado diez años de aquel día, pero él no cambia.
—¿Todo en orden?— Pregunta Leo cuando regresa con las botellas.
—Más o menos, Mauro, no entiende que ya he crecido— hablo en tono de frustración.
—¿La ropa nuevamente?— pregunta con una media sonrisa.
—Si...— Respondo y respiro profundo.
—Es que, con todo respeto te ves muy bien y es muy fácil que un cliente con algunas copas de más se pase de la raya contigo.
—Leo, sabes que nunca les doy lugar para que lo hagan— Expreso.
—Lo sé, pero es normal que Mauro se preocupe— insiste, poniéndose de su lado.
—Que seas su mejor amigo no me ayuda ¿eh?...— Digo entre risas.
—De acuerdo, tienes razón, pero sabes que lo digo porque te aprecio muchísimo.— explica.
—Lo sé, bueno, preparémonos porque ahí llega el primer grupo de solteros buscando ligar aquí—digo observando a los hombres que han entrado con gran entusiasmo.
—Tú, siempre igual.— Comenta entre risas y de a poco el lugar comienza a llenarse de gente.
Claramente, los clientes, al estar más pendientes de cómo hacer que acepte un trago o una cita con ellos, hace que ni se den cuenta de la cantidad de tragos que llevan. Mucho menos se preocupan de la propina que dejan, lo que las chicas que sirven las mesas agradecerán esta noche. A esto yo le llamo estrategia de negocios, cosa que mi queridísimo hermano no comprende.
Es tanta la gente que hay en el bar, que Leo y yo ya no damos abasto con todos los tragos, y las botellas se han vaciado. —Leo, trae más vodka por favor,—le pido y él tan solo asiente y va en busca de las botellas.
Sigo preparando tragos hasta que veo a un grupo de personas entrar al bar de manera desesperada, es como si estuviesen buscando a alguien, pero no creo que sea a cualquier persona «¿Quizás un novio?»
—¿Me das un Sex on the Beach?— Pide un joven haciéndome volver a mi trabajo.
—Por supuesto— Respondo de inmediato.
Me dispongo a buscar los ingredientes cuando de repente me choco con algo. Al mirar al piso me doy cuenta que no es algo, si no que alguien.
—¿Tú? —Pregunto totalmente sorprendida al darme cuenta que no es cualquier persona si no ¡Matt Ferrer! —¿Qué haces tú detrás de mi barra?— Le pregunto sin poder entender porqué está aquí, y mucho menos cómo es que ha pasado.
Él no dice absolutamente nada, solo lleva su dedo índice a sus labios para pedirme que no diga nada, y si lo hace mirándome de la forma que lo hace, sé que no puedo negarme.
[MATT]No puedo creer lo que estoy haciendo. Me estoy escapando de un grupo de paparazzis que me han estado siguiendo desde hace treinta minutos después de haberme tomado fotos con algunos fans, y también de haberles respondido a algunas pocas preguntas. A una de ellas periodistas, la conozco muy bien, no importa lo que haga me seguirá, y honestamente no quiero que me sigan preguntando acerca de lo que pasó con Marina, ya estoy harto de dar la cara por ese asunto y mucho más de quedar como el idiota de la historia. Camino lo más rápido que puedo hasta que veo un bar repleto de gente y decido meterme allí. Miro hacia atrás y el grupo de paparazzis, también entran. Camino entre la gente a toda prisa y me percato que la puerta retráctil de la barra está abierta. Rápidamente paso al otro lado y me quedo sentado en el suelo esperando que ellos no me vean y así poder irme de aquí. Estoy quieto en mi lugar cuando alguien me lleva por delante. —¿Tú?— me pregunta una voz femenina. Levanto la
[GIANNA]Aun no me creo que Matt Ferrer haya estado escondido detrás de mi barra. No me ha explicado porque se escondía de esos paparazzis, pero supongo que sus motivos tendría, al menos que sea así con toda la prensa... eso sí que me decepcionaría ya que realmente me gusta mucho su música. Termino de acomodar todo y ya me puedo ir a mi piso. En momentos como este es cuando aprecio mucho vivir en el edificio que está justo enfrente del bar. Cierro la puerta del bar y caminó hasta mi piso mientras observo la foto que me he tomado con Matt, sí que es guapo y mucho. Mientras subo al elevador, abro la aplicación de Instagram y subo la foto etiquetando a Matt, sin poner el sitio donde se ha tomado la foto; lo que menos quiero es buscarle problemas. Abro la puerta de mi piso y me voy desvistiendo mientras camino al baño para darme una ducha. Estoy agotada, ya está amaneciendo y yo recién me estoy yendo a dormir, pero esta es mi vida. Me ducho rápidamente y con la misma velocidad me meto e
[MATT]—Tío Matt, tu móvil.— Dice Clara.Quito mi móvil del bolsillo de mi pantalón y al ver que es un mensaje de ella no puedo evitar sonreír."Ha sido un gusto poder ayudarte. Ya sabes, cuando necesites esconderte cuenta con mi bar (Soy la co-propietaria, así que no me has metido en problemas con mi jefe) Gracias por el cumplido hacia mis ojos.Un beso."¿Un cumplido hacia sus ojos? Se ha quedado corta, en realidad yo me he quedado corto, pero creo que haberle dicho que toda ella me ha parecido una escultura es algo fuera de lugar en este momento. ¿Así que es copropietaria del bar? Ese es un dato bastante interesante...—¡Tito!— Me grita Claudia regresandome a la realidad.—Discúlpame princesa, ¿Qué decías?— Cuestiono. —Que si podemos ir a tomar un helado allí.— Dice señalando la heladería que hay en la calle de enfrente.—Claro que sí, vamos.— Les digo sonriente. Cruzamos la calle y al entrar la mujer que nos atiende me reconoce, lo que me da un poco de gracia a causa de su reacc
[MATT]La observo haciendo tragos e interactuando con los clientes que están de este lado de la barra y me doy cuenta que muchos de ellos están aquí por la misma razón que yo, ella. Es hermosa y además de eso, su sonrisa ilumina todo con esa alegría que transmite.—Estabas aquí.— Me interrumpe una voz que tan bien conozco.—Hasta que al fin llegas.— Le digo a Manuel saludándolo.Él me mira regañandome y sé que tiene razón, le dije de venir aquí hace menos de una hora. –Si me avisaras con más tiempo...— Se queja. —Siento mucho haber cambiado de planes, pero tengo mis motivos para estar aquí.— Respondo sonriente y bebo otro sorbo del exquisito trago que me ha hecho Gianna.—¿Y cuáles son esos motivos?— Pregunta con mucha curiosidad.—Es uno solo y se acerca aquí.— Contestó sonriente.—Hola, ¿Te sirvo algo?— Le pregunta la mujer de ojos color mar que me está gustando más de la cuenta.—Gianna, te presento a mi amigo y músico Manuel—los presento.—Sé quien es, lo vi en uno de tus concier
[MATT] Estoy sentado en el sofá de su sala esperando mientras ella prepara el café; y no puedo dejar de observar a mí alrededor. Sofá blanco, que me recuerda a uno que tenía en mi habitación en mis inicios, mesa de vidrio, paredes y piso en color gris, pero con texturas diferentes y varios detalles que hacen que este lugar se vea increíble. Definitivamente tiene un gusto exquisito.—Me gusta tu piso.— Le digo lo suficientemente alto como para que me escuche desde la cocina que solo está dividida por una isla.—¡Gracias!— Me responde con una enorme sonrisa y luego se me queda mirando por un instante. —Sabes, me es difícil actuar normal contigo aquí en mi casa.— Me explica mientras coloca las tazas en una bandeja junto a unas tostadas y mermelada.Me pongo de pie para intentar ayudarle, pero ella niega con su cabeza y luego mira el sofá para hacerme saber que me siente. —¿Por qué dices que te es difícil actuar normal conmigo aquí?— Le pregunto con muchísima curiosidad.Coloca la bandej
[MATT] Estamos en medio de una conversación bastante interesante de cómo decidió trabajar en el bar y no en cualquier otra cosa, por ejemplo, en marketing ya que eso es lo que estudió. Al parecer su mente está puesta en otra cosa porque se queda en absoluto silencio.—Gianna,¿me escuchas?— Le pregunto y paso una de mis manos enfrente de ese rostro que parece hecho de porcelana y tanto me gustaría acariciar.—Si, perdón... ¿Qué me decías?— Pregunta confundida haciéndome sonreír.—¿Cansada? Quizás prefieras que me vaya y te deje descansar—propongo.Casi con vergüenza ella me mira y asiente. —Lo siento, estoy hecha un zombie— se disculpa. —Déjame decirte que eres la zombie más guapa que he visto y mira que miro muchas series de zombies—le aclaro, sonriente.—Te creo, he visto tu fanatismo por los zombies en Instagram—Me responde y ambos reímos como tontos.—Veo que me conoces más de lo que creía—le comento y sus mejillas se tornan coloradas. —Me gusta que sea así, porque eso quiere dec
Debo de estar absolutamente loca por haber aceptado no solo ir a cenar con Matt Ferrer, si no lo que me propuso de casarme con él. Esto ha sido casi como haber firmado un contrato a ser conquistada por él que con tan solo hablarte puede conseguir todo. No hay que ser una genio para darse cuenta que ese hombre de porte elegante, con cuerpo absolutamente tonificado, y una voz de ensueño, puede hacer que caiga rendida a él. Así que para enfrentar esto necesito las mejores ropas. Luego de maquillarme y peinarme, observo la montaña de ropa que hay sobre mi cama, y solo se me ocurre jugar con una minifalda a rayas blanca y negro con un top corto que combina bastante bien. Busco zapatos negros, un bolso que haga juego, y ya estoy lista. Así, justo como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, el timbre de mi piso suena en el momento preciso que he terminado de ordenar el desastre de ropa que he hecho. Camino hacia la puerta con mis piernas temblando y me cuesta creer que esté t
Si las miradas me desnudaran, probablemente ya lo estaría y en su cama. Colocó el último trozo de tiramisú sobre el tenedor y lo llevo a mi boca bajo su atenta mirada. No sé cómo he podido cenar con él mirándome de esa manera, estoy demasiado nerviosa.—¿Me miraras así toda la noche?— Pregunto cuando termino con el tiramisú.Una media sonrisa se dibuja en su rostro mientras sostiene su barbilla con la mano del brazo que tiene apoyado sobre la mesa. —Me encantaría hacerlo...— Responde de una manera muy sensual.—Matt... por favor, ya ha sido suficiente aceptando ese trato.— Le pido.—¿No te gusta que te mire?— Me pregunta y vaya que sabe cómo ponerme nerviosa; cosa que es muy difícil de lograr en mí.—La manera que lo haces es muy incomodo— Admito. —¿Y cómo te estoy mirando según tú?——Como si me estuviera desnudando con la mirada.— Digo esta vez con firmeza y mis ojos clavados en los suyos mientras que ahí está él otra vez sonriente.Su cuerpo vuelve a inclinarse sobre la mesa para a