Capítulo 2

ARIA

La voz firme del alfa me arrancó de mis pensamientos...

—Hemos pensado que sería lo mejor mandar a Aria, junto con algunos guerreros, para visitar  la manada Sombra Nocturna y convencerles para renovar el tratado de paz entre las dos manadas. Necesitamos tenerlos de nuestro lado para pedirles que se hagan cargo de proteger el territorio colindante a la zona irregular.

La zona irregular, es un denso bosque de árboles torcidos y retorcidos que se entrelazan con espesas brumas que apenas dejaban entrever el suelo en que crecen una gran cantidad de plantas de acónito. Estas características del terreno hacían que cada paso fuera una trampa potencial para los guerreros y rastreadores. Algunos rouges se escondían en la zona irregular pudiendo así saquear y matar a los comerciantes  y otros lobos que pasaban cerca. Por lo tanto, el terreno colindante a la zona irregular se había vuelto cada vez más difícil de proteger. Con el dinero escaseando, las patrullas se veían reducidas y la manada no podía mantener una vigilancia constante de las zonas comerciales. Los negocios estaban sufriendo pérdidas y muchos hombres y mujeres lobo  habían sido asesinados.

Mis pensamientos giraban a mil por hora. '¿Yo? ¿Encargada de negociar con otra manada?' La idea era tan absurda. ¿Acaso era yo algún tipo de loba diplomática o algo así? Si lo soy, desde luego no lo sabía, y en mi sueldo no se ve reflejado. Porque eso es lo que todos necesitamos, ¿no? Una loba sin autoridad ni habilidades diplomáticas que se atreve a pedir ayuda a la manada más intimidante de todas'.

Esta situación parece una broma de mal gusto, porque digamos que voy al territorio de Sombra Nocturna, ¿cómo convenzo a los líderes de su manada, esos lobos conocidos por su fama de ser difíciles de tratar y, digamos, un poco... sanguinarios?' ¡Hola, amigos! ¿Qué tal si se hacen cargo de la zona irregular?'.

Lo sabía: este era un sacrificio disfrazado de misión. En el fondo, todos entendían que enviarme era una forma de lidiar con un problema sin que nadie se comprometiera realmente. Si las cosas iban mal, bueno, al menos perderían a una loba que no aportaba nada a la manada. 

Un grito ensordecedor me sacó de mi ensimismamiento. Era la voz de mi maestro, que clamaba “¡No!” con todas sus fuerzas, como si intentara detener lo inevitable. La escena que se desarrolló a continuación fue un choque de voluntades: el Alfa, enfurecido, lo agarró del cuello, mientras la rabia encendía el rostro de mi maestro.

—Ella hará lo que le diga su Alfa —tronó la voz de mi padre, cargada de autoridad.

—¡No puede ser, Beta! Ella no es diplomática ni tiene experiencia… solo es mi ayudante, una becaria. ¿Acaso no hay nadie mejor preparado para esta misión?.

—Se hará lo que yo diga —sentenció el Alfa, con una frialdad implacable.

El ambiente se volvió tenso cuando el Alfa golpeó a mi maestro en el estómago, un recordatorio brutal de que ningún hombre lobo de la manada se atrevería a contradecir sus decisiones, ni siquiera alguien tan respetado como él. Por primera vez en toda la reunión, sentí el miedo apoderarse de mí. Oscuros pensamientos cruzaron mi mente: si me atrevía a decir que no, ¿cuáles serían las consecuencias para las personas que quería?. De algo estaba segura: mi madre y el cachorro sufrirían las consecuencias si me niego a hacerlo. 

La tristeza en los ojos de mi maestro me hizo comprender que el Alfa no estaba pidiendo permiso; simplemente estaba informando sobre lo que ya había decidido. 

Me armé de valor y, con una calma que apenas sentía, dije que lo haría. En la sala se hizo un silencio sepulcral, mi padre y hermano me miraron de reojo, como si estuvieran sopesando las posibilidades de mi locura. Mi maestro iba a decir algo, pero se quedó callado. En el fondo sabíamos que huir solo traería consecuencias. Bueno, si esto sale mal, siempre puedo ofrecerme como la nueva mascota de Sombra Nocturna. '¡Al menos así me aseguraré de que me maltraten en lugar de acabar muerta!' pensé para mí misma.

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