ARIA—Comandante… —mi voz salió apenas en un murmullo.Seik hizo una mueca de dolor, su mandíbula se tensó.—¿Se puede saber por qué has venido sin decirme nada?—Quería ver a mi madre… y no pensé que te molestaría.—Querías ver a tu madre —repitió lentamente, con escepticismo—. A ti te pasa algo más… Melia me dijo que estabas rara y que discutiste con la loba solitaria.—Gema… —murmuré, bajando la mirada—. No tienes de qué preocuparte.Seik apretó la mandíbula, impaciente.El corazón me latía demasiado rápido. Mis manos temblaban. Él avanzó, y yo retrocedí instintivamente.—¿Qué es lo que te preocupa? Dímelo —ordenó, su tono duro y tenso.Mi silencio lo exaspera. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos atraparon mis brazos y me sacudió un poco.—¡Habla conmigo! ¿Por qué me estás evitando?—No me gusta…Me enjauló con su cuerpo.—Dímelo, m*** sea. —Su voz subió de golpe, y antes de darme cuenta, su puño se estrelló contra la pared.—No hablas conmigo...El sonido seco del impacto h
SEIKPreciosa.Preciosa.Preciosa.Es la hembra más hermosa que he visto nunca.Su lengua rodeó mi dedo y mi entrepierna se puso aún más dura. ‘ Tengo ganas de f*** su boca…’Ella no dijo ni una palabra. El olor de su excitación me estaba volviendo loco, nublándome los pensamientos.Me encanta cuando aprieta los muslos...para contener su excitación.La desesperación me dominó y agarré uno de sus pechos, apretándolo con fuerza antes de pellizcarle el pezón.Gritó. Y yo sonreí, satisfecho, con esa malicia que solo ella lograba sacarme. Se sonrojó al instante, y ese rubor la hizo ver aún más deseable.—¿No crees que merezco una recompensa? —murmuré, sin apartar la mirada—. He estado preocupado…muy preocupado. Tan preocupado que no he podido tomar bocado.Tragó saliva. Me sostuvo la mirada unos segundos... y luego bajó la vista hacia mi hombro.Su boca se posó sobre la cicatriz que cruzaba mi piel, la misma que yo evitaba mostrar.Sus labios la besaron primero con cuidado, recorriendo to
ARIA Hace 2 años… En la sala de reuniones de la manada Luna Menguante, se reunían las figuras más importantes o influyentes de la manada, cada una ocupando su lugar con una presencia imponente. En el centro de la gran mesa, se encontraban los guerreros de la manada, en su mayoría machos, aquellos a quienes se respetaba y, en ocasiones, se temía; su sola presencia llenaba el ambiente de autoridad y reverencia. Un poco más a la izquiera, se encontraban los lobos con linaje antiguo, cuyas características físicas y psíquicas eran superiores al resto. Estos lobos y lobas se encargaban de la política y administración de la manada, junto al Alfa y su heredero, quienes gobernaban sobre todos. Y, aunque parezca increíble, en esa sala también estaba yo… observando a esos imponentes lobos, mientras intentaba, sin mucho éxito, descifrar qué había hecho para terminar en medio de tanta solemnidad ¿Había perdido alguien una apuesta o simplemente necesitaban un relleno de último minuto?. Las mente
ARIALa voz firme del alfa me arrancó de mis pensamientos...—Hemos pensado que sería lo mejor mandar a Aria, junto con algunos guerreros, para visitar la manada Sombra Nocturna y convencerles para renovar el tratado de paz entre las dos manadas. Necesitamos tenerlos de nuestro lado para pedirles que se hagan cargo de proteger el territorio colindante a la zona irregular.La zona irregular, es un denso bosque de árboles torcidos y retorcidos que se entrelazan con espesas brumas que apenas dejaban entrever el suelo en que crecen una gran cantidad de plantas de acónito. Estas características del terreno hacían que cada paso fuera una trampa potencial para los guerreros y rastreadores. Algunos rogues se escondían en la zona irregular pudiendo así saquear y matar a los comerciantes y otros lobos que pasaban cerca. Por lo tanto, el terreno colindante a la zona irregular se había vuelto cada vez más difícil de proteger. Con el dinero escaseando, las patrullas se veían reducidas y la manada
ARIA A la mañana siguiente, recibí la visita de mi maestro. Él quería encontrar una manera de realizar la ‘misión’ que me habían encomendado sin que mi vida dependiera de ello. — Escucha Aria, el Alfa Lucciano está desesperado por ‘llevarse bien’ con la manada Sombra Nocturna. Sabe que son buenos guerreros y que el dinero no les importa. Lo que ellos valoran es la fuerza, la lealtad y la seguridad de su territorio. —Pero... ¿por qué tanto interés en ellos? —insistí, notando cómo sus palabras me ponían cada vez más inquieta. —Porque son nuestros vecinos y, si algún día decidieran ocupar nuestro territorio y desafiarnos, créeme, ellos ganarían—. El maestro hizo una pausa para que asimilara sus palabras. — El Alfa quiere evitar un conflicto y asegurarse de que, si ocurre algo en la zona irregular, los tengamos de nuestro lado. Bueno, sinceramente... quiere usarlos como perros de caza. Así que, si llegas a negociar con ellos, ofrece lo que sea necesario para renovar el tratado. Propo
ARIA Me esperaba un viaje de aproximadamente siete horas hasta el territorio de Sombra Nocturna, y, aunque intentaba mantenerme tranquila, una inquietud persistente me rondaba. Me dirigí al punto de encuentro, donde me esperaban los guerreros de la manada que habían asignado para acompañarme. Al verlos, noté que todos eran novatos, reclutados de familias menos influyentes. Pobres desgraciados… apenas empezaban y ya los mandaban a una misión con alto riesgo. La manada Sombra Nocturna había sido avisada de nuestra llegada con antelación, y en el límite de ambos territorios nos esperaba un grupo de sus guerreros. Su sola presencia imponía respeto. Eran altos, robustos, con miradas frías y calculadoras que reflejaban años de experiencia y entrenamiento. Era como si llevaran la palabra “peligro” grabada en la piel. Sentí cómo mis propios guerreros se tensaban a mi lado; se miraban unos a otros, y sus rostros dejaban entrever una creciente preocupación. Tratando de aliviar el ambiente, so
SEIK Después de la reunión con mi padre, mis compañeros y yo nos dirigimos a la sala de armamento, era un espacio amplio y austero, que albergaba el equipamiento necesario para realizar las inspecciones semanales de nuestro territorio. Mientras el bullicio de risas y planes para la noche resonaba a mi alrededor, mi beta se acercó, su expresión seria contrastando con el ambiente festivo.—¿Seik, tienes un momento? —me preguntó, su voz apenas audible entre las carcajadas de los demás. Delante del resto de la manada, me llamaba Comandante, pero cuando estábamos solos, prefería usar mi nombre de pila, como solía hacerlo cuando éramos niños.—Sí—dije con la voz cansada.—¿Cuáles son los planes del Alfa Axel con la manada Luna Menguante?—dijo con determinación.—No lo sé—dije preocupado. La verdad, no me gustaba tratar con lobos de otras manadas, especialmente con los de Luna Menguante. Aquellos lobos estaban más obsesionados con aparentar riqueza y poder que con el bienestar de su manada.
SEIKSin perder tiempo, salí junto a mis guerreros, dirigiéndonos a la sala de interrogatorios. Carles ya sabía lo que le esperaba: un castigo que no podría eludir. Mi beta hizo un intento de intervenir, extendiendo la mano hacia Carles, pero le lancé una mirada que le indicó que me encargaría yo mismo de la situación. En un abrir y cerrar de ojos, le propiné un golpe contundente en la boca del estómago, haciéndolo tambalear. Su expresión se tornó de incertidumbre a miedo en un instante, y algunos novatos lo miraban con inquietud, sus ojos reflejando una mezcla de temor y sorpresa. En contraste, los guerreros más veteranos se mantuvieron impasibles, rígidos como estatuas, observando la escena con calma. Me acerqué a Carles, inclinándome un poco hacia él y agarrándole del cuello por detrás, mientras hablaba con una voz fuerte y clara.—Parece que no has entendido cómo la manada Sombra Nocturna trata a las hembras.El silencio que siguió fue tan afilado que casi podía cortarse con un c