Capítulo 120

—Te promete que siempre estaremos contigo. —susurre sobre sus rizos de oro. —No importa cuantos hijos tengamos, ni qué tanto nos separemos. Tu siempre serás nuestra princesa dorada. —asegure besando su coronilla. —Eres la niña de tu padre y desde que te vi por primera vez robaste mi corazón. Nunca voy a dejarte. —dije separándome.

Los ojitos de Dominika estaban empañados por las lágrimas. Sus ojos relucían como dos zafiros, similares a las estrellas en el firmamento. No quería volver a ver esa expresión en su rostro. Me asegurare de que podamos recuperar todo el tiempo perdido y de darle la familia que tanto anhelaba. A partir de ahora ella y sus hermanos eran todo mi mundo.

Besé delicadamente sus mejillas y limpié su rostro con un pañito. Ya se veía más tranquila y constantemente observaba mi vientre con interés. Casi suelto una risa al notar su ceño fruncido. Iba a preguntarle qué le causaba tanto conflicto, pero entonces tocaron la puerta. Dominika susurró un suave “pase” y entraro
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