La tarde de verano se sentía agradable, pese a que esos días el calor era infernal. Debía ser por la brisa que acariciaba sus pieles o por la sombra de aquel gran árbol donde ellos se encontraban recostados.
La adolescente, de cabellera rojiza y ojos de color miel, observaba el lago con admiración. ¡Estaba feliz! Poder viajar al campo con su mejor amigo había sido reconfortante, puesto que en la ciudad no contaban con la libertad de la que allí disfrutaban.
—Nunca olvidaré estas vacaciones; este lugar es hermoso y tranquilo. Si de mí dependiera, me quedaría a vivir con la señora Tenner todo el año —comentó ella mientras admiraba el cielo.
—Es una suerte que nuestros padres nos hayan dejado venir a casa de tu ex nana ya retirada. Aún no me lo creo —respondió el joven de ojos celestes y cabellera negra, abundante y desarreglada. Ella lo miró en silencio y sonriente; ese día su amigo lucía más atractivo de lo regular. Tal vez era el efecto del maravilloso momento, donde la puesta del sol le regalaba tonos hermosos al cielo.
—La tarde está cayendo, debemos regresar —dijo ella con sus mejillas sonrojadas. Él, por su parte, deseaba disfrutar un poco más de aquella puesta de sol.
—Serena, cuando regrese a la ciudad le pediré a Tiana que sea mi novia —confesó su amigo con nerviosismo. Ella lo miró con sorpresa y alegría; ¡hasta que por fin decidió dar ese paso con la morena que traía a todos locos en el instituto!
—Ya era hora, es muy obvio que ambos se gustan.
—Hay un problema... —masculló el joven mientras sus ojos celestes la escudriñaban con temor.
—¿Qué?
—Ella ya ha tenido novios y yo nunca he besado a nadie. Temo ser un inexperto cuando nos besemos. Sería vergonzoso; Tiana no sabe que a mis quince años nunca he besado.
La chica se encogió de hombros y suspiró.
—Eso no debe preocuparte; solo déjate llevar por lo que ambos sienten y el beso fluirá —aconsejó ella mientras frotaba el hombro de su amigo para transmitirle ánimo.
—No, de verdad me asusta mucho arruinarlo. ¿Harías algo por mí? —preguntó él con ojos de borrego.
—Ummm...
—Siempre parloteas que el primer beso no es especial, así que estuve pensando que no te importaría regalármelo a mí. Es decir, vamos a practicar para ser expertos.
—¡Estás loco! ¡No me voy a besar contigo! —exclamó alarmada—. Sería raro, eres como mi hermano.
El chico suspiró con frustración.
—Pero no lo somos. Es una ayuda mutua, así cuando conozcas a un chico ya sabrás besar.
—Ummm...
—Por favor... —El chico juntó las manos e hizo un puchero. Ella, por su parte, rodó los ojos en respuesta.
—Está bien, pero no metas tu lengua. Eso sería asqueroso.
—¡Cómo digas! —El chico se acercó para acortar la distancia con su amiga.
—Espera, espera. —Ella lo detuvo—. Dame tiempo, no estoy lista.
—No, después te arrepientes.
Ella suspiró y ambos se miraron a los ojos. El chico se acercó a su amiga con lentitud; el ambiente se tornó tenso e incómodo cuando sus labios se rozaron.
—¡Ay, no! ¡No puedo! —vociferó ella mientras rompía el contacto con él—. ¡Esto es muy raro!
El chico suspiró y frunció el ceño. En cuestión de segundos, los labios de ella fueron invadidos por los de él. Ambos se quedaron petrificados sin hacer ningún movimiento. Segundos que parecieron eternos pasaron antes de que él tomara la iniciativa de mover la boca. Ella lo imitó. Sin embargo, sus labios solo se rozaban porque ninguno de ellos estaba besando en realidad, solo hacían movimientos extraños e inexpertos.
—No creo que lo estemos haciendo bien. —Ella rio con nerviosismo. Él se rascó la cabellera negra mientras miraba al suelo con gran bochorno.
—Por suerte estamos practicando. Iba a pasar vergüenza con Tiana.
—Tal vez es porque somos amigos y no nos gustamos de esa manera; es probable que con Tiana sea diferente.
—Ummm... Vamos a hacerlo de nuevo. Nos besaremos hasta que lo hagamos bien y con soltura.
Él no esperó una negativa de parte de ella. Se le lanzó encima y esta vez le apretó los labios con intensidad y seguridad, recordando que así sucedía en las películas. Ella, en cambio, se removió incómoda ante la invasión a su boca, pero segundos después, se rindió al delicioso cosquilleo que el contacto le provocó en los labios. Una sacudida placentera recorrió todo su cuerpo, lo que le dio a entender que le gustaba lo que su amigo le hacía a su boca. Poco a poco ella se dejó llevar. Minutos después, él se separó de la chica un poco atolondrado y abrumado, puesto que no esperaba haberlo disfrutado tanto.
Ambos se miraron a los ojos extasiados y, al cabo de unos segundos, sus labios volvieron a unirse. Esta vez, sus lenguas empezaron a juguetear hasta que su paladar fue invadido por estas.
Aquella práctica se repitió varias veces en ese verano frente a aquel lago, donde los jóvenes iban en sus bicicletas a observar la puesta de sol y a unir sus labios para “aprender a besar”.
Después de aquellas vacaciones de verano, los dos amigos no volvieron a repetir las sesiones de besos, por el contrario, se prometieron que jamás recordarían aquello y esa travesura se quedaría oculta en el cajón de los secretos. Para ellos su amistad era más importante que una emoción pasajera. El chico se hizo novio de la morena popular, pero esa relación fue fugaz al igual que todas las demás que le precedieron, convirtiéndose él en un hombre apuesto y solicitado, que nunca tuvo una relación seria con ninguna mujer.
Por otro lado, la chica creció ocultando un secreto a su amigo y engañándose a sí misma, debido a que, desde el día que ellos se besaron, ella empezó a verlo con otros ojos; no obstante, tenía que tragarse sus sentimientos y ser testigo de sus ligues, puesto que se suponía que ella no debía sentir atracción por él. Serena fingía delante de él y los demás el malestar que, verlo involucrarse con cuantas mujeres se le ofrecían le causaba, dado que este no tenía que esforzarse para llamar la atención de las féminas, y ese hecho lo había convertido en un mujeriego empedernido.
Esta es la típica historia cliché de dos mejores amigos, que después de varios años sin verse, sus vidas darán un giro inesperado y ambos tendrán que decidir entre su compromiso familiar o su libertad. ¿Qué decisión tomarán? ¿Afectará ese evento su amistad?
La ciudad Diamond; un lugar donde las clases sociales se imponen a los sentimientos y a las metas individuales. Aquí, si no tienes dinero ni un buen apellido, no eres nadie. Pareciera que evolucionáramos en tecnología, no obstante, en cuanto a relaciones sociales e interpersonales, estamos involucionando.En esta ciudad los matrimonios por amor son extraños y hasta menospreciados, en especial entre las personas de la clase alta. Es por esto, que somos condicionados desde niños a casarnos por conveniencia social, económica y familiar; para nosotros, los hijos de los ricos, eso es un asunto natural.Sin embargo, yo sí sueño con encontrar, no tal vez un romance intenso como en las películas o novelas literarias, pero sí un compañero que me guste y atraiga en lo sexual, y con el que pueda compartir mis metas; ya saben, alguien con quien crecer y alcanzar el éxito, pero también divertirme.Pero encontrar lo que quiero es difícil en una sociedad donde la mayoría de los hombres son egoístas
—¡Princesa! —El señor Nisson espeta al verme traspasar la puerta de su estudio—. ¡Qué hermosa estás! —Me da un caluroso abrazo que yo correspondo emotiva.—Abuelo, te ves muy bien.—¡Ah, es que yo sé conservarme! —dice ufano—. No soy como este mequetrefe aquí presente, que, aunque es doctor, lleva una mala vida. —Mira a Bratt entrecerrando los ojos. Este entorna la mirada y bufa con hastío.—Creo que debe darle cátedras de vida al doc, abuelo —sugiero con una sonrisita maliciosa.—¡No le eches leñas al fuego! —reclama Bratt con el ceño fruncido—. Vas a hacer que empiece con sus sermones de viejo amargado.—¿Ves? Ni siquiera me respeta, el mal parido este. —Le da un palmazo en la cabeza y Bratt gruñe de la impotencia; por mi parte, estallo en carcajadas. Yo entiendo la tensión que existe entre ellos dos, debido a que Bratt y el abuelo no quedaron en buenos términos cuando este decidió estudiar medicina. Debido a que Bratt fue su primer nieto y el favorito, el señor Nisson espe
—Tienes razón, Serena. Yo tampoco me imagino tener una relación más allá de nuestra amistad, se sentiría a incesto. —Hace una expresión de grima y, por alguna razón que temo conocer, esa acción me hiere. ¿Le daría asco estar conmigo?Después de la incómoda conversación y de todas las indirectas del abuelo, almorzamos juntos. Por suerte Jael y Linda no están en la mansión Nisson hoy, no es que me lleve mal con ellos, pero tampoco me agradan mucho. Tienen una vibra que me repelen y, mientras más lejos de estos esté, mejor para mí.El almuerzo transcurre entre risas y conversaciones acerca de todo lo que hemos hecho en estos años, nuestros planes para el futuro y en dejar claro que ninguno se siente listo para abrirse a una relación seria por ahora. Esa parte no le gustó al abuelo y tuve que cambiar el tema para evitar sus sermones.Ahora me encuentro encima del techo de la habitación de Bratt, que queda en el último piso. Hemos trepado el balcón para llegar aquí y casi me caigo porque l
—Margot, ¡qué sorpresa! —espeta Bratt con exagerada emoción y una sonrisa falsa.No sé si me imagino tonterías, pero me da la impresión de que Bratt no se siente muy contento con esa visita; yo tampoco.—Amorcito, estoy tan feliz de verte —dice ella mientras le llena el rostro de besos. A este punto ya me ha dado náuseas y el dulce del pastel me repugna.—Bueno, dado que estás ocupado, me voy —escupo con veneno y reproche.La tal Margot me mira con aire de superioridad y sonríe.—Sí, estaremos muy ocupados —comenta alusiva y mira a Brett con complicidad.Qué asco.—Me imagino... —mascullo entre dientes. Me levanto de la silla dispuesta a irme, pero Bratt me intercepta.—No te vayas tan rápido. Por favor —acentúa la última palabra y me mira con ruego.Infeliz.Entiendo lo que sucede a la perfección, lo que provoca que la incomodidad que siento aumente.—¿Me acompañas a la salida? —Lo miro con cara de pocos amigos. Bratt asiente con una sonrisa nerviosa porque ha de imaginarse la razón
En este momento siento que pierdo el control de mi cuerpo, que tiembla al ritmo de los latidos rápidos de mi corazón.Me molesta que un simple accidente me descomponga de esta manera. ¿Qué me sucede? Bratt es mi amigo, nada más. No entiendo por qué tengo estas emociones.—Lo siento —dice Bratt mientras se frota la cara con las dos manos.Finjo una sonrisa y le doy una palmada en el hombro.—No te preocupes, entiendo que eres un tonto que no sabe coordinar sus movimientos y anda provocando accidentes.Él ríe aliviado.—Tienes razón, soy un tonto. ¿Nos vemos el sábado, cariño?—¡Por supuesto! —Hago ademanes con las manos antes de abrir la puerta del vehículo—. Pero yo escogeré la película.—¡Ay, no! No quiero terminar vomitando. Esas películas que ves no tienen nada de divertidas —chilla como la gallina que es con dramatismo exagerado.Hago una mueca como respuesta a su queja y le saco la lengua. Entro en el carro y conduzco fuera de la mansión Nisson. Después de haber manejado por unos
No sé qué sentir en este momento, si satisfacción o pena.Miro por inercia el desastre que he hecho y otra arcada me ataca con furia. De verdad esperaba una reacción diferente de parte de mi amigo, pero no; este no se ha alejado de mí, como tampoco ha puesto cara de asco o enojo. Debe ser porque ha de estar acostumbrado a este tipo de situaciones, dada su carrera y trabajo.—¿Te sientes mejor? —Me soba la espalda con ternura. Por mi parte, asiento ida y abochornada. ¿Qué rayos me pasó?—. Ven, vamos a la camilla. —Me dirige hacia la parte cubierta por una cortina verde y me ayuda a acostarme. Llama a su secretaria y le da instrucciones, acto seguido, se quita la bata y se la entrega, luego empieza a examinarme y a hacerme preguntas de rutina.Al cabo de unos minutos, entra una enfermera con una bandeja en las manos.—Te pondrá un suero para hidratarte —responde Bratt, como si adivinara la pregunta que estuve a punto de articular.—No es necesario, Bratt. De verdad, estoy bien. —Voy a l
Cuando creo que mi día no podía empeorar, se me ocurre escuchar detrás de la puerta del estudio de papá. Todo lo ocurrido hoy en el hospital me parece insignificante, ante esta horrenda noticia.¿A qué se refiere con salvar la empresa? Y ¿de qué?De manera instintiva y, sin pensar en mis acciones, empujo la puerta con brusquedad, captando la atención y sorpresa de los presentes.Junto a papá se encuentra Jill, el gerente de finanzas; y Andrew, el gerente de logística. Ellos son amigos de mi padre desde que tengo uso de razón, por eso suelen venir a la casa para hablar de la empresa, aparte de los temas personales.—Turrón... —susurra atónito, debido a que no se esperaba mi intromisión.—Papá, necesito que seas sincero conmigo y me digas, de una buena vez, lo que sucede con Um-diosa.Él se pone pálido, mientras que los demás carraspean con incomodidad. ¿Qué demonios está ocurriendo?—Serena, querida...—¡Nada que no se pueda solucionar! —Papá interrumpe a Jill.—Saulo, ¿para qué seguir
Bratt tiene una cabaña cerca del lago que decora el centro de la ciudad. Ese lugar posee un bosque, cuya vegetación se extiende hasta el parque que hermosea a Diamond.Los Nisson, al igual que otras familias ricas, poseen parte de aquel territorio, a excepción del parque, que es propiedad gubernamental. Dentro del terreno de la familia de Bratt, hay una parte que pertenece a este y él la utiliza para escapar del estrés o cuando se encuentra deprimido. Es como su refugio.—¿Cómo va todo en tu empresa? —pregunta él mientras mira al cielo negro, que se encuentra lleno de estrellas. Ambos estamos sentados en una hamaca que queda en el frente de la cabaña, con una taza de chocolate caliente en mano.Sorbo de la bebida y pongo mis pies encima de las piernas de él. Bratt me prestó una de sus medias, así que los dos usamos un par parecido que combate la gélida temperatura, aparte de que nos arropamos hasta la cintura con una frisada.—Pésimo... —suspiro decaída.Él me mira preocupado y me lev