Aurora pegó un brinco, aún así hizo lo que aquel hombre mal herido le pedía, se inclinó aún más y ayudó al hombre a subir a su auto.
—¿Qué esperas? ¡maldita sea!, ¡Arranca! —exclamó Dante.
—Señor, no puedo conducir, al menos no hasta que detenga el sangrado o de lo contrario puede morir, en realidad no quiero cargar con un muerto en mi auto —exclamó Aurora mirando por el retrovisor.
Los ojos de Dante rodaron, al mismo tiempo que maldecía por dentro, sabía que era cuestión de minutos para que Antonio llegará a ese lugar y cumpliera con su cometido, acabar con él, quitarle la vida sin pensarlo.
—¡Está bien! Haga lo que se le dé la m*****a gana, eso sí, si intenta hacer algo en mi contra no dudaré en meterle un tiro en la cabeza —vociferó Dante, se inclinó aún más en el asiento trasero del auto y abrió su camisa y así la mujer pudiera ayudarlo.
Aurora respiró profundo, caminó hasta el baúl del auto y sacó su maletín, no creía que lo utilizaría, mucho menos en sus vacaciones, aún así caminó de nuevo hasta la puerta trasera de su auto.
—¡Muévete m*****a sea! —gritó Dante, haciendo que Aurora pegara un brinco.
—¡Díos! A este paso la muerta voy hacer yo —exclamó Aurora, abrió la puerta y vio la herida del hombre
Sus manos buscaron torpemente en su maletín algo con que saturar la herida de ese hombre, sus delicadas y suaves manos limpiaron lentamente la herida de Dante, quien no dejaba de apuntar a Aurora en su cabeza en todo momento.
—¡Por Dios!, puede bajar esa arma, así no podré terminar, y me imagino que a usted lo único que le interesa es que termine rápido —exclamó Aurora.
Dante la miró fijamente a los ojos y bajó su arma, llevó un trozo de su camisa a su boca y así poder aguantar un poco más, dolía, dolía más que nada en este mundo.
Casi a dos kilómetros, Antonio caminaba de lado a lado, sabía que si Dante seguía con vida para él sería muy difícil tomar el poder de todo. Antonio estaba convencido de que Dante estaba lo suficientemente herido como para caer muerto en pocos minutos, pero tenía que verlo con sus propios ojos.
Aún no había hablado con los socios, y sabía perfectamente que sería imposible que ellos se quedarán a su lado sabiendo que él intentó matar a Dante, eso era traición, y él sabía perfectamente lo que le hacían a los traidores.
—¡Maldición!, ¡maldición! —exclamó Antonio bastante molesto.
Sus manos prácticamente arrasaban todo a su paso, mientras los ojos de sus hombres lo veían con atención, ya no podía retractarse y volver con su jefe, sabía que él los mataría por su traición,
—¿Qué pasó? —exclamó Antonio ante el movimiento insistente de uno de sus hombres.
—¡Señor!, creo saber por donde cogió el señor Dante —dijo uno de los mejores al mando de Dante.
—¡Y tú, maldito desgraciado!, ¿Por qué no habías hablado? —preguntó Antonio tomando del cuello aquel hombre que apenas podía respirar.
—¡Lo siento mucho señor!...
Las manos de Antonio apretaron con mucha más fuerza, dejando casi sin respirar al pobre hombre que luchaba con sus manos para poder respirar.
—¡Señor sueltelo, si lo mata no podrá saber en dónde está el señor Dante! —exclamó otro hombre mirando con terror
Antonio quitó sus manos del cuello de aquel hombre, se giró y empezó a tirar absolutamente todo al piso.
—¡Gracias señor! —exclamó aquel hombre tratando de recuperar su respiración.
—Todavía no me des las gracias, ¿en dónde está el imbécil de mi primo?, y es mejor que me digas o juro que tú mamita y tu hermanita no volverán a ver la luz del sol —amenazó Antonio
—Lo más posible es que el señor Dante hubiese cogido la carretera vieja, la misma que lleva a los viñedos del señor Francesco —dijo aquel hombre.
Una sonrisa llena de satisfacción se dibujó en el rostro de Antonio, llevó las manos a la pretina de su pantalón y sacó su arma y apuntó directo a la cabeza del hombre que apenas lograba ponerse de pie.
Un sonido agudo se escuchó en la mansión al mismo tiempo que Antonio dejaba salir una enorme carcajada.
—¡Reúne a todos los hombres!, la sabandija de mi primo no debe estar muy lejos. Una cosa más, cambie de opinión, no lo quiero muerto, lo quiero vivo, quiero ser yo quien lo pique en pedazos.
Mientras tanto, Aurora respiró profundo, y llevó las manos a su frente, por fin había terminado de suturar la herida de Dante.
—¡Tómese esto!, le servirá para el dolor, y puede estar tranquilo, no lo pienso matar — Aurora habló con nerviosismo.
Por alguna extraña razón, sentía que conocía a ese hombre, aunque trataba de recordar en donde lo había visto, su mente aún se confundía.
—¡Qué!, ¿Piensa seguir ahí sentada?, es mejor que se mueva, o créame que el próximo muerto no seré yo solo, si no usted también —espetó Dante, aún sentía dolor, pero estaba un poco más tranquilo, al menos ya no se estaba desangrando.
Aurora rodó sus ojos, puso el pie en el acelerador, y condujo.
—¿Y bien?, ¿A dónde quiere que lo deje? —vociferó Aurora sin quitar la vista del frente.
—Quiero que me lleve a donde usted vaya. Y no quiero ninguna sorpresa, créame que si intenta hacer algo en mi contra averiguaré todo sobre usted, es algo que a usted y ningún miembro de su familia le convendría.
—¡Qué!, está usted loco, si piensa que lo llevaré a casa de mi abuelo. Por favor, lo llevaré a donde usted me pida, pero a mí casa no —dijo Aurora tratando de hacer entrar en razón al hombre que estaba haciendo una mueca de dolor.
—No me importa si es la casa de su abuelo, o la casa del mismísimo papa, solo arranque ese auto. Ah, es mejor que planee una buena excusa, su abuelo no puede enterarse de la manera en que me encontró…
Aurora maldijo internamente, estaba segura que su abuelo no le creería absolutamente nada, ahora solo rogaba a Dios y a la virgen para que el hombre atrás en su auto cambiará de opinión.
El viento resoplaba con mucha más fuerza a medida que pasaba el tiempo, los árboles se movían de lado a lado, al igual que la mandíbula de Antonio, quien solo contaba los segundos por encontrar a Dante.Sus ojos se desviaron al notar que una de las camionetas frenaba bruscamente metros más adelante.—¡Ve y averigua qué sucede!, no puedo perder más tiempo, bastante me costó retrasar la reunión con los socios del sur de Italia —dijo Antonio.Efectivamente, Antonio se había encargado de retrasar la reunión después que se llevará a cabo el matrimonio de Dante y Eva. Todos se enterarían de la muerte trágica de los novios en un accidente fatal y él por supuesto tomaría el control total, solo que no contaba que todos sus planes se salieran de control y que Dante tuviera suerte.—¡Señor!, sobre la vía hay sangre, está fresca, lo más posible es que el señor Dante esté cerca —avisó uno de los hombres.Antonio llevó un puro a su boca, abrió la puerta de la camioneta y se bajó de ella.—¡Maledett
Los pasos de Dante eran lentos, llenos de dolor, rabia y por supuesto venganza, aún así pudo caminar hasta el enorme ventanal que brindaba una hermosa vista.Los ojos de Dante se abrieron de par en par al ver una camioneta que él reconocía perfectamente.—¡Usted!, ¿Sabe quién viene en esa camioneta? —preguntó Dante a Giuseppe.—No señor, no sé de quién se trata, es la primera vez que veo a ese vehículo en esta mansión —respondió Giuseppe.—¡Maledizione! «Maldición» —exclamó Dante.—¿Señor a dónde va?, ¡Usted no puede salir de esta habitación! —exclamó Giuseppe, al ver que Dante caminaba a paso lento hacia la salida.—Es mejor que no se atreva a tocarme y mucho menos a detenerme. Mejor ayúdeme a bajar, necesito saber quien llegó en esa camioneta —ordenó Dante mientras apretaba sus dientes.Giuseppe asintió, tomó el brazo de Dante y lo ayudó a bajar con mucho cuidado de que su jefe no se diera cuenta, lo que menos quería era que Aurora estuviera en problemas.Mientras tanto, Antonio dej
Francesco movió su cabeza de lado a lado, él no permitiría que nadie tocara a su nieta, el dolor en su pecho se hacía cada vez más grande, especialmente al reconocer al hombre que estaba la frente de él.Francesco fue un temido jefe de la mafia, quien se había retirado por el gran amor que le tenía a Victoria, la mujer de su vida, su único y gran amor. Dante miró a Francesco, no era difícil reconocerlo, aunque ya estaba viejo… no había tenido tratos directos con él, pero sabía quien era y que papel había desempeñado en el pasado con su familia. —Don Dante, creo que su petición en cuanto a mi nieta no va ser posible, ella es lo único que me queda —confesó Francesco—. Ella no se va a casar con usted. Le pido que se retire y desista de esa idea errónea. —Don Francesco, usted tiene una deuda de honor con mi familia no se si la recuerde —mencionó Dante con una sonrisa de lado—. Y es hora que la cumpla, solo pido a su nieta, le prometo que la cuidare —dijo Dante haciendo una reverencia f
Aurora lo miró fijamente y maldijo internamente, haría lo que estuviera en sus manos para salir de ese infierno en el cuál estaba cayendo, pero de algo si estaba segura: no iría con él a ningún lado, si su abuelo la había vendido como si fuera una mercancía haría lo que fuera para huir lejos de todo, así muriera en el intento.—¿Qué tanto haces? —preguntó Dante exasperado al notar que Aurora empacaba sus cosas con bastante demora.—No pienso ir a ningún lado sin mis pertenencias—dijo ella girándose, debía buscar la manera de escapar y cuanto antes mucho mejor.El sudor bajaba lentamente por la frente de Dante, el dolor en su cuerpo cada vez se intensificaban más y más, al igual que su paciencia.—¡Ya no más!, coge tu maldita basura y nos vamos en este momento —exclamó Dante, sacó fuerzas y se colocó de pie, dió dos zancadas y la tomó del brazo fuertemente—. No intentes jugar conmigo, no estoy de buen humor, ah, otra cosa, el dolor está empezando de nuevo, dame algo para calmar este ma
Dante sonrió abiertamente mientras los ojos de Aurora se abrían como platos al ver justamente a Dante parado detrás de Giuseppe.Todos la habían traicionado. —Tranquila no lo mires así, supuse que no podría confiar en tu perro faldero, así que decidí seguirlo, y vaya me trajo hasta donde mi futura esposa —aseguró firmemente Dante.—Yo no pienso ir con usted a ningún lado y mucho menos casarme con usted —gritó Aurora, ya su paciencia estaba llegando a su fin, y por supuesto que no permitiría que ese hombre le siguiera arruinado la vida.—En eso te equivocaste cariño, nos casaremos mañana mismo, y por supuesto que tú perro faldero será nuestro testigo, ahora vamos —dijo Dante, ella lo miró con rabia—. Vamos dije ¿no oíste? —él ordenó con su voz fuerte. —Yo no pienso ir con usted a ningún lado —vociferó ella cruzándose de brazos, debía mostrarse firme, estaba segura que no se rendiría por nada en el mundo.—Está bien, por lo visto estoy tratando con una chiquilla malcriada, así que lo
El sudor de su frente bajaba lentamente por su rostro, era como si el tiempo se hubiese detenido en ese mismo momento.Su cuerpo dolía como nunca, los golpes en sus costillas hacían que Dante se retorciera de dolor, aún así su mandíbula seguía tensa, y con la firme intención de salir de ahí con vida. Dante alzó su mirada, y vio una vez más el azul celeste de los ojos de sus amada cerrarse por última vez, la mujer de su vida, maldijo internamente, porque el día que se suponía que iba hacer el más feliz de sus vidas… se había convertido en un completo infierno.—¡Jamás pensé tener tanta suerte en esta vida!, y vaya que siempre he sido un hombre con mucha suerte!, ¿Acaso no lo crees primito? —exclamó Antonio tomando fuertemente la mandíbula de Dante, él tenía su mirada fija en Eva, quien yacía inerte a un lado de sus pies.Dante apretó un poco sus manos, la impotencia era evidente, solo quería soltarse y correr a los brazos de su amada, poder salvarla, poder estar ahí para ella.—Disfru