Deuda pendiente

Francesco movió su cabeza de lado a lado, él no permitiría que nadie tocara a su nieta, el dolor en su pecho se hacía cada vez más grande, especialmente al reconocer al hombre que estaba la frente de él.

Francesco fue un temido jefe de la mafia, quien se había retirado por el gran amor que le tenía a Victoria, la mujer de su vida, su único y gran amor. 

Dante miró a Francesco, no era difícil reconocerlo, aunque ya estaba viejo… no había tenido tratos directos con él, pero sabía quien era y que papel había desempeñado en el pasado con su familia. 

—Don Dante, creo que su petición en cuanto a mi nieta no va ser posible, ella es lo único que me queda —confesó Francesco—. Ella no se va a casar con usted. Le pido que se retire y desista de esa idea errónea. 

—Don Francesco, usted tiene una deuda de honor con mi familia no se si la recuerde —mencionó Dante con una sonrisa de lado—. Y es hora que la cumpla, solo pido a su nieta, le prometo que la cuidare —dijo Dante haciendo una reverencia falsa ante Francesco.

Si podía hacer algo para llevar la delantera ante Antonio, no lo dudaría ni un solo segundo, en especial luego de que la única mujer que había amado muriera a manos de su primo… Lo único cierto es que Dante cobraría de la misma manera, con la misma moneda. 

Francesco negó repetidas veces, y maldijo internamente, nunca pensó que llegara la hora de cumplir aquella promesa.

—¡Abuelo!, ¡Abuelo!, ¿Qué te sucede? —cuestionó Aurora moviendo a su abuelo al ver que una lágrima resbalaba por su mejilla. 

Ella no entendía que estaba pasando, no podía casarse con un desconocido, ella estaba enamorada de Antonio.

—¡No puedo!, pídeme cualquier cosa, menos a ella, te entrego mi vida si es necesario. Pero a mi nieta no, ella es pura, no tiene nada que ver en toda esta m*****a basura —dijo Francesco.

—Le recuerdo que mi padre le perdonó la vida a Victoria, ¿O me equivoco?, además usted juró que en cuanto llegara el momento pagaría su promesa, y es hora que la cumpla —advirtió Dante con determinación. 

Francesco tomó a Aurora y la abrazo con mucha fuerza, ella lucía confundida, ¿De dónde su abuelo conocía a ese hombre?, ¿Por qué ese hombre le había perdonado la vida a su abuelo?

Tenía tantas preguntas, ni una sola respuesta… 

—Lo siento mucho princesa, sé que con él estarás bien, te prometo que haré lo que esté en mis manos por conseguir tu libertad —vociferó él con evidente tristeza.

—¿Qué estás diciendo abuelo? —ella habló completamente agitada. La tranquilidad que la representaba, se había esfumado, en ese momento su pecho subía y bajaba sin poder evitarlo—.  ¡Tú no puedes permitir que me vaya con este hombre! —exclamó ella dejando salir una lágrima de dolor, su pecho dolía y más al ver la actitud de su abuelo. 

Aurora sintió como si fuera una mercancía, como si esto fuera un intercambio completamente irracional en donde ella estaba en desventaja. Ella solo podía cuestionarse por haber recogido y salvado a ese hombre en el camino. 

—Lo siento mi niña, debes ir con Don Dante, pero no irás sola, Giuseppe será tu guardaespaldas, será quien te cuidará. —Los ojos de Aurora se abrieron como platos al escuchar  las palabras de su abuelo. Su propio abuelo la estaba entregando al mismísimo demonio.

Dante dejó salir una sonrisa, al menos estaba seguro que le arruinaría los planes a su primo y de eso estaba más que seguro. Adicional, también haría que las deudas quedaran saldadas. 

—Don Francesco… Gracias, le prometo que ella estará bien conmigo —dijo Dante quien caminaba lentamente hacia Aurora, la tomó del brazo y la jaló hacia él—. Ella tendrá lo que merece. Ahora salga de aquí, de ahora en adelante su nieta es asunto mío, usted no tiene nada que ver y sus decisiones ya no cuentan. Y no se preocupe, recibirá una jugosa cantidad de dinero por darme a su nieta. 

Francesco salió de la habitación, no sin antes darle órdenes precisas a Giuseppe de cuidar a su niña con su propia vida si fuera necesario.

Entre tanto, Antonio lanzó todo lejos, era obvio que Dante seguía con vida, y antes de que él apareciera debía encontrarlo y acabar de una vez por todas con él.  

—¡George!, quiero que arregles todo para mí boda con Aurora Greco. —Su hombre de confianza asintió. Una cosa más, quiero que sigan buscando hasta debajo de las piedras a la rata asquerosa de Dante —ordenó Antonio.

—Señor, ¿y el clan? —preguntó George.

—El clan no pondrá oposición, ellos estarán de acuerdo que me case y más si es con Aurora Greco, por si no te das cuenta, ella es la nieta de Francesco Greco, así que ellos estarán más que de acuerdo, arregla todo para mí boda el domingo.

Horas después, los ojos de Aurora no paraban de llorar, su corazón dolía, su pecho dolía, sentía que su abuelo había traicionado su confianza, la había vendido a un hombre que no parecía ser nada bueno. 

—¡Muévete! —exclamó Dante empujando a Aurora quien apenas podía caminar.

—No, no pienso ir a ningún lado. Si tiene alguna deuda con mi abuelo, le daré el dinero. No pienso ir con usted, no me pienso casar con usted… ni mi abuelo, ni usted deciden sobre mí.   

—No te estoy preguntando, pero si te rehusas a ir, en este momento le vuelo la cabeza a ese viejo que quieres tanto, tu abuelo será solo una leyenda… que te quede algo claro las deudas a mi familia, a mi, se pagan a mi modo. 

Él la sujetó con fuerza del brazo, quedando muy cerca de ella. El pecho de Aurora subía y bajaba, mientras que él mantenía una mirada oscura y fría.

—Ahora eres mía, me perteneces y no hay discusión alguna sobre eso.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP