Varios hombres corrían con preocupación al escuchar quien era el posible hombre que estaba en el auto que se estaba consumiendo por las llamas.Uno de ellos llevó un pañuelo a su boca para así poder acercarse al cuerpo inerte que estaba prácticamente irreconocible.Sus ojos se abrieron de par en par al ver que de la mano de aquel hombre un anillo con un enorme diamante con un dibujo de calavera colgaba de uno de sus dedos, no pudo evitar retroceder algunos pasos, él le había servido por muchos años hasta que decidió traicionarlo.—¡Don Dante! —dijo tartamudeando, se dejó caer, mientras sus manos empezaban a temblar, aún así tomó aire, se colocó de pie y ordenó llevar el cuerpo calcinado de su antiguo jefe a la mansión.Antonio caminaba de lado a lado, mientras bebía su botella de coñac, su ira se había apaciguado un poco al saber que su primo posiblemente estaría muerto, y lo mejor calcinado. Las cosas siempre tomaban su curso natural y los perdedores, tenían su merecido. —¡Señor An
El sudor de su frente bajaba lentamente por su rostro, era como si el tiempo se hubiese detenido en ese mismo momento.Su cuerpo dolía como nunca, los golpes en sus costillas hacían que Dante se retorciera de dolor, aún así su mandíbula seguía tensa, y con la firme intención de salir de ahí con vida. Dante alzó su mirada, y vio una vez más el azul celeste de los ojos de sus amada cerrarse por última vez, la mujer de su vida, maldijo internamente, porque el día que se suponía que iba hacer el más feliz de sus vidas… se había convertido en un completo infierno.—¡Jamás pensé tener tanta suerte en esta vida!, y vaya que siempre he sido un hombre con mucha suerte!, ¿Acaso no lo crees primito? —exclamó Antonio tomando fuertemente la mandíbula de Dante, él tenía su mirada fija en Eva, quien yacía inerte a un lado de sus pies.Dante apretó un poco sus manos, la impotencia era evidente, solo quería soltarse y correr a los brazos de su amada, poder salvarla, poder estar ahí para ella.—Disfru
Aurora pegó un brinco, aún así hizo lo que aquel hombre mal herido le pedía, se inclinó aún más y ayudó al hombre a subir a su auto.—¿Qué esperas? ¡maldita sea!, ¡Arranca! —exclamó Dante.—Señor, no puedo conducir, al menos no hasta que detenga el sangrado o de lo contrario puede morir, en realidad no quiero cargar con un muerto en mi auto —exclamó Aurora mirando por el retrovisor.Los ojos de Dante rodaron, al mismo tiempo que maldecía por dentro, sabía que era cuestión de minutos para que Antonio llegará a ese lugar y cumpliera con su cometido, acabar con él, quitarle la vida sin pensarlo. —¡Está bien! Haga lo que se le dé la maldita gana, eso sí, si intenta hacer algo en mi contra no dudaré en meterle un tiro en la cabeza —vociferó Dante, se inclinó aún más en el asiento trasero del auto y abrió su camisa y así la mujer pudiera ayudarlo.Aurora respiró profundo, caminó hasta el baúl del auto y sacó su maletín, no creía que lo utilizaría, mucho menos en sus vacaciones, aún así cam
El viento resoplaba con mucha más fuerza a medida que pasaba el tiempo, los árboles se movían de lado a lado, al igual que la mandíbula de Antonio, quien solo contaba los segundos por encontrar a Dante.Sus ojos se desviaron al notar que una de las camionetas frenaba bruscamente metros más adelante.—¡Ve y averigua qué sucede!, no puedo perder más tiempo, bastante me costó retrasar la reunión con los socios del sur de Italia —dijo Antonio.Efectivamente, Antonio se había encargado de retrasar la reunión después que se llevará a cabo el matrimonio de Dante y Eva. Todos se enterarían de la muerte trágica de los novios en un accidente fatal y él por supuesto tomaría el control total, solo que no contaba que todos sus planes se salieran de control y que Dante tuviera suerte.—¡Señor!, sobre la vía hay sangre, está fresca, lo más posible es que el señor Dante esté cerca —avisó uno de los hombres.Antonio llevó un puro a su boca, abrió la puerta de la camioneta y se bajó de ella.—¡Maledett
Los pasos de Dante eran lentos, llenos de dolor, rabia y por supuesto venganza, aún así pudo caminar hasta el enorme ventanal que brindaba una hermosa vista.Los ojos de Dante se abrieron de par en par al ver una camioneta que él reconocía perfectamente.—¡Usted!, ¿Sabe quién viene en esa camioneta? —preguntó Dante a Giuseppe.—No señor, no sé de quién se trata, es la primera vez que veo a ese vehículo en esta mansión —respondió Giuseppe.—¡Maledizione! «Maldición» —exclamó Dante.—¿Señor a dónde va?, ¡Usted no puede salir de esta habitación! —exclamó Giuseppe, al ver que Dante caminaba a paso lento hacia la salida.—Es mejor que no se atreva a tocarme y mucho menos a detenerme. Mejor ayúdeme a bajar, necesito saber quien llegó en esa camioneta —ordenó Dante mientras apretaba sus dientes.Giuseppe asintió, tomó el brazo de Dante y lo ayudó a bajar con mucho cuidado de que su jefe no se diera cuenta, lo que menos quería era que Aurora estuviera en problemas.Mientras tanto, Antonio dej
Francesco movió su cabeza de lado a lado, él no permitiría que nadie tocara a su nieta, el dolor en su pecho se hacía cada vez más grande, especialmente al reconocer al hombre que estaba la frente de él.Francesco fue un temido jefe de la mafia, quien se había retirado por el gran amor que le tenía a Victoria, la mujer de su vida, su único y gran amor. Dante miró a Francesco, no era difícil reconocerlo, aunque ya estaba viejo… no había tenido tratos directos con él, pero sabía quien era y que papel había desempeñado en el pasado con su familia. —Don Dante, creo que su petición en cuanto a mi nieta no va ser posible, ella es lo único que me queda —confesó Francesco—. Ella no se va a casar con usted. Le pido que se retire y desista de esa idea errónea. —Don Francesco, usted tiene una deuda de honor con mi familia no se si la recuerde —mencionó Dante con una sonrisa de lado—. Y es hora que la cumpla, solo pido a su nieta, le prometo que la cuidare —dijo Dante haciendo una reverencia f
Aurora lo miró fijamente y maldijo internamente, haría lo que estuviera en sus manos para salir de ese infierno en el cuál estaba cayendo, pero de algo si estaba segura: no iría con él a ningún lado, si su abuelo la había vendido como si fuera una mercancía haría lo que fuera para huir lejos de todo, así muriera en el intento.—¿Qué tanto haces? —preguntó Dante exasperado al notar que Aurora empacaba sus cosas con bastante demora.—No pienso ir a ningún lado sin mis pertenencias—dijo ella girándose, debía buscar la manera de escapar y cuanto antes mucho mejor.El sudor bajaba lentamente por la frente de Dante, el dolor en su cuerpo cada vez se intensificaban más y más, al igual que su paciencia.—¡Ya no más!, coge tu maldita basura y nos vamos en este momento —exclamó Dante, sacó fuerzas y se colocó de pie, dió dos zancadas y la tomó del brazo fuertemente—. No intentes jugar conmigo, no estoy de buen humor, ah, otra cosa, el dolor está empezando de nuevo, dame algo para calmar este ma