Matrimonio de Venganza con el Tío de mi Ex
Matrimonio de Venganza con el Tío de mi Ex
Por: Aurora Love
CAPÍTULO 1: LA PEOR TRAICIÓN

CAPÍTULO 1: LA PEOR TRAICIÓN

Sacudo mis rodillas al levantarme del suelo húmedo, mi pantalón se ha llenado de tierra y por más que lo limpio con un trapo, no sale. Suspiro, sé que esto me va a traer problemas en un rato, pero ahora mismo solo quiero despedirme de mi madre.

—Te amo mucho, mami, te extraño —digo, conteniendo las lágrimas mientras dejo las flores en su tumba.

Hace varios años que ella se fue, pero siempre vengo a visitarla en mi cumpleaños porque me hace sentir bien. En estos días, es lo único que me hace sentir bien.

Cuando salgo del panteón me doy con la sorpresa de que la camioneta de la familia Velazco no está. Mi esposo, Leonardo no me deja manejar a mí sola porque dice que soy una tonta que tiene suerte de saber caminar por sí sola, y que seguramente estrellaría la camioneta si me la dejase.

Vuelvo a suspirar y saco mi celular mientras arrugo la vista por la intensidad del sol de Houston.

—¿Aló? Señor Rodríguez, ¿a dónde se fue?

—Lo siento señorita Isabella, pero el señor Velazco me ordenó que debía ir a otro lugar con urgencia.

—¿Qué? Pero si él sabía que yo estoy aquí.

—Lo lamento, pero fueron sus órdenes, si no lo hacía me iba a despedir. Pero no se preocupe, puede llamar un taxi y la llevará a casa.

Resoplo, esta es la menor de las cosas que me ha hecho en mi cumpleaños, o cualquier día, en realidad.

—Está bien, no se preocupe señor Rodríguez, llamaré un taxi.

Cuelgo la llamada y tomo un fuerte y profundo suspiro para contener mis lágrimas. Leonardo no quiso acompañarme al cementerio, y ahora me deja sin transporte y lejísimos de la casa. ¿Qué podría ser más importante que tuvo que llevarse el carro?

Marco a una compañía de taxis y en menos de cinco minutos llega una unidad. Me subo y durante todo el viaje solo contengo las ganas de llorar. De verdad pensé que si le demostraba a Leonardo que lo amo con todo mi corazón, él se daría cuenta de que me juzgo mal y se enamoraría de mí. ¡Qué ingenua he sido! En estos dos años de matrimonio él no ha hecho más que demostrarme cuánto me desprecia.

Nadie ajeno a la familia lo sabe, al menos, no mi padre, para él somos el matrimonio perfecto, y la inversión perfecta. Mi padre pensó que me estaba obligando a casarme con Leonardo para evitar que nuestra empresa se fuera a la bancarrota, lo que no sabía es que en secreto, siempre estuve enamorada de él.

Cuando llego a la casa me doy cuenta de que la camioneta de la familia ya se encuentra estacionada. Me siento tentada a ir a preguntarle al señor Rodríguez qué era eso tan importante, pero en cambio, decido entrar directamente a la casa.

—Buenas tardes, ya llegué —me anuncio, pero nadie responde.

«Qué extraño, ¿dónde están todos los empleados?», me pregunto.

De pronto escucho una especie de risas en el piso de arriba. Pensé que Leonardo no estaría hoy como todos los años en mi cumpleaños, pero tal vez hoy sea diferente. Subo las escaleras con cautela, si es una sorpresa no quiero arruinarla. Noto la puerta entreabierta, así que la empujo suavemente y entonces, mi corazón se detiene.

Ya sabía que él me engañaba con otras mujeres, pero esto… esto es demasiado. En nuestra propia cama de matrimonio, a plena luz del día como si ya no le importase nada.

Leonardo está en la cama, desnudo, apretándole las nalg4s a otra mujer mientras ella le cabalga encima. Mis ojos se llenan de lágrimas otra vez. El shock del momento no me deja moverme, hasta que de pronto él fija sus ojos en mí y lejos de alterarse o empujar a la mujer de encima, me sonríe con malicia.

—¡Maldit0 bastardo! —grito.

En ese momento, la mujer se da vuelta y entonces la traición se siente peor. ¿Ella? ¿Mi maldit4 mejor amiga?

—¡Isabella! —exclama la basura humana de Camila.

Un impulso de furia y descontrol se apodera de mí. Tomo los objetos más cercanos del tocador y comienzo a lanzárselos frenéticamente.

—¡Maldit0s! ¡Desgraciados! ¡¿Cómo pudieron hacerme esto?! —bramo.

Los dos se levantan mientras yo salgo de ahí, no quiero verlos, me dan asco. Leonardo se pone la ropa a toda prisa y me detiene en el pasillo.

—¿A dónde crees que vas, z0rra? —espeta jaloneándome.

—¡Suéltame asqueroso repugnante! Ya sabía que me engañabas, pero ¿esto? ¡Esto no te lo perdono!

Él suelta una carcajada irónica.

—¿Crees que me importa tu perdón?

Sus ojos llenos de desprecio y burla rompen mi corazón en miles de trozos. Camila se asoma detrás de él con una mirada de cordero degollado que solo me provoca más ganas de matarla.

—Son unos miserables, se merecen el uno al otro —espeto. Bajo corriendo las escaleras, pero ellos me siguen.

—No, no te irás a ningún lado —dice Leonardo adelantándose a mí para evitar que llegue a la salida.

—Yo no tengo nada más que hacer aquí.

—Oh, pero sí tienes —responde con sorna—. Estaba esperando este momento, por eso mandé a buscar a Camila con la camioneta. Mi amor, ven —le dice a ella. Camila baja las escaleras sintiéndose como una reina, ahora su mirada ha cambiado, me ve como realmente siempre ha sido: una arpía.

—¿De qué estás hablando?

—De esto —responde ella, enseñándome unos papeles que no entiendo ni quiero ver.

—¿Qué es eso?

—Las pruebas que demuestran que no eres más que una ladrona, que siempre fuiste una cazafortunas que buscó casarse conmigo para conseguir mi dinero.

Mi corazón se acelera, ¿de qué está hablando?

—¿Qué? Yo no sé…

—¡Claro que lo sabes! —grita al tiempo que su mano se estampa contra mi mejilla dándome una bofetada que me tira al suelo. La mejilla me arde, mis ojos se nublan de lágrimas, pero nada me duele más que mi corazón.

—Esperarás aquí a que venga la policía… —En ese momento empiezan a sonar las sirenas de una patrulla acercándose—…¡Oh! Creo que ya están aquí. Por fin te irás de mi vida, Isabella Montenegro.

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