Si creía que la carceleta de la comisaría era horrible, es porque nunca había visto una verdadera prisión de cerca. Mientras el oficial me lleva hacia el complejo gris y lleno de rejas, púas y guardias con armas enormes, solo tengo unas enormes ganas de salir corriendo.
Las otras mujeres a mi alrededor parecen peligrosas y agresivas, tengo mucho miedo y solo quiero llorar hasta morirme. ¿Qué hice en la vida para merecer esto? Solo le dediqué mi amor y mi devoción al idiota de Leonardo, y lo peor de todo es que todavía me duele porque sigo queriéndolo a pesar de lo que ha sucedido.
El camino hacia mi celda es como caminar por el pasillo de uno de los infiernos de Dante. Las otras reclusas me miran como carne fresca, tendré suerte si sobrevivo una semana en este lugar.
Me asignan el número 713 y me arrojan a la celda que ya está ocupada por otra chica. No parece más grande que yo, pero puedo ver en sus ojos que ha vivido mil vidas.
—Ey, yo no pedí compañera —le grita a la guardia.
—Esto no es un resort cariño, tu celda está libre para una más, así que es mejor que se vayan conociendo —le dice la guardia y se va.
La chica me mira de arriba abajo, se acerca a mí con actitud agresiva hasta que hace un movimiento que me obliga a pegar un grito y cubrirme la cara. En ese momento ella suelta una carcajada.
—Hola, soy Rebecca Olivo, ¿y tú?
Me descubro para ver que está extendiendo su mano hacia mí.
—Isabella… Montenegro.
Resultó que Rebecca es una gran persona. Nos hicimos amigas casi al instante. Descubrí que estaba ahí por posesión de dr0gas, ya que tiene un problema de adicción; y no me equivoqué con su edad. Es a penas un año menor que yo.
Rebecca me ayudó a adaptarme y al menos logré sobrevivir las primeras dos semanas. Sin embargo, todo cambia una noche en la que siento un horrible retorcijón en el estómago. Rebecca llama a los guardias y me llevan de prisa a la enfermería.
Siento que el dolor me va a matar, me agarro el vientre con fuerza hasta que la enfermera me da una pastilla. Ni siquiera pregunto qué es. Después de un rato, regresa con unos resultados de sangre que me tomaron.
—Bueno, señora Isabella, estás embarazada, por esos los dolores.
—¡¿Qué?! —grito, sentándome en la camilla—. Eso no puede ser.
—Los resultados no mienten, pero te puedo hacer un ultrasonido si quieres. Tienes doce semanas de embarazo, o sea tres meses.
De nuevo, siento que un mareo se apodera de mi cabeza y las ganas de vomitar se abren paso en mi garganta. Tres meses… las cuentas son muy claras en mi cabeza.
Hace tres meses, antes de que todo esto pasara, Leonardo me había hecho suya una noche en que llegó borracho. Aunque, yo no diría que fue muy consensuado.
Estaba dormida y de pronto él se arrojó sobre mí, me tomó de los brazos con fuerza bruta y empezó a besarme sin control. Pensé que finalmente me estaba demostrando que me quería. Arrancó mi ropa y no me dejó moverme mientras se introducía en mí con fuerza. Esa noche me había desgarrado y sangré un poco en la cama. A la mañana siguiente cuando me vio a su lado, solo pudo insultarme. De put4 para abajo me rebajó. Dijo que me había confundido con alguien más y que lo olvidara.
Me sentí usada, violad4, esa noche. No pensé que hubiese consecuencias. Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.
—Un hijo de Leonardo….
*
Un mes después de haberme enterado de mi embarazo, ya lo he asimilado con más calma. Mi barriga ha estado creciendo y a pesar de que es un hijo con él, nunca le diré de su existencia. Es mío, solo mío.
—Montenegro, tienes una visita.
—¿Quién es?
—Una mujer, Camila Rivera.
Mi cuerpo se tensa sin que lo pueda controlar. No quiero ver a esa mujer, pero si está aquí debe ser por algo importante. No sé por qué mi estúpido corazón sigue esperando una disculpa genuina de su parte, aunque eso no serviría de nada.
Cuando llego a la sala de visitas, ella ya está ahí sentada, con las piernas cruzadas y llevando ropa de marca y un bolso de Dior.
—Aquí estoy, ¿qué quieres? —espeto sin piedad.
—¿Todavía sigues así de alzada? Parece que un mes en la cárcel no ha sido suficiente para ti.
—¿Qué es lo que quieres Camila?
Ella pone sus manos sobre la mesa, enseñándome de nuevo el costoso anillo de compromiso que brilla en su dedo.
—Leonardo y yo nos vamos a casar, así que, como es obvio, tienes que firmarle el divorcio.
—Con gusto se lo firmaré, no quiero tener nada que ver con ese hombre, mucho menos contigo.
—Bien, porque… —Ella se detiene en seco cuando sus ojos se dirigen a mi vientre. La camisa es holgada, pero si me siento, mi abdomen se marca más—… ¿estás embarazada?
—Ese no es tu problema.
—Respóndeme perr4 inmunda, ¿estás embarazada?
Hiervo de ira al escuchar sus insultos.
—Si así fuera, ¿qué? No es tu problema.
—No me sorprendería que te hubieses acostado con algún guardia para conseguir algo —se burla exponiendo sus dientes blancos—, ¿o es que es de Leonardo? —pregunta directamente.
Me tenso, si ella se entera se lo dirá.
—Por su puesto que no, pero ese no es tu problema —respondo ocultando mi nerviosismo. No sé si ella se compra mi mentira, pero se yergue y sonríe.
—Bien, espera los papeles del divorcio, fírmalos y sal de nuestras vidas para siempre.
Antes de que se vaya, le digo:
—¿Alguna vez fuimos amigas de verdad? ¿O siempre fuiste así de falsa?
Ella voltea la cabeza de medio lado.
—Tú siempre fuiste así de ingenua.
CAPÍTULO 4: ME ARREBATAN TODOCinco meses después…—¡Vamos, Isabella, puja! —me anima la doctora con voz firme.Aprieto mis puños con fuerza, sintiendo un dolor desgarrador que recorre mi cuerpo. Los latidos de mi corazón se aceleran, y mi visión comienza a volverse borrosa. La voz de la doctora, antes clara y autoritaria se va apagando poco a poco, como si se alejara en un túnel.—N-No... No puedo... —susurro con un hilo de voz antes de que la oscuridad me envuelva por completo.El tiempo parece distorsionarse. En momentos fugaces, recobro la conciencia solo para escuchar fragmentos de conversaciones llenas de angustia y preocupación. Los médicos hablan apresuradamente, y siento el movimiento brusco de la camilla mientras me llevan a toda prisa a otro lugar. Mis ojos se cierran de nuevo, incapaces de resistir el peso del agotamiento y el dolor.Cuando finalmente consigo abrir los ojos, me encuentro en un quirófano iluminado por luces frías y brillantes. Estoy rodeada de cables y aguj
CAPÍTULO 5: EN LA CASA DEL DIABLO MAYOR Cinco años después… Saborear la libertad no tiene el efecto que esperaba. Cinco años han pasado desde que me destruyeron la vida. Desde que me arrebataron todo lo que me importaba, todo lo que amaba. He contado cada maldit0 día en ese lugar marcándolo con una equis en el calendario, pero también en mi corazón. 1 826 días. Esa es la cantidad de tiempo que pasé privada de mi libertad, y esa también será la cantidad de veces que haré pagar a cada uno de los que me hicieron daño. Tendrán que pedirme perdón 1 826 veces de rodillas hasta que me sienta satisfecha por todo lo que me han hecho. Salgo de prisión solo con un bolso en mi mano, mis únicas pertenencias, lo poco que no perdí y la única pista del nombre de esa enfermera que le entregó mi hijo a Camila. Rebecca, mi única amiga de verdad en este lugar salió unos cuantos meses antes que yo. Me dio su dirección, así que solo se me ocurre un lugar al que puedo ir. Sin embargo, antes de pode
CAPÍTULO 6: LA PROPUESTA DEL DIABLO VELAZCOMe quedo helada ante sus palabras, mi corazón palpita a toda velocidad y no sé ni qué responder. Él me mira con una intensidad que me desarma, de pronto todo me da vueltas. Su perfume masculino inunda mi nariz, está demasiado cerca y por primera vez desde que salí de la cárcel tengo miedo.—¿Qué ha dicho? —cuestiono incrédula.—Que te cases conmigo Isabella.Me sacudo de su agarre y lo rodeo para adentrarme más en la sala de estar de su casa.—¿Está loco? ¿Cómo se le ocurre que voy a casarme con usted?—Antes de rechazar mi propuesta, escúchame —dice con voz demandante. Y no sé qué demonios es lo que tiene este hombre pero me callo y asiento sin chistar.—Está bien —digo con más calma.—No me interesa si eres culpable o no, tampoco te traje aquí para cuestionar tu inocencia. Ciertamente si le robaste a mi sobrino no dudo que se lo merezca. —Trago en seco. Cuando estuve casada con Leonardo casi y crucé palabras con Ricardo, conozco su reputac
CAPÍTULO 7: CASADA CON EL TÍO DE MI EXNo pude pegar un ojo en toda la noche. Mentiría si dijese que leí todo el documento que Ricardo me entregó. Me fui de su casa y preferí pasar la noche en mi antiguo apartamento. Pensé que no quedaría nada de él, pero para mi sorpresa, todo se mantuvo intacto. Llamé a Rebecca desde un teléfono público y le dije que la visitaría después, porque la verdad es que anoche quería estar sola.Entre más pienso las cosas, más me convenzo de que esta es mi mejor opción. Mientras estoy mirando hacia el techo de la habitación, mi celular suena. Me levanto de la cama algo confundida. No se supone que eso debería sonar.—¿Aló? —contesto con duda.—Estoy camino a tu apartamento para firmar el contrato, ¿ya estás lista?La voz inconfundible de Ricardo me despierta de mi letargo. Debió ser él quien activó de nuevo la línea de mi celular.—¡Eh! ¿Dónde estás?—Llego en cinco minutos.Ricardo me cuelga sin dar más explicaciones. Salgo disparada hacia la ducha, todaví
CAPÍTULO 8: NO SABÍA EN LO QUE ME METÍAEn mis días en la cárcel jamás imaginé que al salir estaría sentada a un lado de Ricardo Velasco pretendiendo ser su mujer. Mientras observamos la carrera de caballos y él conversa con los socios con los que está haciendo su negocio, no puedo dejar de mirar hacia donde se encuentra Leonardo. Tengo que admitir que volverlo a ver removió muchas cosas en mi interior. Rabia, odio, pero también me hizo recordar los pocos y breves momentos que pasamos juntos.Pensé que todo lo que sentiría por él sería un enorme desprecio, sin embargo, he de admitir que mi corazón todavía se siente muy dolido por lo que me hizo.Su cara de furia y decepción al verme me recordaron por qué me casé con su tío en primer lugar. Él nunca me amó y nunca lo hará.Mis pensamientos se ven interrumpidos por el grito eufórico de los hombres que están a mi alrededor en el momento en que el caballo con el número “8” cruza la línea de meta.—¡Sí! —celebra Ricardo. No solo es hábil p
CAPÍTULO 9: LA NOCHE DE BODASOdio admitirlo, pero Ricardo tenía razón. El pervertido de Castañeda no apartó los ojos de mis pech0s durante toda la reunión. Firmó los papeles cuando Ricardo me obligó a inclinarme un poco sobre la mesa para llamar más la atención.—Espero que este negocio sea el inicio de una gran alianza —dice Castañeda dándole un apretón de manos. Luego posa sus ojos en mí—. Felicidades por su matrimonio.—Gracias, Castañeda —interviene Ricardo poniéndose en medio de ambos.—Vamos, puedes decirme Edmundo, ya hay más confianza —responde guiñando un ojo, pero no deja de mirarme. Tiemblo ante la sola idea de que a Ricardo se le ocurra ofrecerme como moneda de cambio. Ya me di cuenta de que realmente me ve como un mero objeto para sus planes, solo espero que no se atreva a tanto, porque eso sí que no lo voy a aceptar.—Mí mujer y yo tenemos que irnos, es tarde y debe estar agotada —dice haciendo énfasis en lo de “mi mujer”.Nos despedimos de todos los presentes, quienes,
CAPÍTULO 10: ENTREGADA AL DIABLORicardo se deshace de lo que queda de mi ropa con precisión. Sin titubear me sujeta de los brazos elevándolos sobre mi cabeza y su boca busca desesperada la mía. Sus besos son pasionales, bruscos, no hay ni una pizca de amor en ellos. Me siento como la presa de una bestia que sacia sus instintos salvajes.Su boca se desliza por mi cuello, muerde mi piel y el dolor se mezcla con una corriente inesperada de placer que me hace g3mir sin querer. Estoy en shock, no puedo reaccionar y la verdad no sé si quiero hacerlo.De pronto siento su boca en uno de mis sen0s. Su lengua agita mi pez0n de arriba abajo, chupa, lame y repite el proceso una y otra vez enloqueciéndome de deseo. Sus manos ásperas se deslizan por mi vientre y rozan el monte de mi feminidad. Cierro los ojos, embriagada por las sensaciones que él me provoca.Sus dedos se introducen en mi interior con rudeza. Hacía demasiado tiempo que nadie me tocaba así. Jadeo de dolor, pero a él no parece impor
CAPÍTULO 11: LA PRIMERA ESTRATEGIAPisar la empresa Velazco Inc. Después de tantos años es como volver a una pesadilla. Cuando estaba casada con Leonardo trabajé aquí, aunque él nunca me dio un cargo importante, yo era quien llevaba prácticamente todo el manejo del negocio. Supongo que se dio cuenta de que soy buena en las finanzas y gracias a mí la empresa aumentó en un 200% sus ganancias. Nunca creí que ayudarlo a crecer sería lo que cavaría mi propia tumba, pues fue así como pudo manipularlo todo para acusarme de espionaje corporativo, robo y fraude empresarial.Ni bien pongo un pie en la planta baja, todas las miradas se fijan en mí. Estoy nerviosa, mis manos están heladas como el hielo, pero no le demuestro a nadie lo aterrada que me siento. Camino con la cabeza en alto y presiono el botón del ascensor.Enseguida escucho el cuchicheo de las empleadas chismosas y hasta de algunos hombres de diferentes áreas de la empresa, señalándome y preguntándose qué hago aquí.—¿Esa no es… la