CAPÍTULO 9: LA NOCHE DE BODAS

CAPÍTULO 9: LA NOCHE DE BODAS

Odio admitirlo, pero Ricardo tenía razón. El pervertido de Castañeda no apartó los ojos de mis pech0s durante toda la reunión. Firmó los papeles cuando Ricardo me obligó a inclinarme un poco sobre la mesa para llamar más la atención.

—Espero que este negocio sea el inicio de una gran alianza —dice Castañeda dándole un apretón de manos. Luego posa sus ojos en mí—. Felicidades por su matrimonio.

—Gracias, Castañeda —interviene Ricardo poniéndose en medio de ambos.

—Vamos, puedes decirme Edmundo, ya hay más confianza —responde guiñando un ojo, pero no deja de mirarme. Tiemblo ante la sola idea de que a Ricardo se le ocurra ofrecerme como moneda de cambio. Ya me di cuenta de que realmente me ve como un mero objeto para sus planes, solo espero que no se atreva a tanto, porque eso sí que no lo voy a aceptar.

—Mí mujer y yo tenemos que irnos, es tarde y debe estar agotada —dice haciendo énfasis en lo de “mi mujer”.

Nos despedimos de todos los presentes, quienes,
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