CAPÍTULO 15: QUIEREN HUMILLARME —Vaya, pero si es la nueva p3rra de mi tío. No pensé que de verdad te fueses a aparecer por acá —espeta Leonardo ni bien me ve.—Tus insultos no me afectan Leonardo, he venido a trabajar —contesto manteniendo la compostura. Ricardo tiene razón. No me puedo dejar afectar por estos dos.—Tal vez cuando él esté aquí tengas algo de poder, pero mientras estés sola nadie aquí te tomará en serio —responde Camila—. Para la gente de esta empresa no eres más que una ladrona.—¿Y qué crees que pensaría la gente de la empresa si contara lo que son ustedes? —cuestiono. Los dos me miran con los ojos entrecerrados, pero fingen que no saben de lo que hablo.Se dan media vuelta y entran a la oficina de presidencia. Cuando yo trabajaba aquí era Ricardo quien tenía el control, pero ni siquiera en ese entonces cruzamos palabra, y poco después él se fue y Leonardo quedó a cargo.Los sigo sin decir nada, ambos se dan cuenta y me miran con sorna.—¿Qué cre
CAPÍTULO 16: UNA ALIADAEs una sensación extraña. Estar sentada en la silla de quien fue mi mejor amiga y ahora es mi enemiga mortal. Nunca pensé que las cosas terminarían de ese modo, y aunque de alguna manera siento una ligera satisfacción al haberla desplazado de aquí, todavía no he hecho ni un 10% de todo lo que he planeado para ella. No volveré a perder la compostura por lo de mi hijo, aunque en el fondo desearía atarla a la parte de atrás de mi carro y arrastrarla por toda la ciudad de Houston hasta que confiese qué fue lo que hizo con él. Mi pequeño Mateo.Un toque en la puerta me distrae de mis pensamientos. Todavía me pongo alerta al pensar que podría ser Leonardo o Camila.—Adelante.Miro con expectativa hasta que entra una simpática muchacha con una enorme sonrisa. Creo recordarla de cuando trabaja aquí, aunque hace años era un poco más delgada. Aun así, eso no opaca su belleza.—Buenas tardes, seño… señora Velazco —saluda con duda. —Buenas tardes, puedes decirme Isabella
CAPÍTULO 17: NO TE TENGO MIEDO—¿Sabes que esto clasifica como un secuestro? —pregunto con serenidad, sin embargo por dentro mi corazón está a punto de explotar. —No seas tan ridícula Isabella, si esto fuese un secuestro, ten por seguro que podrías despedirte de volver a ver la luz del sol —advierte y no hay ni un atisbo de falsedad en esas palabras.—¿Qué es lo que quieres?—¿Yo? No, aquí la que debe responder esa pregunta eres tú. Te apareces después de tanto tiempo casada con mi tío, ¿qué es lo que te propones?—Absolutamente nada, sobrino —respondo con un dejo de ironía. Sonrío al ver como se descoloca por llamarlo así, no obstante, la sonrisa me dura poco pues Leonardo se lanza sobre mí, su mano se ciñe en mi cuello y en el diminuto espacio de los asientos traseros no puedo hacer mucho.—¿Quién te crees? Maldit4 p3rra, conmigo no vas a jugar, ¡dime cómo conseguiste convencer a mi tío de que se case contigo!Le miro con fuego en los ojos, tengo miedo, pero ese sentimiento ha qued
CAPÍTULO 18: TÚ NO, PERO YO SÍEl almuerzo transcurre en un silencio muy incómodo entre los dos. Ricardo me hace preguntas sobre lo que hice en la empresa y cómo conseguí sacar a Camila de su oficina, parece sonreír cuando le cuento la cara que pusieron ambos. Su fachada cariñosa y amable es casi tan tentadora como esa jodida sonrisa que tiene.Después del plato principal, Ricardo pide la carta de postres, sin embargo mi vista no se aleja de ese maldit0 beso plantado en su cuello. No puedo soportarlo más.Tomo una servilleta y le arrojo de mala gana a su pecho.—Ten, deberías limpiarte. Él agarra la servilleta y se limpia la boca pensando que me refiero a eso.—No, eso no. El beso en tu camisa —espeto cruzándome de brazos. No sé por qué espero una reacción de disculpas o al menos que se sienta avergonzado por haberlo descubierto, pero pronto recuerdo que se trata de Ricardo Velazco el que tengo en frente.Esboza una sonrisa fanfarrona de medio lado, se mira con disimulo el cuello de
CAPÍTULO 19: ERES MÍARicardo sube mi falda hasta la cintura y arranca mi braga sacándola por mis pies. En un par de segundos me ha dejado semidesnuda y vulnerable, atrae mis caderas hacia el borde de la encimera y se arrodilla ante mí. Ver su rostro tan cerca de mi cuerpo, su respiración rozando mi piel hace que mi lujuria aumente. Respiro con la boca entreabierta, mi mente está adormecida, incapaz de reaccionar. Una voz muy lejana en mi mente me advierte que debería detenerlo, pero la necesidad de que apague este fuego de deseo intenso es más poderosa. Ricardo sabe cómo controlarme porque me ha vuelto adicta a esta sensación de adrenalina. Sonríe y me mira directo a los ojos, como si pudiera leer mis pensamientos. Abre mis piernas casi hasta el límite, sus manos se ciñen en mis muslos impidiéndome cerrar las piernas o moverme y entonces, alargando el límite de mi sufrimiento y la agonía se sentir lo que va a hacer, roza ligeramente su lengua en mi monte de venus.Yo me estremezco,
CAPÍTULO 20: NO VAN A PODER CONTRA MÍEsperaba encontrarme con Ricardo en su rancho para reclamarle por lo que me hizo, pero para mi sorpresa; o quizá no tanta, él no llegó nunca. Me quedo dormida en el sofá y solo despierto en la mañana, cuando noto que estoy calientita y cubierta por una suave manta. —Buenos días, señora Isabella —me saluda Tamara.—Él no llegó, ¿verdad? Tamara niega con la cabeza y por un momento siento que me mira con una pena profunda. Suspiro, no debería preocuparme por eso, él ya fue muy claro con que no me será fiel y aunque ese maldit0 contrato diga que yo sí debo cumplirle, mientras no se entere de lo que haga, voy a hacer lo que me plazca.Subo a mi habitación y me doy una buena ducha para sacarme el aroma de su cuerpo en el mío, no obstante, cada vez que cierro los ojos mi mente traicionera me lleva de vuelta al momento que pasamos en el restaurante e inevitablemente me vuelvo a excit4r. —Maldit0 Ricardo, ¿crees que por hacerme eso voy a caer rendida a
CAPÍTULO 21: UNA PISTASolo puede haber una explicación para que no exista información financiera de la empresa posterior a los dos años en que estuve en prisión: Leonardo y Camila intentan ocultar algo grande y turbio. —¿Estás segura? No hay forma de que eso haya desaparecido, alguien debe tener esa información.—Bueno, no lo sé, supongo que sí, pero no está al alcance como esa. Muerdo mi labio inferior mientras pienso dónde podría estar. Solo se me ocurre un lugar y es la oficina de Leonardo, en presidencia. No puede desaparecer del todo, aunque sea oculta debe estar ahí.—Bien, no te preocupes, ¿te costó demasiado obtener esto?—Mmm, tuve que usar algunos recursos —bromea guiñándome un ojo—. No quiero parecer chismosa, pero… en estos pasillos las paredes son muy delgadas y se sabe todo.—Espero que esto no se sepa —susurro, pero con un ligero tono de advertencia.—No, señora Isabella, ¿cómo cree? Jamás diría una palabra.—Confío en ti. Por ahora dejemos las cosas calmadas, no qui
CAPÍTULO 22: UN CAMINO SIN SALIDADe pronto me siento de nuevo como una criminal. Los dos guardias me sacan prácticamente a rastras del lobby del hospital, pero, poco antes de llegar a la entrada, una figura oscura aparece en medio. Avanza dos pasos más y enseguida lo reconozco.—Ricardo.—¿Qué está pasando aquí? —cuestiona, poniéndose en medio del camino de los guardias.—Señor, no interfiera, la señorita está causando problemas…—¡¿Eh?! Eso no es verdad.—Suéltenla de inmediato, esa mujer es mi esposa —declara. Los guardias se miran entre sí como si eso tuviese que hacer alguna diferencia.—Lo siento señor, pero eso no cambia nada. La señorita vino a hacer un escándalo exigiendo ver documentos confidenciales del hospital.—No me digas —responde Ricardo con sarcasmo—. ¿Sabes quién soy yo? No por supuesto que no lo sabes. Ve, da la vuelta y dile a la recepcionista que Ricardo Velazco está aquí y quiere hablar con el director del hospital ahora mismo.La manera dominante en que dice to