CAPÍTULO 19: ERES MÍARicardo sube mi falda hasta la cintura y arranca mi braga sacándola por mis pies. En un par de segundos me ha dejado semidesnuda y vulnerable, atrae mis caderas hacia el borde de la encimera y se arrodilla ante mí. Ver su rostro tan cerca de mi cuerpo, su respiración rozando mi piel hace que mi lujuria aumente. Respiro con la boca entreabierta, mi mente está adormecida, incapaz de reaccionar. Una voz muy lejana en mi mente me advierte que debería detenerlo, pero la necesidad de que apague este fuego de deseo intenso es más poderosa. Ricardo sabe cómo controlarme porque me ha vuelto adicta a esta sensación de adrenalina. Sonríe y me mira directo a los ojos, como si pudiera leer mis pensamientos. Abre mis piernas casi hasta el límite, sus manos se ciñen en mis muslos impidiéndome cerrar las piernas o moverme y entonces, alargando el límite de mi sufrimiento y la agonía se sentir lo que va a hacer, roza ligeramente su lengua en mi monte de venus.Yo me estremezco,
CAPÍTULO 20: NO VAN A PODER CONTRA MÍEsperaba encontrarme con Ricardo en su rancho para reclamarle por lo que me hizo, pero para mi sorpresa; o quizá no tanta, él no llegó nunca. Me quedo dormida en el sofá y solo despierto en la mañana, cuando noto que estoy calientita y cubierta por una suave manta. —Buenos días, señora Isabella —me saluda Tamara.—Él no llegó, ¿verdad? Tamara niega con la cabeza y por un momento siento que me mira con una pena profunda. Suspiro, no debería preocuparme por eso, él ya fue muy claro con que no me será fiel y aunque ese maldit0 contrato diga que yo sí debo cumplirle, mientras no se entere de lo que haga, voy a hacer lo que me plazca.Subo a mi habitación y me doy una buena ducha para sacarme el aroma de su cuerpo en el mío, no obstante, cada vez que cierro los ojos mi mente traicionera me lleva de vuelta al momento que pasamos en el restaurante e inevitablemente me vuelvo a excit4r. —Maldit0 Ricardo, ¿crees que por hacerme eso voy a caer rendida a
CAPÍTULO 21: UNA PISTASolo puede haber una explicación para que no exista información financiera de la empresa posterior a los dos años en que estuve en prisión: Leonardo y Camila intentan ocultar algo grande y turbio. —¿Estás segura? No hay forma de que eso haya desaparecido, alguien debe tener esa información.—Bueno, no lo sé, supongo que sí, pero no está al alcance como esa. Muerdo mi labio inferior mientras pienso dónde podría estar. Solo se me ocurre un lugar y es la oficina de Leonardo, en presidencia. No puede desaparecer del todo, aunque sea oculta debe estar ahí.—Bien, no te preocupes, ¿te costó demasiado obtener esto?—Mmm, tuve que usar algunos recursos —bromea guiñándome un ojo—. No quiero parecer chismosa, pero… en estos pasillos las paredes son muy delgadas y se sabe todo.—Espero que esto no se sepa —susurro, pero con un ligero tono de advertencia.—No, señora Isabella, ¿cómo cree? Jamás diría una palabra.—Confío en ti. Por ahora dejemos las cosas calmadas, no qui
CAPÍTULO 22: UN CAMINO SIN SALIDADe pronto me siento de nuevo como una criminal. Los dos guardias me sacan prácticamente a rastras del lobby del hospital, pero, poco antes de llegar a la entrada, una figura oscura aparece en medio. Avanza dos pasos más y enseguida lo reconozco.—Ricardo.—¿Qué está pasando aquí? —cuestiona, poniéndose en medio del camino de los guardias.—Señor, no interfiera, la señorita está causando problemas…—¡¿Eh?! Eso no es verdad.—Suéltenla de inmediato, esa mujer es mi esposa —declara. Los guardias se miran entre sí como si eso tuviese que hacer alguna diferencia.—Lo siento señor, pero eso no cambia nada. La señorita vino a hacer un escándalo exigiendo ver documentos confidenciales del hospital.—No me digas —responde Ricardo con sarcasmo—. ¿Sabes quién soy yo? No por supuesto que no lo sabes. Ve, da la vuelta y dile a la recepcionista que Ricardo Velazco está aquí y quiere hablar con el director del hospital ahora mismo.La manera dominante en que dice to
CAPÍTULO 23: AYUDA A UNA AMIGAMe siento tremendamente culpable por no haber visitado a Rebecca, pero es que desde que salí de la cárcel mi vida ha ido como en velocidad acelerada. —Hola, Becca, ¿cómo estás? —pregunto, intentando sonar casual.—No muy bien, ¿puedes venir por mí? Estoy perdida.Su voz no suena muy bien, la preocupación por ella comienza a convertirse en un creciente desespero. Le pido que me indique algo de referencia que pueda usar para encontrarla. Al final me da el nombre de un restaurante que está frente a ella. —No te muevas de ahí, iré por ti ahora mismo.Le había dado mi número por cualquier cosa, jamás imaginé que fuese a mí a quien llamaría. No me lo ha confirmado, pero estoy segura de que está dr0gada.Subo a mi auto y conduzco lo más rápido que puedo hasta la dirección que creo, es la correcta. Bajo la velocidad viendo a ambos lados de la calle para dar con ella, paso el restaurante y no la veo por ningún lado, hasta que doblo en una esquina y alcanzo a ve
CAPÍTULO 24: LA FIESTARicardo me guía hacia el interior del club, donde la opulencia y el lujo son abrumadores. La gente a nuestro alrededor parece salida de una revista de alta sociedad, todos vestidos con elegancia y charlando en un tono sofisticado. Y no es que todo esto me sea ajeno, alguna vez el apellido Montenegro significó algo dentro de este reducido círculo social, pero ahora no es más que un vestigio, una mancha dirían algunos, de lo que alguna vez fue. Mientras avanzamos, noto cómo las miradas se posan en nosotros, curiosas e inquisitivas. Ricardo no parece afectado por ello, y me pregunto cómo puede ser tan indiferente a toda esta atención, no puedo dejar de preguntarme en lo que estará pensando.Ricardo me aprieta el brazo ligeramente, un gesto que, lejos de sentirse protector, es más como un recordatorio de que debo comportarme. Noto caras conocidas, Diego Santillana está aquí, también mis antiguas amigas, Mónica y Xiomara están a su lado y murmura entre ellas sin ap
CAPÍTULO 25: ¿CASUALIDAD?No me muevo de ahí, quiero que me vea, que sepa que vi cómo su propio tío la humillaba por mí. Podría poner en una cuenta todas las veces que ella veía cómo Leonardo me humillaba y nunca hizo nada por mí. La satisfacción es gratificante e instantánea.Leona pasa por mi lado y ve mi radiante sonrisa burlona por lo que le acaba de pasar.—¿Qué estabas haciendo ahí, perr4 entrometida? —Solo viendo cómo te ponen en tu lugar —contesto con suficiencia.Leona no lo duda ni un momento, toma la copa que tiene en la mano y me derrama el contenido justo en el busto de mi vestido. El líquido frío empapa la tela y me pone los vellos de punta. —¡Ah! ¿Qué hiciste? —exclamo. Leona se ríe con sorna. —Esto no se va a quedar así, ridícula.Camina con la cabeza en alto de vuelta a la fiesta, mientras yo trato de limpiarme el vestido. Esa estúpida no podía quedarse con las ganas de arruinarme la noche. Resoplo mientras intento sacudir la champan del traje, cuando de pronto si
CAPÍTULO 26: ME ESTÁ EVITANDOEl resto de la fiesta transcurre sin incidentes. Camila y Leonardo no se acercan a mí en toda la noche, pero sus miradas de odio se mantienen. Leona se va de la fiesta y poco después, todos empiezan a irse también. Ricardo se mantiene más callado después del incidente en la habitación, solo habla conmigo cuando estamos frente a otras personas. Luego de despedirse de su amigo, caminamos hasta el estacionamiento. Me lleva directo a su auto.—Espera, mi carro…—Mandaré a alguien que venga por él después —responde con frialdad.Me abre la puerta del lado del copiloto y una vez que estoy bien asegurada él se sube del otro lado. El viaje de regreso es tenso y muy silencioso. Intento hablarle, pero la verdad es que no sé qué decir, y tampoco entiendo por qué su actitud ha cambiado de repente. Sin querer me quedo dormida. Despierto cuando siento que el auto se detiene y ya hemos llegado. Ricardo me abre la puerta del coche, no obstante cuando creo que vendrá tr