CAPÍTULO 22: UN CAMINO SIN SALIDADe pronto me siento de nuevo como una criminal. Los dos guardias me sacan prácticamente a rastras del lobby del hospital, pero, poco antes de llegar a la entrada, una figura oscura aparece en medio. Avanza dos pasos más y enseguida lo reconozco.—Ricardo.—¿Qué está pasando aquí? —cuestiona, poniéndose en medio del camino de los guardias.—Señor, no interfiera, la señorita está causando problemas…—¡¿Eh?! Eso no es verdad.—Suéltenla de inmediato, esa mujer es mi esposa —declara. Los guardias se miran entre sí como si eso tuviese que hacer alguna diferencia.—Lo siento señor, pero eso no cambia nada. La señorita vino a hacer un escándalo exigiendo ver documentos confidenciales del hospital.—No me digas —responde Ricardo con sarcasmo—. ¿Sabes quién soy yo? No por supuesto que no lo sabes. Ve, da la vuelta y dile a la recepcionista que Ricardo Velazco está aquí y quiere hablar con el director del hospital ahora mismo.La manera dominante en que dice to
CAPÍTULO 23: AYUDA A UNA AMIGAMe siento tremendamente culpable por no haber visitado a Rebecca, pero es que desde que salí de la cárcel mi vida ha ido como en velocidad acelerada. —Hola, Becca, ¿cómo estás? —pregunto, intentando sonar casual.—No muy bien, ¿puedes venir por mí? Estoy perdida.Su voz no suena muy bien, la preocupación por ella comienza a convertirse en un creciente desespero. Le pido que me indique algo de referencia que pueda usar para encontrarla. Al final me da el nombre de un restaurante que está frente a ella. —No te muevas de ahí, iré por ti ahora mismo.Le había dado mi número por cualquier cosa, jamás imaginé que fuese a mí a quien llamaría. No me lo ha confirmado, pero estoy segura de que está dr0gada.Subo a mi auto y conduzco lo más rápido que puedo hasta la dirección que creo, es la correcta. Bajo la velocidad viendo a ambos lados de la calle para dar con ella, paso el restaurante y no la veo por ningún lado, hasta que doblo en una esquina y alcanzo a ve
CAPÍTULO 24: LA FIESTARicardo me guía hacia el interior del club, donde la opulencia y el lujo son abrumadores. La gente a nuestro alrededor parece salida de una revista de alta sociedad, todos vestidos con elegancia y charlando en un tono sofisticado. Y no es que todo esto me sea ajeno, alguna vez el apellido Montenegro significó algo dentro de este reducido círculo social, pero ahora no es más que un vestigio, una mancha dirían algunos, de lo que alguna vez fue. Mientras avanzamos, noto cómo las miradas se posan en nosotros, curiosas e inquisitivas. Ricardo no parece afectado por ello, y me pregunto cómo puede ser tan indiferente a toda esta atención, no puedo dejar de preguntarme en lo que estará pensando.Ricardo me aprieta el brazo ligeramente, un gesto que, lejos de sentirse protector, es más como un recordatorio de que debo comportarme. Noto caras conocidas, Diego Santillana está aquí, también mis antiguas amigas, Mónica y Xiomara están a su lado y murmura entre ellas sin ap
CAPÍTULO 25: ¿CASUALIDAD?No me muevo de ahí, quiero que me vea, que sepa que vi cómo su propio tío la humillaba por mí. Podría poner en una cuenta todas las veces que ella veía cómo Leonardo me humillaba y nunca hizo nada por mí. La satisfacción es gratificante e instantánea.Leona pasa por mi lado y ve mi radiante sonrisa burlona por lo que le acaba de pasar.—¿Qué estabas haciendo ahí, perr4 entrometida? —Solo viendo cómo te ponen en tu lugar —contesto con suficiencia.Leona no lo duda ni un momento, toma la copa que tiene en la mano y me derrama el contenido justo en el busto de mi vestido. El líquido frío empapa la tela y me pone los vellos de punta. —¡Ah! ¿Qué hiciste? —exclamo. Leona se ríe con sorna. —Esto no se va a quedar así, ridícula.Camina con la cabeza en alto de vuelta a la fiesta, mientras yo trato de limpiarme el vestido. Esa estúpida no podía quedarse con las ganas de arruinarme la noche. Resoplo mientras intento sacudir la champan del traje, cuando de pronto si
CAPÍTULO 26: ME ESTÁ EVITANDOEl resto de la fiesta transcurre sin incidentes. Camila y Leonardo no se acercan a mí en toda la noche, pero sus miradas de odio se mantienen. Leona se va de la fiesta y poco después, todos empiezan a irse también. Ricardo se mantiene más callado después del incidente en la habitación, solo habla conmigo cuando estamos frente a otras personas. Luego de despedirse de su amigo, caminamos hasta el estacionamiento. Me lleva directo a su auto.—Espera, mi carro…—Mandaré a alguien que venga por él después —responde con frialdad.Me abre la puerta del lado del copiloto y una vez que estoy bien asegurada él se sube del otro lado. El viaje de regreso es tenso y muy silencioso. Intento hablarle, pero la verdad es que no sé qué decir, y tampoco entiendo por qué su actitud ha cambiado de repente. Sin querer me quedo dormida. Despierto cuando siento que el auto se detiene y ya hemos llegado. Ricardo me abre la puerta del coche, no obstante cuando creo que vendrá tr
CAPÍTULO 27: NO ES LO QUE CREESEl hotel donde se encuentra Becca parece más bien un lugar de mala muerte, pero no reparo en eso, entro directo a la habitación donde me dijo que estaba y cuando llego me encuentro con un tremendo desastre.Hay vómito por el piso y ella se ve mucho peor que ayer. Siento una profunda tristeza y decepción al verla así. Sé que la está pasando mal, pero no va a terminar bien si continúa por este camino. —Becca, ¿qué hiciste? —Mi tono denota un reclamo y una decepción. No quiero juzgarla, pero me es imposible si la encuentro así. Ella levanta la cabeza con los ojos llenos de lágrimas.—No puedo… no quiero perder a mi bebé —solloza.Me siento demasiado identificada con ella, porque de una forma u otra, ambas queremos recuperar a nuestros hijos. Saco un pañuelo de la bolsa de cosas que compré antes de llegar aquí y le ayudo a limpiarse. —Estuve tratando de llamarte todo el día, se suponía que debíamos ir a rehabilitación.—Lo sé, lo sé, pero fue él… ese mal
CAPÍTULO 28: PUNTOS SOBRE LA MESARicardo manda a ese hombre con pinta de sicario a llevarse mi carro, mientras que a mí me obliga a subir a su camioneta en el asiento del copiloto. La tensión entre los dos podría cortarse con un cuchillo, me mantengo en silencio sin saber realmente qué decir. Él pensó que lo estaba engañando y su primera reacción ha sido la de acabar con la vida de mi supuesto amante. Se me eriza la piel solo de imaginar qué hubiera pasado si de verdad hubiese estado con un hombre. Y ni siquiera quiero pensar en el destino que me hubiera tocado a mí. Ricardo es un hombre mucho más oscuro de lo que había imaginado, un misterio que no estoy segura si quiero desentrañar.Lo observo conducir con el semblante serio, sus ojos se mantienen fijos en la carretera, pero no está tan tranquilo como quiere aparentar. Sus dedos tamborilean de forma ansiosa sobre el volante del carro y las venas de su cuello y su cien están sobresalidas, incluso puedo ver cómo laten a un ritmo ace
CAPÍTULO 29: VOY A DESCUBRIR LA VERDADTrato de aparentar normalidad después de todo lo que ocurrió. Pero me es difícil cuando no soy capaz de sacar a Ricardo de mi cabeza. Cuando salgo a la cocina para desayunar, él ya no está; otra vez me dejó sola.—Buenos días, señora Isabella —saluda Julia. —Buenos días —respondo con los ánimos bajos. —¿Desea desayunar? Podemos prepararle lo que desee. —La verdad es que no tengo hambre —digo con un suspiro. Detesto que él me haga sentir así de mal, pero no puedo evitarlo.—No debería irse sin comer, es malo para su salud.—Está bien, dame un café. Julia asiente y se mueve a la cocina para servir el agua caliente en la taza. Noto que quiere decirme algo, pero no acaba de animarse del todo. Una vez que termina de preparar el café, lo desliza en la mesa hacia mí.—¿Qué pasa Julia? —Nada señora, es solo que… Tamara y yo pensamos que tal vez le habíamos causado problemas con el patrón.—¿Qué pasó anoche cuando él llegó? Julia se acerca a mí para