CAPÍTULO 17: NO TE TENGO MIEDO—¿Sabes que esto clasifica como un secuestro? —pregunto con serenidad, sin embargo por dentro mi corazón está a punto de explotar. —No seas tan ridícula Isabella, si esto fuese un secuestro, ten por seguro que podrías despedirte de volver a ver la luz del sol —advierte y no hay ni un atisbo de falsedad en esas palabras.—¿Qué es lo que quieres?—¿Yo? No, aquí la que debe responder esa pregunta eres tú. Te apareces después de tanto tiempo casada con mi tío, ¿qué es lo que te propones?—Absolutamente nada, sobrino —respondo con un dejo de ironía. Sonrío al ver como se descoloca por llamarlo así, no obstante, la sonrisa me dura poco pues Leonardo se lanza sobre mí, su mano se ciñe en mi cuello y en el diminuto espacio de los asientos traseros no puedo hacer mucho.—¿Quién te crees? Maldit4 p3rra, conmigo no vas a jugar, ¡dime cómo conseguiste convencer a mi tío de que se case contigo!Le miro con fuego en los ojos, tengo miedo, pero ese sentimiento ha qued
CAPÍTULO 18: TÚ NO, PERO YO SÍEl almuerzo transcurre en un silencio muy incómodo entre los dos. Ricardo me hace preguntas sobre lo que hice en la empresa y cómo conseguí sacar a Camila de su oficina, parece sonreír cuando le cuento la cara que pusieron ambos. Su fachada cariñosa y amable es casi tan tentadora como esa jodida sonrisa que tiene.Después del plato principal, Ricardo pide la carta de postres, sin embargo mi vista no se aleja de ese maldit0 beso plantado en su cuello. No puedo soportarlo más.Tomo una servilleta y le arrojo de mala gana a su pecho.—Ten, deberías limpiarte. Él agarra la servilleta y se limpia la boca pensando que me refiero a eso.—No, eso no. El beso en tu camisa —espeto cruzándome de brazos. No sé por qué espero una reacción de disculpas o al menos que se sienta avergonzado por haberlo descubierto, pero pronto recuerdo que se trata de Ricardo Velazco el que tengo en frente.Esboza una sonrisa fanfarrona de medio lado, se mira con disimulo el cuello de
CAPÍTULO 19: ERES MÍARicardo sube mi falda hasta la cintura y arranca mi braga sacándola por mis pies. En un par de segundos me ha dejado semidesnuda y vulnerable, atrae mis caderas hacia el borde de la encimera y se arrodilla ante mí. Ver su rostro tan cerca de mi cuerpo, su respiración rozando mi piel hace que mi lujuria aumente. Respiro con la boca entreabierta, mi mente está adormecida, incapaz de reaccionar. Una voz muy lejana en mi mente me advierte que debería detenerlo, pero la necesidad de que apague este fuego de deseo intenso es más poderosa. Ricardo sabe cómo controlarme porque me ha vuelto adicta a esta sensación de adrenalina. Sonríe y me mira directo a los ojos, como si pudiera leer mis pensamientos. Abre mis piernas casi hasta el límite, sus manos se ciñen en mis muslos impidiéndome cerrar las piernas o moverme y entonces, alargando el límite de mi sufrimiento y la agonía se sentir lo que va a hacer, roza ligeramente su lengua en mi monte de venus.Yo me estremezco,
CAPÍTULO 20: NO VAN A PODER CONTRA MÍEsperaba encontrarme con Ricardo en su rancho para reclamarle por lo que me hizo, pero para mi sorpresa; o quizá no tanta, él no llegó nunca. Me quedo dormida en el sofá y solo despierto en la mañana, cuando noto que estoy calientita y cubierta por una suave manta. —Buenos días, señora Isabella —me saluda Tamara.—Él no llegó, ¿verdad? Tamara niega con la cabeza y por un momento siento que me mira con una pena profunda. Suspiro, no debería preocuparme por eso, él ya fue muy claro con que no me será fiel y aunque ese maldit0 contrato diga que yo sí debo cumplirle, mientras no se entere de lo que haga, voy a hacer lo que me plazca.Subo a mi habitación y me doy una buena ducha para sacarme el aroma de su cuerpo en el mío, no obstante, cada vez que cierro los ojos mi mente traicionera me lleva de vuelta al momento que pasamos en el restaurante e inevitablemente me vuelvo a excit4r. —Maldit0 Ricardo, ¿crees que por hacerme eso voy a caer rendida a
CAPÍTULO 21: UNA PISTASolo puede haber una explicación para que no exista información financiera de la empresa posterior a los dos años en que estuve en prisión: Leonardo y Camila intentan ocultar algo grande y turbio. —¿Estás segura? No hay forma de que eso haya desaparecido, alguien debe tener esa información.—Bueno, no lo sé, supongo que sí, pero no está al alcance como esa. Muerdo mi labio inferior mientras pienso dónde podría estar. Solo se me ocurre un lugar y es la oficina de Leonardo, en presidencia. No puede desaparecer del todo, aunque sea oculta debe estar ahí.—Bien, no te preocupes, ¿te costó demasiado obtener esto?—Mmm, tuve que usar algunos recursos —bromea guiñándome un ojo—. No quiero parecer chismosa, pero… en estos pasillos las paredes son muy delgadas y se sabe todo.—Espero que esto no se sepa —susurro, pero con un ligero tono de advertencia.—No, señora Isabella, ¿cómo cree? Jamás diría una palabra.—Confío en ti. Por ahora dejemos las cosas calmadas, no qui
CAPÍTULO 22: UN CAMINO SIN SALIDADe pronto me siento de nuevo como una criminal. Los dos guardias me sacan prácticamente a rastras del lobby del hospital, pero, poco antes de llegar a la entrada, una figura oscura aparece en medio. Avanza dos pasos más y enseguida lo reconozco.—Ricardo.—¿Qué está pasando aquí? —cuestiona, poniéndose en medio del camino de los guardias.—Señor, no interfiera, la señorita está causando problemas…—¡¿Eh?! Eso no es verdad.—Suéltenla de inmediato, esa mujer es mi esposa —declara. Los guardias se miran entre sí como si eso tuviese que hacer alguna diferencia.—Lo siento señor, pero eso no cambia nada. La señorita vino a hacer un escándalo exigiendo ver documentos confidenciales del hospital.—No me digas —responde Ricardo con sarcasmo—. ¿Sabes quién soy yo? No por supuesto que no lo sabes. Ve, da la vuelta y dile a la recepcionista que Ricardo Velazco está aquí y quiere hablar con el director del hospital ahora mismo.La manera dominante en que dice to
CAPÍTULO 23: AYUDA A UNA AMIGAMe siento tremendamente culpable por no haber visitado a Rebecca, pero es que desde que salí de la cárcel mi vida ha ido como en velocidad acelerada. —Hola, Becca, ¿cómo estás? —pregunto, intentando sonar casual.—No muy bien, ¿puedes venir por mí? Estoy perdida.Su voz no suena muy bien, la preocupación por ella comienza a convertirse en un creciente desespero. Le pido que me indique algo de referencia que pueda usar para encontrarla. Al final me da el nombre de un restaurante que está frente a ella. —No te muevas de ahí, iré por ti ahora mismo.Le había dado mi número por cualquier cosa, jamás imaginé que fuese a mí a quien llamaría. No me lo ha confirmado, pero estoy segura de que está dr0gada.Subo a mi auto y conduzco lo más rápido que puedo hasta la dirección que creo, es la correcta. Bajo la velocidad viendo a ambos lados de la calle para dar con ella, paso el restaurante y no la veo por ningún lado, hasta que doblo en una esquina y alcanzo a ve
CAPÍTULO 24: LA FIESTARicardo me guía hacia el interior del club, donde la opulencia y el lujo son abrumadores. La gente a nuestro alrededor parece salida de una revista de alta sociedad, todos vestidos con elegancia y charlando en un tono sofisticado. Y no es que todo esto me sea ajeno, alguna vez el apellido Montenegro significó algo dentro de este reducido círculo social, pero ahora no es más que un vestigio, una mancha dirían algunos, de lo que alguna vez fue. Mientras avanzamos, noto cómo las miradas se posan en nosotros, curiosas e inquisitivas. Ricardo no parece afectado por ello, y me pregunto cómo puede ser tan indiferente a toda esta atención, no puedo dejar de preguntarme en lo que estará pensando.Ricardo me aprieta el brazo ligeramente, un gesto que, lejos de sentirse protector, es más como un recordatorio de que debo comportarme. Noto caras conocidas, Diego Santillana está aquí, también mis antiguas amigas, Mónica y Xiomara están a su lado y murmura entre ellas sin ap