CAPÍTULO 8: NO SABÍA EN LO QUE ME METÍAEn mis días en la cárcel jamás imaginé que al salir estaría sentada a un lado de Ricardo Velasco pretendiendo ser su mujer. Mientras observamos la carrera de caballos y él conversa con los socios con los que está haciendo su negocio, no puedo dejar de mirar hacia donde se encuentra Leonardo. Tengo que admitir que volverlo a ver removió muchas cosas en mi interior. Rabia, odio, pero también me hizo recordar los pocos y breves momentos que pasamos juntos.Pensé que todo lo que sentiría por él sería un enorme desprecio, sin embargo, he de admitir que mi corazón todavía se siente muy dolido por lo que me hizo.Su cara de furia y decepción al verme me recordaron por qué me casé con su tío en primer lugar. Él nunca me amó y nunca lo hará.Mis pensamientos se ven interrumpidos por el grito eufórico de los hombres que están a mi alrededor en el momento en que el caballo con el número “8” cruza la línea de meta.—¡Sí! —celebra Ricardo. No solo es hábil p
CAPÍTULO 9: LA NOCHE DE BODASOdio admitirlo, pero Ricardo tenía razón. El pervertido de Castañeda no apartó los ojos de mis pech0s durante toda la reunión. Firmó los papeles cuando Ricardo me obligó a inclinarme un poco sobre la mesa para llamar más la atención.—Espero que este negocio sea el inicio de una gran alianza —dice Castañeda dándole un apretón de manos. Luego posa sus ojos en mí—. Felicidades por su matrimonio.—Gracias, Castañeda —interviene Ricardo poniéndose en medio de ambos.—Vamos, puedes decirme Edmundo, ya hay más confianza —responde guiñando un ojo, pero no deja de mirarme. Tiemblo ante la sola idea de que a Ricardo se le ocurra ofrecerme como moneda de cambio. Ya me di cuenta de que realmente me ve como un mero objeto para sus planes, solo espero que no se atreva a tanto, porque eso sí que no lo voy a aceptar.—Mí mujer y yo tenemos que irnos, es tarde y debe estar agotada —dice haciendo énfasis en lo de “mi mujer”.Nos despedimos de todos los presentes, quienes,
CAPÍTULO 10: ENTREGADA AL DIABLORicardo se deshace de lo que queda de mi ropa con precisión. Sin titubear me sujeta de los brazos elevándolos sobre mi cabeza y su boca busca desesperada la mía. Sus besos son pasionales, bruscos, no hay ni una pizca de amor en ellos. Me siento como la presa de una bestia que sacia sus instintos salvajes.Su boca se desliza por mi cuello, muerde mi piel y el dolor se mezcla con una corriente inesperada de placer que me hace g3mir sin querer. Estoy en shock, no puedo reaccionar y la verdad no sé si quiero hacerlo.De pronto siento su boca en uno de mis sen0s. Su lengua agita mi pez0n de arriba abajo, chupa, lame y repite el proceso una y otra vez enloqueciéndome de deseo. Sus manos ásperas se deslizan por mi vientre y rozan el monte de mi feminidad. Cierro los ojos, embriagada por las sensaciones que él me provoca.Sus dedos se introducen en mi interior con rudeza. Hacía demasiado tiempo que nadie me tocaba así. Jadeo de dolor, pero a él no parece impor
CAPÍTULO 11: LA PRIMERA ESTRATEGIAPisar la empresa Velazco Inc. Después de tantos años es como volver a una pesadilla. Cuando estaba casada con Leonardo trabajé aquí, aunque él nunca me dio un cargo importante, yo era quien llevaba prácticamente todo el manejo del negocio. Supongo que se dio cuenta de que soy buena en las finanzas y gracias a mí la empresa aumentó en un 200% sus ganancias. Nunca creí que ayudarlo a crecer sería lo que cavaría mi propia tumba, pues fue así como pudo manipularlo todo para acusarme de espionaje corporativo, robo y fraude empresarial.Ni bien pongo un pie en la planta baja, todas las miradas se fijan en mí. Estoy nerviosa, mis manos están heladas como el hielo, pero no le demuestro a nadie lo aterrada que me siento. Camino con la cabeza en alto y presiono el botón del ascensor.Enseguida escucho el cuchicheo de las empleadas chismosas y hasta de algunos hombres de diferentes áreas de la empresa, señalándome y preguntándose qué hago aquí.—¿Esa no es… la
CAPÍTULO 12: NO TE EQUIVOQUESMi corazón late a toda velocidad mientras Ricardo y yo avanzamos por el pasillo hacia el ascensor. Me lleva de la mano, con la frente en alto y el sacando el pecho; no le da vergüenza tenerme a su lado, no es como Leonardo, que cuando me veía aquí prefería hacer que no me conocía.Nos detenemos en la puerta y él marca el botón de bajada. La puerta se abre y en ese momento salen algunas personas, luego de que el lugar se queda vacío, entramos. Las puertas se cierran justo en el preciso momento en que Camila aparece del otro lado. Su mirada de odio y advertencia producen un escalofrío en mi cuerpo.Una vez que el elevador comienza su descenso, me giro hacia Ricardo, verlo después de lo de anoche hace que automáticamente mis mejillas se ruboricen.—Ricardo, yo… no sé qué decir… —empiezo, un poco nerviosa.—Ha empezado la fase uno de mi plan, más te vale que no lo arruines —advierte sin mirarme.—Ah… debiste decirme qué era lo que tenías pensado, me tomaste po
CAPÍTULO 13: MANTÉN LA COMPOSTURANos enredamos en una pelea violenta, ambas impulsadas por años de odio y resentimiento. Sus uñas arañan mi rostro y mis manos buscan su cabello, tirando con fuerza. La adrenalina corre por mis venas, no siento dolor, solo las ganas de matar a esta hija de put4.—¡Basta! —grita una voz masculina, pero estamos demasiado sumergidas en nuestra pelea para detenernos.Finalmente, alguien nos separa a la fuerza. Dos guardias de seguridad nos mantienen alejadas mientras respiramos con dificultad, mi mirada aún está llena de odio. Camila resopla y gruñe intentando atacarme de nuevo, mas, en ese instante escuchamos la voz de Ricardo, autoritaria y sorprendida, que resuena en el eco.—¿Qué está pasando aquí? —pregunta mirándonos a ambas con el ceño fruncido-Camila me mira con desafío y triunfo.—Esta mujer está loca, Ricky. ¡me atacó sin razón! Yo no le hice nada. No puedes confiar en ella —dice con esa voz aguda y chillona que me saca de mis casillas.Ricardo l
CAPÍTULO 14: EL CASTIGORicardo llega a la casa sin decirme cuál será mi penitencia por incumplir nuestro acuerdo. Jugueteo con mis manos sintiéndome nerviosa y precavida. Ya sé lo que es capaz de hacer, sé que le gusta dominarme a través del sex0 y que me vuelvo de gelatina, incapaz de decirle que no.Su juego de seducción y dominación de alguna forma me hace sentir hechizada. Me repito una y otra vez que esto lo hago por mi hijo y la venganza. La cara de Camila vuelve a mi mente y sonrío con satisfacción de solo pensar en cómo debe estar hirviendo de la ira al ver que él me defendió.Sin embargo, el precio a pagar es alto.Nos bajamos del auto y él me hace entrar a la casa todavía en silencio.—Buenas tardes, señor Velazco, ¿desea algo de tomar? —pregunta Tamara recibiéndonos en la sala.—No hace falta Tamara, por favor, que no nos molesten.Ricardo me lleva de la mano hasta arriba, directo a la habitación. Lo sabía. Los nervios se intensifican en mi estómago. Una parte de mí que no
CAPÍTULO 15: QUIEREN HUMILLARME —Vaya, pero si es la nueva p3rra de mi tío. No pensé que de verdad te fueses a aparecer por acá —espeta Leonardo ni bien me ve.—Tus insultos no me afectan Leonardo, he venido a trabajar —contesto manteniendo la compostura. Ricardo tiene razón. No me puedo dejar afectar por estos dos.—Tal vez cuando él esté aquí tengas algo de poder, pero mientras estés sola nadie aquí te tomará en serio —responde Camila—. Para la gente de esta empresa no eres más que una ladrona.—¿Y qué crees que pensaría la gente de la empresa si contara lo que son ustedes? —cuestiono. Los dos me miran con los ojos entrecerrados, pero fingen que no saben de lo que hablo.Se dan media vuelta y entran a la oficina de presidencia. Cuando yo trabajaba aquí era Ricardo quien tenía el control, pero ni siquiera en ese entonces cruzamos palabra, y poco después él se fue y Leonardo quedó a cargo.Los sigo sin decir nada, ambos se dan cuenta y me miran con sorna.—¿Qué cre